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Cultura y comunicación

El tedioso recurso de rizar el rizo en las series de la tele

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Residente en Francia, acostumbro a ver la televisión francesa, que emite muchas series belgas y francesas o coproducciones. Sobresalen las de género policial, aquí conocido por Polar. En estos enlaces, el lector curioso puede conocer detalles de Polar: “género policial” (policier), en novela escrita, en cine y ahora abrumadoramente televisivo. Como muestra, he aquí las series más exitosas en Francia y parece que también en el extranjero: Chérif, Section de recherches, Profilage, Alice Nevers, Candice Renoir, Prof T., Le mystère du lac, Meurtres à, Capitane Marleau, Adstrid et Raphaëlle, Les Petits Meurtres d’Agatha Chsistie,  Crimes Perfects, etc. En este enlace se puede ver la lista entera por canales. En total son casi doscientas series, imagino que sumadas las que se han ido produciendo.

Segismundo Bombardier

En España también se producen series polar. En todas ellas, buenas o malas, largas o cortas, se utiliza el tedioso recurso de retorcer la realidad en demasía, rizar el rizo. Esto es, reflejando escenarios reales e interpretados por seres humanos, las necesidades de la ficción de estos productos comprimen la realidad, los conflictos, las situaciones, de modo que aunque las peripecias son con frecuencia inverosímiles, se entiende que el espectador las va a aceptar. Ni los autores pretenden ni los televidentes esperan obras redondas. Así que, como decía aquel, “Da igual”.

Es un género socorrido porque contiene los elementos necesarios de todo melodrama: conflicto, misterio, asesinatos, corrupción (en especial de la alta burguesía), y escenarios reales. Género ideal para pasar un rato entretenido delante de la televisión. Yo suelo verlas antes de ir a dormir, no todas, claro, sino aquellas que responden a un guion estereotipado y previsible. Se trata de distinguir al criminal de entre un grupo de personas que van apareciendo a lo largo de los capítulos o en cada capítulo, porque algunas de estas series no van encadenadas. Suelen ser series “blancas”, sin escenas de sangre ni de sexo explícito.

Otro elemento fundamental que observo en las series polar de todos los países y lenguas es el conflicto psicológico de los y las policías: tensiones familiares, divorcios, amantes, corruptelas o corrupciones. Si hacemos caso a la ficción, el oficio de policía es incompatible con el  matrimonio y todas sus secuelas, estabilidad emocional, hijos, etc; y hace al funcionario en cuestión proclive al alcoholismo, a la misantropía y al cinismo.

Si yo fuera ministro del interior podría como condición para contar con la contribución de los cuerpos policiales en estas series, que se atuvieran a los estereotipos, y no endilgaran a todos los protagonistas, digo bien, a todos, defectos tan notorios, porque la población puede perder la confianza en las fuerzas del orden. Son populares, pero nada de fiar. No me estoy refiriendo a censurar guiones, porque las novelas y los tebeos se podrían seguir haciendo sin ayuda pública. Sería la muerte del polar en la televisión.

Acabo de ver las tres temporadas de una serie de TVE digna de cuenta. La Caza: Monteperdido, Tramuntana y Guadiana. 24 episodios. Se basan en una novela de Agustín Martínez etiquetada como thriller psicológico. El autor ha participado en los guiones de las tres temporadas, en los que han intervenido cinco guionistas más. Ignoro si ha existido un equipo para perfilar con distintos puntos de vista la acción de los personajes. No me extrañaría, por la complejidad de las historias.

Es una serie cara, me refiero a que la mayoría de estas series se hacen sobre una plantilla, series producidas “en serie”, como fabricar un automóvil o una cafetera, y salen baratas. Una serie cara significa producción cuidada, tecnología “punta”, escenografía que debe de mover a centenares de figurantes, y guiones “ajustados a la realidad” del marco en el que se producen. En La caza, el  marco rural del Pirineo oscense, una pequeña ciudad mallorquina entre montañas, y la frontera entre España y Portugal en el desagüe del Guadiana en el Golfo de Cádiz.

