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Bitácora y apuntes

Encaje de bollillos para neutralizar la Constitución

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El gobierno y sus socios traidores a España están tejiendo un encaje de bolillos para formular las condiciones legales necesarias y suficientes para exculpar a los golpistas de 2017.Merece la pena repasar las condiciones en las que se levantó la Transición que, hace más de cuarenta años pasmó por su eficacia a toda Europa, a pesar de sus errores.

Fernando Bellón

Poco después de la supresión del Apartheid por el gobierno de Klerk sudafricano visité el país acogiéndome a la hospitalidad de un antiguo compañero de colegio que vivía en El Cabo. Me moví por El Cabo, Pretoria y Johannesburgo con la carga de un oficio acumulado durante treinta años, y hablé con casi todos los grupos y partidos implicados. Por cierto que  una empleada española de la embajada, creo que sin atribuciones diplomáticas, me dio estupendos consejos, una prueba de que nuestras embajadas cuentan con personal muy capacitado.

Una de las entrevistas la realicé en la sede el Parlamento en El Cabo a Jacobus Tertius Delport, viceministro de Desarrollo Constitucional, y se publicó en “El Observador” de Barcelona.

Un ejemplo internacional

El hombre estaba muy interesado en el hecho de que el diario se publicara en Barcelona. Me dio dos razones, una era que la Transición española era un ejemplo a seguir, y que el equipo de de Klerk la había estudiado a fondo; otra era que el partido de los afrikáner (los ciudadanos de origen holandés) se sentía muy identificado con el de los nacionalistas catalanes, entonces Convergencia y Unión.

Esta segunda razón tenía que ver con el escenario que a los afrikáner y a los ingleses se les venía encima: un país de votantes mayoritariamente negros, obligados a convivir con sus opresores hasta hacía nada. Poco hablamos del asunto, pero supongo que el interés de los afrikáner era aprender de un hecho inverso al suyo; imagino que en su cabeza primaría la imagen de un pueblo elegido, el catalán, dominado y explotado por otro, el español. Quizá una de las salidas al Apartheid fuera crear un estado blanco propio. Era difícil que cuajara.

La acción de la Generalitat de Cataluña se ha extendido durante décadas por todos los continentes, y ha filtrado con habilidad la fantasía del pueblo oprimido. Durante mi estancia en Australia, a principios de los ochenta, se me acercó un catalán instalado desde hacía tiempo en Sydney ofreciéndome que colaborara en la creación de una biblioteca catalana subvencionada desde Barcelona, apoyándose en el hecho de que yo soy valenciano, o sea, dels Països Catalans.

La debilidad y la inteligencia del tardofranquismo

La Transición española fue un ejemplo nacional e internacional, si se tiene en cuenta que España no dependía de sí misma en este empeño. La Transición consistió en salir de una dictadura de casi medio siglo a una democracia parlamentaria sin romper nada ni manchar de sangre a nadie (de esto se encargó el terrorismo). El apoyo público y enmascarado de las potencias democráticas fue fundamental, porque sabían que los españoles no querían otra guerra civil.

El instrumento fue la negociación, pero no la reconciliación. La reconciliación se había producido mucho antes. Carrillo la llamó “reconciliación nacional”. El PSOE la ignoró porque siendo cuatro gatos mal avenidos no tenían posibilidad de reconciliarse con nadie que no fueran ellos mismos. La llamada extrema izquierda se opuso a esa reconciliación ya realizada. También actuaba por su cuenta una extraña banda vasca. Creyeron que si empleaban la violencia asesina, el pueblo español se levantaría en armas contra el ejército y la dictadura. Visto desde hoy, el propósito es digno de dementes que viven la inopia. El franquismo había conseguido una estabilidad económica sorprendente, y había sentado las bases de la clase media, antirrevolucionaria por definición. España formaba parte de las naciones desarrolladas de Europa, y el desprestigio y debilidad del franquismo la dejaba inerme; la subordinación ideológica y cultural al imperio anglosajón estaba muy avanzada en 1975.

Los desórdenes universitarios de los años setenta en España eran un espejismo político, procedían de la rebeldía biológica de una juventud privilegiada. Por lo general la juventud de la clase baja no suele dar problemas. En cuanto a las huelgas fabriles del tardofranquismo no eran consecuencia de la actividad del PCE y CC.OO., aunque les sirvieron de entrenamiento. La crisis del petróleo de 1973 y la inflación golpearon a todos los países industrializados de Europa, y dieron lugar a conflictos laborales ruidosos en todos ellos. Ambos fenómenos, los disturbios universitarios y los laborales, se dieron con la misma virulencia o mayor en los países democráticos europeos en el mismo tiempo. Afirmar que fueron las huelgas universitarias y obreras las que dieron al traste con el franquismo es una simpleza. Ni siquiera fueron decisivas.

Los negociadores de la Transición fueron los franquistas no cerriles y, en el otro lado de la mesa, una ensalada de demócratas, socialdemócratas, monárquicos y personajes centrífugos del Régimen, que mantenían conversaciones con ellos y entre ellos desde hacía tiempo. Temerosos de que se podía llegar a un acuerdo sin ellos, los comunistas de Carrillo se emplearon a fondo para que se les admitiera. Al PSOE se le aupó y se le financió desde su posición de nula influencia hasta construir un partido que parecía un ejemplo de eficacia.

