CARGANDO

Escribir para buscar

Bitácora y apuntes General

Viaje al Cantábrico desde la Meseta huyendo del calor

Compartir
Detrás de las montañas del horizonte se oculta el Moncayo que une o separa a Castilla de Aragón con sus 2315 metros de elevación. Vista desde lo alto de Moros, con su huerta mal aprovechada y sus campos de cereal.

Con un par de meses de retraso publicamos una crónica veraniega o de veraneo. El tiempo que el autor ha necesitado para recuperarse de un estío abrumador.

Fernando Bellón

Para llegar a Santander cruzamos media península en diagonal, partiendo del Mediterráneo. Atravesamos el páramo aragonés. Nos detuvimos en León, sofocados por la humareda de los incendios. Saltamos los Picos de Europa y desembocamos en Oviedo. Hicimos excursiones a Gijón y otras localidades. Y concluimos en tierra cántabra, con familiares y amigos. Para volver, pasamos por las Vascongadas, por carreteras donde se sucedían los túneles a ritmo no tan frenético , interceptados por las obras: las cuestas eran más pinas, y las ciudades se agarraban como lapas a los montes. Muy bonito viaje, pero agotador. De la llanura seca a la costa de verdura variopinta. Y de vuelta al Mediterráneo a través de un paisaje calcinado, no por los incendios, sino por “el ciego sol, la sed y la fatiga” que soportó el Cid en su destierro de Castilla.

Aragón fue tierra de moros. Lo atestigua Moros, un pueblo de la comarca de Calatayud colgado de una cornisa. A sus pies corre el Manubles, casi un regato en agosto. Es una tierra aparentemente pobre, y no se comprende porqué los Pedros de Castilla y Aragón mandaron a sus mesnadas a matarse por ella en el siglo XIV.

El río Manubles a su paso por Moros.
Una represa en el río Jalón a la altura de Ateca. Lugar inapreciable para repasar los mensajes en el móvil
Un camino paralelo al río Piedra, entre Castejón de las Armas y Carenas.
Un mundillo de comunicaciones en una esquina de Ateca.
Baltasar Gracián nació cerca de Ateca, en Belmonte, que ha añadido Gracián a su topónimo, Belmonte de Gracián. Está en un terreno verdaderamente hostil. Hasta las tierras más secas producen genios.

León ahumado

Subir a León desde Burgos nos metía en la niebla gris de los incendios devastadores. En la capital, el cielo era de plomo, estaba alto, a pesar de ser plomo, y por el suelo se podía respirar. El calor que habíamos creído dejar atrás seguía siendo sofocante. Pero los turistas se acogen a todo una vez que tienen medio pagadas las vacaciones y hacen vida normal, porque el fuego no está a la vuelta de la esquina y el sol sigue luciendo, aunque detrás de la pantalla de plomo.

El sol sobre León.
El claustro de la catedral de León cubierto de humo impío.
Lo cierto es que nos produjo cierta inquietud este testimonio de lo poco que nos sentimos amenazados, a pesar de las señales del cielo.
La puerta polícroma de la catedral de León al claustro. En un tablado delante de ella se interpretó la obra de Antonia Bueno "Sancha, reina de la Hispania", una mujer decisiva del siglo XI, en 2001, antes de que cayeran las altas torres y el mundo se hiciera más policíaco.
Una bandada de ciclistas delante de la colegiata de San Isidoro, el de Sevilla, cuyos despojos compraron a los moros Fernando I y Sancha.
Turistas extasiados ante el coro de la catedral.

Ovieu

Oviedo. Ovieu. Está en las señales de tráfico. Oficialización de un idioma que deriva del antiguo leonés, y que una minoría de chinchorreros se ha empañado en oficializar. Dentro de poco al llegar a Cádiz podrá leerse: Cai. Y Huerva. Y Ciudá Reá. Y Badahó. Signos de unos tiempos dominados por la irrelevancia de lo culto y la relatividad de la conducta. ¿Si unos tienen lengua propia y nos la ponen debajo de la barba, por qué nosotros no?

Así que vamos a empezar por el Oviedo moderno e industrial.

Al fondo el monte Naranco. Luego un barrio nuevo. Las carpas son un espacio de restauración y entretenimiento para familias, aunque parezca territorio comanche.
Un tema espinoso, este de la diversión familiar en carpas con aspecto de hogar de okupas.
Detrás del solar, el barrio nuevo, con calles rotuladas con celebridades, el Arcipreste de Hita, Menéndez Pelayo, Fernando de Rojas.
Las naves tienen, sobre todo, industrias de mecánica del automóvil, chapa y pintura y neumáticos. La parejita de turistas cruza la calle Quevedo.

