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Cultura y comunicación

Asociación Vland Solaris de Benetússer

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Salud, consumo responsable y foro cívico

Edición y fotografías de Fernando Bellón

 Vland Solaris figura como una asociación de consumidores de productos ecológicos sin ánimo de lucro en la localidad de Benetússer, en l’Horta Sud de la ciudad de Valencia. Pero es bastante más que eso. Vland Solaris es un grupo de vecinos y amigos, es un foro de discusión cívica, es un centro promotor de actividades culturales, y también es un estímulo para los cultivadores agrobio que quieran trabajar de modo sostenible, bajo modelo ecológico, para autoconsumo y gestión de excedentesen beneficio de los socios y de ellos mismos. Motivada por las exigencias de salud y por la convicción medioambiental de sus fundadores, en diez años Vland Solaris ha pasado de vivir en el pasillo del piso de Concha Martínez y Nacho Salavert, a contar con un amplio y dotado local en Benetússer, donde muebles e instalaciones proceden de material reutilizado. Allí cocinan y festejan cuando se presenta la ocasión, y mantienen reuniones, organizan sus actividades y almacenan los productos de la huerta, a la vez que realizan la gestión y reparto de los pedidos que llegan de los distribuidores de productos ecológicos. Detrás de Vland Solaris no hay ideología, religión, creencias con sello excluyente ni intereses privados; solo tres decenas de familias de Benetússer que se han tomado en serio cambiar el modelo doméstico de consumo, y servir de nido de experimentos sociales a pequeña escala, una nueva manera de entender la sociedad del siglo XXI.

 

Mercado de Intercambio y Moneda Social de Benetússer, enero 2014. Foto Vland Solaris

Mercado de Intercambio y Moneda Social de Benetússer, enero 2014. Foto Vland Solaris

 

Concha Martínez ha sido presidenta de Vland Solaris durante siete años. Ahora es vocal del grupo de comunicación. Asegura que la asociación tiene un carácter multidisciplinar que se refleja en los grupos constituidos, en los que los asociados participan activamente. “Aquí las familias encuentran un entorno donde reunirse. Esto tiene una dimensión social. En el fondo, somos una comunidad de aprendizaje”, algo que su compañero Nacho Salavert confirma: “Aquí aprendemos a relacionarnos”.

  Concha.- La asociación se asienta sobre las bases de la soberanía alimentaria y el consumo responsable. Y también, sobre los principios del reciclaje, la reutilización de los materiales.

 Nacho.- Y nace de la huerta. Antes de ser asociación, cultivábamos la huerta. Cosa que seguimos haciendo. Primero lo hacíamos en casa, un huerto de terraza con macetones que creamos hace quince años de un modo espontáneo, cuando esta idea no estaba difundida. A partir de ahí, vimos que algunas cosas no las podíamos cultivar, y decidimos buscar un espacio mayor en la huerta.

 En el año 2002, empezamos en suelo agrícola. Todo esto en plan aficionado y para hacer autoconsumo. Una de las vertientes del trabajo de Vland Solaris es que la gente aprenda a cultivarse sus verduras, preparar sus conservas, su mosto, su vino. 

Por ejemplo, una actividad que venimos realizando anualmente es la de la vendimia en la comarca de Utiel Requena; allí pasamos un fin de semana vendimiando, estrujando la uva y embotellando un estupendo mosto o zumo de uva negra que consumiremos el resto del año. Un poderoso antioxidante que aporta salud y bienestar. También hay quien prepara vino en barrica.

 Concha.- La iniciativa para llevar a cabo el proyecto de Vland Solaris nace del respeto y el amora la tierra de Nacho a la vez que de una necesidad de salud mía, por una enfermedad crónica. Producir verduras ecológicas para autoconsumo era en mi caso necesario para mi salud. Desde hacía tiempo consumíamos productos ecológicos. Conseguirlos en tienda nos resultaba muy caro. Sucedía que a mediados de mes nuestros recursos económicos se acababan. Y pensamos, ¿qué hacemos? Bienpondremos en marcha un huerto urbano, cultivaremos en casa. Pero en casa, por ejemplo, los calabacines no salían, ni las patatas…

  Nacho.- Encontramos un huerto en Albal, próximo a donde yo trabajo. También está cerca de Benetússer, a siete kilómetros. Para comprarlo pedimos dinero a la familia. En un principio eran seis hanegadas. Pero al construirse el Ave, en 2004, nos expropiaron y nos quedamos casi sin terreno. Seguimos cultivando en lo que nos quedaba, unos 500 metros. Y en el 2008, con el dinero de la expropiación compramos cuatro hanegadas y media en otro terreno próximo.

