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Agricultura y naturaleza La botánica de Rafael Escrig Series

Ficus Macrophylla

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La Botánica de Rafael Escrig (21)

Quiero seguir hablando en este artículo de lo que más y mejor conozco: los árboles. Y en esta ocasión será de los árboles singulares que tenemos en Valencia. Empecemos por decir que Valencia ha dado a la ciencia botánica grandes personajes en todas las épocas, como Juan Plaza, que ocupó la primera cátedra de Botánica de la Universidad de Valencia (1520-1603), como Honorato Pomar, José Cavanilles, Rojas Clemente o Eduardo Boscá. Todos ellos han sido reconocidos personajes que nos dejaron un extenso legado científico. Esa tradición continúa hoy en día desde el Jardín Botánico de la Universidad, donde podemos admirar su magnífica colección de Arecáceas (palmeras) de todos los continentes, así como sus colecciones históricas donde se cuidan los ejemplares más viejos y de mayor valor, como ese gran Almez (Celtis australis) que preside la entrada del jardín, o la Zelkova del Caucaso (Zelkova carpinifolia) de 33 metros de altura, o esa extraña Araucaria (Araucaria bidwillii).

He titulado este artículo “Ficus Macrophylla” refiriéndome tanto a estas joyas del Jardín Botánico, como a esos otros árboles que también están entre nosotros varias generaciones, pero que viven en las calles y parques abiertos de nuestra ciudad. Son esos árboles singulares, que por sus características merecen que nos sintamos orgullosos de tenerlos entre nosotros. Árboles centenarios que hemos de conocer para ofrecerles el respeto y el cuidado que merecen.

Ya sabemos que los árboles tienen una vida limitada. Los más longevos pueden alcanzar una edad de algunos miles de años, las secuoyas, por ejemplo, aunque muchas especies en la naturaleza, pueden llegar a los doscientos o trescientos años. Pero la cosa es muy diferente si consideramos la vida del árbol en un medio no natural, como es la ciudad donde, en el mejor de los casos, no pasan de los cincuenta o sesenta años. En las ciudades, los árboles sufren estrés hídrico y térmico, sufren un vandalismo cada vez más acentuado. Vandalismo que unas veces es a propósito y otras por mala praxis: zanjas, líneas eléctricas, sombra, alcorques insuficientes y un sinfín de agresiones, sin hablar de las podas arbitrarias. Todo ello propicia que la vida media del árbol urbano sea más corta y por eso mismo es bastante difícil tener en la ciudad un árbol que sobrepase los cien años. Los que lo consiguen, se convierten en verdaderos monumentos. Es nuestra obligación, rendirles el respeto que merecen con nuestro cuidado, para que las futuras generaciones puedan también disfrutar de sus beneficios.

Vamos a comenzar por uno de nuestros viejos amigos: el ficus, ya que esta especie, dado el crecimiento que alcanza, es la más llamativa de nuestra ciudad. Tenemos en Valencia varias especies diferentes del género ficus y podemos admirarlos y reconocer sus diferencias en el Jardín del Turia o en la prolongación de la Alameda, donde hay una alineación formada por nada menos que ocho especies diferentes: F. benghalensis, F. macrophylla, F. elástica, F. lyrata, F. rubiginosa, F.nítida, F. rubiginosa, var. australis y F. benjamina, pero entre todas ellas hemos de destacar el Ficus macrophylla como el más importante. Comencemos pues por conocer a nuestro primer protagonista.

 1 Especie: Ficus macrophylla. (Higuera de Bahía Moreton).

 Ubicación: Jardines del Parterre.

Conocido comúnmente como Higuera australiana o Higuera de Bahía Moreton, es originario de la costa Este de Australia. En su hábitat natural puede alcanzar un desarrollo en altura de más de 50 metros.

Hojas y frutos de Ficus macrophylla

Para empezar a hablar sobre este ficus, diré que hemos de desterrar de nosotros esa costumbre, por desconocimiento, de confundir los ficus con los magnolios. Es un hábito muy extendido y pernicioso que incluso he visto escrito en prensa y hasta en medios especializados. Y no pueden ser dos especies más distintas que estas, pues cada una tiene sus diferencias más que notables, veamos: los troncos de una y otra difieren totalmente: en ficus es liso y en el magnolio más fisurado, con llamativas protuberancias y gruesas lenticelas; las hojas del ficus son lisas como puntas de lanza y las del magnolio están algo onduladas por el margen; los magnolios tienen una gran flor blanca que se convierte en un fruto a modo de piña y los ficus sólo tienen una pequeña infrutescencia en forma de oliva de 2 a 3 cms. Las raíces aéreas y los llamativos contrafuertes en los ficus son otro detalle inequívoco. La imagen anterior y las dos que siguen son la muestra evidente de esas diferencias.

