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Agricultura y naturaleza

«Basquetaires» orgánicos intercontinentales en Náquera-Meliana, Valencia

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Pierre Gulli, la agricultura natural y la sincronicidad del universo 

La finca que alberga L’Horta dels Basquetaires se encuentra en una tórrida cañada de la sierra Calderona, en el municipio de Náquera. Y una extensión con hortalizas del mismo proyecto está en l’alqueria del Bou Roig, en el término de Meliana, en l’Horta Nord de Valencia: 18 hanegadas allí, más cuatro en Carpesa y otras cuatro en Vinalesa. Todo lo cultiva Pierre Gulli y su equipo, y es propiedad del tío Nardo, un hombre clave en el establecimiento de Pierre en Valencia. Pierre es francés, italiano y, ahora, valenciano. Llegó a esta parte occidental del Mediterráneo hace doce años, con la vaga idea de establecerse y vivir de la tierra. 

(Un reportaje y fotografías de Fernando Bellón.)

DSC_0050Lo está consiguiendo, en colaboración con Stefano y Georgia, una pareja de jóvenes que vienen de la Italia alpina, y el trabajo voluntario de una sucesión de chicos y chicas que recorren el mundo en su año sabático, haciendo paradas de unas cuantas semanas allá donde les place y encuentran acogida, merced a una página web de gran utilidad, Workaway.

La finca de Náquera tiene una hectárea y media. Conserva los algarrobos, pero han arrancado cinco anegadas de almendros viejos. Dos anegadas y media las han plantado de frutales variados, como prueba, y están en el segundo año. Dentro de dos años más, dependiendo de la posibilidad económica, prevén doblar la superficie, con una selección más precisa de fruta que se destinará al consumo fresco y a la transformación, mermeladas y compotas, aprovechando el circuito de los clientes, que es la base.

Este circuito se compone de una 150 familias de Valencia y localidades próximas, a las que sirven cestas variadas cada una o dos semanas.

Pierre. La clientela ha ido creciendo conforme a nuestras posibilidades. Nunca hemos hecho publicidad. Si a una persona le gusta, habla bien a otra persona y nos contacta. Nosotros le explicamos cómo funciona: caja semanal o bisemanal, con un horario de reparto marcado por nosotros, te aviso las primeras tres entregas, y si quieres continuar, es automático. La caja se deja en el portal. Si hay más gente en la misma calle, se acercan a un punto común. Pero tienen que estar por la labor del horario marcado, porque nosotros lo necesitamos para funcionar bien. Las reglas básicas las fijamos nosotros, para trabajar con comodidad. Porque es imposible gestionar el reparto si lo determina la comodidad de cada cliente. Tenemos entre sesenta y setenta clientes semanales, unas ciento cincuenta familias. Hay a quien le viene bien una caja grande al mes.

Para nosotros es un buen sistema porque ha ido creciendo a la medida, con fidelizaciones. Tres cuartos de los clientes son amigos, vienen a las «calçotadas», hay un intercambio de cestas, dinero y abrazos.

En las «calçotadas» o cebollinos a la parrilla de la finca de Náquera se han reunido hasta hasta noventa personas.

Pierre. Hay gente que está esperando que funcione el horno para venir a comer cosas ricas como pizzas, pollos y verduras al horno, y arròs al forn. Intentaremos hacer una sesión culinaria al mes. No nos queremos hacer ricos. Queremos hacer las cosas de un modo sostenible para nosotros, y armoniosa para todos. Con el volumen de dinero que puede entrar tenemos que pagar las furgonetas, los alquileres, y otros gastos. Espero poner en marcha el horno para final de año, y con todas las actividades Náquera será autosuficiente.

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Alession, Stefano, Georgia y NInon, en un descanso.

En el momento de realizar el reportaje, en julio, Pierre y algunos de los becarios trabajaban en las parcelas de l’Horta. En l’Alqueria d’Ambila tienen un campo de dos hanegadas, que está descansando desde hace dos meses. Estaban a punto de tractorarlo, de echarle estiércol y de taparlo con plástico para solarizarlo. En agosto, el campo estaba ya vivo, limpio de broza y de enfermedades víricas,

En esta época se producen una variedad de plantaciones: melones autóctonos, del terreno, judía boni, lechuga maravilla de verano, tomate rastrero, dos tiras de berenjenas y una tira de pimiento de cuatro cantos.

