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Agricultura y naturaleza

Enric Peris labrador de «La Fanecà» de Alboraya

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Un labrador zen en la Huerta de Valencia

Una entrevista y fotos de Fernando Bellón

Enric Peris se confiesa un labrador poco cuidadoso con el método. Esto no quiere decir que descuide la normativa reconocida para el cultivo ecológico, sino una reconciliación con su personalidad tranquila. Si Enric fuera chino o japonés sería un labrador zen, uno de esos ermitaños taoístas despreocupados, que vagan por las huertas como nubes llevadas por el viento, sin tener que hacer otra cosa que cultivar unas verduras, mirar cómo se desliza la niebla y escuchar el murmullo de las acequias.

En palabras de Tzu-ch’eng evocadas por Alan Watts en El camino del Zen, «Si la mente no está cubierta de viento y de olas, siempre vivirás entre montañas azules y árboles verdes».

Enric Peris Piquer tiene 42 años, es de Alboraya, donde tiene abierto su negocio de venta de frutas y verduras ecológicas La Fanecà, y se enorgullece del mote de familia, «Barraquero», que le otorgaron a su abuelo, también agricultor. La Fanecá la constituyen tres socios, Enric, Alexandre o Xandre Pujades, también agricultor eco, y Patricia o Patri, compañera de Enric, que atiende la tienda. Luego están Marina, que también está en a tienda y ayuda en faenas agrícolas, y Draz, una joven croata que pasa casi todo el tiempo en el campo.

Texto y Fotos Fernando Bellón

Enric Peris Piquer.- En los años pasados, cada uno cultivaba campos y cultivos propios. Pero este año estamos trabajando juntos. Es un poco enredo (ríe). En total tendremos unas doce hanegadas, una hectarea y poco. En cinco parcelas, todas en Alboraya. Las tierras que teníamos en Meliana se las hemos pasado a compañeros que también se dedican a la agricultura ecológica.

Con una falta absoluta de vanidad relata su trayectoria profesional.

Enric Peris.- Yo siempre he tenido mil faenas un poco dispersas, pero lo que más he trabajado ha sido la carpintería. Primero trabajé en un puesto de cosméticos de Rafelbunyol, luego en un taller de chapa y pintura en Bonrepós, y también he trabajado en «Fartons Polo», montando vallas publicitarias y participando en eventos publicitarios como la caravana de la Vuelta Ciclista a España.

A la izquierda, Chandre, a la derecha, y en el centro

A la izquierda, Xandre Pujades, a la derecha, Enric,  y en el centro, Draz.

Su introducción en la agroecología llegó por una casualidad fatal. Pero se ha formado con esmero sobre todo en la práctica.

Enric Peris.-  Hemos hecho algún curso. Para tener el sello necesitas un par de cursos. Estaría bien hacer más formación, pero eso te quita tiempo de trabajo, y es un poco difícil. O estás en el campo o estás arreglando cosas en la tienda, o haciendo cestas… El poco tiempo libre que tenemos, yo lo gasto en la tienda y en una asociación de Alboraya a la que pertenezco. Lo que aprendes es observando y preguntando a personas que llevan más tiempo que tú, aplicando su experiencia en lo que se debe de hacer y lo que no se debe de hacer.

Mi entrada en la agricultura eco viene de la crisis, porque estaba en paro y sin cobrar. Mi compañero Alex estaba trabajando la tierra con Pablo, que era su socio entonces. Estaba en el paro y me propusieron ir con un puesto al mercado de Godella a cambio de un tanto por ciento de lo que vendía. Alex ha trabajado en el campo, tiene familia labradora, pero de la generación de los abuelos. Mi experiencia agrícola era de collidor (recolector) de naranja, o echando una mano a alguien del pueblo en las faenas agrícolas. Pero nunca me he dedicado en serio a la agricultura hasta hace siete u ocho años. He ido aprendiendo en la práctica… y como soy despistado, soy de plantar y lo que crezca. Me entran plagas, hay cosas que no funcionan… No soy de rutinas de tratamientos, me despisto. Pero he tenido suerte hasta ahora, he plantado cosas y me ha ido bien.

Remolachas frescas de Alboraya.

Remolachas frescas de Alboraya.

La Fanecà cumple siete años en noviembre. Esto lo abrió otra gente, cuatro socios, y yo venía algunos días, también iba al campo a cambio de verduras, y cuando Alex se separó de los socios por problemas prácticos, y decidieron cada uno seguir su camino, entró y salió alguna gente. Pero al final nos quedamos Alex y yo, y Patricia en la tienda.

El trabajo da para vivir o sobrevivir en el entorno en el que nos movemos. No somos gente que malgasta, en mi caso tengo la suerte de no tener ninguna hipoteca, y los gastos son los imprescindibles, la luz, el seguro del coche, el alquiler de la tienda. Malvivimos entre el mercadillo de Godella, la tienda y las cestas que repartimos. No podemos ahorrar. He utilizado la indemnización de un despido, que ya se esta acabando.

