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Bitácora y apuntes

Analogías mitológicas IV (Falacias del progreso)

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La ley de amnistía ha sido denostada hoy, domingo 12 de noviembre de 2023, en todas las capitales españolas. Desde los cientos de miles de Madrid a los valientes 200 de San Sebastián. La reflexión teñida de analogías mitológicas es inevitable.

Fernando Bellón

Intento meterme en la piel de un progresista español para descubrir sus mecanismos ideológicos. Es importante hacerlo porque el progresismo es la ideología machacante. Los que razonamos, y encima estamos en otra “onda política”, hemos de buscar argumentos y acciones con los que parar la deriva suicida del progresismo y los progresistas. Ese es el problema mayor ahora mismo en España. La confianza de los progresistas en su creencia es absoluta, pétrea, por tanto ajena al razonamiento, es una fe, la de los fundamentalistas democráticos.

En primer lugar, no hay un tipo único de progresismo, como no hay un tipo único de conservadurismo, por utilizar un término que englobe lo contrario de progresismo. Hay varias clases de progresismo.

El progresismo funcionarial, sindical e inerte. “Yo no puedo ser otra cosa que progresista, ¿vale? ¿Yo de ultraderecha? ¡Qué dices, tío!” Es un progresismo conservador, y no es una paradoja; es un progresismo de sangre.

Luego está el progresismo de clase, el de los asalariados, casi ninguno de la industria, que consideran una herejía el pensamiento no progre: “la izquierda nunca puede ser de derechas”. Otra paradoja

Nueva categoría es el progresismo de título, vinculado a los profesores universitarios, a las cátedras, a las sillas y sillones. Hace unos veinte años, un cátedro de cierta escuela universitaria se me declaraba agobiado por los malos ratos que le estaban dando las oposiciones a profesores; porque estaban obligados a seleccionar con tino, “para que no se les colara ningún facha”. Aquí no hay paradoja, hay estalinismo puro y duro. Y el tipo era buen profesor y no era mala persona. Pero tenía una gran responsabilidad histórica.

Por último ,hay una masa de progresistas sobrevenidos. Son más o menos de mi generación. Personas que durante el franquismo no querían saber nada del antifranquismo, y se ponían de perfil, y se escandalizaban si les pasabas un panfleto. Estos son los que constituyen el aceite con el que se engrasan los engranajes del gobierno, y están encantados de cobrar por ello.

Lo tremendo es cómo ha acabado por imponerse el filisteísmo y el maniqueísmo. Hipocresía y condena al que piensa distinto. O eres progresista o eres facha.

 

En estos momentos, la debilidad de la fe progresista ha dado con un profeta amoral y autócrata. De tanto necesitarlo para sostener sus incoherencia, hacen oídos sordos a las barbaridades que viene realizando Sánchez.

El argumento clave del autócrata es que él representa el baluarte del progresismo frente a la ultraderecha. Y a los progresistas les encanta contar con alguien que se enfrenta a la ultraderecha por ellos. Los progresistas son flojos, inconstantes, perezosos, comodones. Por eso no salen en manifestación para contrarrestar a la “ultraderecha”. Si estamos en un combate decisivo, lo natural y lógico es echarse a la calle y liarla. Se supone que es lo que hace ahora la “ultraderecha”.

La maldición de España ha sido Sánchez. Sin Sánchez, los progresistas de diferentes cuños y sellos, se habrían resignado a que la trayectoria política del país hubiera seguido dando tumbos a izquierda y derecha, como ha pasado en las últimas décadas.

Suena a magia, y no lo es. A veces, en la historia de los pueblos y naciones, surge un iluminado y se pone a la cabeza del maratón hacia el abismo.

En estos momentos en España hemos tenido mala suerte. Primero fue Zapatero. Luego ha llegado Sánchez con la bandera del progreso en la mano, y la clase media funcionarial progresista ha mordido un anzuelo que estaba buscando con desesperación.

Las cábalas y las conjeturas que se leen en los diarios y se escuchan en las tertulias van de lo malo a lo fatal. Es decir, los progresistas se agarran al madero salvador de Sánchez sin pedirle cuentas por nada de lo que ha hecho y de lo que se propone hacer. Y los que estamos libres del virus del progreso, porque lo hemos sufrido, no vemos más que calamidades: desmontaje de la Constitución, expulsión del monarca, república multiétnica, etc.

