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Cultura y comunicación

La expedición de Moncey sobre Valencia. Primer fracaso de un mariscal napoleónico.

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Un ensayo histórico de José R. Cumplido

Primera de dos partes

Durante el mes de junio de 1808 tuvo lugar la expedición del Mariscal Moncey a Valencia, episodio que acabaría convirtiéndose en el primer fracaso de un mariscal napoleónico. Enclaustrada entre dos mitos, el levantamiento del 2 de mayo en Madrid y la victoria de Bailén el 18 de julio de 1808, esta expedición y la defensa de la ciudad realizada casi exclusivamente por civiles, han sido relegadas en la historiografía.

 A mediados del mes de mayo de 1808, las noticias acerca de la abdicación de la familia real española en favor de Napoleón y de la sublevación de Madrid habían soliviantado a los habitantes de Valencia. El 23 de mayo, un modesto comerciante se presentó ante la multitud y con osadía le declaraba la guerra a Napoleón. La muchedumbre protagonizó violentos tumultos contra los ciudadanos franceses que hubieron de ser recluidos en el fuerte de la Ciudadela para proteger sus vidas. Sin embargo, la noche del 5 de junio la turba, a cuyo frente se encontraba el jesuita Baltasar Calvo, penetró en la Ciudadela y degolló a 200 franceses. A la mañana siguiente, otros 140 franceses que habían sobrevivido protegidos por religiosos, fueron asesinados cuando iban a ser trasladados.

Asesinato de franceses en Valencia, según aparece en la obra de PRÍNCIPE, Miguel Agustín: “Guerra de la Independencia. Narración histórica de los acontecimientos de aquella época”, (3 Vols.), Imp. del Siglo a cargo de Ivo Biosca, Madrid 1846, Vol. 2, p 203.

Las disposiciones de Napoleón

Con anterioridad a estos sucesos, las noticias que le llegaban a Napoleón en Bayona eran que la sublevación en Valencia no estaba consolidada. A esto se sumaba la eventualidad de que Inglaterra aprovechara la situación para desembarcar un contingente en la costa mediterránea, por lo que el 30 de mayo Napoleón envió órdenes a Murat para intervenir en Valencia y restablecer así el orden:

 El mariscal Moncey con toda su primera división de infantería, sus doce piezas de artillería, 800 hombres de caballería francesa y cuatro piezas de artillería ligera, en total cerca de 9000 hombres (…) se pondrá en movimiento para tomar posición en Cuenca, capital de la provincia de ese nombre (1)

 El mariscal Bon Adrien Jeanot de Moncey, de 54 años de edad en 1808, movilizaría la División del general Musnier con 7750 hombres (1º, 2º y 3º regimientos provisionales al mando del general Brun y el 4º regimiento provisional y el batallón de Westfalia al mando del príncipe de Isembourg), la Brigada de Caballería del general Wathier (1º y 2º regimientos provisionales de húsares) con 800 jinetes, y 16 cañones con 237 artilleros.

Esta expedición sería apoyada desde Cataluña por la división del general Chabran del Cuerpo de Observación de los Pirineos Orientales para actuar en masa con Moncey. Ante las noticias de Zaragoza, Chabran recibió órdenes de situarse en Tortosa a la espera de marchar sobre el lugar que fuera más preciso, Zaragoza o Valencia, según la evolución de los acontecimientos. Situado en Cuenca, Moncey esperaría la llegada de una Brigada española, ya que parecía indispensable la participación española en una operación que se consideraba de mantenimiento del orden público:

 Para testimoniar confianza a los españoles y emplearlos, designaréis a un general de brigada español, hombre de quien estéis seguro, quien, con 1500 hombres de infantería española y 400 caballos, formará parte del Cuerpo del mariscal Moncey; lo que llevará la fuerza del Cuerpo del mariscal Moncey a 11000 hombres, y, unido a la división Chabran a 17000 hombres. (2)

 Esta era una fuerza inadecuada para realizar una tarea imposible. A finales de mayo, influenciado por los informes de Murat, Napoleón parecía ignorar que no se enfrentaba a simples revueltas locales sino al espíritu de una nación. La misión de Moncey requería una marcha de más de 300 km (al mismo tiempo se encomendaba a Dupont una expedición similar de 500 km hacia Andalucía) y, la debilidad del contingente asignado, evidenciaba que no se consideraba una verdadera operación militar. Sin embargo, cabía contar con el buen hacer de Moncey, el mariscal de mayor edad y seguramente el más respetado, del ejército imperial. Apodado Fabius, fue general de división con la República. Nombrado mariscal por Napoleón en 1804,tenía fama de ser el más independiente de sus mariscales, pues no debía su carrera a los designios del Emperador.