En los otros campos cultivan tomate cherry, tomate para ensalada, pimientos, berenjenas, acelga, lechuga, remolacha, nabos, pepinos, calabacines…

En el motor del Peno hay cinco hanegadas. El campo lleva tres años sin abonado animal. En una parte planta raíces: remolacha, nabo, zanahorias… Cuando se haya cosechado todo, Pierre y su equipo abonará el campo, y le pegará dos vueltas con el tractor. Ahora, en septiembre plantan coles variadas, una segunda cosecha. Y aprovecharán las alcachofas viejas para una cosecha nueva en dos anegadas y media en Vinalesa.

Pierre. Estoy organizándome para tener un tractorcito en septiembre. Me ayudará el tío Nardo, que aportará su tractor, que ya no usa. Para tener liquidez, capital, me dirijo a los clientes con los que tengo más confianza, les pido un adelanto de cincuenta o cien euros, que después iremos descontando, cinco euros por cada caja semanal. Ellos aportan, no pierden su dinero, y yo tengo liquidez para hacer mis inversiones. Así compré la primera furgoneta. En quince días me llegaron 2.400 euros, y hace ocho meses, para cambiar la mula, mil quinientos. La gente está encantada.

Espero poder llegar a un punto de ahorrillos, para que el verano que viene pueda irme una semana de vacaciones. Claro, para desaparecer una semana, tienes que confiar en que quien se queda pueda regar y hacer las cosas que tú llevas por rutina. Yo, con tener 300 euros para poder gastar en una semana me doy con un canto en los dientes.

DSC_0735¿UN CALABRÉS AFRANCESADO O UN FRANCÉS CALABRENSE?

Pierre Gulli nació en 1979, en el profundo sur de Italia, en Calabria. “Donde se acaba el mundo conocido, Caláfrica”, apunta sonriendo. Su madre es francesa, su padre francés hijo de emigrantes calabreses.

Pierre. Al quedarse embarazada mi madre, decidieron instalarse en Italia. He tenido mucha suerte. He nacido a tres kilómetros del mar. Con un verano de 4 meses, a un tiro de piedra de la playa, y un paisaje de olivos, viñas y pinos piñoneros, y animales de corral, una piscinita…

Pierre describe este paraíso sin un exceso de nostalgia, y pronto se verá por qué. El entorno rural estaba poblado por vecinos fantásticos, muchos de ellos artistas, italianos, de Macedonia, e incluso una catalana, Montserrat Clauferré, de donde le viene su amor al catalán, porque escuchaba a Montse hablar en su lengua. En Castellón y Valencia, Pierre se ha reencontrado con aquella lengua sonora, en su acento y variedad valenciana.

El discurso en español de Pierre tiene residuos italianos y valencianos que entran y salen de la historia empujados por un viento políglota. De vez en cuando hace un silencio retórico, y con una mueca señala lo obvio pero elíptico. Se ríe con un humor y una sorna mediterránea que tanto puede ser cartaginesa (los calabreses del siglo II antes de nuestra era apoyaron a Aníbal contra Roma), como latina.

Pierre. Mi padre, Bethelem, era carpintero, luego derivó hacia la creación artística con la escultura. Tuvo algo de éxito. Pero cuando vio que el éxito se basa en el apoyo de críticos, en el negocio de las galerías, lo dejó. Ahora forma parte de este proyecto.

Stefano y preparando las verduras para una paella.

Stefano y un voluntario argentino preparando las verduras para una paella.

Pierre se refiere al que conduce en Meliana y en Náquera.

Pierre. Siendo joven, tuve un conflicto interior. La Calabria es muy rara, muy fuerte como tierra, porque notas el respeto que hay entre personas, entre familias y vecinos, que te cuidan. Si vas a su casa a las 12, te tienes que quedar a comer, porque han cocinado. Pero después se vive con un sistema de omertá hacia la Maffia (Ndrangeta) que es real, que existe, mata, controla. Han matado a un amigo, un primo, y historias así. A los 18 años dije, aquí hay algo que no me cuadra, quiero ver qué pasa por ahí. Y me fui. Hasta ese momento estudiaba, trabajaba en los campos cogiendo bergamoto, un cítrico del que sacan la esencia para hacer perfumes. Solo crece allí, en 100 km en la costa de Calabria.

