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Agricultura y naturaleza

Ecollaures: Sistema Participativo de Garantía

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Garantía de calidad ecológica avalada por colectivos de labradores y consumidores.

SPG-Ecollaures (Sistema Participativo de Garantía-Ecollaures) es un pequeño experimento localizado en la Comunidad Valenciana sobre la autogestión en la producción y la distribución para el consumo de la agroecología. Su objetivo es transformar el entramado de intereses particulares en la agricultura ecológica en un panorama cuya base sea el bien común, el escenario local y la participación de todos en las decisiones claves.

Llevan practicando este sistema cuatro años en l’Horta de Valencia, en algunas comarcas próximas y en el norte de Alicante. Son pocos, y aspiran a crecer, aunque no se han tomado su trabajo como un reto. Lo más difícil, admiten, es aprender a trabajar como colectivo, es decir, combinar con aprovechamiento los puntos de vista y las necesidades de protagonistas diversos, los productores por una parte y los consumidores por otra. Una vez conseguido este primer paso, entienden que el ejemplo se difundirá en la sociedad de un modo espontáneo, contraviniendo los intereses y las “leyes” del mercado.

Una de las características de SPG-Ecollaures es que actúan sobre un terreno abonado por la reflexión política, sociológica y, evidentemente, con un conocimiento técnico agrícola. Enotras palabras, según los modelos de una filosofía política arraigada en la responsabilidad y el conocimiento.

Nuestro interlocutor ha sido Xavier Luján Estellés, nacido en Carpesa hace 32 años. Ingeniero de Montes y posgraduado en cooperación internacional y desarrollo,, con estudios en Gandía y en Lérida. Beca Erasmus en Alemania, un año de prácticas y estudio en Argentina realizando su proyecto para la titulación. Lleva adelante su proyecto de cultivo ecológico con ayuda de dos personas más en Carpesa (Horta de València), básicamente verduras, en casi una hectárea de terreno de regadío. Su proyecto se llama Vorasenda.

Entrevista y fotografías de Fernando Bellón

Xavi Luján en una de las parcelas de Vorasenda en Carpesa

Xavi Luján en una de las parcelas de Vorasenda en Carpesa

«Crecí sin tener ni idea de que acabaría en el campo»

Mi abuelo materno fue agricultor. Murió cuando yo tenía 11 años. Mi madre y sus hermanos se desconectaron del campo. Arrendaron los huertos durante dos décadas, en cultivo convencional. Yo crecí sin tener ni idea de que acabaría en el campo.

Todavía estaba en Lérida, y se me encendió el pensamiento de la lucha social, del compromiso. Entonces sufrí un conflicto: ¿lo que estaba haciendo me gustaba? ¿Merecía la pena terminar la carrera?

En Argentina se me abrieron sus ojos con el proyecto, relacionado con la expulsión de los pequeños productores forestales y ganaderos, debido la invasión de la soja, en el norte la la provincia del Córdoba. El enfoque profesional que mantenía no me gustaba.

Cuando acabé de estudiar y de viajar, se acabó el sueño de estudiante. Volví a mi pueblo, sin tener ni idea sobre qué hacer con mi vida, y con la sensación de que todo lo que había estudiado no me valdría. Me pasé un año encerrado en casa, leyendo, y pensando.

Unos amigos empezaron con un huertecito del padre de uno. Me relacioné con ellos, y empecé a darme cuenta de que el escenario de la agricultura es un dinamizador brutal para transformar el mundo, basado en una peculiaridad mía adquirida en el estudio: la relación entre la teoría profunda y enfangarse, es decir, la práctica.

Empezó a conformarse el escenario que desde hacía tiempo buscaba: el trabajo agrario para la transformación de la tierra y la transformación social, la transformación del territorio.

