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Agricultura y naturaleza

«Sa i Fresc», producción agroecológica en Catarroja. (Valencia)

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Julio Quilis: «Para salvar la Huerta de Valencia, primero hay que salvar a  los labradores que la cultivan desde hace siglos».

Sa i Fresc, Sano y Fresco, es una explotación agrícola basada en el cultivo ecológico y con certificado oficial, que vende verdura, fruta y hortalizas en Valencia ciudad y ciertos mercados de Madrid, Barcelona y otros lugares. Nació en una cena hace poco más de tres años entre tres amigos, todos ingenieros agrícolas, un profesor de la Universitad Politècnica de València y el propietario de un supermercado ecológico que acababa de implantarse en Valencia. Hoy, Julio, Fermín y Quico trabajan treinta hectáreas en diversos parajes de la Huerta valenciana, y modernizan sus instalaciones de Catarroja, que contiene una fantástica exposición de útiles de labranza tradicionales, procedentes de las familias de los tres socios.

Entrevista y fotografías de Fernando Bellón. (En la fotografía de portada, Fermín, Quico y Julio, de izquierda a derecha)

Quico entrega una caja de cebollas a Fermín.

Quico entrega una caja de cebollas a Fermín.

Julio Quilis Ciurana, de Monteolivet, hoy barrio de Valencia,tiene cincuenta años. Fermín Salcedo Moltó, de Castellar, también barrio de Valencia,40. Y José Francisco Barat Amoragues (Quico), de Borbotó, Horta Nord, 30. Los tres son hijos de agricultor e ingenieros técnicos agrícolas. Los dos primeros se conocieron como empleados de la cooperativa del Consorci de l’Horta. Quico entonces era un niño, que luego estudiaría agronomía; su madre daba servicios de apoyo al Consorci mediante una pequeña empresa de trabajos del campo, de ahí la relación..

Al cabo de los años, la cooperativa del Consorci tuvo problemas económicos y realizó uno de los primeros EREs previo a la crisis presente. La dirección propuso una salida voluntaria. Julio y Fermín fueron de los primeros en salir.

La maquinaria agrícola que usamos es la familiar, que se estaba oxidando por la retirada de nuestros padres.

La venta por cestas no es segura, el comprador individual no es fiel.

Si las grandes multinacionales empiezan a vender componentes para el cultivo ecológico, el labrador caerá en sus manos, como ahora. Lo importante es conocer cómo optimizar el cultivo y compartir ese conocimiento, no esperar que venga un agente a venderte nada.

Colaboramos con la Universitat Politècnica de València, proponiendo experimentos en base a nuestras necesidades de cultivo. Somos “escuela a la medida” de nuestra producción para la venta. Queremos escribir un libro sobre plagas y sus tratamientos orgánicos en l’Horta de València, que sirva a todo el mundo.

Julio Quilis. Fermín y yo empezamos a trabajar por nuestra cuenta. Quico todavía estaba estudiando. Nos establecimos como autónomos, y producíamos verduras para la cooperativa del Perelló. Era agricultura convencional, pero teníamos que cumplir todo el reglamento de la Globalgap (Good Agriculture Practices, Buenas Prácticas Agrícolas, que la cooperativa exige a sus productores). Nosotros ofrecíamos un complemento a su producción, porque los que llevaban los socios era insuficiente para su mercado.

Sobrevino la crisis, cuenta Julio, y se produjo el lógico fenómeno de regreso al trabajo agrícola de quienes se habían quedado en paro por el cierre de un montón de pequeñas y medianas empresas industriales. La cooperativa les acogió, porque disfruta de una gestión comercial muy buena. Además de nuevos socios hubo más tierra disponible para el cultivo.

Julio Quilis. Así que, la escasez de tierras de producción en la cooperativa dejó de existir. Y como nosotros éramos un añadido externo tutelados por la cooperativa, nos vimos obligados a dejar de producir. Esto no fue de un día para otro. Lo vimos venir.

Entonces se produjo la cena que dio origen a Sa-i-Fresc.

Julio Quilis enseña el truco para que las escarolas matengan el color y el sabor.

Julio Quilis enseña el truco para que las escarolas matengan el color y el sabor.

Julio Quilis. Poco a poco vimos cómo se nos venía encima esa situación. Y Rafael Laborda, un profesor de de la UPV con quien charlábamos mucho del campo y sus problemas, nos dijo que había un pequeño supermercado de Valencia de venta de producto ecológico, Ecorgànic, donde él iba a comprar. Nos citó a cenar con el propietario. Y al acabar, salimos con el propósito de hacernos proveedores suyos.