Pierre se veía a sí mismo como un forastero en su propia tierra.

Pierre. Era una sensación rara para mí, porque aunque era hijo de calabreses, no había nacido allí, era el extranjero. Querían cambiarme el nombre, de Pierre a Piero o Pietro… y yo no me dejaba. La Calabria es muy guapa, pero dura. Me gusta, pero no puedo vivir allí. Es amor/odio.

Yo he vivido en Calabria con la pesadumbre de la Calabria, pero también con la alegría de los amigos de mi padre, que tenían hijos. Era un sistema vivencial amoroso, tierno y respetuoso. Esto me chocó. En casa y el entorno había este amor y crecimiento personal y respeto, hacíamos talleres con discapacitados, Montse hacía «carta pesta» con los gitanos, con los desfavorecidos. Yo veía este sistema. Y después me chocaba la realidad de la tierra, de los otros. ¿Dónde está la verdad? ¿Entre medias? No tengo ni idea. Ni una parte ni la otra. Por eso decidí, voy a hacer mis experiencias.

Así que a los 18 años se marchó. Trabajo en Francia, en Alemania, en Suiza en diversos oficios: jardinería, construcción, socorrista, camarero, pinche de cocina.

Zapatos de faena.

Zapatos de faena.

Pierre. He sobrevivido muy bien, viajando siempre solo. En dos eres grupo, y no tienes una visión real del lugar donde estás de visita. Si estás solo estás abierto, quieres tener contacto, te abres completamente. Mucha fiesta, mucha vida. Hasta que llegué a España en el 2005.

Había acabado de trabajar de socorrista y me fui a Roma con una pareja que tenía. Y justo encuentro trabajo como camarero en una pizzería. No me cuadraba: Roma, pizzería, camarero, y con malas relaciones con la chica. Entonces la novia de un amigo me dijo que tenía casa en Valencia. A la semana de estar en Valencia nos fuimos a San Mateo, en Castellón, al Mas de Miguelito, un albergue rural gestionado por una matriarca mallorquina de Andraix, Margalida. Había algo de esoterismo, y yo no me metía mucho. Trabajé un año muy a gusto en el campo. Los que había allí eran voluntarios, y yo le dije a Margarida, yo trabajo en serio, y me tienes que pagar, con comer y dormir no basta. Me dieron 500 euros al mes. Limpiaba el olivar, hacía muros de piedra…

En el Mas de Miguelito conoció a Isabel, que luego sería la madre de Martí, un hijo común que hoy tiene seis años.

Pierre. Ella se apuntó a un curso de teatro en el Mas. Yo la miraba de lejos, con mi cervecita y mi cigarrillo. Se acercó y me dijo que por la noche había fiesta. Así empezamos la relación. Me dijo desde el primer momento, «aquí se parla vinarosenc, o t’espabiles o t’espabiles». Cuando dejamos el Mas de Miguelito, fuimos a Vinaroz, donde empecé a trabajar de Camarero. Me alquilé una casa en el campo y empecé a cultivar. Proponía a mis conocidos si querían verduritas. Y empezó a funcionar. A la vez cultivaba los campos del padre de Isabel, que tenía algo de huerta. Pronto amplié la producción.

El empleo de su mujer, Isabel, le ayudó a conservar el equilibrio presupuestario de un campesino vocacional que no busca el lucro. Es maestra en el Centro de Educación Especial de Torrente.

Pierre. Empezamos a abrir mercado en Valencia. Estuve tres años, hasta que decidimos comprar un terreno en Turís. Un año de inversiones, poner en marcha la tierra, poner el riego gota a gota, arreglar la casita. Queríamos vivir ahí, Martí estaba en camino… Pero llego el incendio de 2012, de Dos aguas, arrasó la propiedad, y se paró 300 metros mas abajo.

Sin embargo, las consecuencias fueron positivas. Siempre pasa eso si quieres aprender. Si tienes la paciencia de ver lo que está pasando, dejar de ser víctima, aprendes. 

Pasó Pierre un año despistado, mareado, asimilando la catástrofe sobrevenida nada más empezar el proyecto de Turís… Al final aceptó que había que empezar todo de nuevo.

