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Agricultura y naturaleza

Manuel Figueroa, de La Marjal del Moro de Sagunto

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La agroecología es una ciencia y una filosofía distante del consumismo

La Marjal del Moro o dels Moros es un ZEPA (Zona de especial protección para las aves) situada en el término municipal de Sagunto. Cuenta con un Centro de Documentación Ambiental, en l’Alqueria del Frare, hoy de propiedad pública, que puede ser visitado por particulares y por colegios.

Pero también alberga más de diez hectáreas de cultivos ecológicos gestionados por la Unió de Llauradors i Ramaders del País Valencià. Dos curtidos y versados agricultores, Manuel Figueroa y Rafael Hurtado, son los responsables de su funcionamiento. La producción de estos campos se destina casi en su totalidad a la venta en la tienda Punt de Sabor, abierta en pleno centro de Valencia; aunque el exceso de producción que no puede absorber esta tienda lo coloca en mercados ecológicos de diversos puntos de España.

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Manuel Figueroa ante uno de los campos de La Marjal del Moro. Tras él, a la izquierda, Rafael Hurtado trabaja con el tractor.

Perinquiets ha realizado una visita a este rincón, separado de un polígono industrial por una larga duna, y de la antigua Siderurgia de Sagunto por escasa distancia de humedales recuperados. Esta es la conversación que mantuvo con Manuel Figueroa Zapata, agricultor gaditano con una larga experiencia en el cultivo ecológico en la cooperativa La Verde, que se ha establecido en Valencia desde hace cinco años, los que lleva trabajando en La Marjal del Moro de Sagunto.

Manuel Figueroa defiende el sistema de riego a manta, y pide que se realice una investigación científica para compararlo con otros métodos que, si bien utilizan menos agua, consumen más energía debido a la fertirrigación. También asegura que el día que los políticos españoles dejen de avergonzarse de que nuestro país es una potencia agrícola y ganadera, empezaremos a sacarle partido a nuestra realidad económica fundamental, basada, claro, en la agroecología.

Una entrevista realizada por Fernando Bellón, también autor de las fotos

Manuel Figueroa. El total de la huerta de esta finca está en torno a las 12 ó 13 hectáreas, lo que aquí llaman 120-130 hanegadas. Sus cultivos son hortícolas, con una variable importante por estaciones. Nuestro clima nos permite hacer agricultura todo el año. Tomates, pimientos, berenjenas, melón, sandía en el verano; en estos meses, col, coliflor, lechuga, cebolla, alcachofa, apio, puerro, una amplia gama de verduras.

¿Cuántas personas trabajáis en la finca?

De normal, los permanentes somos Rafa y yo. Y luego, puntualmente, podemos estar más, dependiendo del momento de la campaña, recolección o siembra, que se necesita más personal. Por establecer una media, somos cinco ó seis personas permanentemente en el proyecto. Tenemos un tractor y alguna otra cosa, rejas, entabladora, materiales de reciclaje, muy útiles para el tipo de faenas que los requieren. Cuando hay alguna faena pesada, se contrata la máquina y nos hace la labor y andando.

¿Qué se hace con las cosechas?

La producción está pensada para Punt de Sabor. Pero la superficie es considerable y la producción muy alta. Hay productos excedentes como la alcachofa, la cebolla, y este año, una superficie muy importante dedicada a las lechugas. En este caso se sale a otras partes del mercado español. Todo lo que se hace es ecológico y se acude a mercados ecológicos, no se va a otro sitio.

Para el ojo del observador lego, los cultivos se ven invadidos de hierbas.

Hay un fenómeno llamado el cruce de competencias. Hay un momento en el proceso de crecimiento, que estas plantas, que llevan muchos años “domesticadas”, son menos capaces de pelear por nutrientes y agua. El cruce de competencias es la fase en la que las plantas no resisten la competencia de otras plantas no productivas por el agua, la luz y los nutrientes. Entonces es importante que el cultivo esté limpio. Si conseguimos que eso sea así, el resto de la convivencia, de la presencia de las adventicias, realmente no afecta. Cuando el cultivo está limpio en ese periodo, el resultado final no difiere. Lo que hacemos es no añadir costos, puesto que no vamos a tener malos resultados por la presencia de algunas adventicias fuera de ese periodo.

