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Bitácora y apuntes

De «No passa ná» a «Passo de tó», lemas de la democracia española

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Un mundo de colores.

Un artículo de Fernando Bellón

El periodista Vicente Torres, conocido de esta revista, ha publicado un artículo titulado «Lo del Banco de Valencia da miedo». La proposición se apoya en el argumento de que la crisis y desaparición de ese infortunado banco estuvo plagada de irregularidades, escándalos y posiblemente hechos delictivos que han sido relegados al rincón de la desmemoria. Comenta Vicente el libro «El hundimiento del Banco de Valencia», escrito por Juan Broseta y publicado por Samaruc.

En este trabajo de un incisivo ingeniero que ha ido reuniendo documentación sobre el calvario de la entidad, se concluye que la incompetencia, mala práctica y desprecio a la ley y a la moral camparon a sus anchas. Está claro que no se trata de vicios metafísicos, sino encarnados en personas con nombres y apellidos, desde los ilustres a los que se pasearon por la palestra como grandes hombres y han acabado en la cárcel (por otras causas, es decir que eran unos delincuentes redomados, biológicos, y pido excusas por la extravagancia, pero no me apeo de ella).

En un intercambio de guasapos, le comentaba yo a Vicente esto: Muy interesante y escandaloso. Una y otra vez se destapan verdaderas estafas sin que tengan la menor repercusión política, económica y social. Somos una sociedad muy enferma. La democracia en almoneda. Pues si no sirve para nada, acabará llegando un déspota o un dictador, y no podremos echarnos la culpa más que a nosotros mismos. Y me contestaba él: «Exactamente».

No hay más palabras, no puede haberlas. Estamos saturados y hartos de palabras. La demagogia y la sofística tienen un límite, como se sabe desde tiempos de Platón.

Pues bien. Hoy precisamente se notifica que «La Audiencia Nacional ha anulado el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid y ha condenado al Ministerio del Interior a que le readmita en el puesto».

Este puñetazo en la mandíbula del gobierno dejaría k.o. al ídem de cualquier país que no fuera el nuestro. Sin embargo, lo más probable es que no pase nada, porque el lema de nuestra clase o casta política (toda, sin exclusiones partidistas o ideológicas) es «No passa ná», es decir, pase lo que pase, a nosotros no nos pasa nunca nada, salvo excepciones, que confirman la regla, bonita paradoja.

Item más, nos enteramos también estos días de que el Ministerio del Interior patrocina, bendice y estimula la patada en la puerta de un domicilio particular donde se celebre un guateque. Esto es literal, y no vale decir que hay desaprensivos que les importa un carajo la salud del prójimo, como en ese anuncio de gestión de multas de tráfico, en el que una señora se ufana de cometer infracciones con el coche, porque tiene un seguro. No pueden matarse moscas a cañonazos, como es saltarse las cauciones jurídicas.  Hay desaprensivos, muchos más, que estafan a los ciudadanos desde el poder y sus aledaños, y a esos no parece inquietarles un posible asalto s su casa por la policía.

«No passa ná». Nunca les pasa nada a los responsables de hechos gravísimos, pero si un ciudadano vulgar y corriente tiene un desliz y le pillan, a por él, que es un sinvergüenza.

La casta política, la casta financiera, la mediática, etc. tienen bula. Y la seguirán teniendo mientras la ciudadanía «passe de tó». Me quejo yo de que a medio plazo vamos de cabeza a una dictadura. Me corrige el amigo Vicente, que ya estamos en ella, y nos la estamos comiendo con patatas. Creo que tiene razón. Pero lo que no tiene duda es que este tipo de dictaduras valleinclanescas no perduran. Claro que, ¿cual es el sustituto de una falsa democracia que en realidad es una dictadura? Mal remedio tiene el asunto. Pues nada, si no podemos hacer otra cosa, a esperar sentados, y cuando llegue lo que sea, saldremos todos corriendo, espantados por fin.

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