Pierre. Yo decía, voy a tener que ir a Meliana. Una amiga intentaba disuadirme. Me puse a proyectar. Empecé a moverme. Y acabé viviendo en una alquería de Meliana. Allí había una amiga que fue un apoyo muy importante en aquel tiempo. Y entonces conocí al tío Nardo. Estuvo tres o cuatro meses mirándome desde lejos. Bon dia, bon dia. Hasta que un día me dijo, «Tens el Senyor a la llengua». O sea, llevas dentro al Señor, estás protegido por el Señor. Me dijo que si quería trabajar, ahí tenía un campito y herramientas. Y nació una amistad. Tener un padrino en la huerta es fundamental. Si no, es difícil entrar, que te alquilen tierra. Ahora vienen y me proponen que me haga cargo de otros campos, y yo me encuentro en condiciones de elegir. Como en Calabria, pero sin violencia. Entras en un mundo de hombres, de agricultores, de gente del lugar de toda la vida. Pero si llegas como forastero, no saben si pueden confiar en ti. Soy el italiano, l’italià. «Qui té l’aigua? L’talià».

Desechos dispuestos para rotovatar.

Desechos dispuestos para rotovatar.

El aprendizaje intuitivo, natural, le ha conducido a la agricultura ecológica, aunque de momento no tiene idea de certificarla.

Pierre. Todo es un proceso que viene de la Calabria, una tierra agrícola. Cada uno tenía sus huertos, hacía su pesto, sus conejos, sus gallinas y su cerdo. Una vida que para mí es real, puedes tocarla. Después de mi recorrido en otros ámbitos del trabajo, me encontré en Vinaroz, que también es un pueblo de mar y de tierra. Me sentí atraído otra vez por la tierra. Y empecé a plantar por mi cuenta. Vengo de una tierra donde no se emplean los herbicidas. Así que me pareció anormal echar algo a la tierra para matar la tierra. Aprendí escuchándome, escuchando a los otros. Y no siempre todo me sale bien. En la primera cosecha de pimientos, puse demasiado estiércol y se me quemaron todos. Aprendo cada día. Luego, tengo al tío Nardo que me da consejos. Es muy diferente una agricultura de la Huerta de Valencia a cualquier otra. Su sistema de riego, con su tipo de tierra, muy arenosa, que necesita mucho estiércol. Hay muchas plagas, y por eso intento plantar lo mismo en dos campos diferentes. Y si tengo de más, comemos más, o regalo.

He ido leyendo las bases, tengo un libro de un docente universitario que es la biblia de la agricultura convencional. Pero también soy amigo de Enric Navarro, y un día le pregunté si había algún curso que valiera la pena; y me dijo, «Deixa estar els cursos. Has de parlar amb els iaios». Los abuelo son los que mejor te puede decir lo que hacer en cada campo, no alguien que ha estudiado pero que no ha practicado, y que solo aplica unas reglas, que sirven, pero no son infalibles. La agricultura no es una ciencia matemática, hay factores que no podemos controlar. Y es lo que me gusta. Y luego está la paciencia: siembras, cuidas, crece bien o mal… Tienes que tener paciencia y fe en lo que haces.

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Un voluntaria de Grenoble.

BECARIOS, VAGABUNDOS, BUSCADORES DE EXPERIENCIAS NATURALES

El proyecto de Pierre en Náquera y en Meliana rueda sobre un mecanismo útil, aunque de difícil gestión: la ayuda pasajera en el trabajo de una sucesión de jóvenes, la mayoría estudiantes europeos, norteamericanos y australianos, si bien cabe decir que por los campos pasan más chicas que chicos. Entran en contacto con Pierre y su equipo a través de Workaway.

Pierre. Workaway es una red social. Te inscribes, rellenas tu perfil, explicas quien eres, propones un intercambio, qué trabajos hay que hacer, la localización, las habitaciones, el trato humano, lo que pides como intercambio… Tu perfil de agricultor es visible para los interesados, y los perfiles de los voluntarios son visibles para ti. Los repasas, y si encuentras uno interesante le envías un mensaje, o recibes un mensaje por parte de ellos. Vas hablando un poco más, conociendo a la personas, buscando afinidades. Normalmente yo creo en la sincronicidad del universo. Si cuadra con las fechas y las cosechas, yo digo que sí. Si alguien quiere venir, por algo es. Que sea mejor o peor persona, algo hay que aprender de los dos. Yo tiendo a decir que sí. Ellos dan cinco horas de trabajo al día, por las mañanas. No siempre tienen experiencia agrícola. Pero lo que me gusta de esto es el contexto del grupo, no el rendimiento de cada individuo.