Nuestra producción ecológica nace en esa cena. Durante un tiempo estuvimos haciendo los dos servicios, cada vez menos para la cooperativa del Perelló. Nos dio tiempo en dos años a cambiar el modo de producción de convencional a eco. La experiencia agrícola de casa y la del Consorci de l’Horta y nuestros conocimientos universitarios nos ayudaron mucho. Teníamos experiencia y conocimiento en los cultivos, en plagas y enfermedades, fertilización, programaciones de cultivo… También habíamos aprendido el funcionamiento de los almacenes de las cooperativas, ajustar los cultivos a las posibilidades de almacenamiento y salida para abaratar costos de almacén y costos comerciales. Yo había vivido esa experiencia quince o veinte años.

En realidad, estábamos preparados para el cambio, porque en las cooperativas se está haciendo ya por razones legislativas la producción integral, que está a un paso de la ecológica. Nosotros nos animamos a darlo, y nos costó el tiempo prescrito por el certificado CAECV. A final de diciembre se cumplirá los tres años de nuestra constitución cono Sa-i-Fresc.

¿Cuánta superficie cultiváis?

Hoy, treinta hectáreas. Cinco de cítricos, y veinticinco de hortalizas. Mucha gente nos está pidiendo fruta, y hemos introducido árboles para ver cual nos interesa más, además de los cítricos. Por ejemplo, este año hemos producido granadas, en primavera tuvimos paraguayos, también tenemos algo de ciruelo, productos que se adaptan bien a las circunstancias de nuestro suelo y clima. No nos planteamos, por ejemplo, tener manzanas o peras.

De esta tierra, la hay nuestra en propiedad y rentada. La de Manises y la de Borbotó y la de Catarroja es nuestra. Esta finca de Alcàsser [donde realizamos el reportaje] es rentada. Más o menos vamos al cincuenta por ciento de tierra nuestra y tierra alquilada.

En un futuro no muy lejano, las instalaciones de Sa-i-Fresc en Catarroja tengrán un museo de aperos tradicionales de labranza de l'Horta de València.

En un futuro no muy lejano, las instalaciones de Sa-i-Fresc en Catarroja tengrán un museo de aperos tradicionales de labranza de l’Horta de València.

Arreos de caballería.

Arreos de caballería.

Habréis hecho una fuerte inversión en maquinaria…

Casi nada. Cuando hacíamos la verdura para El Perelló, toda la maquinaria y faenas las contratábamos. Por ejemplo, si había que pasar el tractor o el rotovátor o los ganchos, lo contratábamos a un tercero; la aplicación de los fitosanitarios, la contratábamos; lo contratábamos todo, de acuerdo con unos costos de producción y unos rendimientos estudiados, de modo que sabías si ganabas o perdías. Ahora, con la producción ecológica que mantenemos, y al ir más cortos de dinero, sin la posibilidad de capital que teníamos en la cooperativa, al partir de cero por completo, lo que hemos hecho es recuperar toda la maquinaria que teníamos en nuestras casas: un tractor que hemos puesto al día, mulas mecánicas, las máquinas para los tratamientos en azufre o en aceites autorizados. Eran instrumentos de trabajo agrícola que se habían quedado casi sin uso porque los padres se habían hecho mayores. Hemos recuperado todo lo que teníamos en casa, menos el haca [la mula]. No hemos comprados cosas nuevas. La inversión que hemos hecho ha sido los ahorros que teníamos. Lo más que hemos hecho cuando necesitábamos dinero y el de las ventas no era suficiente, ha sido pedir al banco unas pólizas.

¿Cómo habéis organizado la producción?