Una vez concluidos los preparativos, Moncey partió de Madrid el día 4 de junio llegando a la villa de Pinto para pasar la noche. Al día siguiente entró en Aranjuez y la marcha prosiguió entrando el día 6 en Santa Cruz de la Zarza, el día 7 en Tarancón, el 9 en Carrascosa del Campo, el 10 en Villar de Horno y, finalmente, el día 11 en Cuenca. Allí Moncey no encontró a las tropas españolas que se le había anunciado y, además, tuvo noticia de la matanza de franceses ocurrida en Valencia unos días antes.

La Junta de Valencia

Constituida el 25 de mayo, la Junta de Valencia había movilizado todos los recursos a su alcance. Inicialmente no disponía de más tropa de línea que 621 infantes y 357 caballos en la Capital y 8343 infantes con 841 caballos en los dos Reynos de Valencia y Murcia (3). Para aumentar estos efectivos se decretó el alistamiento de todos los varones entre 16 y 40 años y se levantaron quatro banderas de alistamiento, tremoladas en los Conventos de Santo Domingo, y San Joseph, y en las Iglesias de nuestra Señora de los Desamparados, y del Salvador, en el espacio de ocho dias viéron presentarse en ellas un número muy considerable de hombres que con entusiasmo solicitaban pelear contra el enemigo. Se pudo así cubrir las plantillas de los regimientos de Saboya, Valencia y Voluntarios de Castilla, el Provincial de Soria y el de Caballería de Numancia y levantar los nuevos regimientos de Túria, Cazadores de Valencia, 2º de Saboya, 2º de Valencia, Zapadores Minadores, Voluntarios de Borbón, Orihuela y Chelva.

Las fuerzas reunidas por las Juntas de Valencia y Murcia, unos 35.000 hombres, fueron agrupadas en el denominado Ejército de Levante, al frente del cual se puso a Felipe Carlos Osorio y Castellví, Conde de Cervellón, (de 50 años de edad entonces). El día 2 de junio se enviaron hacia el norte a unos 3.000 hombres, entre los que se encontraba el recién creado regimiento del Túria, al mando del mariscal de campo Francisco Salinas con la misión de proteger la entrada desde Cataluña. Procedente de Murcia, llegó el 5 de junio a Almansa el general Pedro González de Llamas para bloquear la carretera que unía Madrid con Valencia y Murcia, tarea para la que contaba con unos 8400 hombres.

El día 8 de junio, cuando la Junta de Valencia supo de la presencia de Moncey en la ruta hacia Cuenca ordenó al mariscal de campo Pedro Adorno que organizara la defensa del desfiladero de Las Cabrillas, donde podría establecer una posición defensiva muy ventajosa. Adorno dejó Valencia el 9 de junio al frente de unos 8.000 hombres, en su mayoría voluntarios recién alistados. Sin embargo, Adorno estableció su Cuartel General en la villa de Requena el 12 de junio, y decidió avanzar su línea hasta el cauce del río Cabriel, dejando a su espalda el punto que se le había ordenado defender. Adorno mandó tomar tres puentes sobre el Cabriel separados a lo largo de tres leguas. Envió unos 3500 hombres para hacerse con el puente de piedra de El Pajazo, el situado más al norte, un paso habitual entre Castilla y Valencia sumergido en la actualidad por las aguas del embalse de Contreras; unas mil varas (1.200 m) al sur se hallaba el puente de madera de Contreras, que fue inutilizado y para cuya defensa se enviaron 300 hombres; dos leguas cauce abajo se emplazaría el resto de su División, unos 4500 hombres, defendiendo el puente de Vadocañas que daba continuidad a una antigua vía romana.

Jean Laurent y cía.: “Puente del Cabriel”, (hacia 1860). Situado en el entorno de Contreras, unos 1.200 metros al sur del puente de El Pajazo, la fotografía corresponde al puente construido en la década de 1850 sobre el río Cabriel dentro del proyecto del Ingeniero de Caminos Lucio del Valle para mejorar la carretera entre Madrid y Valencia, testimoniando de igual modo el tortuoso camino y las alturas rocosas que formaban el paisaje en El Pajazo.