Haciendo pastelitos de boniato, noviembre 2013. Foto Vland Solaris

Haciendo pastelitos de boniato, noviembre 2013. Foto Vland Solaris

Concha.- En 2004 empezaron a aparecer personas con los mismos objetivos que nosotros. Un hermano de Concha, una amiga de Benetússer, empleada de banca, que también consumía productos ecológicos… Nos enteramos de que podíamos adquirir productos ecológicos manufacturados más baratos en una distribuidora, ahorrándonos el margen de beneficio que aplican las tiendas. Los implicados éramos cuatro. Y poco a poco, al comentarlo con la gente, se fueron adhiriendo más personas al grupo de consumo y a la huerta. Otros asociados que han venido después han aportado sus propias huertas o se las han iniciado.

 Nacho.- Poco a poco mpezamos a hacer compras conjuntas con el grupo en una distribuidora cercana, lo que suponía un ahorro de entre el veinte y el treinta por ciento. Comprábamos manufacturas como leches vegetales, hamburguesas vegetales, cereales, pastas, cosmética, todo lo que entra en una casa menos carne, pescado y productos frescos. En ese momento consideramos que debíamos formalizar nuestros estatutos, legalizarlos a través de la Conselleria, solicitar el CIF a Hacienda como asociación sin ánimo de lucro, requisitos todos necesarios para poder obtener productos de los proveedores. Nos pusimos en contacto con el Agente de Desarrollo Local de Benetússer, Javier González, que hoy en día pertenece a la asociación y le presentamos el proyecto, pidiéndole asesoramiento.

 Al principio, los pedidos venían a casa. Éramos 5 ó 6 familias, y se podía gestionar de este modo a pesar de la incomodidad. El pasillo de casa siempre estaba lleno de cajas con productos, la gente venía cuando podía, o venía y no estábamos…

Concha.- El recibidor de nuestra casa parecía un almacén. Se manchaba la pared, el suelo… en fin fueron los inicios.

 Nacho.- Pensamos que lo bueno sería disponer de un local, y que todos tuviéramos llaves, para ser más autónomos, y además repartir el trabajo. Por ejemplo, yo me encargo de un proveedor, recojo los encargos del grupo y se los paso, cuando acordamos vengo, abro al proveedor, deja las cajas, yo distribuyo el producto para cada socio, con su factura correspondiente, y me voy. Luego, pongo un correo electrónico, “Ya podéis recoger el pedido de tal cosa.” Y los que lo han demandado, cuando pueden, vienen con su llave, abren y se lo llevan. Con su facturita, van al banco y hacen un ingreso.

  Alquiler de un local, el gran salto hacia delante

 Concha.- Como decía antes, llegó un momento en que tener el almacén en casa era insostenible. Por la acumulación de cajas, y porque el trabajo se centralizaba mucho en nosotros. Habíamos hecho la búsqueda de proveedores, contactamos con ellos, negociamos con ellos, y algunos nos dijeron que no, porque no podían saltarse la cadena de distribución, porque los minoristas se iban a enfadar… Nosotros decíamos que esto era absurdo, porque éramos cinco familias.

 No nos imaginábamos que en tan corto espacio de tiempo la asociación iba a crecer y otros muchos grupos como el nuestro iban a ir apareciendo sobre todo después de los movimientos sociales del 15 M. Cuando empezamos, hace diez años, éramos cinco familias. Ante el incremento de unidades familiares que venían a adherirse, vimos la necesidad de buscar un lugar donde establecer una sede. Una posibilidad era pedir ayuda al ayuntamiento, que te dejaba un local pequeñito, compartido con otros colectivos. Claro, lo que nosotros buscábamos era un espacio grande, para poder, entre otras cosas recibir pedidos y almacenar el excedente de la huerta. Otra posibilidad era alquilar un local, cosa difícil y cara hace diez años. Éramos aún muy poquita gente para poder soportar ese capítulo de gastos. Además siempre hemos querido que todos los productos que nos llegan pasen directamente al asociado sin ningún incremento en el coste. Esto es imposible si tienes que alquilar un local o contratar a una persona para que gestione. Buscamos entre las personas que conocíamos si había alguien que pudiera ceder solidariamente un espacio a la asociación. Y lo encontramos.

