Cultureta, Cultura y Kultur

Entrañable Mr Marshall

Por Fernando Bellón. Editor de Perinquiets-Libros

Ha publicado Javier Paniagua un artículo sobre el Centenario de Berlanga, y el amigo y compañero Vicente Torres, observador afinado e insaciable de la realidad, me lo envía. El asunto y el artículo de Paniagua me han suscitado algunas reflexiones.

El artículo, publicado en el suplemento cultural Post Data del diario valenciano «Levante -EMV», es de una precisa ambigüedad sobre los vicios, las virtudes y la forma de ser de los aristócratas de la cultura de la Comunidad, Reino o País Valenciano, y así incluimos a las tres variedades posibles de intelectuales, casi todos orgánicos.

Vicente Torres, que yo sepa, no forma parte de ningún Gotha, como tampoco yo (está todo el espacio cultural ocupado), y ambos nos encontramos en un no-lugar estupendo para analizar la actualidad polémica.

La primera sorpresa del artículo de Paniagua es el sopapo a Santiago Grisolía, personalidad intocable por su currículo y su edad. Le trata de medianía iluminada por el talento probado de Severo Ochoa, con quien trabajó. Grisolía es un anciano elegante y educado, que ha sabido mantenerse siempre dentro de la órbita protectora de su maestro. Es todavía presidente del Consell Valencià de Cultura, y esta circunstancia ilustra la calidad de nuestro Gotha valenciano. Paniagua hace un repaso a vuelapluma del Consell, recordando que entrar en él requiere una provisión de calidad intelectual y una adscripción ideológica, si no directamente política, además de un largo curso de buenas (o malas) relaciones con las figuras relevantes del Gotha y con la composición de les Corts, que les designan.

Luego pasa a mencionar a otros personajes implicados en el centenario de Berlanga. La precisa ambigüedad de Paniagua suscita en el lector las dudas evocadas por el periodista y ensayista, si Berlanga no fue tan ejemplar como se dice, si tampoco fue un director de cine excepcional, y otras sutilezas que pueden tener que ver más con la evolución ideológica del director valenciano que con sus atributos profesionales o su talento.

Me tocó entrevistar a Berlanga varias veces siendo yo redactor de Canal 9, y lo más difícil era hacerle callar. Se ponía a hablar, y si yo mantenía el micrófono extendido desde mi mano a su boca, acababa con el brazo dolorido. Es todo lo que puedo decir de él «desde el plano personal». En lo demás, reconozco su valía y me gustan casi todas sus películas.

El novelista, ensayista y columnista valenciano Vicente Muñoz Puelles ha escrito una amable biografía sobre el cineasta, «Berlanguiana», editada con lujo por el Consell Valencià de Cultura. Para Paniagua el libro es una sucesión de anécdotas de relativo valor. Da algunas vueltas en torno al erotismo de Berlanga y de Muñoz Puelles, pancarta que agitó el cineasta con habilidad y que a mi humilde entender es poco valiosa.

Estima más Paniagua, y lo cita, el trabajo del periodista Miguel Ángel Villena sobre la vida del centenario, que Valencia Plaza califica de «un libro extraordinario con un ritmo frenético y repleto de anécdotas y testimonios valiosísimos».

Miguel Ángel Villena es un curioso ejemplar de intelectual orgánico y valioso, porque no ejerce de académico de ningún Gotha étnico, si bien pertenece a uno muy poderoso, el de Prisa. Villena es un excelente profesional del periodismo español, muy bien relacionado. Ignoro si seguirá en la órbita ideológica del viejo PSPV , y me refiero al de Pérez Casado y Joan Lerma (enemigos implacables entonces). No quiero imaginarlo adscrito al sanchismo, entre otras cosas porque no lo necesita.

El caso es que Paniagua levanta un tablado en el que sitúa al C.V.C., señalando, sin herir mucho, las entretelas políticas y culturales en las que se sostiene el tinglado. Todo con la excusa del centenario de Berlanga. Su habilidad ha despertado la curiosidad de Vicente Torres, y de rebote la mía.