 

Las hierbas no son un problema una vez arrraigada la planta

Las hierbas no son un problema una vez arrraigada la planta

Por otro lado, de manera indirecta, hay especies silvestres que actúan como reservorio o como atracción de predadores que ayudan de manera indirecta a combatir el pulgón u otro tipo de posible plagas.

¿Os atenéis a algún programa o calendario?

Me llama la atención la práctica “programada” que de manera general se da en la agricultura convencional. En nuestro caso no es así. Algo de la agricultura tradicional que viene de nuestros abuelos es la observación; en la agricultura ecológica hay que observar, la observación es una parte importante para adelantarte a los problemas. Aquí no respondemos a ningún calendario. Allá cuando aparecen los problemas, nos ayudamos con productos ecológicos, que no sean ni químicos ni de síntesis. En nuestro caso es muy excepcional.

En relación al agua, es un poco lo mismo. Estiramos mucho el ciclo de riego. En general, los riegos son aquí bastante más espaciados de lo que viene siendo habitual en la Huerta Norte de Valenbcia. Nosotros utilizamos riego de acequia.

El uso del riego a manta, ¿no es una paradoja en un cultivo ecológico?

Yo vengo de un sistema diferente en el manejo del riego, aspersión y gota a gota. Y cuando llegué aquí, vi que el riego a pie es el mejor riego del mundo. Algo habíamos hecho en nuestra cooperativa. Este es el más eficiente. Desde el punto de vista del ahorro, habría que comprobarlo. Estoy convencido que el riego a manta no es más consumidor de agua que otros sistemas. Porque en cualquier sistema hay que computar todo el costo. Está por realizar el estudio serio para ver cual es el manejo del riego más interesante.

SONY DSCEs posible que una razón para el riego gota a gota sea la falta de agua. Pero también hay que tener en cuenta que el costo energético del gota a gota es muy alto. Muchas veces no está imputado en el costo total. El gota a gota lo que “moja” es un espacio en forma de bulbo. En el sistema radicular de las plantas del cultivo que se trate, las raíces son capaces de explorar un espacio pequeño, porque es el bulbo húmedo lo que les llega. Y eso obliga a inyectar fertirriego, fertilizar a través del goteo. Eso tiene un costo mucho más alto que el del riego por inundación. Nosotros venimos aplicando una media de cuarenta mil kilos por hectárea de estiércol cada dos años. Esa es la base de nuestra fertilización. No hay más; quizá algún abono verde por alguna leguminosa que se incorpora al suelo, y restos de cosecha y forraje de malas hierbas, que suponen una aportación muy importante de materia seca al suelo. Si tuviéramos riego por goteo nos obligaría a montar una estación de fertirrigación, y eso es costoso. Y los abonos para fertirregar también son my caros. Insisto, habría que realizar un estudio serio sobre el asunto, imputando todos los costos de cada sistema de riego, para ver de qué estamos hablando. Es algo que debería hacer el ministerio o la conselleria de Agricultura.

El sistema de riego a manta es muy interesante. Por ejemplo, las alcachofas; una vez que arrancan, las regamos casi cada quince días. Si tú calculas la cantidad de agua que ese cultivo recibe cada quince días, no es mucho más que la que puede recibir con gota a gota, que se realiza cada tres días. Y eso sin costo energético.

¿Contradice el consumismo de la agricultura ecológica a las prácticas de la agroecología?

La agricultura ecológica es buena. Ojala llegue un día en que todos los cultivos sean ecológicos. Así evitaremos utilizar sustancias que son persistentes y peligrosas, que están contaminando nuestro medio, nuestros suelos, los acuíferos.

