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Bitácora y apuntes

Democracia «ostentoria»

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Gaspar Oliver

Sorpresas, escándalos, improperios bárbaros, arbitrariedades judiciales, carreras y botes de humo.

Resumen de la (pre) campaña electoral en curso.

Uno está acostumbrado a todo esto por la edad. Pero semejante acumulación de hechos atroces es algo insólito.

Los fenómenos históricos marcan hitos, pero no se suceden en cascada.

Lo que queda hasta el 23 de julio será una acumulación de soplapolleces políticas y sociológicas, así que la sorpresa, el escándalo y todo eso se irá desactivando en nuestro sistema nervioso por fatiga.

La vida colectiva entre humanos nunca ha sido un paraíso. Tampoco un infierno, ni siquiera un purgatorio. Una mezcla de los tres, con periodos de dominio de uno de ellos.

Esa mezcla ha dado en llamarse “Democracia”. Democracia guay, ni popular ni orgánica, democracia representativa. La europea y norteamericana. La nuestra desde 1979. Democracia “ostentoria”.

Una ojeada fuera de casa al periodo 1945-2023. De todos los países de nuestro entorno solo parece salvarse el vecino. Menos mal que nos queda Portugal y su revolución de los claveles. Francia ha sufrido un intento de golpe de Estado, una revolución cultural, mediática y ruidosa y una descomposición del sistema de partidos. En Italia han tenido más crisis y gobiernos que años han transcurrido entre las dos fechas señaladas. Grecia ha tenido golpes, democracia, intervención alemana (dos veces, una durante la guerra, pero eso cae fuera del periodo). Yugoslavia, ni te cuento, ha dejado de existir, como Checoslovaquia. Bélgica ha pasado tres años sin gobierno sin ruina ni gloria. El Reino Unido se ha unido a la Unión Europea, se ha desunido, ha perdido el Imperio, ha perdido la industria, y ahora la gobierna un hindú. Alemania reunida a traición. Avalancha demográfica llegada de otros continentes.

Y así seguido.

El 23 de junio caerá el sanchismo por decisión popular, y todo será diferente y mejor.

Yo votaré por correo, porque tenía pagado un viaje al extranjero. Y votaré para que caiga el sanchismo. Pero no tengo ni ilusión ni confianza en lo que pase luego.

Pocas cosas cambiarán. Lo accesorio, lo ruidoso, lo mediático. Siempre lo mediático. Pero apuesto a que lo fundamental quedará intacto: sistema educativo igual en todos los territorios, con algún margen lingüístico; mismo sistema sanitario público; aplicación de la Constitución inclemente en todos los territorios, revisión de las competencias autonómicas, política exterior hábil y contundente frente a Marruecos y frente a un Reino Unido que ocupa parte de nuestro territorio, revisión pública de nuestra adhesión a la OTAN y a la Unión Europea. Establecimiento de una verdadera y sólida comunidad Iberoamericana frente al auge anglosajón.

¿A que suena a locura imposible? ¿Quién va a tener los redaños a poner en práctica estas decisiones ineludibles? Pues, los que ganen las elecciones.

El paso hacia el futuro de Europa va por el camino inexorable de remodelar alianzas y tratados. De un modo o de otro acabaremos así, nosotros, los franceses, los italianos, los alemanes, los británicos. Y así seguido.

Y lo más desconcertante también llegará: las grandes naciones del planeta y las menos grandes que se fortalecen a toda prisa impondrán su dominio, y también un sistema político pariente lejano de la “Democracia ostentoria”. Yo no lo veré. Espero que mis nietos lo vivan con salud y confort.

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