El fin de la Transición y el plan de Sánchez

Se ha escrito poco sobre la fuerza y la influencia del PCE en la población española. Que era limitada no lo niega casi nadie. Que si llegan a dejarles fuera la Transición podría haber descarrilado, es posible. El caso es que a los comunistas se les subió al carro. Sería interesante saber qué opinaba la socialdemocracia alemana y los servicios de inteligencia norteamericanos, y si tenían un plan alternativo. Si hay algún estudio no especulativo, es decir documentado, sobre este asunto, no lo conozco.

Es necesario recordar y remover la Transición para entender lo que está ocurriendo ahora en España.

Cuando la izquierda indefinida, divagante, infantil y rabiosa hoy en el poder dice que la democracia española actual procede del franquismo no se equivoca. Todo su afán consiste en hacer entrar en escena cuarenta años después a los elementos derrotados por esa Transición a la democracia, y antes por el Franquismo en 1939: la extrema izquierda que fracasó en la guerra civil y luego en su revolución armada” en 1975-76, en los años siguientes, y la banda vasca que (es necesario saber cómo y con qué apoyos exteriores) que fue vencida por el Estado español.

Para mí la duda es si la dirección del PSOE esperaba el momento, o la dinamita que acumula ahora en los cimientos del Estado es algo sobrevenido por razones electorales. Ambas posibilidades son probables a la vez. Convertir España en una república bananera les asegura el poder durante décadas, hasta que la ruina de la población y la nación les eche.

Cada vez hay más voces que claman que Sánchez tiene un plan. Y lo cierto es que lo que está pasando tiene que obedecer a un plan, por diabólico e inaplicable que parezca. El encaje de bolilllos que Sánchez está realizando con las fuerzas políticas antiespañolas por un lado y su intento de dominar la judicatura por otro no es cosa improvisada, es algo urdido con minuciosidad.

La otra pregunta es si la ciudadanía española lo consentirá.

De momento, y mientras no se convoquen otras elecciones, no le queda más remedio.

Politólogos y comentaristas dan vueltas a la hipótesis de que el pueblo español se está dejando engañar. Al pueblo no le importa que le engañen si a cambio le dan pan y circo. Hasta que el pan y el circo se hacen imposibles. No hace falta ser politólogo, sino haber leído algo de historia para saberlo. Una cosa es el pueblo y otra los ciudadanos. El pueblo tiene fe en la prédica de la hermandad universal. Los ciudadanos procuran forjarse una opinión propia sobre la realidad en la que viven.

El fracaso de la OTAN y la UE

La idea de que la izquierda es más sabia y generosa que la derecha funciona en España desde que el PSOE ganó las elecciones en 1982. No es una idea dura y redonda como el granito, porque la derecha también ha ganado elecciones. Toda Europa padece la misma incertidumbre política

Véase la reacción de los ciudadanos, que han empezado a votar a la supuesta derecha en Italia, en Hungría, en Polonia, en Chequia. El adjetivo “supuesta” no es un capricho ideológico. La izquierda y la derecha de antes de la guerra del Golfo y la desintegración de la URSS han borrado sus fronteras en Europa. El sueño de una Unión Europea y su fantasía de una Europa de Regiones han suprimido las barreras ideológicas. La guerra de Ucrania ha puesto a prueba la UE y la OTAN. Estas instituciones han cometido la misma torpeza que el Kremlin: pensaban que la jugada era cosa de días. La toma de Kiev fue un fracaso, pero la economía y la soberanía ucraniana están arruinadas. Sólo que Rusia en lugar de deteriorarse, resiste y se fortalece. Las guerras cuestan mucho dinero, y sólo los pueblos amenazados con su sobrevivencia aguantan las calamidades, con la ayuda apropiada. El pueblo ucraniano, dividido en dos, no tiene capacidad alguna para ganar una guerra, que de momento se mantiene por dos razones: el limitado apoyo extranjero a cambio de la venta sin condiciones del país, y la estrategia de Rusia de no meterse en un berenjenal con una invasión generalizada, aprendida la lección del atasco de una columna blindada teóricamente imbatible.

Este es el escenario geoestratégico en el que se mueve la democracia parlamentaria española y sus trileros ideológicos. El desprestigio de las ideologías tras la caída del Muro de Berlín, conduce a dos posturas: la supuesta “izquierda” ahora sólo habla de “progresismo”, una idea nebulosa, imprecisa; y la derecha no quiere ser considerada derecha sino centro.

La incertidumbre es un fantasma que recorre Europa, América y el Oriente Medio. La democracia parlamentaria está en el alero. Mientras los auxilios económicos a los náufragos del sistema tengan fondos, el equilibrio inestable se mantendrá. Pero si a los ciudadanos sin trabajo y a la clase media sin perspectivas se la abandona, la inestabilidad se extenderá y habrá que buscar nuevas palabras para lo que suceda.

 

 

 

 

 

 

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1 Comentario

  1. Rosa Marin 29 octubre, 2023

    Pues por desgracia también creo que tienes razón, Fernando!. Pero los ciudadanos que sólo tenemos vor en las elecciones, estamos permitiendo que «ese Plan» de Sánchez (y los que estarán detrás de el),.siga adelante!

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