Entonces no sabía ni plantar una lechuga. Aprendí en gran parte de manera autodidacta, junto con algunos amigos que tenían más relación con la agricultura. Empecé a acumular clientes. Y ahora llevo cinco años en un proyecto agroecológico que llamo Vorasenda. Cultivo tres campos propiedad familiar. Tendré unas 13 hanegadas, casi una hectárea de horticultura con regadío. Marco, un italiano del norte y Bert, un belga flamenco, trabajan conmigo. Ambos practican la agroecología por su cuenta en una parcela de Foios, cerca de aquí. De vez en cuando viene Emilie, una francesa militante de los movimientos en defensa de la tierra, y nos echa una mano, a título voluntario. No estamos cultivando toda la tierra a la vez. Reservamos espacios donde plantar en el futuro próximo.

Pasé dos años sin contacto con el mundo agroecológico. Me planteaba el proyecto como un proceso de superación personal. Admito que era un procedimiento un poco radical para consolidarse como persona. Lo importante era saber que podía aguantar.

Una vez consolidada la prueba, empecé a relacionarme hasta llegar a SPG Ecollaures.

Uno de los productores de Ecollaures con tierras en Carpesa empezó a hablarme de SPG Ecollaures, que estaba en situación embrionaria. Esto fue hace unos tres años. Ahora SPG cumple 4 años y se está consolidando. Su principal eje vertebrador es la autogestión.

La autogestión de un colectivo formado en gran parte por agricultores ecológicos es lenta, porque los productores estamos al límite siempre, en trabajo, en tiempo. Cuesta mucho reunirse, mantener la mente fresca, elaborar documentos, hacer visitas, es decir, hacer las cosas bien y con tiempo. El trabajo en el campo se lo lleva todo. Es un proceso lento pero lo llevamos a cabo con perseverancia.

Vicent Gil de Hort Sostenible, es uno de los que me introducen en la SPG. Empecé a adentrarme sin conocer bien cómo funcionaba. Yo tenía muy claro que la faceta política es inherente a cualquier proyecto agroecológico. Eso es lo que me llevó a Ecollaures, porque se encontraba en mi perspectiva de trabajo y de acción.

¿Cuántas personas hay involucradas en SPG-Ecollaures?

Me resulta difícil decirlo con exactitud. Un SPG lo conforman todos los actores de la agroecología con el deseo de participar. No solo los agricultores profesionales, también están los grupos de consumo, ONGs, todo el que quiera entrar y trabajar en pos de la soberanía alimentaria.

Calculo que hoy en día habrá entre 15 y 20 proyectos agroecológicos. Grupos de consumo, entre dos y cuatro, depende del grado de actividad e implicación. También están grupos y ONGs como Per l’Horta, Cerai y Enginyers Sense Fronteres. No creo que lleguemos a los treinta actores. La mayoría, de l’Horta de Valencia, pero también del norte de Alicante, de la Safor, de Llíria, de Andilla; de Castellón, no tenemos. No se trata de centralizar, sino de replicar SPGs por todo el territorio del PV

Marco, Bert, Xavi y Emilie. Los dos primeros trabajan en Vorasenda. Emili acude de vez en cuando a echar una mano voluntariamente.

Marco, Bert, Xavi y Emilie. Los dos primeros trabajan en Vorasenda y tienen una parcela propia en Foios. Emilie acude de vez en cuando a echar una mano voluntariamente.

¿Se podría calcular que el proyecto SPG-Ecollaures reúne al 30 por ciento de los pequeños labradores agroecológicos de Valencia provincia?

No sabría decirte. Hay que tener en cuenta el escenario en el que nos encontramos. La agroecología se puede entender de muchas maneras: desde tener tu propio huerto por afición, participar en huertos de ocio o urbanos, hacer una agricultura de subsistencia, hasta intentar dar de de comer a tus hijos con tu trabajo como agricultor que vende sus productos.