Nosotros empezamos poco a poco, poniendo un pie detrás de otro. Hace cuatro o cinco años, antes de constituirnos como Sa-i-Fresc, llevábamos los productos que empezaban a ser orgánicos a las tiendas en el maletero de nuestros coches. A medida que hemos ido creciendo, hemos pasado de un talonario de papelería, un albarán a mano, a un documento con nuestro registro sanitario, nuestro número de operador ecológico, la trazabilidad…

Tenemos contratadas 17 personas, con nosotros tres, veinte. Muchos de los trabajadores que tenemos los hemos hecho fijos. Algunos porque habían pasado trabajando ya tres años, y la ley te obliga a hacerles un contrato indefinido. Y otros, porque nos han parecido personas muy interesantes. Lo que buscábamos era que la gente estuviera a gusto y trabajara bien. No está en nuestro ánimo prescindir de faena especializada. Aquí es muy importante que la gente esté especializada. Y como hay tantos trabajos que atender, enseguida se da uno cuenta de si una persona vale para una cosa o para otra. Nosotros hemos trabajado a sueldo, y sabemos lo que es eso. La satisfacción de estar trabajando a gusto es clave y revierte en la eficacia de la faena.

La incorporación de las personas ha sido paulatina. Primero éramos dos, luego cinco, hasta los diecisiete de hoy. Lo que más nos ha preocupado ha sido colocar a cada uno donde más podía rendir. Hay una administrativa, luego está Quico que se encarga con otro chico de hacer la distribución del producto cada día, Fermín en compañía de cuatro o cinco personas trabaja en el campo todos los días, y yo estoy mirándolo todo desde arriba, pero actúo en todas las facetas. Hay quien está recogiendo el género, otros plantando, entutorando, rascando, arrancando… Y otras personas se dedican a preparar el producto. Son varios equipos, el de producción, el que recoge la cosecha, el que la prepara, el que la distribuye… Y nosotros entramos un poco en todo.

Una plantación de estupendas lechugas

Una plantación de estupendas lechugas

¿Es rentable Sa-i-Fresc?

Nosotros empezamos con el dinero de la indemnización del ERE del Consorci. Lo invertimos en una pequeña cámara para conservar las verduras frescas, una tabla de aluminio y una lavadora de hortalizas. Y a medida que nos han hecho falta más cosas, hemos ido adquiriéndolas. También empleamos el dinero que genera la empresa. Nosotros tres no cobramos sueldo, vivimos del sueldo de las mujeres. Esto es algo que suena a barbaridad, pero es así, porque como no éramos nadie, ningún banco quería darte un duro. Y tampoco queríamos hipotecar nuestras viviendas. El secreto está en ir creciendo poco a poco, ir cubriendo las necesidades a medida que aparecían, con el dinero que ganamos, reinvirtiéndolo. Eso y las pólizas de los buenos clientes con los bancos. Al principio íbamos al contado, y al ir teniendo clientes de envergadura, los pagos son a treinta días… Y la manera de soportar esto financieramente es pidiendo una póliza de crédito al banco, que no es un préstamo.

¿Qué tipo de clientela es la vuestra?

Nuestra clientela ha sido local hasta este año. A partir de esta campaña pasada empezamos a tener contactos con personas de Tarragona, de Cuenca, y de Alicante, si no la contamos como local. También se interesó un supermercado de Madrid tipo Ecorgánic.

En el mercado local lo que hacemos es llevar al género a las tiendas clientes. Lo que nos gustaría es ser solo productores. Una cosa que sí hacemos es fijar un precio a nuestros productos. No producimos pimientos a ver lo que nos dan por ellos. Estudiamos nuestros costos de producción, valoramos el margen comercial que necesitamos, y marcamos el precio en función del total.

Hemos tenido en cuenta una cosa, eso sí: que nuestro producto ha de ser ecológico cien por cien, bien presentado como el que hacía mi padre en su huerta, y que no sea caro, es decir, que una familia normal pueda comprarlo. Puedes decir que estamos dentro de la línea normal alta; eso es porque lo que buscamos es que nuestro producto sea de calidad. Eso tiene un precio, los que trabajan en Sa-i-Fresc están dados de alta, tienen su seguro y su sueldo. Y el producto que sale a la venta con ese coste no es barato. Estamos haciendo un producto que en una España sin crisis económica cualquiera lo compraría.

Es una clientela variada: supermercados, tiendas…

Al inicio, íbamos al cien por cien con Ecorgànic. Luego empezamos a buscar otros mercados. Montamos una página web para una tienda virtual. Era la típica cesta de la que tanto se hablaba y se habla. Pero no fue como imaginábamos. Vimos que la clientela no era constante en sus compras. Al principio pensábamos que estábamos haciendo algo mal. No es normal, decíamos, que tengamos contactos con personas y a las cuatro o cinco compras semanales desaparecen. Pero al contrastarlo con otros labradores que emplean el mismo sistema, vimos que era un fenómeno común en Valencia. El consumidor privado no es fiel. Quizá porque tenemos un buen clima y la gente está acostumbrada a salir a comprar.