Vetusta

Y ahora el Oviedo que Clarín disfrazó de Vetusta y describió con detalles que todavía se encuentran, retocados. El que ha cambiado es el paisanaje. Oviedo es ciudad noble, vale decir hoy personas pudientes y bien vestidas. Pero el aluvión turístico deja a todo el mundo en calzoncillos y camiseta. Las calles están llenas de pacíficos turistas, escenario que avergonzaría al feroz don Pelayo.

Campo de San Francisco. La sombrilla no es para proteger del sol, sino de lallulvia. Creo.
El umbroso estanque del Campo de San Francisco. Paradisíaco lugar para ánades y humanos.
Aquí tenemos a la tropa, en la plaza de Fontán.
El mercado de Fontán, entoldado, pero no de humo.
Plaza de la Escandalera. Provocador rótulo. En el teatro Campoamor, Antonia Bueno interpretó a la Celestina años ha. También es famoso por los premios príncipe o princesa de Asturias o Asturies
Otra tropa a la que están instruyendo sobre la vieja Vetusta.
Tribeca en Ovieu. ¡A dónde vamos a llegar!, diría el confesor de la Regenta.

Playas y cantiles

De la costa asturiana tenemos pocas fotos. No puede ir uno a muchos sitios con los días de vacaciones tasados, y la conocemos de otro viajes. Aquí ofrecemos tres ejemplos. La playa de España, al este de Gijón, demasiado chica para tantos españoles. Y dos muestras de cómo puede establecerse comunicación entre un ser humano y las piedras de los acantilados.

Santander, vieja tierruca

Acabamos en Santander, hoy Cantabria. No ha sido mala idea el cambio, porque las provincias son algo más que su capital. Hemos hecho excursiones con la familia y sin la familia, con amigos y sin compañía.

El territorio cántabro es uno de los más fértiles en bellezas naturales. La variedad de paisajes es pasmosa. Armando Palacio Valdés, José María de Pereda, León Felipe, Amós de Escalante. Y por encima de todos Marcelino Menéndez Pelayo, una torre inexpugnable de sabiduría y coherencia ideológica, aunque algunos quisquillosos le detesten. Hay una página en internet, Escritores Cántabros, en el que se listan cientos de nombres. Uno se pregunta qué criterio habrán seguido los recopiladores. Da igual, seguro que todos se merecen la mención.

Un apunte final sobre Concha Espina. Nació en Santander en 1869, hija de buena familia, como atestigua su registro de bautismo. Escribió novelas de éxito, y podríamos decir que fue una de las primeras feministas de derechas, católica,  de la Sección Femenina, a cuyo brillo cultural (que lo tuvo) contribuyó, pero partidaria del divorcio, que ella practicó. Su marido, Víctor de la Serna (padre) debió de ser un tipo al que la familia le era algo ajeno, vivía su vida, Concha le buscó trabajo de corresponsal en México, y ella se mudó a España. Concha tuvo un hijo, Víctor de la Serna, que fue falangista de primera hora y periodista fecundo durante el franquismo. Creo que hay más Víctor de la Serna en el territorio mediático.

Es el caso que Cocha Espina tiene casona familiar en Mazcuerra, y es apreciada en el pueblo. Recibió premios académicos y fue candidata al premio Nobel de literatura. Murió a los 86 años, y está enterrada en el cementerio de la Almudena de Madrid. Debería reposar en el bello cementerio de Mazcuerra, me parece a mí, vaya.

La bahía de Santander. A la izquierda, un mamotreto famoso, el palacio de festivales de Cantabria. La foto está tomada de otro mamotreto célebre, el centro Botín.
No es este jardín de un particular en Ubiarco algo excepcional. Las ciudades de la costa santanderina están llenos de lugares de similar belleza.
También en Ubiarco. Naturaleza abandonada a sus anchas. Esto debió de ser un establo.
Esto es un vivero sito en Mazcuerras, pueblo de hidalgos aventureros. Está situado a un par de kilómetros al sur de Cabezón de la Sal. Como es poco conocido, apenas tiene turistas. Eso le protege.
Una casona de Mazcuerra. También llamada Luzmela, fue solar de foramontanos, hidalgos que seguían el curso del río Saja hacia Castilla para repoblar las tierras conquistadas a los moros más allá de los montes.
María de la Concepción Jesusa Basilisa Rodríguez-Espina y García-Tagle, más conocida como Concha Espina. Novelista reconocida en su tiempo.
Una escultura aprovechando un tronco retorcido de un árbol. Mazcuerra es una suerte de museo al aire libre de mérito.
Pues nada más. Añado una foto mía realizada creo que en 2024 ó 2023. Me representa a mí y a la cornisa cantábrica en la que me gustaría ser enterrado en un cementerio frente al mar.

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.