Las dimensiones varían tanto que la agroecología va desde el anonimato (nadie sabe que eres agricultor) a referentes importantes. Los aspectos jurídicos sobre el asunto están difuminados. Hay personas que están dadas de alta en la Seguridad Social, que participan en mercados, que tienen venta on-line, que facturan; y hay otras que hacen lo que pueden, le venden a los vecinos, sin una notoria repercusión profesional y económica, pero que en términos políticos tienen mucha presencia. Hay muchas personas así, yo las conozco, que trabajan por la soberanía alimentaria de un modo informal.

Para tener una estabilidad económica tienes que darlo todo. Hay muchos que practican la agroecología, que les llaman para un trabajo, y dejan el campo. O que tienen una actividad laboral, le echan, y vuelven al campo.

En el caso del agricultor agroecológico no solo eres labrador, eres tesorero, vendedor, recolector. O todo o nada. Ese trabajo te absorbe.

La francesa Emilie, en medio de una jungla de calabacines

La francesa Emilie, en medio de un berenjenal.

¿Qué es un Sistema Participativo de Garantía?

Un SPG es una herramienta que vale para cualquier aspecto de la vida social. Se trata de avalar cualquier proceso o producto por medio de la participación activa de sus miembros. El sistema se puede aplicar en muchas facetas, desde la fontanería a la carpintería y la agricultura.

En la agricultura, lo que pretende el SPG-Ecollaures es que la sociedad valenciana implicada en este sistema, no todos, sino los actores que participamos en él, decida de manera asamblearia qué es agroecología, y realice su seguimiento para avalarla.

Porque hay una diferencia entre la marca agricultura ecológica, la etiqueta que se le pone a un producto para poder participar en el circuito neoliberal o capitalista, y lo que es agroecología. Lo que los SPG entienden por agroecología es un criterio más estricto y más amplio, que abarca desde el tipo de producción hasta el de distribución, pasando por conocer y fomentar la figura del pequeño agricultor, y también la justicia social que se está creando en ese proyecto o en ese grupo de consumo. Intentamos avalarlo todo. Entendemos que es un proceso holístico. Desde lo holístico se construye un proyecto coherente.

Los miembros del SPG nos reunimos y decidimos lo que es para nosotros la agroecología. Por una parte está el tipo de práctica agrícola, muy relacionada con la normativa europea de agricultura ecológica, con los productos fitosanitarios permitidos y no permitidos, con las prácticas permitidas y no permitidas. Pero luego ampliamos el espectro con algunos puntos que consideramos tan fundamentales como los anteriores. Por ejemplo, los canales cortos de distribución. Consideramos que la agroecología tiene relación con la creación de territorio, y los canales cortos de distribución son una de las bases de la soberanía alimentaria.

¿Entráis en conflicto con el Comité de Agricultura Ecológica de la Comunidad Valenciana y sus certificaciones?

Nosotros no pretendemos ser una alternativa a los sellos que certifican la agricultura ecológica, nosotros somos una organización que pretende hacer agroecología y soberanía alimentaria en Valencia. Pero sí es cierto que surgen comparaciones inevitables con lo que avalan las certificaciones de terceros, como el CAECV. Lo que aseguran estos sellos es que ese producto se ha hecho de una manera concreta, es decir, sin el uso de ciertos pesticidas, hasta ahí bien, pero no deja de ser puro mercado deslocalizado, lejos de generar economía local, tejido social, se olvidan de todo el contexto que envuelve al producto, y eso para nosotros es fundamental. Las certificadoras de terceros a nuestro entender no profundizan lo suficiente en las características de quién lo ha producido, tampoco consideran un inconveniente los kilómetros que ha recorrido hasta llegar al consumidor, si el productor es un pequeño productor o si las personas que lo han producido lo hacen en condiciones dignas. No estoy diciendo diciendo que no se haya hecho así. Pero las etiquetas a terceros no dan esta información, y nosotros creemos que el aval del SPG es primero que avala estos criterios sociales y los canales cortos de distribución y de producción, y que ese aval lo construye la sociedad que vive en un territorio determinado,en este caso la sociedad valenciana.

El Flamenco Bert recogiendo calabacines para el intercambio con otros productores de cada lunes.