A la vez que sufríamos esta experiencia, Ecorgànic continuaba creciendo. Claro, la necesidad de financiar nuestro trabajo creciente, nos impulsó a contactar con tiendas de barrio que querían diferenciarse en algo, no necesariamente ecológicas. Una manera de competir con los paquistaníes que trabajan doce horas al día toda la semana. Querían diferenciar la calidad y la frescura del producto. Eso ha ido creciendo hasta que ha aparecido gente de fuera de Valencia que nos conoce a través de la página web o por vía indirecta, que vienen a llevarse nuestros productos a otras comunidades.

De modo que a fecha de hoy, Ecorgànic sigue siendo lo primero para nosotros, destinamos a él quizá el 25 por ciento de nuestra facturación. Otro veinticinco por ciento de las ventas son el reparto a domicilio a personas que compran cestas. Otro veinticinco por ciento tirando para arriba personas que vienen de fuera a recoger productos. Y la otra cuarta parte, se lo llevan productores ecológicos que nos compran a nosotros para complementar sus cestas.

¿Qué os parece este fenómeno de los jóvenes agricultores que regresan a la tierra?

La gente tiene que buscarse la vida. Me parece muy bien que lo hagan. Es digno por completo. Yo haría lo mismo. Pero noto algo desde la perspectiva de mis cincuenta años. Muchos de ellos no tienen ni idea de cómo se cultiva. No conocen las plagas ni cómo hay que tratarlas, ni siquiera a nivel convencional. En ese sentido padecen mucho de hacer faenas en balde que pueden conducirlos a desanimarse. Yo lo veo muy duro para ellos. Mi periodo duro ya lo he pasado, pero ellos no. Yo siempre he tenido a mis padres que me han enseñado a labrar la tierra, a plantar a cosechar. Recuero a mi madre decirme, “Vamos al campo que esta tarde tronará”. Y yo pensaba, “¡Qué dice esta mujer, si el cielo está raso!” Y llegaba la tarde y tronaba. Ahora soy yo el que dice a los chicos a veces, “¡Eh!, Las cajas al tractor y tapadas!” Miran el cielo y se ríen, y a la hora está lloviendo, y me preguntan que cómo lo sabía… La experiencia. Y yo veo en estos jóvenes que les falta la experiencia, tanto teórica como práctica, porque dos cursos en la Escuela de Capataces de Catarroja, o incluso habiendo estudiado ingeniería no son suficientes.

¿Dedicáis algo de producción a la exportación?

Ya te he contado que el último paso fuera de la Comunidad lo dimos la campaña pasada. No descartamos la exportación. A veces haces las cosas por dinero. Si en Valencia y alrededores absorbieran todo lo que producimos, sería estupendo. Es la esencia del producto ecológico, local, sin gastos excesivos de combustible… porque lo que ganas en producción lo pierdes en transportes… Nosotros tenemos que crecer, responder a los sueldos de los trabajadores, obtener una satisfaccción personal y profesional… Y si dentro de un año o dos hay que coger la maleta e irse a Alemania o a Francia, porque en invierno no tienen lo que quieren consumir y nosotros sí podemos cultivarlos, pues… Hoy no nos lo planteamos, porque nuestras dimensiones están cubiertas.

Llama la atención en vuestra página web una declaración: Salvem l’Horta, no; salvem els llauradors.

L’Horta es un fruto de la mano del labrador. No es algo que apareció en el principio de los tiempos como está ahora. Todo el sistema de riego, las parcelas aplanadas, limpias de piedras, eso lo ha hecho el ser humano a lo largo de dos mil años. Si no existieran labradores que continuamos viviendo aquí y acondicionando la Huerta, no habría Huerta. Porque l’Horta de hoy no es la misma que la de hace cincuenta años. Un campo de fútbol no tiene sentido sin futbolistas, al final crecerán malas hierbas y hasta árboles. Pues lo mismo es con la Huerta.

Al parecer las grandes empresas de fitosanitarios están intentado comprar a las pequeñas que producen para la agricultura ecológica…

Eso es algo negativo. Verás, es algo muy importante de entender. Hace cien años, el labrador de entonces era el menos despabilado de la familia, no sabía por qué pasaban muchas cosas, pero sabía que pasaban. Así que el labrador, en su ignorancia de conocimientos técnicos, cuando empieza la Revolución Verde, con los fitosanitarios, fertilizantes inorgánicos y todo eso, cambia su forma de producción, pero continúa ignorando por qué sobrevienen determinados problemas.