La Fanecà dispone de tierras certificadas en el CAECV y otras en trámite de ser orgánicas, y de momento acogidas al Sistema Participativo de Garantías, en el que agricultores y consumidores se conocen y se tienen confianza. A pesar de confesar ser indisciplinado, Enric y Xandre planifican las cosechas.

Enric Peris.- Es una planificación compartida con Vorasenda, con Xavi, otro labrador ecológico. Combinamos los cultivos de verduras, vamos rotando los productos. Nuestra planificación se basa en la experiencia de los años anteriores. Hacemos dos temporadas, otoño/invierno y verano. Compramos a los viveros eco, Peris, a veces a Cucala, y al Mareny.

Siempre plantamos un poco de más. A veces te la juegas con la patata, y si sobra se la tienes que vender a alguien. Te salen tres o cuatro mil kilos, y tienes que vender el producto para sacar los dineros invertidos. Puede que sea Enric Navarro quien lo necesite, y se lo vendemos a él. Y también a la Unió de Llauradors, a Carnutes, una persona que distribuye productos eco por Alicante y Castellón.

Enric, recogiendo lechugas para el reparto semanal.

Enric, recogiendo lechugas para el reparto semanal.

La clientela de La Fanecà es, como en otros casos de pequeños agricultores locales, reducida y selecta.

Enric Peris.- En Godella viene gente más concienciada, que lleva años consumiendo productos ecológicos. Y la gente de la tienda de Alboraya son personas que han cambiado sus hábitos. La gran mayoría de nuestra clientela son gente concienciada para alimentarse con productos ecológicos libres de pesticidas y mierdas industriales. Nosotros les tratamos bien, si compran algo que no les gusta se lo cambiamos. Informamos a la gente de lo que tenemos, lo nuestro y lo que hemos comprado. Confían en nosotros. Intentamos trabajar el Km Cero, aunque a veces resulta difícil.

Reconoce que las ventas en la tienda han bajado casi un treinta por ciento en este año.

Enric Peris.- Lo atribuyo a que la demanda se ha ido a las grandes superficies, que empiezan a vender productos eco. Se han puesto las pilas y como tienen más medios, te comen el terreno. Aunque los precios nuestros son más baratos.

Descargando la recolección del día.

Descargando la recolección del día.

La venta de cestas a través de la página web se han incrementado, eso sí. Hay subidas y bajadas, gente que prueba, sobre todo después de Navidad, que quieren cambiar hábitos alimenticios. Hay dos tipos de cestas, las cerradas, de 15 y 22 euros, que las preparamos nosotros con los mismos productos, y otras en las que cada cliente pide lo que hay en la tienda. La mayoría de las cestas son cerradas; están bien surtidas, con fruta y verdura y la gente está contenta, no tienen que preocuparse de nada, muchos pertenecen a los grupos de consumo. Las cestas abiertas son de personas que piden una vez a la semana, para combinar lo que les hace falta. En total tenemos 30 clientes, algunos cada quince días.

Luego también suministramos a un bar en el pueblo que prepara platos eco, se llama El Nostre Bar. Y también a Arrels, la tienda de un grupo de consumo en la plaza del Pilar de la ciudad de Valencia.

Toda empresa, por pequeña y personal que sea, tiene dificultades y debilidades.

Enric Peris.- La mayor dificultad es sacar adelante el producto,la incertidumbre. Cultivas sin saber si vas a poder vender todo o te va a sobrar. La debilidad es que no puedes tener a más personas trabajando. Somos dos, y vamos apurados de pasta. Te gustaría tener un tractor decente, siempre vas pillando cosas de quinta mano. Nos hemos quedado ahora una Pasquali del año de la Picor, un tractor de cuatro ruedas con un rotovátor, pero lo gastamos poco porque no podemos circular por las carreteras, y luego tenemos una mula normal y corriente. Pero cuando hay que rotovatar hay que contratar la maquinaria. Nuestra debilidad es que siempre estás en precario. Para salir de esa precariedad necesitas dinero que no tienes.

En la tienda de Alboraya.

En la tienda de Alboraya.

¿Le vendría bien a La Fanecá algún tipo de subvención oficial?

Enric Peris.- Yo no soy mucho de pedir subvenciones. Al final acabas debiendo dinero, y prefiero valerme de mis propias posibilidades. Son dineros efímeros, y encima las subvenciones no te las dan para que las uses según tus planes, sino que tienes que poner tú el dinero y luego te lo dan. Así que te toca ir a un banco, pedir un crédito… Entonces prefiero hacer las cosas con lo que tengo. Pero desde luego, si pudiéramos contratar a más personas y tener tiempo para llevar las cosas con desahogo, sería mejor, porque trabajamos un poco esclavizándonos.

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