El Flamenco Bert recogiendo calabacines para el intercambio con otros productores de cada lunes.

¿Cómo funciona, cual es el mecanismo de trabajo de SPG-Ecollaures?

De marzo a junio tenemos los periodos de visitas. Hacemos una parrilla de visitas donde están todos los proyectos inmersos, y los miembros del SPG lo que hacemos es apuntarnos a las visitas que estamos dispuestos a hacer, además de recibir una visita. Lo que intentamos siempre es que en cada visita participen tanto productores como consumidores, para que el grupo de visitas esté conformado por diferentes puntos de vista.

Tenemos nuestras guías de visita, un documento siempre vivo, en transformación, en el que vamos apuntando los temas importantes que vamos descubriendo. Todos nos visitamos a todos y de una manera continuada. Cada año se repite, para ver la evolución. Es un proceso muy rico, porque no solo se hace un seguimiento, sino que se crea una amalgama, un tejido social. Las conversaciones del grupo de consumo durante la visita las escucha el productor, y viceversa.

Esta dinámica sirve para que el productor aprenda a producir más y mejor para las personas, y el consumidor aprende a consumir mejor. Es un aprendizaje mutuo. Es algo más que un aval. Y además, está el hecho de que ha sido controlado por la sociedad, no por unos técnicos o una empresa sometida a unos criterios económicos, aunque esto no quiere decir que esas empresas funcionen mal.

¿Tenéis una estrategia de trabajo o de acción programada?

Tenemos muchos focos de actuación. Pero con frecuencia el mayor problema es el tiempo disponible. Nuestra prioridad actual es consolidarnos, establecer un tejido organizativo fuerte y autogestionado que pueda dar calidad al aval que estamos creando. No es nada fácil articular a la gente, encontrar el tiempo para hacerlo, el tiempo de militancia. La cantidad de gente que estamos involucrados en asambleas, en visitas, en elaboración de documentos, ya es un avance.

No tenemos a nadie que cobre un sueldo para realizar estos trabajos. Todo lo que hacemos es en nuestro tiempo libre y sin técnicos contratados. Además, el proceso está lleno de “ruidos”. Aparecen muchas ideas, se nos abren muchos caminos. Pero lo importante es seleccionar las cosas y hacerlas bien.

Con todo, es cierto que Ecollaures tiene iniciativas: fue quien inició el mercado agroecológico y artesanal de Alboraia, cada sábado por la mañana. Fue una idea salida de SPG Ecollaures. Pero no podíamos aportar todos los productores que necesita un mercado. Es decir, salen ideas, planes de actividad, pero luego no es SPG Ecollaures quien las gestiona. No tenemos capacidad para tanto.

Al fondo, el Skyline de la ciudad de Valencia expandiéndose por l'Horta Nord

Al fondo, el Skyline de la ciudad de Valencia expandiéndose por l’Horta Nord

¿Qué tipo de relaciones tenéis con instituciones agrarias como la Unió de Llauradors i Ramaders?

No tenemos ninguna relación instituida. Pero no porque no queramos. Yo creo que este tipo de iniciativas como el SPG surgen a partir de un nuevo modelo social, una manera de hacer las cosas desde la base, de volver a ser autónomos e intentar, en la medida de lo posible, no mirarnos en referentes que consideramos han demostrado no ser lo suficientemente fuertes para transformar las cosas, a la altura de las expectativas presentes, en este momento de crisis económica, social y de valores.

SPG Ecollaures es un gran ejemplo de algo que sale desde la misma base. Labradores y consumidores que se encuentran, que empiezan a preguntarse qué tipo de lazos nuevos se necesitan, y a partir de ahí, ver la evolución de las cosas.

Yo creo que es un proceso muy costoso, pero más constructivo, porque nos permite conocernos a nosotros mismos, ver hasta qué punto se necesitan o no las instituciones, las subvenciones… De momento no estamos usando ese tipo de referentes.

