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Agricultura y naturaleza

Las mujeres de Kitega, Uganda, a punto para la agricultura orgánica

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Entrevistas, Gaspar Oliver. Fotografías «Expedición Solidaria»

Uganda es un país encajonado entre lagos: Victoria, Eduardo y Alberto, con una profusión de lagos interiores, y atravesado de sur a norte por el mítico río Nilo y por otras corrientes fluviales. Todo esto hace de él un estado de los más fértiles de Africa. Con un clima de lluvias constantes y temperaturas medias en torno a los 20 grados, es un paraíso para la agricultura. El setenta por ciento de la población vive del cultivo de diversos productos, la mayoría «cash crops» o cosechas rentables: café, algodón, te y tabaco. Esta producción masiva está en manos de grandes empresas internacionales, que funcionan mediante ciclos completos de siembra, fertilización, pesticidas, recolección y exportación. Los productos agrícolas suponen el cincuenta y dos por ciento de las exportaciones ugandesas. Los pequeños agricultores son la mayoría de la población rural, y cultivan en un régimen de autoconsumo y supervivencia familiar; vienen a sumar el veinte por ciento del producto interior bruto. Algunos de estos agricultores contribuyen al mercado agrícola con sus pequeñas cosechas, pero sometidos a los dictados de la agricultura industrial. Compran en un paquete las semillas, los pesticidas y los fertilizantes, e intentan cosechar excedentes. El objetivo es difícil de conseguir, y además empobrece una tierra que la naturaleza ha bendecido.

La ganadería es otra de las actividades del mundo rural (más del setenta por ciento de la población de Uganda, que es superior a los treinta y cinco millones de seres humanos, sin contar los refugiados que le llegan de Ruanda, de la República Democrática del Congo y de Sudán), que practican los pastores. Pero los ganaderos no suelen ser agricultores y viceversa, por lo que la utilización de animales en las tareas agrícolas es excepcional.

Por último, un rasgo que define la agricultura ugandesa y africana en general es que quienes cultivan las cosechas son las mujeres en una mayoría aplastante. Los varones o se dedican al pastoreo en las regiones donde este abunda, al pequeño comercio y a los servicios locales.

Un huerto típico de la agricultura a pequeña escala en Uganda.

Un huerto típico de la agricultura a pequeña escala en Uganda.

Este panorama fue el que descubrieron hace años Fanny Collado y los componentes de «Expedición Solidaria», una organización no gubernamental valenciana, en sus sucesivas visitas a una zona de las más hermosas de Uganda, al borde del lago Victoria, en un pueblo llamado Kitega. Entre noviembre y diciembre, David Clemy, trabajador social de esa localidad, estuvo de visita en Valencia y en compañía de Fanny realizó una serie de visitas a diversas instituciones con el objetivo de encontrar ayuda y orientación para la producción agrícola de su pueblo.

Fanny Collado.- Formamos parte de una asociación que se llama «Expedición Solidaria», que colabora con Uganda mediante programas de voluntariado, personas que quieran pasar allí estancias cortas, y organizando eventos que sirvan para recaudar fondos para ayudarles poco a poco a realizar su proyecto. El origen del proyecto en Kitega es una escuela de discapacitados que empezó hace más de diez años. El padre de David fue uno de los promotores, por influencia de otra persona que tiene una hija discapacitada, y crearon un centro de día, donde las personas discapacitadas pudieran ir, porque estaban en sus casas encerrados, atados…

Fueron familia por familia convenciendo a las personas que dejaran a los niños discapacitados ir al centro. Así empezó todo, al principio con mucho escepticismo por parte de las familias, y ahora, con lista de espera. En todos esto años consiguieron que las familias de los discapacitados se juntaran para ayudarse mutuamente. Luego, las otras familias de la comunidad se dieron cuenta de que el proyecto adquiría fuerza y se fueron sumando a él. Después la cosa se expandió a otras aldeas. De un centro de día para discapacitados ha pasado a ser un proyecto comunitario.
En Uganda todos son agricultores a la fuerza. En mi primera estancia allí, empezamos con la escuela de discapacitados. Y al volver con personas que tienen una formación agrícola, fue cuando se despertó esa posible colaboración con los campesinos locales.

David Clemy Musoke. – Estoy aquí para la colaboración de personas españolas en partnership con una ONG de Uganda con la que colaboro supervisando sus actividades en el «Kitega Community Center», que se dedica esencialmente a ayudar a personas discapacitadas, pero que luego, buscando un medio ambiente sostenible para la comunidad de discapacitados decidió expandirse a realizar programas de desarrollo. A lo largo de los años hemos tenido muchas personas colaborando con el centro, en especial españolas, y ahora intentamos incrementar esta colaboración.

Fanny y David en una reunión con el profesor Rafael Laborda, de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Universitat Politècnica de València.

Fanny y David en una reunión con el profesor Rafael Laborda, de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Universitat Politècnica de València.