Ahora es mucho peor, porque llega un vendedor y le dice, “Mira. Tira esto y olvídate de los pulgones, porque se los carga todos.” Y el labrador se despreocupa y sigue ignorante de las razones. A finales del siglo XX, el productor cree que con una garrafita de un producto fitosanitario y un producto fertilizante, es el amo del campo. Y conforme van pasando de aquella agricultura tradicional a la convencional presente, se ha creado una inercia de que estaba todo muy bien equilibrado. Es falso.

Las tierras ya no tienen la estructura que toca porque no han recibido materia orgánica. Se ha tirado directamente el nitrógeno y los fertilizantes inorgánicos. Y en cuanto a los fitosanitarios, daba igual la plaga que hubiera en el campo, el agricultor tiraba lo que le decían contra el pulgón, pero estaba matando a la vez todos las las especies que tenían el pulgón a raya de un modo natural. Además, el pulgón se hacía resistente a los insecticidas; y a la vez, como el producto había matado a sus enemigos naturales, era el amo. Eso es lo que ha aparecido cincuenta o sesenta años después de abandonarse la agricultura tradicional.

No es bueno que las grandes empresas de fitosanitarios, Bayer, BASF, etc. dominen todo ese aspecto en ecológico, porque estarás a expensas de ellas. Hoy te están diciendo que tienes que dejar de tirar un fitosanitario agresivo, y te están vendiendo el bicho que se come el insecto dañino. Han cambiado la botella del insecticida por un botecito que contiene los bichos. Así que ese productor está aferrado a un gasto que, en no pocas ocasiones, se puede ahorrar con una buena gestión de la cosecha y de los productos que aplica. Conseguiría, por ejemplo, que ese bicho que te venden en un bote, aparezca de manera natural en los campos.

Para eso hace falta, uno, que el productor esté formado, y no es preciso que sea un ingeniero, solo que cuente con personas que le informen sin que le cueste dinero. Es cierto que no se puede conocer ni manejar todas las plagas, hay que apoyarse en auxilios externos, pero con sentido. Yo me tomo un antibiótico, si no hay ninguna otra manera de parar la enfermedad, por sistema no gasto antibióticos ni analgésico ni nada de eso. En ese sentido, la colaboración que tenemos de la Universidad Politécnica, es para nosotros fundamental. Va encaminada a conocer estas plagas y las formas de combatirlas de modo orgánico. A veces tienes los parásitos, pero no son capaces de multiplicarse a la velocidad de expansión de las plagas. Hay gente que no sabe mucho lo que pasa en sus campos, pero como les han dicho que de forma natural se controla el pulgón, cuando se quieren dar cuenta el pulgón se les ha comido la cosecha. Hay que saber cuándo se puede uno fiar del pulgón y cuándo no. La forma de actuar de los bichos antipulgones no está escrita en el entorno agrícola de l’Horta. Está escrito en libros basados en experiencias de otros lugares, ni siquiera lo de Alicante vale para la Huerta; no es el mismo clima.

A través de la UP vienen aquí alumnos para hacer seguimiento de plagas, de parásitos, de su control… Lo publican y vale para otros agricultores. Nos hemos propuesto escribir un libro de tratamientos a nivel local de l’Horta, lo que conviene y no conviene hacer. Llevamos experimentando desde que empezamos con Sa-i-Fresc, casi tres años.

Fermín Salcedo [Se incorpora en ese momento a la conversación]. Con Rafael Laborda llevamos toda la vida.

Julio. Rafael es el profesor que nos puso en contacto con Ecorgànic. Ya trabajábamos con él este tema, pero no tan ordenadamente.

Fermín. Con él siempre hemos colaborado. Pero últimamente, al ser él quien nos puso en este mercado ecológico, se implica más. Vamos en la misma línea. Digamos que ahora jugamos en Primera División.

