Nuestro naturalista de cabecera es buen observador, como su oficio le manda. Suele publicar sus comentarios en su página de Facebook. De ella hemos rescatado tres piezas, escritas en el Café de la Nau de Valencia, que suele frecuentar.
En los dos últimos siglos y medio de la historia de Occidente se han sucedido cambios súbitos e inesperados que hemos dado en llamar “revoluciones” políticas y sociales. Las revoluciones trastocan de un modo profundo modelos de gobierno, y lo hacen por medio de la violencia, y con abundante derramamiento de sangre.
Un divertido bulo sobre Franco corrió en las tertulias de los demócratas de entonces. Si se sumaba la fecha del inicio de la Guerra Civil, 18/7/36, con la de su final, 1/4/39, el resultado daba la fecha de la muerte del Caudillo: 19/11/75. La discrepancia de un día se debía, evidentemente, a que los deudos […]
Suena a exageración, y lo es en términos generales, pero en lo que toca a los dirigentes políticos del siglo XIX en relación con los presentes, la materia humana e intelectual se ha despeñado a honduras insondables.
Miles de ilusiones arrasadas primero por una riada, luego por el pavor de los políticos a perder votos. Todavía esperan mantenerlos o ganarlos a costa de vidas, enseres rotos y embarrados.
Un turbión gigantesco de agua se ha abatido sobre varias localidades de la costa valenciana. Ha sido imposible parar o desviar los torrentes monstruosos. La consecuencia, muerte y desolación. Un escenario fecundo para la mentira y los reproches, con unos protagonistas muy señalados, la vergonzosa clase política española.
Podría tratarse de una reseña literaria, Tolstoi y Blasco Ibáñez. Pero es una reflexión sobre la manipulación informativa e ideológica de las guerras que ilustran con sangre la inercia más o menos segura del Occidente en paz.
Nuestro bótanico y filólogo de cabecera, Rafael Escrig se retira casi todas las tardes a un ameno café, pide un cortado, saca su libreta y anota pensamientos, observaciones, apuntes recogidos de sus paseos y fotografiados con su móvil.
Nueve días en Cantabria para compensar la asfixia estival valenciana. Tengo familia allí. Nos han acogido con generosidad. Cuando el agua del mar llegue a mi quinto piso en Burjassot, me refugiaré en el norte, después de darme un baño saltando al Mediterráneo desde el balcón.
La actualidad estruendosa nos trae de cabeza. ¡Qué pena que España se haya convertido en una película de risa! Por mantener algo la dignidad, ofrecemos otra reflexión sobre la democracia realmente existente, con fondo de Bombero Torero y banda del Empastre.