Stefano en acción.

Stefano, otro voluntario italiano, en acción.

Tú pones cuatro o cinco personas de buen rollo con su música, agachados, quitando hierbecitas de las zanahorias, un trabajo puñetero… Se lo pasan bien. Quién va más rápido, quién va mas lento, no importa, lo que importa es el resultado del conjunto. El grupo que se crea mueve un trabajo emocional inconsciente muy fuerte. Por algo se ha creado este grupo. Alguien empieza a hablar de su problemilla en casa, lo que le gusta en la vida, a otro le resuena, y le dice lo que hizo en un caso parecido, aumenta la vibración, hay un momento que hace click, y todos aprendemos algo. Cambia su mirada. Yo les doy alojamiento, comida y afecto.

Habrán pasado unas treinta personas. Yo pido un mínimo de tres semanas. La primera, para conocernos, la segunda para familiarizarse con el mecanismo, y la tercera para disfrutar. Hay gente que se ha quedado tres meses. El 70 por ciento son chicas. En este movimiento hay más mujeres que hombres. Los hombres necesitan una convicción, intercambio por dinero, ir a trabajar…

Mi experiencia es que es mejor que haya más mujeres que hombres en el grupo. Los hombres tienden a liarla un poco más, más fiesta, más veladas nocturnas… Y si hay más mujeres, son más conciliadoras, más respeto en las zonas comunes, en la limpieza… Si se desmadra la poca limpieza, empiezas a ponerte nervioso. Los hombres se sienten moralmente obligados, Si alguien dice que no cocina por no hacer una cosa incomestible, se dedica a limpiar los platos. Los universitarios de buena familia han hecho muy poco de esto. Pero llegan a un sitio donde por convivencia tienes que ceder.

Dos australianas.

Bronte y Rachel, dos australianas de Brisbane.

Los chicos y las chicas voluntarios tienen entre 20 y 25 años. Hay excepciones como una polaca de 54 años, de nombre Beata, que Pierre califica de “mujer espectacular”. Pero la mayoría son estudiantes que se toman un año de vacaciones para conocer mundo. Es una forma de sustento económico y de adquirir vivencias reales.

Pierre. Cuatro personas se alojan en Náquera, y en Meliana hay sitio para dos. Caben hasta seis o siete personas, pero intentamos no tener muchas. A veces se pueden solapar dos que llegan y dos que se van en la misma semana. Todo el año se mueve gente. No hay más movimiento en verano, aunque si es verdad que hay más demanda. Pero la gente se organiza con bastantes meses de antelación. Hay muchos australianos, muchos estadounidenses. Los alemanes son los más prácticos y eficientes, y les encanta trabajar bien; cuando ya han entendido, se abren, y son fantásticos.

Stefano, Georgia y una voluntaria.

Stefano, Georgia y Ninon, una voluntaria de Burdeos.

Stefano y Georgia, una pareja decidida a mejorar el mundo con su trabajo sencillo

Pierre cuenta desde enero con dos personas que se han convertido en sus colaboradores, y preparan con él un proyecto de transformación de la finca de Náquera en un medio de vida, con un horno para la preparación de pizzas, parrillas para calçotadas y una gestión eficaz basada en la experiencia que van adquiriendo. Se trata de Stefano Broglio y Georgia Ilici, una pareja de italianos del norte.

Pierre. Al principio fue un cambio para mí ampliarme a los colaboradores, y saber delegar. Yo estaba muy nervioso. Ahora estamos compenetrados. Hay un fallo, no pasa nada, todos aprendemos. Cuando aceptas tu lugar, te quedas tranquilo. Es cuestión de energía y de lugar. Las cosas encuentran su lugar. Y si algo cambia, no pasa nada. Todo se reajusta.

Stefano Broglia tiene 23 años. Es de Biella, un pueblo alpino de 50 personas, cerca de Turín y de Milán.