La caza tiene también una plantilla. Monteperdido: secuestro (muy largo) de unas niñas sin resolver; sospechas de que el o los culpables son vecinos del pueblo, todos “personas de bien”; tráfico de estupefacientes; la joven sargento de la guardia civil que acompaña a un teniente maduro es una mujer muy problemática; corrupción chusca en el seno del cuerpo. Tramuntana: secuestro de unas niñas (más corto); sospechas de vecinos y familiares del pueblo, cínicas “personas de bien”; trata de blancas; estupefacientes; corrupción criminal en el cuerpo; la sargento de la guardia civil es la misma y sigue igual de trastornada o más. Guadiana: secuestro de una joven; las sospechas y el cinismo e hipocresía inherentes a las “personas de bien”; trata de esclavos en el peonaje de la fresa; estupefacientes; la sargento de la guardia civil ya no está en el cuerpo, pero sí en la serie, y embarazada, siempre al borde del ataque de nervios. No obstante, resuelve todos los casos con gran esfuerzo, perseverancia y peligro físico y mental.

En este tipo de series caras y de inmejorable factura, uno espera que el guion tenga solidez. Rizar el rizo es inherente al género.

Ahora bien, ¿qué novela o pieza dramática no riza el rizo? Las comedias y  los dramas de Shakespeare, de Lope, de Calderón, que son ejemplos académicos, están llenas de situaciones imposibles. La fantasía y el melodrama existen desde La Illiada. La aparición y el dominio de la novela realista en el siglo XIX se basa también en el melodrama: Balzac, Dickens, Dostoyevski, Galdós. Clarín, Eça de Queirós. Con la excepción de El Quijote. Resulta curioso que Cervantes muriera creyendo que su verdadera contribución a la literatura española fue Los trabajos de Persiles y Sigismunda, novela bizantina llena de disparates. En El Quijote seguimos las aventuras de un pobre loco sin una pizca de retorcimientos en la trama y subtramas, y no perdemos el interés en la lectura, al menos los que lo hemos leído.

Yo llamo “rizar el rizo” a las inconsistencias. En La Caza son numerosas, cosa que el equipo de guionistas podía haber resuelto, quizá a costa de la trepidante intriga, no sé si esto es posible y comercial. Véase la imagen de presentación de la serie, una mujer y dos hombres a su lado apuntándonos con pistolas y cara de pocos amigos. Un topicazo hecho en beneficio de la publicidad, para atraer  clientes. Una lástima.

Menciono algunas inconsistencias, y aviso a los lectores interesados en verla que van a tropezar con “espoilers” o destripamientos, así que sáltense este párrafo, luego vuelve la normalidad. Es imposible que dos niñas se hagan jóvenes en una cueva sin perder el juicio y sentido de la realidad. En el guión se juega con el despiste de una de ellas, afectada por el encierro, despiste que al fijal se muestra un añagaza de la víctima para no denunciar al canalla. Es un mal truco necesario para mantener la intriga. Es absurdo que un guardia civil que ha contribuido a un negocio de prostitución y ha consentido la distribución de drogas se mantenga en el cuerpo, aunque contribuya a resolver al caso. La temporada de Monteperdido me hizo pensar en “las niñas de Alcásser”, no sé si a los guionistas les sucedió lo mismo. En la temporada de Tramuntana el rizo está en mezclar a lo bestia la triste infancia de la guardia civil desequilibrada con la trama de secuestro y corrupción de un grupo de ricos indeseables desde el primer momento, incluida una fiscal, y una residencia de menores; el episodio del abuso de niñas en Mallorca que salpicó a la actual presidenta del Congreso de los Diputados se me vino a la memoria como un relámpago. En Guadiana, el retorcimiento llega a al límite de lo aceptable. Las implicaciones de los notables del pueblo son ahora menores, pero disparatadas. Una de las mujeres con aspecto de no haber matado una mosca, madre de dos hijos y esposa de un tipo que es una ruina moral, secuestra a otra de sus amistades a punta de escopeta de caza  porque un traficante de esclavos gitano le dice que es millonaria gracias a ese tráfico y  necesita dinero. No se llega a explicar cómo y por qué el gitano le cuenta el secreto a la chica modosita. Lo inaceptable desde el punto de vista de los retorcimientos del guión es la secuestrada, una mujer de armas tomar, que al ser liberada mata fríamente al guardia que le ha sacado de su cárcel, un tipo como un castillo, y esto lo hace después de pasar varios días encerrada casi sin comer ni beber; no obstante esta mujer peligrosísima, se deja intimidar por la madre de familia, que además es la mitad de grande que ella. Esto no se lo creen ni los guionistas. Pero rizar el rizo es necesario para mantener la expectación de la audiencia. Esta temporada me hizo pensar en el Lute, que vivió trapisondas tremebundas, sin matar a nadie, claro.