Flor del magnolio.


Fruto del magnolio.

En cuanto a la fecundación, diré que todas las especies de ficus observan un fuerte mutualismo con un insecto determinado y sólo con él; los frutos son polinizados por ese insecto expresamente que sólo se reproducirá en las flores de esa especie de higo en concreto. Esos insectos son las llamadas avispas del higo, los encargados de polinizar a los ficus y, al mismo tiempo, mantener su propia descendencia. Tanto el ficus como “su” avispa polinizadora, sobreviven gracias a que existen el uno para el otro. Al Ficus macrophylla lo poliniza particularmente la avispa conocida como Pleistodontes froggatti, cuya distribución es la costa Este de Australia, la misma de la que es originario el ficus que la hospeda. La compañía comercial Piña Maui, introdujo el F. macrophylla en Hawai, en 1920 y un año después se introdujo la avispa dado que su hospedero se naturalizó en el archipiélago.

El insecto Pleistodontes froggatti es un himenóptero perteneciente a la familia de las Agaonidae. Las hembras miden 3.0 – 3.4 mm., de largo con cuerpo negro, marrón y rojizo. Los machos son aún más pequeños, pues sólo miden 1.5 mm de largo, con el cuerpo amarillo y anaranjado.

Pleistodontes froggatti, entrando por el ostiolo de la infrutescencia de un higo, para polinizarlo.


Infrutescencia

No hemos de olvidar que todos los ficus son higueras, como nuestra higuera común (Ficus carica) que es el único ficus originario de la Cuenca Mediterránea. En cuanto al Ficus macrophylla que es el que nos ocupa, existen en Valencia alrededor de dos docenas de árboles a los que se les podría dar el calificativo de extraordinarios, por su tamaño y la corpulencia de sus raíces tubulares. Tres de ellos están en la Alameda, uno frente a las Torres de Serranos, otro junto al Jardín de Monforte, otro en el Palacio de Raga, otro más en la Plaza del Centenar de la Ploma, aún hay otro más en el interior del Palacio de Benicarló, tres en la Glorieta y uno, el más anciano de todos con 175 años aproximadamente, en el Parterre. Este tiene una altura de 24 metros. Unos cuatro años menos tienen sus vecinos de la Glorieta, igualmente grandes. El resto estaría disperso por otros puntos más apartados. Aquí vemos la ubicación del ficus del Parterre.

Obsérvese el árbol algo desplazado del centro de la imagen hacia arriba y hacia la derecha

Ficus macrophylla. Jardines del Parterre, Valencia. Podría ser el más longevo de Europa pues hay indicios de que fue plantado en 1852, mas no existe una certeza expresa que lo garantice.

Las Higueras australianas de Valencia son motivo de admiración por los visitantes, sobre todo los del Centro y Norte de Europa, ya que sus países, debido al clima, no son favorables para la plantación de estas especies. El Sur y Sureste de Australia, de donde son originarios, tiene un clima similar al de Valencia, es por ello que podemos ver también un gran número de otras especies australianas en nuestra ciudad, donde se desarrollan fácilmente.

Volviendo al ficus del Parterre, a pesar de su monumentalidad y estar declarado especie singular por el Ayuntamiento de Valencia, su estado deja mucho que desear, pues vive estrangulado entre el pretil que circunda el jardín y una gasolinera bajo su copa. Es lamentable que un ejemplar de su categoría permanezca en ese estado hace ya demasiados años, mientras que las promesas del Ayuntamiento de retirar la gasolinera para mejorar su estado y el entorno, se aplazan una y otra vez.

Así se encuentra nuestra «joya de la corona», prácticamente abandonado.