Stefano. Llegué aquí porque en un momento quería cambiar de vida. La idea era llegar a Valencia y buscar un trabajito, tener un piso, vivir tranquilo con mi novia y mi perro… Pero tenía la idea de mudarme fuera de la ciudad, en una casita de campo, en la montaña, no sabía dónde. He tenido experiencia de ciudades y no me han gustado. La ciudad no es para mí. He vivido en Torino dos años con mi novia. Soy un chico de campo. No tengo formación. He trabajado siempre, he viajado por Italia, soy bueno con las lenguas. He aprendido el inglés con los video games, y lo hablo sin dificultad con los voluntarios. Y estoy acumulando experiencia. No sé si voy a estar aquí el resto de mi vida, pero por el momento me gusta.

Conocí a Pierre a través de Workaway. Me metí en la sección de agricultura, que me gusta, le escribí, sin hablar mucho, y en enero empecé.

Estoy haciendo aquí lo que más me gusta. El mundo está lleno de profesiones importantes, como los médicos… Ayudan a que la vida se mantenga. Pero sin la comida, no hay vida. Por eso estoy haciendo lo que quiero. Es mi manera de ayudar al mundo. No necesito mucho más. Claro, tengo muchas ideas para ampliar lo que ahora existe aquí, no solo en la agricultura. Quiero empezar a hacer cerveza, porque aquí hay un agua muy buena. Otro objetivo próximo es un horno de pan. Cuando hay una buena comida hay una buena vida.

Tenemos un gallinero con gallinas libres para proporcionarnos huevos, estamos reuniendo pollitos para hacer una carne mucho mejor que la que puedes encontrar en los supermercados.

Octavia

Georgia, con la azada al hombro.

Georgia Ilici nació hace 21 años en el norte de Italia, de padre del sur, madre nigeriana. Ha estudiado economía y programación de ordenadores. Dice que el color de la piel también discrimina en la Italia rica, por eso salió de su pueblo con Stefano.

Georgia. Mi trabajo principalmente es atender a los voluntarios, en el trabajo y en casa. Hago reparto con Pierre, algo muy importante. Trabajo en el campo con los voluntarios, en la recogida de las verduras, y sacando la mala hierba. Intento organizar y planificar el trabajo con Pierre. Me gusta la relación que tengo con Pierre, para realizar este tipo de trabajo. Al principio pensaba que sería fácil organizar todo, pero después he visto que tiene muchas cosas complicadas.

A pesar de todo, no cambiaría este trabajo por ningún otro. Yo vine a Valencia en busca de trabajo para tener una forma de vida. Pero mi sueño se ha realizado aquí, porque he crecido en un ambiente como este, con mi familia en el campo. Cuando conocí a Pierre él me dijo que trabajando con él sería más feliz.

Pierre, en su salón del trono rural de Náquera

Pierre, en su sala de estar-oficina de Náquera

Pierre. Stefano y Georgia llegaron porque buscaban algo que yo creía tener. El mismo día que llegaron les expuse los posibles proyectos a desarrollar en Náquera. Les pregunté si hacíamos la inversión a medias y el beneficio a medias. Ahora mismo, Stefano y Georgia viven aquí con mi padre, que es como el abuelo del sitio, y no para de trabajar, calladito, sin que se note su presencia.

Stefano es la parte joven, fuerte, y hace los trabajos más duros, y está presente y aprende a gestionar y dirigir a los voluntarios. Sin ponerse nervioso, sin entrometerse. Poco a poco ha entendido las reglas , porque viene de una fuente libertaria. Pero se dio cuenta de que sin un mínimo de reglas, un ambiente no es sano. Nadie se entromete en la vida del otro, hay un respeto base, y sino encajamos, muchas gracias, adiós. Ha ido aceptando las responsabilidades que ha querido adquirir. Y se ha dado cuenta de que si no funciona una cosa, se tiene que hacer cargo él, y busca las soluciones, porque él está aquí libremente. Es un crecimiento personal importantísimo.

Stefano. Para alcanzar un futuro próspero hay que dedicar el presente a aprender. Un hombre vale lo que sabe hacer. He aprendido a construir un muro, he aprendido a hacer agricultura ecológica dedicada a la venta.Servir alimento natural a 150 familias no es como tener tu huerto privado.

