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Cultura y comunicación

Covid 19: Contrastes en la Fase 3 valenciana

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Un reportaje de Fernando Bellón

(Para ver bien las fotos, presione con la manita sobre cualquiera de ellas, y vaya pasándolas a su gusto)

La ciudad de Valencia está rodeada de huerta por las dos latitudes y por la longitud oeste, el este da al mar. Estas fotos, tomadas el día 17 de junio, muestran estampas de algunos campos de l’Horta Nord. En algunas, grupos de operarios doblan el lomo para recoger patatas. En otra, lechugas. Y también se puede ver a un agricultor dispensando algún pesticida  en un campo de chufas próximo al monasterio de San Miguel de los Reyes. También incluyo un campo de repollos, que junto con los campos de chufas, en pleno crecimiento, conforman una geometría cromática admirable. Calabacines y calabazas extendiendo sus tentáculos dorados, pimientos, tomateras que empiezan a pintar son otros escenarios que se recorren por la Huerta de Valencia, acompañados del fresco rumor de la acequias.

Hacer este itinerario en bicicleta es una afición frecuente entre los valencianos, para disfrutar del ejercicio físico y del panorama espléndido.

Se ven campos llenos de patatas sin recoger. Un labrador que circulaba en un carro tirado por una mula me ha dicho «¡Coja las que quiera!» No sé si dándome permiso o ironizando al creer que me había llevado unos kilos, lo que no soy capaz de hacer por respeto al trabajo agotador del cultivo agrícola.

Y ahora el contraste. Los chavales de las fotos son adolescentes de un instituto de enseñanza media o como se diga ahora. Estaban a la puerta, y daba la impresión de que recogían notas o alguna información repartida desde una mesa presidida por personas con aspecto de ser profesores y profesoras. Al otro lado de la calle se extendía la Huerta con los peones, casi todos extranjeros, también jóvenes, se ganan la vida doblando el espinazo.

Las fotografías urbanas están tomadas en el centro de Valencia el sábado13 de junio. Por este orden: esquina septentrional de la plaza del Ayuntamiento, calle Roger de Lauria, plaza de los Pinazo (antigua puerta de Judíos) con viejos y la siguiente con jóvenes. La última es la firma del autor. Una ciudad sin turistas es casi un espectáculo. No se les echa de menos. Y sin embargo, turistas somos todos.

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