Kitega está a 40 kilómetros de la capital, Kampala, en dirección a Jinja, donde el lago Victoria proporciona agua al Nilo.

Uganda es por encima de todo una economía agraria. Mucha gente depende de la agricultura. Las exportaciones principales de Uganda son agrícolas, café algodón, cacao, te y otros productos. El suelo es muy rico para la agricultura. Pero a nivel local hay mucho potencial que no ha sido utilizado. Los agricultores no tienen acceso a los conocimientos necesarios, que mejorarían su trabajo. Se cree que Uganda es un superproductor de ciertos productos, pero la realidad es que se podría obtener mucho más. La primera razón es que los métodos de producción de las grandes compañías no son los mejores. Y luego porque los pequeños agricultores no están preparados para cultivar con eficacia sus parcelas.

Hay muchos que no producen la suficiente comida como para alimentarse. Hay que tener en cuenta que las familias africanas son grandes. Así que hay mucho que hacer en las pequeñas propiedades locales para hacer una agricultura más sostenible y más productiva. Además está el hecho de que la agricultura resulta muy cara a los campesinos, y cada vez hay menos. Para cultivar cualquier cosecha necesitan mucho dinero para comprar semillas, pesticidas, fertilizantes… Y eso a pesar de que el suelo es excelente.

El sesenta por ciento de la agricultura la producen pequeños campesinos de las poblaciones rurales. Sobre todo para alimentar a sus familias. En Uganda mucha gente posee parcelas de tierra o puede alquilarlas. Las grandes compañías están formadas según un modelo comercial. Muchas de ellas son internacionales, por ejemplo, vienen de la India, y se dedican al maíz en tierra en propiedad o alquilada. Tienen recursos, y esto disuade a muchos campesinos locales de dedicarse a la agricultura. Como los extranjeros no están autorizados a comprar tierra, se forman compañías ugandesas que sirven de intermediarios.

Los problemas de los pequeños campesinos son la formación, la información y los recursos para llegar a fin de mes. El suelo es muy bueno, pero no los estamos usando de una forma provechosa. Y encima, el uso de pesticidas y fertilizantes está perjudicando esa tierra. La colaboración con instituciones como «Expedición Solidaria» es para ofrecer a los agricultores lo que les falta, de manera que no se eche a perder su gran capacidad de trabajo. Lo primero es convencerlos de que pueden sacar provecho de las tierras que cultivan, que pueden obtener cosechas para alimentarse y con excedentes que puedan vender. Convencerles qué tipo de productos pueden sembrar, no solo uno como el maíz, que es la dieta fundamental. Se trata de superar el conflicto de cantidad contra calidad.

La superficie media de las parcelas de los pequeños agricultores es media hectárea, tierra propia o alquilada para cada cada estación de siembra. Pocos agricultores tienen la capacidad financiera para comprar nueva tierra, así que la alquilan.

Un estampa excepcional en Uganda, hombres en el campo arando con animales.

Un estampa excepcional en Uganda, hombres en el campo arando con animales.

Fanny observó que la agricultura estaba en manos de mujeres, que a la vez se dedicaban a mantener a la familia y a veces a dirigir microempresas. Según un informe del Banco Mundial, el noventa por ciento de las mujeres rurales se emplean en la agricultura. Además de este trabajo, cada mujer emplea una media de nueve horas al día en tareas domésticas y en el cuidado de los hijos, los mayores y los enfermos. Esto suma una media de 15 horas de trabajo al día para las mujeres,  mientras que la media para los hombres es de entre 8 y diez horas. Los miembros de «Expedición Solidaria» mantuvieron varias reuniones con las mujeres de Kitega.

Fanny Collado.- El proyecto lo hemos empezado de un modo algo desorganizado, pero haciendo cosas prácticas. No hemos esperado a tener un proyecto formalmente escrito, con financiación y esas cosas. Hemos empezado a hacer pruebas allí con semillas que hemos llevado de aquí, hemos visto qué estrategias podemos poner en marcha para la transmisión de conocimientos. Así que el impacto ha sido directo. La gente nos ha escuchado, quiere más conocimientos, y espera recibir de nosotros formación en las técnicas básicas. En los dos años que hemos trabajado con los agricultores en nuestras cortas estancias, nos hemos dedicado a enseñarles cosas básicas de agricultura, tratando de enfocarles a la agricultura orgánica, que es la que se adapta a ellos en sus recursos escasos para los tratamientos químicos. La empresa que te vende las semillas te incita a que consumas sus productos fitosanitarios.