Marco procede de Trieste

Marco procede de Trieste

¿Estáis atentos a la nueva política agraria del nuevo gobierno de la Generalitat?

Sí, sí. Pero antes que nada, necesito decirte que en estos ámbitos hablo a título personal, no como representante de SPG Ecollaures. No hemos desarrollado todavía un debate profundo en torno a las políticas institucionales o los sindicatos agrarios. Con el trabajo que nos da la consolidación tenemos suficiente, el diálogo entre nosotros, entre los actores agroecológicos, lo que quieren o necesitan los productores y los consumidores…

Por ejemplo, estamos aprendiendo a hacer asambleas. Porque hablar de hacer política desde las bases y de cosa así es un discurso muy sencillo. Pero luego hay que ponerse. Vienes cansado de trabajar un día cualquiera, y tienes que elaborar un acta o a preparar un orden del día, hacer una asamblea com Dios manda. Eso es política de verdad, y muchos de los que formamos hoy SPG Ecollaures no lo sabíamos hacer. Llevamos tres años aprendiendo a ser asamblearios, a dialogar, a discutir…

¿Tenéis una agenda con demandas, líneas de actuación y propuestas para la nueva Consellería de Agricultura?

En términos generales lo que le pediríamos a la institución es que no venga a salvar a nadie, que nos ponga las cosas fáciles para construir sociedad, que permita que perduremos y luego, que nos escuche. No se trata de elaborar unas políticas concretas de ayuda y ayudas y ayudas, porque a veces no se construyen las cosas así.

Aquí hay unas personas que saben lo que es el trabajo de base, en agroecología y en asociacionismo, y es la que sabe cómo se hacen las cosas. No estaría mal que las instituciones nos preguntaran y nos escucharan. Establecer un diálogo. Pero en estos momentos no tenemos unas propuestas definidas, no somos tan audaces. Lo que el SPG necesita es que se le deje hacer.

El cambio que se avecina se prevé considerable. Sabemos que muchos de los nuevos gestores son personas que han estado muy implicados en la lucha agroecológica más invisible. Gente de Per l’Horta, de Llavors d’Ací, el alcalde, que es agrónomo. Se presenta un escenario en el que lo mejor que podemos hacer no es pedir nada, sino sentarnos a hablar con las instituciones, y que las cosas se vayan hablando y construyendo simultáneamente.

Lo que deseamos SPG-Ecollaures es construir el aval y acercar el consumidor al productor, y utilizar este diálogo para facilitar nuestra relación como ciudadanos en el mundo de la agroecología.

Otro aspecto de la finca Vorasenda

Otro aspecto de la finca Vorasenda

Hay muchas actitudes del consumidor que, sin darte cuenta, no están favoreciendo la pervivencia del labrador. Muchas veces se cambian las dinámicas de forma repentina y sin previo aviso. Al labrador si le cortas el flujo de sus rutinas impuestas por su trabajo, le hundes. Y pasa lo mismo desde el otro punto de vista. El productor puede tener actitudes que, sin darse cuenta, desagradan al consumidor. Al final, lo que en ocasiones sucede es que por falta de convivencia y diálogo las relaciones consumidor-productor no fluyen y se acaban rompiendo, cuando no tendría por qué. Lo que queremos es facilitar el flujo socioproductivo o socioeconómico que se crea. Con esto y con el aval nos conformamos. Que cualquier persona de Valencia al comprar un producto nuestro pueda decir que es agroecológico, que está en la línea de la soberanía alimentaria y que es de Valencia.

Desde el SPG pedimos que lo que tiene que hacer el consumidor es visitar el territorio que le da de comer para saber de qué va la agricultura, y el productor salir de su campo y hablar con los grupos de consumo. En consecuencia, estamos pidiendo lo mismo con las instituciones, crear un espacio de diálogo cotidiano, continuado, para plasmar propuestas.

No pedimos que la institución baje, sino que no suba, que no se aleje, que no deje de hablar con nosotros. Si tú te mantienes arriba, y lo único que esperas es que te pidan, puedes conceder o no conceder, como si fueras un rey, pero no sabes lo que concedes ni por qué.