División táctica de las tropas españolas

Aunque las evidencias mostraban que Moncey no iba a utilizar la carretera de Almansa, el Conde de Cervellón mantuvo su plan inicial en el convencimiento de que ésta sería la ruta utilizada por el ejército francés para su entrada en Valencia, por lo que el día 14 de junio dio órdenes al coronel José Caro de dirigirse hacia Almansa al frente del regimiento de Cazadores de Valencia. Cervellón partió con 15.000 hombres y su Estado Mayor al día siguiente hacia el mismo lugar.

Ante este despropósito la Junta de Valencia ordenó que las tropas desplegadas en Almansa se dirigieran hacia Requena, aunque tan sólo el regimiento Provincial de Murcia y el primer batallón del Regimiento suizo Traxler nº 5 pudieron unirse a las fuerzas de Adorno, ya que el general Llamas se encontraba en la villa de Las Atalayuelas, ya en el interior de Castilla.

 Desde Bayona el Emperador enviaba insistentes órdenes a Murat para que acelerara el avance de Moncey. Aquejado de dolores intestinales, Murat fue sustituido por el general Savary quién el 17 de junio ordenó a Frère que se situase en Madridejos, al sur de Toledo, donde quedaría a la espera de órdenes para partir hacia Andalucía para unirse a Vedel y Dupont, o bien hacia Valencia para unirse a Moncey. Éste dejaba Cuenca la noche del 17 al 18 de junio siguiendo la difícil ruta que atravesaba las montañas al norte del río Júcar y que pasaba por Requena y el desfiladero de Las Cabrillas, debido a la necesidad de continuar con premura su avance, en detrimento de la de Almansa más fácil y cómoda aunque también de mayor extensión. Moncey envió mensajes a Madrid previniendo que carecía de noticias de Chabran y que ante la ausencia de la esperada Brigada española en Cuenca, no contaba más que con 7.000 hombres para oponerse a un ejército que cifraba en 45.000 ó 50.000 fanáticos. El día 18 los franceses entraban en Tórtola donde supieron que los españoles se habían apoderado de los puentes y vados sobre el río Cabriel. La marcha prosiguió entrando en Motilla del Palancar al día siguiente y en Minglanilla el día 20. A la mañana del 21 de junio las vanguardias de Moncey se situaron ante el puente del Pajazo.

 Este puente estaba defendido por 3500 hombres, en su mayoría voluntarios a excepción de los 890 soldados suizos del regimiento Traxler al mando del coronel del mismo nombre, a los que había que sumar unos 400 hombres de un batallón de Guardias Españolas al mando del brigadier D. José Ignacio Marimón. El momento de la llegada de la vanguardia francesa coincidió con la llegada del batallón de Voluntarios de Requena, que escoltaban cuatro cañones enviados desde Valencia. El oficial de Ingenieros Quintín de Velasco construyó un parapeto para dos de los cañones en un emplazamiento desde el que se batía la salida del puente. Para proteger estos dos cañones se asignaron dos compañías de suizos, mientras que el resto del batallón Traxler, las Guardias Españolas y los voluntarios de Requena tomaron posición en las alturas inmediatas.

Escaramuzas y retirada española a Villargordo

 Mientras tanto, Moncey mandó situar dos cañones y un obús en las alturas que se situaban frente a los españoles, desde donde apoyaron con sus disparos el ataque contra el puente. Los exploradores franceses descubrieron un vado al norte del puente, por lo que se organizó una segunda columna que atravesó el río amenazando el flanco derecho español. Al comprobar la presencia de tropas francesas en la orilla izquierda, los paisanos fueron presa del pánico y abandonaron sus posiciones en total desorden para buscar refugio en las poblaciones de Villargordo y Caudete. El batallón de Guardias Españoles se encontró a solas en el campo de batalla por lo que Marimón no tuvo más opción que retirarse, consiguiendo hacerlo en orden y llegando a salvo a la villa de Mira.

 El coronel Traxler optó por la retirada siguiendo a los Guardias Españoles y ordenó que las dos compañías de suizos que apoyaban la artillería mantuvieran su posición para proteger la retirada del resto de fuerzas españolas, siendo rodeados y forzados a rendirse tras sufrir unas 20 bajas (5). El resto del batallón suizo quedó desorientado en las montañas durante varios días siendo capturado por una fuerza francesa. Los franceses habían forzado el paso por el puente del Pajazo sin dificultad tras una hora de combate y con tan sólo nueve bajas entre muertos y heridos.

 Adorno había salido esa mañana desde Vadocañas hacia El Pajazo cuando se encontró en Villargordo con los fugitivos que habían abandonado el combate. En lugar de reorganizar la defensa, Adorno regresó a Vadocañas para reagrupar sus tropas y se dirigió a Jorquera en Albacete. Como consecuencia de esta acción, Adorno fue procesado en 1810 acusado de negligencia y apartado de cualquier servicio.