Ya no hay más destripamientos.

Ahora es el momento de juzgar las actuaciones. En general son buenas. En particular, las hay buenísimas, y no es extraño que los mejores sean un actor versátil de mucho fuste, Pepe Viyuela, que hace de un padre andaluz con perfecto acento (es de Logroño), agobiado por los traumas de sus hijos, y Beatriz Carvajal, no menos versátil que el anterior. Del resto de los actores, me gustó Félix Gómez (sevillano que hace de sí mismo). Estaban bien Megan Montaner y Alain Hernández, los protagonistas con el anterior. El elenco de secundarios está a la altura de la producción.

Una protesta: ¿por qué los actores hablan en voz tan baja y con expresiones ininteligibles? Una amiga que se dedica al asunto del cine y el teatro me dice que los productores y directores de series exigen a los actores que hablen bajito, para distanciarse del teatro, gran enemigo del cine. El problema es que los espectadores no les entienden, cosa sorprendente, cuando el objetivo de la producción es enganchar a la audiencia. He visto la serie en versión original, naturalmente; quizá en la doblada o subtitulada no se pierda nada.

Una reflexión final. He visto algunas series españolas. Debo reconocer que las mejores son de TVE, las caras y las baratas. Las cadenas privadas tienen tendencia a ahorrar costes en casi todo. En las series baratas se advierte menos, pero en las “caras” la diferencia con TVE es brutal.

Y acabo. El cuerpo de la Guardia Civil ha participado y facilitado la producción de estos 24 capítulos. Supongo que conociendo los elementos del guion en donde algunos de sus componentes quedan mal. Es una prueba de madurez democrática y de liberalidad. La Guardia Civil, como cuerpo eficaz y orgánico, queda en buen lugar. Lo mismo sucede en las series francobelgas. La Gendarmerie y la Police National se refuerzan en el imaginario de la gente. En un momento como este de disgregación de España, me parece estupendo que las fuerzas nacionales del orden queden bien paradas, a pesar de sus defectos.

1 Comentario

  1. rafael escrig fayos 5 octubre, 2023

    Me gusta hacer un comentario en esta sección, ya que la fórmula de «Deja un comentario» me lo permite. Para empezar he de decir que no soy amigo de las series de televión españolas. Aquí se habla de los tópicos, pues sí, los tópicos es algo repulsivo que hace lo malo, peor. Se habla también de la forma de hablar de los actores. Yo siempre he dicho que las películas o series españolas, quedarían mucho mejor si las doblaran, al español, por supuesto, por profesionales del doblaje. El lenguaje tan soez del que se abusa y la vulgaridad en general, no me permiten ver diez minutos de serie o de película española. Si hay algo que se pueda salvar, es tan anecdótico que no merece la pena resaltarlo. Por todo lo dicho, queda claro que no me arriesaré a ver ninguna de estas series, por si los dípteros. como decía aquel.

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