 

Concha y Nacho.

Concha y Nacho.

Nacho.- Compensamos al propietario, al que no pagamos renta alguna, asumiendo los gastos de contribución, agua, luz, y seguros de responsabilidad civil a terceros… Todo eso lo asumimos los socios. Hay asociaciones que funcionan con loclaes compartidos y cedidos por el ayuntamiento, con asociaciones de vecinos, con fallas etc… Los del grupo de consumo del Puerto de Sagunto están pagando al propietario su local en moneda social, en ecos. Hay muchas maneras de acceder a un local. En Vland Solaris pagamos una cuota de 50 euros anuales por familia, y unos 40 euros más por Navidad, que se pueden obviar vendiendo lotería por ese monto.

 Concha.- Cuando una persona entra en la asociación, viene a una charla en la que se le informa de los derechos e intercambio de servicios en los que tendrá que participar. Qué puedes ofrecer y qué vas a obtener a cambio. Solo por la ventaja de venir a comprar unas cosas más baratas no merece la pena asociarse, porque esa no es la ideología de este colectivo. Aquí se viene a socializar, a concienciarse, a compartir, a ser más humano compartiendo con otras personas, respaldándose unos a los otros, de verdad, que se vea, que es real, no palabras. La asociación tiene una naturaleza asamblearia.

 Nacho.- Primero viene la gente a una charla, y le informamos de lo que hacemos y de nuestra filosofía. Luego se integran en una de las cinco comisiones o grupos de trabajo existentes: comunicación y difusión, contabilidad y fiscalidad, proveedores (el grupo más nutrido), actividades, y mantenimiento del local, porque tenemos una cocina, un bar, cámaras frigoríficas… Cuando entras a formar parte de algún grupo de consumo tienes que encargarte de alguna labor, llevar un proveedor, estar en comunicación y difusión, llevar contabilidad y fiscalidad, que no es nada fácil ,en fin cada uno asume la tarea que de mutuo acuerdo se decide bien por afinidad bien por necesidad del grupo.

 Concha.- Si hay que pintar, hay que pintar. Si hay que limpiar, hay que limpiar. Las cosas funcionan cuando hay una mayoría de gente que funciona.

 Nacho.- Todos los materiales, aparatos, y hasta el suelo de este local son reciclados. Por ejemplo, la cámara frigorífica era de una empresa, se había estropeado, no funcionaba y me la dieron; le pusimos gas, y lleva ya cinco años en marcha. Lo único que hemos tenido que comprar ha sido el congelador y algunos utensilios de cocina. La televisión no funcionaba, la iba a tirar, y descubrimos que era un problema sencillísimo de fuente de alimentación, que le faltaban ocho gotitas de estaño y ¡a funcionar!

 De asociación de consumidores a vivero de actividades cívicas

 Concha.– Te vas involucrando en otras cosas que van saliendo. El espíritu de la asociación sigueel camino del desarrollo de la economía local. La Feracco de l’Horta Sud nos premió hace dos años, por fomentar el consumo de verdura fresca de los productores de cercanía, así como por la promoción de un horno en Benetússer, de un matrimonio rumano, a quien ofrecimos la posibilidad de comprarles el pan ecológico, que hasta entonces adquiríamos en Rincón de Segura, en Albacete; les facilitamos los proveedores de grano ecológico, para que fueran ellos quienes hicieran el pan orgánico y limpio para la asociación; hoy en día ya hacen pan dos veces a la semana para nosotros y otros grupos de consumo, y también lo venden en la panadería. Fomentamos el canal corto de distribución o comercialización; hemos hecho un esfuerzo por acceder directamente al productor cercano; así aminoramos la huella ecológica, los embalajes, el coste oculto del producto… También, al trabajar nuestra huerta, nos esforzamos en producir y asegurar la pervivencia de las variedades locales. A la vez, hacemos una labor de custodia del territorio, la huerta como verdadera seña de identidad del pueblo. Tenemos un banquito de semillas. Estamos garantizando valores ambientales, sociales y económicos del tejido productivo de la zona… Somos más que un grupo de consumo. Ahora mismo estamos colaborando en los mercados de intercambio y  moneda social, donde se truecan servicios, habilidades, conocimientos, cosas materiales también, de segunda mano y nuevas también; facilitamos una microeconomía no monetarizada en euros.