 Cuando llegó la noticia de la derrota en El Pajazo, la Junta de Valencia comisionó al padre Rico para valorar la situación, llegando a Siete Aguas en la noche del 23. Allí encontró unos 200 soldados, algunos artilleros y 3000 paisanos con pocas armas y menos disciplina. Tras conferenciar con el brigadier Marimón al amanecer del 24, le otorgó a éste el mando con la misión de defender Las Cabrillas, un paso de montaña de aproximadamente una legua de longitud que concluye entre dos alturas que forman el desfiladero de El Portillo de unas mil varas de largo, un lugar angosto donde el mariscal Adorno hubiera podido establecer una magnífica posición con los 8000 hombres de los que disponía.

 Sin embargo, en aquellos momentos Marimón sólo podía organizar la defensa con unos recursos muy menguados. El brigadier situó en su izquierda al recién creado regimiento de Líria, a vanguardia del cual se hallaba en orden abierto una compañía de los Cazadores de Fernando VII, también de reciente creación, mientras que en el centro del desfiladero, al mando del capitán Gamíndez del regimiento Saboya, dispuso dos cañones y un obús y apoyados por un puñado de jinetes y los soldados veteranos de los que disponía, todos ellos provenientes de las fuerzas que se retiraron del Pajazo y que consistían en unos 300 hombres de las Guardias Españolas, una compañía del regimiento Saboya y 60 supervivientes del batallón Traxler. En su derecha, en las alturas de La Serretilla, situó el resto del batallón de Cazadores de Fernando VII y el gran número de paisanos que habían acudido desde las poblaciones cercanas. De la calidad de estas tropas baste decir que el historiador británico Charles Oman cuenta que fueron instruidas en el combate en orden cerrado un día antes de la llegada de Moncey (6).

Más desbandadas de tropas inexpertas

Tras forzar el paso en El Pajazo, Moncey entró el día 23 en la villa de Utiel y hacia las 11 de la mañana del día 24 se situaba en Venta Quemada, a la entrada de Las Cabrillas, donde dio órdenes de disponer tres columnas que atacarían respectivamente el norte, el centro y el sur del dispositivo español. Hacia las 3 de la tarde comenzó el ataque francés y tras afrontar unas pocas descargas de fusilería, los inexpertos soldados del regimiento de Líria abandonaron sus posiciones y comenzaron una desesperada huída en la que fueron presa fácil de la caballería francesa.

 La segunda columna formada por las compañías de élite de cada unidad, al mando del general Harispe, se dirigió contra el ala derecha española, formada por los Cazadores de Fernando VII y los paisanos que, una vez más, se dispersaron con las primeras descargas de los soldados franceses. En medio de la desbandada general, incluso el padre Rico abandonó su caballo para huir con mayor facilidad.

 Después de haber tomado los extremos del desfiladero, la tercera columna francesa, formada por la caballería del general Wathier y una batería de seis cañones, tenía el campo libre para atacar El Portillo. Allí se desplegaban las únicas tropas españolas veteranas presentes en el lugar, que fueron arrolladas por la carga de la caballería francesa. Con tan sólo 50 bajas, el ejército francés había causado 100 muertos, capturado 500 prisioneros y dispersado todas las unidades españolas presentes.

Saqueo de Buñol

 El día 25 Moncey se detuvo en Venta de Buñol para esperar la llegada de la artillería y aprovechó el momento para enviar un mensaje a la Junta de Valencia exigiendo la entrada libre en la ciudad para evitar más derramamiento de sangre, opción que fue rechazada por la Junta. El tiempo de espera fue aprovechado por los soldados franceses para darse al saqueo de la villa de Buñol donde azotaron al párroco de la iglesia y fusilaron al sacerdote que guardaba la ermita, cuyo cadáver fue expuesto junto al cuerpo de dos cerdos (7). Moncey ordenó castigar a los responsables, pues había prohibido el saqueo, pero tal episodio evidenciaba la rabia que estaban acumulado sus hombres ante las noticias de la matanza de los franceses de Valencia.

Jean Laurent y cía.: “Trazado de la Carretera” y “Zig-zag de Las Cabrillas”, (hacia 1860). Ambas corresponden nuevamente a la carretera construida en la década de 1850 por el Ingeniero de Caminos Lucio del Valle pero ilustra a la perfección lo retorcido del camino y la dificultad que suponía atravesar la Sierra de Las Cabrillas.

