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Cultura y comunicación

11 S de 2001. Alvaro Martínez Valebona estaba allí

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La Imagen

 

Texto y fotos de Álvaro Martínez Valebona

En septiembre de 2001 llevaba dos años viviendo en Nueva York , y seis meses trabajando como técnico en una televisión pública. En cuanto cayeron los aviones tuve que dejar el trabajo, porque la televisión estaba en una antigua zona militar, y no podía acceder sin un pase especial, y yo estaba trabajando sin permiso de residencia.

Primera noción de que algo raro pasa

Serían sobre las 9 de la mañana. Estaba durmiendo, y oí un golpe como de un camión de gran tonelaje pasando por un bache muy grande. Me levanté y me fui a correr por la orilla este de la isla de Manhattan. Al cruzar una de las calles transversales por las que se veían las Torres Gemelas vi una ardiendo. Pensé, un incendio. Entonces se me ocurrió que podía volver a casa y coger la cámara de fotos. Pero seguí corriendo. Al final, me decidí a regresar. Doy la vuelta, empiezo a correr uptown, hacia el norte de Manhattan, y veo que un taxi frena en la misma calle por la que había visto a la torre ardiendo. Veo que el tipo sale del coche, mira y se echa las manos a la cabeza. En ese momento dirigí yo también la vista allí y vi la explosión, el reventón, lo que fuera que se estrellaba contra la segunda torre.

Me fui corriendo a casa, cogí la cámara de fotos con lo que había de carrete, que era poquito, cogí otro carrete y me fui metiendo hacia la zona de las torres.

La policía estaba cortando calles, y yo me desviaba en busca de pasos libres. Iba haciendo como escalones. Llegó un momento, cerca ya de las torres que me quedé bloqueado. Pero vi un paso libre y me metí. Luego vi que me había colado en un solar de la policía, con una salida y una entrada una enfrente de la otra, una especie de pasadizo o de patio. (1) Así fue como pasé a la zona Cero, de retruque.

La increíble tragedia

A medida que me acercaba, oía los cristales de las ventanas rompiéndose contra el pavimento, y ruidos secos, que yo creo que eran cuerpos de personas que se tiraban al vacío. Yo creo que estaría a unos 300 metros de las torres, a la altura de la parte baja de Broadway. Yo pensaba que estaba más lejos. Me di cuenta al día siguiente, cuando me acerqué, y vi que había estado al lado, al lado. Cuando se me acabó el carrete pensé que ya no tenía nada que hacer allí, y decidí marcharme. Me encontraba en estado de shock, como la mayoría de la gente que estaba por allí. Todo el mundo corría, unos llorando, otros con cara de estupor, algunos cubiertos por completo de ceniza o de polvo gris. Había cantidad de equipos de televisión entrevistando a gente.

Entonces vi que la gente que miraba hacia mi espalda empezaba a decir, ¡Ahhh! Me giré y vi el polvo de la primera torre que acababa de derrumbarse. Luego, saliendo ya por Broadway, cayó la segunda. Esa sí que la vi, porque la gente puso cara rara, me di la vuelta y vi cómo se doblaba la punta y caía sobre sí misma. Se levantó una nube de polvo que avanzaba por la calle, y todo el mundo corriendo. Yo fui rápido y pude escaparme.

Estupefacción

En casa me enteré de que las compañías de teléfonos habían liberado las líneas, para que todo el mundo pudiera llamar a su familia gratis. Así que llamé a España y dije a mi familia que estaba bien.

Mi reacción fue de estupefacción. Y eso que yo me sentía extranjero, me decía que conmigo no iba la cosa. Pero los americanos sí que se quedaron de piedra. Se mascaba el silencio, los comercios de la parte baja de la isla cerraron, todo el mundo, asustado. Pero salieron del shock pronto, porque se supone que en Nueva York puede pasar cualquier cosa, y eso los neoyorkinos lo tienen asumido. Además, entre los ocho millones de personas que viven en Nueva York hay mucha gente que ha vivido situaciones traumáticas, excepcionales, anormales, en otros países.

Rumores

Por la tarde del 11 S vi que en muchos negocios como peluquerías o pequeñas tiendas, los propietarios sacaban una televisión a la calle para que la gente siguiera las noticias. En realidad era para que no se les llenara el local de gente y les pudieran robar.

Con el paso del tiempo te vas enterando de algunas cosas. Por ejemplo, que los voluntarios quedaron abandonados, y algunos se expusieron a gases y vertidos tóxicos, adquirieron enfermedades respiratorias. Ahora nadie les hace caso. Se oyeron cosas como que los bomberos y los policías se pelearon por llegar a las primeras plantas (donde estaban las joyerías). También se dijo que algunos de los equipos de transmisiones de los bomberos no funcionaron. O que se derribaron avionetas que volaban por Manhattan, que no habían obedecido la orden de aterrizar o de alejarse; probablemente avionetas privadas que no tenían la radio en condiciones, inocentes, nada que ver con los atentados.

(1) Álvaro se refiere al New York Police Departmen, Headquarters, entre Park Row y Madison St, cerca del extremo occidental el puente de Brooklin

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