Pierre. La formación y el conocimiento tecnológico no es imprescindible para triunfar. Yo también abandoné mis estudios, me fui a trabajar por ahí. Y con mi experiencia y mi estar abierto a todo he aprendido muchísimo. He hecho mi universidad de otra forma. Yo no me siento marginado, sino triunfador al doscientos por cien. Hay quien llega aquí a una calçotada con un supercoche y empiezan a decirte “qué guay una comunidad de frikis”. Y le explicas lo que haces y cómo lo haces y se sorprenden. Empiezan a hacer números y se dan cuenta de que esto no es un juego o un pasatiempo, que nuestro trabajo rinde. ¡Menudos frikis! Si lo quieres ver como una tribu, vale, pero hay un capo de la tribu, hay roles, lugares, compromisos y resultados, con libertad y respeto individual.

He llegado a un punto en mi vida en que me doy cuenta de que el espacio y el tiempo es tan relativo que no sé si ha pasado un mes o una semana. Tengo que pensarlo mucho, porque el tiempo se dilata. Estas última dos semanas han sido muy intensas emocionalmente, con una serie de cosas que me han pasado, parecen seis meses… por lo denso y vivo que está todo.

El tío Nardo en su alquería de Meliana.

El tío Nardo en su alquería del Bou Roig de Meliana.

UNA ALQUERÍA CON VALOR ARQUEOLÓGICO

Leonardo San José es un labrador de Meliana con quien don Ramón María de Valle Inclán habría urdido una novela. Viejo, católico y sentimental. Es el mentor de Pierre desde hace tres años, y ha conversado con él de tantas cosas que el italo-francés le respeta con reverencia calabresa.

La vida del tío Nardo está marcada por una serie de episodios que le fueron forjando como hombre de respeto y palabra. Pierre encontró en él la personalidad del “padrino” calabrés, pero con una moralidad recta y ajena a la violencia. El tío Nardo explica que el solar y las paredes de la alquería del Bou Roig tienen valor histórico y arqueológico.

Tío Nardo. Las paredes más antiguas están hechas de pallús de forment i fang, paja de trigo y barro. Eso lo echaban a una balsa, lo habrá visto en la película “Los Diez Mandamientos”, que lo hacían los hebreos. Se reunía el personal y hacían bloques con los que construían la pared. Esta casa tiene cuatrocientos ochenta y tantos años, no lo sé con exactitud. Algunos de mis antepasados tuvieron hasta 18 de familia. Luego fueron teniendo cada vez menos. Hasta que apareció el apellido San José, que lo sacaron de la casa, porque tuvo 16 hijas, y no tuvo hijos, y lo sacó de la casa, por eso le llamaron San José.

Vinieron unas estudiantes italianas y me hicieron más de 3000 euros de mal. Venían desde Italia estudiando la vía romana que va hasta Liria (Edeta). Subieron a la pared para medir su anchura, el muro de tierra que queda de hace cuatro siglos. Los «gassons» o «atobons» (pellas de barro y paja) están perfectos. Las ingenieras esas me pidieron una escalera, subieron por detrás y destaparon un trozo de pared para medirla. Luego me han enviado una carta pidiéndome perdón por los daños. Cuando se fueron vi lo que habían hecho, un agujero por donde entra el agua. La conclusión de las ingenieras es que esta tierra es más fuerte que el portland.

Bethelem Gulli

Bethelem Gulli

EL RESPONSABLE DE LA ESTÉTICA

Bethelem, el padre de Pierre, tiene 66 años.

Bethelem Gulli. Para mí, esta experiencia es extraordinaria. Estoy aprendiendo a comprenderme a mí mismo relacionándome con los otros. Es una escuela increíble. He aprendido muchísimo. He aprendido que estos jóvenes son la mayoría fantásticos. Lo digo porque lo pienso. Es una palabra superlativa, pero es así.

Estoy aquí desde hace dos años y medio, creo. Yo miro, y me digo, esto está bien, esto no está bien. Busco que las cosas sean estéticas. Debemos vivir dentro de la estética. La estética del campo, simple, natural, el contexto. Ese es mi interés, mi trabajo.

Siempre he vivido así. En Italia he vivido siempre en el campo, algo parecido a esto.

Me relaciono muy bien con los chicos. Aprendo mucho con ellos, es una gran escuela.

Lo que más me gusta hacer, no lo puedo decir. Aparte de eso, desde hace muchos años mi pasión es hacer yoga, a diario.

1 Comentario

  1. Chimo 6 febrero, 2023

    Toda una filosofía de vida la de Pierre y sus basquetaires, una forma diferente y llevadera de gestionar la huerta y organizar las tareas.

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