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Bitácora y apuntes

Tribulaciones fingidas tras una jornada electoral memorable

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Reflexiones y pasiones después de una jornada electoral que marcará una época. Ya nada será igual. Pero las cosas seguirán la misma trayectoria inerte.

El ciudadano de la foto de presentación no tiene que ver nada con este artículo. Se trata de un joven alemán que miraba su móvil en las escaleras de una iglesia de Erlangen (Franconia). La fotografía, tomada por el autor del artículo, es una alegoría de la reflexión. Pido disculpas al ciudadano si siente su intimidad violada

Fernando Bellón

La semana pasada, día 18, apuntaba en mi cuaderno desde Nuremberga:

¿Qué sucedería en España si el resultado electoral tuviera que aplazarse uno o dos días por el voto por correo? Menuda tensión.

¿Qué sucedería si finalmente el PP sacase más votos que el PSOE, pero no los suficientes para formar coalición con Vox, porque el resultado de Vox fuera también deficiente? Menuda tensión.

 A juzgar por las noticias que se difunden, ahora que se han acabado las encuestas, la cosa está en el aire. Yo creo que todo depende de los diputados que obtenga el PSOE y los que obtenga Sumar. Si quedan más lejos de la mayoría del PP-Vox, menuda tensión.

Lo que me resulta ahora rarísimo y también me resultaría tras las elecciones es que el PSOE obtenga más votos o los mismos que el PP. Sonaría a chamusquina.

 

Celebrados los comicios y contabilizados los votos, la segunda pregunta ha resultado premonitoria. Leía los comentarios y los pronósticos de los antisanchistas que daban por hecha la victoria apabullante del PP, y me producían inquietud. Se han llevado su merecido, no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo.

Anoche, escuchaba por la radio los “análisis de los tertulianos”. Confesaban su error de cálculo. Y también reconocían la resistencia de Sánchez y su sagacidad convocando elecciones en verano. Todo esto, un día antes les parecía insensato.

Ojeando los diarios digitales de hoy me encuentro con calificativos contundentes: éxito de unos y fracaso de otros, victoria de unos y derrota de otros. Que si tal partidillo nacionalista ha perdido votos y los ha ganado el PSOE. Que si los dos diputados que ha subido el PSOE respecto a las anteriores elecciones son una machada. Que si la estrategia de Sánchez de demonizar la posible coalición PP-Vox ha dado resultado. Que si las encuestas estaban mal hechas. Que si la llave de un nuevo gobierno Frankenstein la tienen Puigdemón y Otegui.

Todo estos son cálculos imaginativos, es basura política que ni siquiera explica el presente o el futuro inmediato.

Quizá es demasiado pronto para hacer un estudio más reflexivo de las elecciones. Pero hay cosas que están muy claras. La sociedad española está dividida en dos en términos políticos ya obsoletos. Lo mismo sucede en Francia, en el Reino Unido, en Holanda, en Italia, en los Estados Unidos, y en Alemania menos porque a los alemanes, sobre todo a los políticos les horroriza que la población se parta en dos opciones, aunque a medio plazo se acabará partiendo.

Es una división obsoleta porque se basa en ideas políticas viejas, caducas: la izquierda y la derecha, el comunismo y el fascismo.

Me pregunto cómo es posible que la diferencia entre PSOE y PP en mayo fuera de ochocientos mil votos, y ayer se redujera a trescientos mil. ¿Qué ha cambiado en la percepción política de medio millón de españoles en dos meses? Me resisto creer que haya sido la campaña de Sánchez demonizando a PP-Vox. Este tipo de amenazas no calan en tantísima gente a la vez. Si es evidente que en las municipales los españoles demostraron su hartazgo de Sánchez de un modo indirecto, ¿qué ha pasado en estas semanas? Tampoco doy crédito a que la figura de Sánchez se haga reforzado, que haya crecido o surgido de la nada el fervor de medio millón de españoles en él.

Hay algo más que, de momento, no he encontrado en los analistas. Jiménez Losantos clama por unas nuevas elecciones. A mi entender resultarían ruinosas para el PP.  Pío Moa recuerda que podría gobernar el PP con el permiso del PSOE porque ambos partidos tienen la misma visión de España, en lo que estoy de acuerdo. Y añade: Tampoco es cuestión ahora de examinar los errores de unos y otros. Por encima o por debajo de tales o cuales fallos tácticos, está la idiotización de una gran masa de la población, que ha podido constatar la superioridad moral e intelectual de los representantes de VOX y ha preferido guiarse por los lemas vacíos de los otros. Esa idiotización tiene una raíz, más allá de las groseras manipulaciones de la TripleM: la traición a la verdad histórica, a la continuidad de la nación y a la democracia, traición resumida en el antifranquismo, en especial el del PP.

No me parece un acierto decir que una gran masa de la población está idiotizada. Es la calificación que hacen los progres de quienes no lo son. Y tampoco veo yo en Vox una superioridad moral e intelectual, por las mismas razones. Caen en las torpezas tácticas del resto de partidos.

La democracia se basa en unos formalismos que tienen poco de democrático, y que no garantizan la satisfacción y el equilibrio de la sociedad. Pensar que en algún momento la democracia se materializará en el mundo entero o en tal o cual país, es una falsedad que ya desveló Gustavo Bueno pulverizando el fundamentalismo democrático.

Mientras esos formalismos se mantengan en vigor, la masa de idiotas seguirá votando a unos o a otros de acuerdo con sus convicciones u obedeciendo a su mala información, no por idiotas, sino porque no se les permite hacer otra cosa. La abstención es prueba de ello, pero tampoco significa mucho, porque no todos los que se abstienen lo hacen con algún tipo de conciencia.

De momento, lo más sensato es estar atento a las maniobras, y no perderse en  espejismos (es lo que lamentan ahora tantos columnistas, como si confesarlo sirviera para algo). Desde luego, el nuevo gobierno, sea quien sea el que lo forme, no va a durar una legislatura. Sánchez, que no es un lince precisamente, tiene por delante una serie de decisiones que es muy posible que resulten catastróficas, para él, para el PSOE y para España. ¿Seguirá recibiendo millones de Europa? ¿Le perdonarán nuestras deudas? No creo que su papel le vaya a reportar grandes satisfacciones, igual que le sucedería a Feijóo, el gallego sensato. Todos van a estar obligados a hacer fintas, regates, engaños, apariencias de esto y de lo otro para ocultar sus miedos o sus desesperaciones.

Ser político en ejercicio (no me refiero a los diputados y a otros peones) en España en los próximos años va a ser lo más parecido a actuar bajo la carpa de un circo o en una película de los hermanos Marx.

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