 Hace poco, la Facultad de Económicas de la Universitat de València nos invitó a participar en una mesa redonda con iniciativas parecidas a la nuestra. Al ser precursores, ayudamos a otros grupos de consumo que se ponen en marcha, les orientamos en la formalización de sus estatutos, les facilitamos el contacto con los proveedores, damos charlas.

 Participamos en la Feria Asociativa de Benetússer: montamos un barracón informativo y gastronómico, eso dura del viernes por la tarde al domingo del primer fin de semana de mayo. Ese día organizamos un mercado de agricultores de proximidad, ecológicos o tradicionales, y luego invitamos a comer a todos los productores y agricultores que vienen al mercado, en un espacio cedido por el ayuntamiento, es una comida de hermandad con los asociados y los colaboradores.

 Nacho.- Somos impulsores del primer mercado ecológico en Benetússer en 2011, los pioneros en la Comunidad Valenciana, junto con Godella. Ellos han conseguido que sea semanal, nosotros, todavía no. También en 2011 empezamos con SEAE (Sociedad Española de Agricultura Ecológica) un proyecto con fondos europeos, el proyecto Biolmed para impulsar los canales cortos de comercialización.

Llevamos a cabo en Benetússer unas jornadas estatales de grupos de Consumo. Dentro de estas jornadas hubo un mercado. Quisimos continuar, como en Godella, pero no pudo ser, porque cambió el color del partido en el gobierno municipal y no fructificó nuestra iniciativa; sin embargo ahora nos están permitiendo hacer mostras cada dos o tres meses, un mercado ecológico que ha impulsado el Foro de Participación Ciudadana de Benetússer, con quien colaboramos. Se hace una charla, una degustación y al día siguiente el mercado agroecológico.

 La unión con otras asociaciones abarata costos

 Concha.- Le llamamosmostrapara no entrar en conflicto con el mercado tradicional del pueblo que dice padecer ya la competencia desleal de las grandes superficies. Aunque ahora parece ser que hay un entendimiento. Pertenecemos al Consejo Económico y Social del Ayuntamiento. Gracias a ello es posible que integremos algún puesto ecológico en la zona ambulante, el mercadillo de los miércoles y los sábados.

Realizamos también otro tipo de actividades como talleres y charlas informativas. La próxima [25 enero] es sobre el Tarifazo Eléctrico. Con motivo de un Seminario para el Empoderamiento de la Mujer Joven que tuvo lugar en Benetússer en Junio pasado, se realizó la proyección en nuestra sede de una selección de cortometrajes por la igualdad a cargo de la especialista Paqui Méndez.

Colaboramos con la Red Sostenible y Creativa. También con Llavors d’Ací, que pertenecen a la Red de Semillas, para conservar la biodiversidad de la huerta. Colaboramos con la Plataforma per la Sobirania Alimentària. Otros colectivos con los que no colaboramos directamente, cuentan con nosotros para realizar compras conjuntas. Eso se traduce después, por ejemplo, en que a la hora de comprar, por ejemplo, leche vegetal, te das cuenta de que aunque cada colectivo tiene maneras diferentes de dinamizarse, en el fondo, en algunas cosas podemos coincidir para beneficio mutuo. Ahora mismo somos varias asociaciones unidas las que podemos acceder directamente al productor sin necesidad de pasar por la distribuidora acortando la cadena de distribución. Así, podemos comprar 2000 litros de leche vegetal, mientras que antes no podíamos hacerlo al tratarse de pedidos más pequeños. Entonces el productor nos remitía al distribuidor con el lógico encarecimiento en el precio. Estar unidos nos da mejores posibilidades.

 Nacho.- Hacemos lo mismo con los cereales, con las harinas, las pastas.