Lo que a nosotros nos gustaría más es que existiera ese diálogo con las administraciones, que vengan a ver lo que nos está costando construir un Sistema Participativo de Garantía.

A veces da la impresión de que sois una especie de apóstoles o de cruzados de la causa agroecológica, que estáis creando en la población unos hábitos de consumo eco, y que cuando hayáis completado este trabajo, lo aprovecharán las grandes productoras y distribuidoras, que os expulsarán del mercado.

Sí, es un trabajo de hormigas, vamos al paso de hormigas. Pero hay que tener en cuenta algo importante: la agricultura es una responsabilidad social compartida, igual que la educación o la sanidad. La agricultura es el gestor de los acuíferos, del aire, del alimento, es la base de la salud, conforma el paisaje, destruye o crea biodiversidad. Lo hace todo, digamos. Pero no para el campo del labrador concreto, sino para el territorio en el que vive la sociedad. Y en este caso estamos hablando de la sociedad valenciana.

Lo que vertebra un SPG es el hecho de que no puede existir agroecología o soberanía alimentaria, sin la implicación de la sociedad. Nosotros no podemos hacer un trabajo de cruzados desde el punto de vista productivo, considerando la sociedad como un teatro que nos mira. Cuando sucede eso, no existe una sensibilidad de la sociedad hacia la producción agroecológica. Es decir, te pueden engañar.

Si alguien no sabe algo que le compete, corre el riesgo de ser engañado, atraído por lucecitas. Lo que tú temes, que la gran distribución se aproveche del trabajo de difusión y publicidad de la agroecología de los pequeños labradores, pasará si la sociedad no sabe de qué va la agroecología. No se trata de hacer publicidad, sino de informar de que lo que consumimos tiene una acción directa en las generaciones futuras.

Un tractor cargado de plaguicida fumiga un campo de Borbotó, en la Huerta de Valencia. El perfume acre se expande a decenas de metros.

Un tractor cargado de plaguicida fumiga un campo de Borbotó, en la Huerta de Valencia. El perfume acre se expande a centenares de metros.

Hay que pensar que la ciudad de Valencia está abrazada por un cordón de miles de pequeñas parcelas sobrecontaminadas. Es un gran abrazo contaminador. Eso ha venido no por una colonización del libre mercado o de la agroindustria. Sino porque la sociedad valenciana ha vivido de espaldas a l’Horta, no quería saber nada del labrador. Al labrador le han dicho, “O me haces la col a un duro o no te compro”. Y el labrador se ha visto desamparado y sometido a hacer lo que sea, y lo que sea es contaminar a su vecino.

Ha sido una situación de disolución de lazos entre productor-consumidor o sociedad-campo.

El enfoque no es pensar si el gran poder empresarial puede llegar para fastidiar a todo el mundo. La cuestión es en qué medida somos capaces de generar y fortalecer los lazos sociales que hacen que se construya sociedad, y en este caso, soberanía alimentaria en Valencia. Mientras no exista esa implicación social en el campo, pueden venir muchos actores a engañarnos.

Desde mi punto de vista, lo necesario es enfocar el trabajo en el lazo social. Los agricultores no somos cazadores-recolectores. La agricultura es una actividad de las personas humanas, no es el bosque. La agricultura es el reflejo de la salud social. En la agricultura se han hecho grandes atrocidades porque la sociedad ha padecido disoluciones. Es importante considerar la agricultura como un espejo en el que la sociedad se mira.

La sobrecontaminación presente y el sufrimiento perdurable del labrador es un reflejo de la sociedad. Se trata de enfocar el trabajo en el lazo social, en los canales de conexiones. Mientras no fortalezcamos eso, no habrá una mejora. Si conseguimos construir eso, ya puede venir cualquier multinacional, que la gente descubrirá su juego, sabrá diferenciar, desfragmentar la información.

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