Por otra parte, la base de estos y de otros árboles es barrida periódicamente. Barrer y quitar las hojas y frutos de la base del árbol es hacerle un flaco favor, pues estás privándole de un fertilizante natural, ya que al descomponerse enriquecen el suelo. Al árbol se le ha de tratar con “negligencia benigna” dándole un poco de agua y dejando que las hojas caídas se queden donde están.

Base de los árboles con restos vegetales triturados como fertilizante natural.

A mediados del siglo XIX estos árboles, por su porte y exotismo, fueron plantados en diferentes ciudades del mundo, donde el clima era favorable, para manifestar su prosperidad y proyección cosmopolita. En España los podemos ver repartidos por todo el litoral mediterráneo, desde Barcelona hasta Cádiz. También podemos ver soberbios ejemplares en otras ciudades como Sevilla, Cartagena, Murcia, Lisboa o en Palermo, Sicilia.

 

Ficus macrophylla en Cartagena y en Jardín Botánico de Lisboa

 

Ficus macrophylla en el Botánico de La Orotava y en Málaga

Ficus macrophylla en Sevilla, abrazando un ornamento de piedra y en Cádiz


Ficus macrophylla en Piazza Marina de Palermo. Este ficus, a pesar del diámetro de su tronco, se tiene noticias de su plantación en 1863. Si esto es así, tendría algunos años menos que el Ficus del Parterre, en Valencia. Aunque, no habiendo un documento que lo acredite, no podemos saber la edad exacta del árbol

 

Otro enclave con clima mediterráneo es la Costa Oeste de los Estados Unidos. California fue uno de esos territorios donde, a mediados del siglo XIX, se plantaron muchos ejemplares de Higuera australiana y podemos verlos en ciudades como Los Ángeles, en Santa Bárbara, en Santa Mónica y otras poblaciones del Sur de California, así como en el condado de San Francisco y otras ciudades de importancia.

Ficus macrophylla en Balboa Park, San Diego. California. Plantado en 1915.


Ficus macrophylla. Plantado en 1900 en el Hotel Fairmont Miramar, en Santa Mónica, California.


Ficus macrophylla. Plantado en 1876, esquina de Montecito St., con Chapala St. Santa Bárbara, California. (Se supone el más viejo de Estados Unidos).


Plaza del pueblo de Los Ángeles, tras ser fundado por el gobernador Felipe de Neve en 1781. La fotografía está tomada en 1869.


La misma plaza en 1890, ajardinada con Ficus macrophylla. Los árboles tienen aquí 14 años.

 

Imagen en 2014, donde se ven los Ficus macrophylla que rodean La Plaza. Ya han cumplido 138 años.


En 1876 se plantaron unos Ficus macrophylla en La Plaza, centro histórico de Los Ángeles, como hemos visto dos fotografías más arriba. Uno de ellos se derrumbó el reciente 11 de marzo 2019 a los 143 años.

Uno de los problemas que tiene esta especie es su gran corpulencia y la extensión de sus ramas. En ciertas ocasiones, cuando el árbol es muy grande, un golpe de calor puede hacer que una rama se tronche o incluso que sea derribado por el viento. El estrés hídrico afecta mucho a todas las especie de hoja latifolia. Un caso reciente lo tenemos en la ciudad de Murcia, España, donde el Ficus macrophylla centenario que había en la Plaza de Santo Domingo que, tras anteriores incidentes, se abrió por la mitad un caluroso día de junio del 2017.

Ficus macrophylla de la Plaza de Santo Domingo tras su caída.

Hemos de suponer que los ficus de Valencia están vigilados y se tienen en cuenta todos los cambios que puedan afectarles: sobrepeso, vandalismo, falta de humedad, viento, obras… Esperemos que así sea. Hemos visto que el Ficus macrophylla del Jardín del Parterre es un árbol singular por ser uno de los más viejos de Europa, que es como decir uno de los más viejos del mundo, si comparamos los datos que lo acreditan: Valencia 1852, Palermo 1863, Jardín Botánico de Adelaida y de Sídney, Australia 1866, Santa Bárbara, California 1876. Pero esto no es lo más importante y aunque nos gustaría creer en esas fechas, la vida y la salud del árbol están por encima de otras consideraciones.

En noviembre de 2015 ya cayó una rama de nuestro ficus más representativo. ¿Tendremos que asistir algún día a una desgracia mayor? ¿Cuándo lo veremos lucir con toda la dignidad que se merece?

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