La agroecología va mucho más allá que la agricultura ecológica. La agricultura ecológica es una norma de funcionamiento y de control, un modelo reglado. Y la agroecología es la ciencia agronómica que establece el manejo de sistemas en su conjunto, una forma integrada de trabajar la tierra. Va mucho más allá de una mera certificación por terceras partes.

Como todo en el consumo actual, la agricultura ecológica es una marca, y cada vez tiene tintes más comerciales. La agroecología no se puede comercializar. Es algo filosófico y científico. Establece principios de desarrollo de los sistemas agrarios en armonía con el medio. Y eso, de momento, es difícil certificarlo. De ahí que haya muchas iniciativas de gente joven que se plantean la no necesidad de estar certificados, de hacer agricultura ecológica sin certificación. Algo que además supone una tasa para el campesinado.

Es un debate que está presente y que habría que profundizar. Cuando nuestras lechugas, nuestros tomates van a un mercado cercano, podemos ponerle cara, la gente puede saber perfectamente que son nuestros tomates o los de nuestros vecinos. No deberíamos tener ninguna tasa. Otra cosa es que los tomates o las lechugas vayan a viajar a Alemania. Los consumidores alemanes no nos conocen, y seguramente necesitarán algún sistema de garantía que certifique que esos productos han crecido según las normas de la agricultura ecológica. En estos casos, en ese tipo de producciones que vayan a salir fuera, a mercados exteriores con precios más interesantes, puede pagar las tasas de garantía.

Pero en nuestro caso, tú productor yo consumidor, ¿qué necesidad tenemos de un control, si establecemos un mecanismo de confianza? Todo lo que se pague repercute en el coste final.

Es lo que se llama sistema de garantía participativa.

Claro. Habría que tender a que todo lo que realmente se produce y se mercadea en circuitos cortos esté exento de tasa.

 

El editor de Perinquiets con su nieto Jannik en La Marjal del Moro

El editor de Perinquiets con su nieto Jannik en La Marjal del Moro

¿En qué estado se encuentran hoy la agricultura ecológica y la agroecología?

Han cambiado mucho las cosas. Cuando empezamos hace casi treinta años, había muy poco conocimiento. Hay una parte que a mí no me gusta, esa parte comercial de la que hemos hablado. Pero si me preguntas, ¿tú te quedarías con eso solo? Yo me quedo con todo el crecimiento, porque mejor que sea ecológico, que el desmadre que domina hasta ahora. Ahora, la agricultura ecológica presente ¿dónde nos va a llevar? Hay una cosa que la crisis está poniendo de manifiesto. Mucha gente joven empieza a mirar al campo. Eso sí que me parece positivo. Es un poco triste que se parta de una situación difícil.

Tengo el fuerte convencimiento de que somos un país agrario, mal que les pese a muchos gobiernos que sienten vergüenza de asumirlo. Somos un país de agricultores y ganaderos. Lo que nos va a sacar de esta basura en la que estamos inmersos en los últimos años será la agricultura y la ganadería. Somos una potencia en estos campos. Es nuestra mayor riqueza. Esperemos que los gobernantes se libren de este lastre cultural, que deje de darles vergüenza de asumir que somos un país agrario. El día que entendamos que nuestro mayor potencial está en la agricultura y la ganadería, muchas cosas empezarán a cambiar. Y desde luego, esa agricultura será ecológica. Por una cuestión de sostenibilidad, de equilibrio.

Un modelo de producir alimento no equilibrado no tiene futuro. Puede durar veinte, cuarenta, cien años; pero ya está, se acaba. Cuando se nos pregunta, ¿la agricultura ecológica es capaz de alimentar a la población actual? Ese debate sobre la incertidumbre de si habrá comida para todos. Miremos la historia del DDT y de los pesticidas: la agricultura química, sólo tiene 70 u 80 años. La pregunta es la inversa, ¿qué se hacía antes, cómo se cultivaba antes, cómo se daba de comer antes a tanta gente? Estoy convencido de que un sistema equilibrado, más sostenible, que energéticamente no produzca déficit como es la agricultura ecológica, es capaz de alimentar a la población presente y futura.

 

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