 Concha.- Nos unimos para franquear el muro que te pone la gran cadena de producción. Podemos estar hablando de doscientas o trescientas familias de diez colectivos como el nuestro en l’Horta Sud y l’Horta Nord de Valencia, la capital, Puerto de Sagunto y Liria. Estas asociaciones están empezando a surgir incluso en los barrios. Antes eran más comarcales, pero ahora a un nivel más local, es muy intertesante. Realmente es lo mejor, nosotros no hemos pretendido crecer, porque si te obsesionas en crecer, el espíritu se diluye; mientras que si te quedas en un núcleo de 20 ó 30 familias, las personas se conocen, los nanos se conocen. Es una relación más estrecha, una filosofía más compartida.

 Aquí se aglutinan personas de muy diferente cariz político. Muchas están por ideología, por convencimiento. Pero otras están por necesidad, pero saben que hay una cuota de servicio a la comunidad que hay que satisfacer si quieres estar aquí.

 Nacho.- Ha costado que funcione. Siempre hay personas que no colaboran. El mayor problema es la falta de compromiso de las personas; algunas vienen, prueban, desaparecen al poco tiempo, tal vez pensando, a pesar de la información ofrecida, que esto era una tienda, y venían solo a comprar. No veían la otra parte, que para que esto funcione todos tenemos que aportar un trabajo. El principal problemas derivan de los hábitos individualistas que tenemos, no querer compartir, la comodidad, una rentabilidad mal entendida…

  Concha.- Yo creo que cuando estás en un colectivo donde la mayor parte de la gente funciona bien, por compromiso, se produce un filtrado automático. Esto es un espejo donde mirarse. Cuando tú ves que no estás haciendo las cosas acordes a lo que debe ser, te vas. ¿Que ha habido “peloteras” en las asambleas, gente que habla mucho y hace poco? Eso es moneda de cambio en todas las asociaciones, familias, comunidades… Pero lo hemos superado porque ha habido un núcleo duro que ha tirado para adelante. Quizá nueve o diez familias.

 No somos todos de Benetússer. Hay de Massanassa, Catarroja, incluso de Castellón, que ahora están montando su propio colectivo. Gente de Onil, de Alicante, que también están ahora poniendo en marcha un grupo de consumo allí. Hay gente de Teresa de Cofrentes, que son los que nos organizan todos los años la vendimia. Algunos dicen, ¿y cómo una familia que está en Teresa de Cofrentes colabora aquí, a 120 kilómetros de distancia? Muy fácil, colaborando con la vendimia; buscan una parcela de viña ecológica, ceden su navecita para que podamos dormir todos en sacos, hacen la comida… Son amigos, por supuesto, aquí la mayoría somo amigos. Sí tú quieres, puedes. Lo decimos nosotros, no Obama.

 Fértil experiencia de la moneda social

 Nacho.- Ahora tenemos puesta la energía en los mercados de intercambio y moneda social. No todos los socios, porque no es obligatorio aceptar o participar en una moneda social para estar en nuestro colectivo. Llevamos un año con los ecos y funciona bien. Por ejemplo, hay una cervecería en Chirivella donde puedes hacer consumiciones , y pagar con ecos; o vas a los mercados y empiezas a ver productos de la huerta que se venden en ecos. Cosas de primera necesidad que puedes pagar en esa moneda social. Está creciendo y supongo que ocurrirá como con los grupos de consumo, poco a poco estas iniciativas se van consolidando en la medida que las personas las vamos necesitando e integrando. Son procesos de crecimiento personal y colectivo a la vez.

 Concha.- Para participar en estos mercados, te tienes que dar de alta en el CES, Comunidad de Sistemas de Intercambio, Community Exchange System. A a partir de ese momento puedes comenzar a interaccionar. Ya disponemos de vídeos tutoriales a cerca de cómo hacerlo y también nos reunimos una vez al mes para ir compartiendo nuevas ideas y ajustando necesidades y realidades. En la Comunidad de Intercambio Horta Sud, que es a la que nosotros pertenecemos, ya contamos incluso con un dentista y un pediatra.

Existen algunos núcleos locales, incluso ayuntamientos que se han involucrado, y parte de los impuestos los están cobrando en ecos, porque ellos pueden contratar servicios en ecos a otros profesionales. Esta realidad aún es minoritaria pero es una posibilidad real, en ejercicio. Podéis verlo en:

http://www.vivirsinempleo.org/2013/10/documental-sobre-monedas-sociales-

 

 

 

 

 

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