Julio. Nosotros no traemos a alumnos a hacer prácticas. Necesitamos fijar un objetivo para esa práctica, no queremos recoger alumnos para trabajar sin más. Lo que hacemos es ponernos en contacto con Rafa Laborda y pedirle que diseñe el objetivo de los alumnos que vienen a hacer sus prácticas. No vienen a dorarnos la píldora, ni a pasar el rato, vienen a realizar un trabajo que le va a valer a ellos com alumnos, y que además tenga repercusiones en el sistema productivo del Horta, una vez que las conclusiones se publiquen. Se trata de que la información recogida no sea propiedad de nadie en concreto, ni de Sa-i-Fresc ni de la UPV, sino que sirva para todos los agricultores del Horta. En el último congreso de SEAE de Vitoria, se han presentado carteles con los primeros resultados e las experiencias.

Fermín. Además, el departamento en el que está Rafa tiene una página web donde publica los carteles. Por nuestra parte nosotros queremos hacer lo mismo en nuestra página. Estarán en la Red a disposición de todo el mundo.

Julio. Es un conocimiento básico, pero abierto a todos. Hay otras experiencias. Por ejemplo el Centro de Cajamar, antes Fundación Cajarural, que hacen unas investigaciones muy buenas en agricultura convencional y ecológica y las publican. La diferencia es que nosotros no nos podemos permitir experimentar como ellos, que tienen presupuesto para hacerlo. Para nosotros, ese cultivo que sirve de “escuela y lección” es el que tenemos que vender, no podemos perderlo.

Fermín. El planteamiento es distinto. En Cajamar plantan para tener un resultado experimental, por ejemplo, averiguar qué producto funciona mejor contra el mildiu, y plantan un cultivo sensible al mildiu. Nosotros, no. Nosotros plantamos y observamos los problemas que aparecen y se los comunicamos a Rafa. Es al revés de como suelen hacerse las investigaciones. Un investigador que está en el IVIA dice, “Yo, como soy especialista en pulgones, voy a estudiar pulgones”. Pero a mí, como productor, el pulgón me interesa cuando es un problema. Nosotros se lo decimos a Rafa, él lo estudia y le da un enfoque concreto.

Julio. También pasa que nosotros tocamos muchos productos que no son de interés para una institución administrativa porque no suponen un volumen grande en los cultivos. Por ejemplo, la naranja está muy estudiada, los tomates seguro que también. Pero en el sistema de producción agroecológica es muy importante la biodiversidad, es uno de los pilares. Entonces, si queremos ser proveedores de un mercado local donde la gente come de todo, lo que nos obliga a cultivar de todo, la lógica es que en la UPV conozcan todo lo que tenemos. Hay cultivos que los centros de investigación de la Conselleria ignora, porque no son de un interés económico justificable por el limitado volumen de producción.

Fermín. ¿Qué se estudia? El caqui, la granada, la paraguaya, el kiwi…

Julio. Lo que cultivan os labradores ahora mismo. Pero nuestro cultivo ecológico necesita

todo tipo de investigaciones. Hasta incluso una planta de separación de campos, las plantas hospedantes o plantas refugio, tiene interés para nosotros. Saber qué fauna vive en ella, cómo la alberga, ayudarnos a que prosperes para no comprar a las multinacionales los botecitos… Esas plantas hacen varias funciones, sirven de barrera, de refugio… Aíslan del cultivo de al lado, cortan las corrientes de aire, porque muchas veces los bichitos no vuelan como pajaritos, dan un salto y se dejan arrastrar por la corriente de aire. En la medida que hay setos de diferentes alturas, las corrientes de aire no les son eficaces. Los setos refugio sirven para que determinadas especies útiles para prevenir plagas en nuestras cosechas invernen.

Fermín. El maíz se puede gastar como seto. Nosotros lo intercalamos en tomates. Y el pulgón que ataca el maíz es específico de esa especie, pero no ataca a una lechuga o a un pimiento. Sin embargo, el depredador se come ese pulgón, come pulgones de todo tipo. Nosotros, además de vender ese maíz, estamos creando un medio donde puede vivir el depredador que también se come el pulgón de los pimientos o de las lechugas que hay al lado. Con la araña pasa lo mismo. El maíz agarra una araña específica de esa planta pero el depredador que se la come sirve para otros cultivos.

¿Y cómo llegan esos depredadores?

Fermín. Tú coges un trozo de tierra de ahí, haces una charca. Vienes al cabo de seis meses, y hay ranas. ¿Cómo han llegado las ranas? No lo sé, pero ahí están.

Julio. De lo que se trata es de conocer estas incógnitas. Sabemos lo que es, que está, pero no porqué. Y lo que queremos es que, con esos estudios, las soluciones aparezcan por escrito y sirvan a todo el mundo.

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