El año pasado estuve viajando con Josep Ibáñez, un ingeniero agrícola muy capacitado para entender lo que estaba pasando. Y dijo que esos campesinos estaban en el punto de decidir si se encaminan a la agricultura industrial, con el uso de fertilizantes, tratamientos y tal, o si pueden enfocarse a la agricultura biológica, más respetuosa con el medio ambiente. Pero no tienen ni siquiera los conocimientos para distinguir una de otra. Cuando les explicas que no hace falta un tractor, porque pueden trabajar con animales se quedan sorprendidos. Ellos no tienen tractor, pero se lo alquilan al rico del pueblo. Y los animales útiles para el cultivo no son comunes en la zona.

Las semillas son el primer problema. Las semillas de híbridos, basadas en el vigor híbrido, son más accesibles para ellos. La presión norteamericana les ha hecho comprar semillas híbridas de maíz. Luego está el resto de cultivos,aparte de las grandes producciones industriales de café, caña de azúcar, algodón, todas de grandes empresas. Eso a nosotros no nos interesa. Nos interesan los cultivos de las familias para su alimentación y para crear algún excedente. El maíz no es tradicional de África. Otras cosas, sí, como un tipo de plátano, cassava, colocasia o ñame, tomates, pimientos, berenjenas. El problema con estos productos es que hacen una mala selección de semillas, y van empeorando el producto.

Nos hemos llevado semillas de Valencia para probar a ver si van. Si el experimento de las semillas funciona bien, encontraríamos la forma de hacer llegar semillas a Uganda, unas de Vicent Martí, otras de Pep Roselló y otras de alguien que las preparó en Alcoy. Estamos probando cosas de una forma un tanto desordenada. Lo que funcione lo pondremos en marcha. Hemos llevado tres variedades de semillas de maíz, de las cuales una ha funcionado bien. Hemos llevado tomates que han salido fatal porque no han hecho un semillero para hacer plantones, y las han tirado directamente al campo.

Analizando las posibilidades de formación agroecológica con las agricultoras de Ki

Examinando las posibilidades de formación agroecológica para las agricultoras de Kitega.

Lo que más necesitan son conocimientos. Es complicado. En lugar de buscar grandes proyectos y financiación para ellos, hemos de buscar soluciones pequeñas pero eficaces. Josep Ibáñez, el ingeniero agrícola y profesor de ciclo de FP, llamó a amigos y conocidos y recogió semillas. Si sale bien, encontraremos el modo de enviarles más semillas.
Es poco organizado, pero estamos trabajando de persona a persona. Vicent Martín lo detectó muy bien, dijo “Vale, no es un gran proyecto pero es de persona a persona”. Tú me ayudas, yo te ayudo… Cuando empezamos a trabajar llegábamos a cien familias, que son la base del proyecto, aunque cuando intervienen otras comunidades el número se multiplica.
Es estas reuniones con personas como Rafa Laborda de la UPBV y representantes de CERAI estamos intentando fijar la continuidad del proyecto, basado en la necesidad que tienen de conocimiento. Lo importante es hablar con la gente. No hay otra forma. Tienes que ir allí y hablar con la gente. Hablas y hablas y hablas. Les cuentas tu película sobre la agricultura ecológica, su importancia, los beneficios que aporta a la agricultura. Y ellos te cuentan los problemas que tienen. Y en base a lo que ellos te van contando, vas orientándote hacia lo que necesitan. Las mujeres, que son la mayoría de las agricultoras, cuentan que el mayor problema que tienen es conservar la semilla. Nosotros tenemos tecnología para conservar la semilla, pero es que ellos no tienen tarros de cristal. Esto solo lo sabes hablando con la gente.

Uno de los trabajos de las mujeres es desplazarse a por agua potable y a otros menesteres domésticos .

Uno de los trabajos de las mujeres es desplazarse a por agua potable, entre otros menesteres domésticos .

Hemos decidido volver a nivel cero para saber de una manera global lo que ellos saben, de manera que podamos organizar materiales didácticos que les puedan servir para aprender un poquito más de lo que saben, el secado de las semillas, la fertilidad del suelo, los ciclos de la planta. Su conocimiento es muy básico porque tienen un suelo muy fértil. Tú tiras cualquier semilla, y sale una plantita. El problema es cuando empiezan a introducir variedades de fuera que se enfrentan a enfermedades y al cambio climático. Las variedades híbridas sufren mas las plagas, aunque son más vigorosas. Pero eso no te lo cuentan los folletos de venta. Las compañías te venden las semillas y los productos fitosanitarios. Este es un ciclo de agricultura industrial, no sirve a pequeña escala. El suelo va alterando sus propiedades. Cambiar de sus variedades autóctonas a las importadas, empeora la agricultura. De hambre no se mueren. Gracias a su suelo tan rico, a poco que hagan pueden comer. De lo que se trata es cultivar mejor para obtener excedentes y poder comercializar con ellos. Allí casi todo el mundo tiene un campo, el 95 por ciento de las personas que viven en un medio rural.

En las zonas muy rurales hay pocos servicios para la agricultura. Te tienes que ir a la ciudad a comprar mochilas, abonos y tal. Existe una presencia abrumadora de la industria agrícola.

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