Al menos estamos saliendo a la calle. ¿En qué dirección? En ninguna, porque el PP no tiene voluntad de virar el rumbo con coherencia, y es responsable de los primeros pactos con la anti España para seguir en el poder. Por su parte, Vox está todavía verde, sus dirigentes atraen poco, salvo Abascal, y no acierta a quitarse de encima el muerto de “ultraderecha”, que pesa sobre ellos como toneladas de acero y hormigón.

Así que, no queda más remedio que esperar el momento decisivo en el que los hechos se precipiten  sobre nosotros y nos obliguen a actuar. Confío en que tengamos valor y suerte. Los progresistas sólo necesitan suerte, porque valor tienen bastante poco, son malditos pequeñoburgueses.

      P.S. La aplastante mayoría de los “progresistas”, como la mayoría aplastante de los “moderados”, son buenos ciudadanos y hasta buenos españoles, igual que la mayoría de los aficionados de un equipo de fútbol sólo hacen el gamberro en el estadio. Esto significa que cuando el antifaz ideológico pierde su sentido y le sustituye la razón, se fragua el entendimiento. Hoy en día, y mientras siga Sánchez con el cetro en la mano, esto son sólo buenos deseos. Y eso, a pesar de que  ningún progresista, siquiera los más obtusos,  creen que el gobierno que Sánchez formará en breve es el baluarte defensor del progreso del pueblo español.

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3 Comentarios

  1. Redacción 13 noviembre, 2023

    Recibo notas privadas de lectores amigos. Destaco dos, de una buena amiga y de un buen amigo. Mi amiga me avisa que la astrología define el momento actual con los mismos signos que la Revolución Francesa o las pasadas Guerras Mundiales. Y me recomienda alinearme con los valores que aportan serenidad personal. Supongo que lo dirá en relación con la mención a la suerte que hago en el artículo. Mi amigo reflexiona sobre lo mismo, pero en otro sentido. Me dice que no es sólo la suerte lo que interviene en el decurso de las vidas privadas o públicas. Le doy la razón. Durante cuatro o cinco décadas se ha estado larvando en la ciudadanía española una disposición casi instintiva a aceptar las calamidades como avances sociales y políticos. Sin esta preparación, la suerte habría sido muy circunstancial.

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  2. Esperanza 13 noviembre, 2023

    Me ha encantado su Artículo, sabias palabras pero sólo para unos pocos, entre los que me encuentro…. España está poblada de necios con aspiraciones y tontos con iniciativas… En fín, habrá que aguantar lo que nos ha caído y malo será, que no nos quede una patata y un huevo que llevarnos a la boca, porque con este Desgobierno Codicioso de Poder y Dinero, no sabe una donde acabaremos y sobre todo, cómo acabaremos … Un saludo

    Esperanza

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  3. rafael escrig fayos 14 noviembre, 2023

    Tienes mucha razón en el análisis que haces de estos que se han auto acuñado con el título de «progresistas». pero creo que te has dejado a una importante masa, quizás la mayor, de votantes de izquierdas que corean a este Sánchez como su salvador ¿de qué? y enemigo de del fantasma del «fascismo», me refiero a los jóvenes de entre treinta y cuarenta y tantos años. Esos jóvenes que no tienen ni idea del franquismo pero que lo consideran como si se hablara de la Guerra del Vietnam o los gulags rusos. Son los nuevos portaestandartes de la moral arrebatada por el mal del fascismo, franquismo, derechona o como quieran nombrarlo. Es la resaca de la rebelión contra la autoridad paterna. Esos jóvenes demasiado mayores para aceptar consejos y demasiado jóvenes para temer males mayores, que votan a izquierdas porque de lo contrario se parecerían a sus padres cosa que odian profundamente. Ahí tiene la baza la izquierda en todas partes, en esa generación que le joder a los de derecha, porque ellos tienen toda la fuerza de su principios sacrosantos y los demás sólo son carcas.

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