Moncey advierte a las autoridades valencianas

El día 26 de junio el ejército francés llegó a Chiva, situada a 4 leguas de Valencia. Desde allí Moncey envió un nuevo mensaje a Valencia en el que se mostraba todavía conciliador:

 Mañana continuaré mi marcha hacia Valencia: las tropas francesas serán allí la protección y el apoyo de las Autoridades legítimas. Únicamente los asesinos serán castigados por autoridad de sus Magistrados y según las leyes del País. Durante la noche, Moncey recibió la respuesta de la Junta en la que ésta se declaraba decidida a repeler la fuerza con la fuerza, para sostener sus derechos sagrados y aquellos de su jurado Soberano el Sr. D. Fernando VII (8).

 En Valencia se había dado orden de armar a todo aquél que fuera capaz de empuñar un arma para levantar una nueva fuerza que contuviera a Moncey a la espera del socorro de las tropas de Cervellón. Mientras tanto, el regimiento de Cazadores de Valencia, al mando del coronel Caro había conseguido llegar a la villa de Catarroja el 25 de junio y se incorporaba a la defensa de la ciudad. Ésta había sido encomendada al brigadier D. Felipe de Saint Marc, que pretendía establecer una línea de defensa en la acequia de Mestalla. Tras conocer que Moncey había atravesado Las Cabrillas, el día 26 de junio retrocedió hasta la ermita de San Onofre, junto a la villa de Quart. Se inutilizó el puente del camino de Quart, se colocaron obstáculos en sus inmediaciones y se dispusieron tres cañones para batir la salida del puente. Se contaba con otros cuatro cañones, pero no había munición para ellos.

 Ese mismo día se recibió otro mensaje de Moncey en el que decía que aquella tarde entraría en la ciudad, y que sus tropas no perdonarían á hombres, ni a mugeres, ni a niños; ni dexarian piedra sobre piedra, puesto que le hacian tan obstinada resistencia (9).

El ala derecha del despliegue español al mando de Saint Marc se apoyaba en la villa de Manises, situada en la orilla sur del río Túria, el puente sobre el cual fue inutilizado. Aquí se encontraban el regimiento Provincial de Soria, un batallón del regimiento de Saboya y una sección del regimiento de América. El centro español, desplegado entorno a la ermita de San Onofre, estaría al mando de Caro incluyendo al regimiento de Cazadores de Valencia y a los supervivientes de las Guardias Españolas y los suizos del Traxler. Tras ellos se situaría la única fuerza de caballería disponible, unos 150 jinetes del recién formado escuadrón de los Cazadores de la Maestranza y un escuadrón de los Dragones de Numancia. En torno a la población de Aldaia se situaría el brigadier Marimón al mando del regimiento Provincial de Murcia, el regimiento de Tiradores del Reino de Valencia y dos batallones de paisanos. En total unos 8000 hombres, de los que mil eran veteranos.

Segunda Parte, aquí.

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Notas

1.- Carta de Napoleón “A Joachim, Grand-Duc de Berg, lieutenant général du royaume d’Espagne, à Madrid”, fechada en Bayona el 30 de mayo de 1808.

2.- Idem

3.- ANÓNIMO: “Manifiesto que hace la Junta Superior de Observación del Reyno de Valencia, de los servicios y heroycos esfuerzos prestados por este desde el día 23 de mayo de 1808, a favor de la libertad é independencia de la nación y de los derechos de su Augusto y Legítimo Soberano El sr. D. Fernando Séptimo, de eterna memoria”, Sin lugar de impresión, 1809, p 5.

4.- Idem, pp 8 y 9.

5.- PRIEGO LÓPEZ, Juan: “Historia de la Guerra de la Independencia” (9 vols.), Editorial San Martin, 1972-2007, Vol. 2 (1972), pp 88 y 89.

6.- OMAN, Charles: “A history of the Peninsular War, Vol. 1 (1807-1809): from the Treaty of Fontainebleau to the battle of Corunna”, Clarendon Press, Oxford 1902, p 134.

7.-MARTÍNEZ COLOMER, Vicente: “Sucesos de Valencia desde el día 23 de mayo hasta el 28 de junio del año 1808”, Imprenta de Salvador Faulí, Valencia 1810, p 70.

8.- GENOVÉS,AMORÓS, Vicent: “València contra Napoleó”, Ed. L’Estel, Valencia 1967, pp 80 y 81.

9.- MARTÍNEZ COLOMER , (Op.Cit.), p 95.

 

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