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Cultura y comunicación

La abeja motocarro italiana (Piaggio Ape)

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El artista gráfico Txemacántropus vio así un motocarro callejero el 4 de julio del año en curso.

Italia es el país europeo donde se inventó el motocarro después de la II Guerra Mundial, el primer modelo data de 1948, según las enciclopedias digitales. Otros lugares del planeta donde existe este automóvil son la India, su entorno y la China. Ignoro si la fecha de motorización de los carritos tirados por seres humanos es posterior o anterior al motocarro italiano.

Es el caso que la misma fábrica que hacía Vespas quitó la rueda trasera de la motocicleta e incorporó un cajón con dos ruedas para transporte de mercancías, o de personas, para lo cual diseñó un asiento sobre dos ruedas. En Italia los motocarros se llaman piaggio o piaggini, la marca que los fabrica: Piaggio Ape, con todos sus modelos: Abeja Piaggio

Su éxito fue arrollador en Italia, y también en España. El éxito de un instrumento es proporcional a su utilidad. En los tiempos del crecimiento de una economía destruida por la guerra era más fácil y más económico hacer motocarros que coches, camionetas y camiones.

En Palermo, como decíamos en la crónica ¿Cuándo se quedó Palermo así?, los motocarros son numerosos y ubicuos. Su tamaño y su servicio de transporte a baja escala les hace insuperables. La Abeja Piaggio es dúctil, es práctica, y  hace malabarismos en las callejas de una ciudad como Palermo.

Las motocicletas también abundan, pero no pueden transportar turistas a los que toman por la calle como taxis, ofreciéndose al peatón con aspecto de visitante, incluido el servicio de cicerone. Un motocarro no sirve para hacer un viaje entere Palermo y Siracusa, por ejemplo, cargado de mercancías (máximo 900 kilos), por carreteras en mal estado y por  montes con largas cuestas. Pero es utilísimo para la ciudad y el pueblo. En Palermo, y supongo que en bastantes ciudades del mediodía italiano, es un instrumento esencial para los pequeños negocios. De ellos viven miles y miles de familias, que se resisten a la globalización en la medida de sus posibilidades y de su afecto a la independencia e iniciativa personal.

En anglosajón se dice «customizar», palabreja globalista. Los palermitanos gustan de personalizar con adornos su motocarro. Sobre estas líneas una muestra de friso superior, que evoca un templo siciliano, y las pegatinas del frontal, decoraciones efímeras llenas de símbolos del mercado capitalista más primitivo.

Imagen lateral de la misma Abeja. En el friso se observan detalles de la artesanía local los pupi o marionetas. Obsérvese la bandera de Aragón en forma de dos manitas por encima de la ventanilla. Hasta bien entrado el siglo XVII el reino de Nápoles y Sicilia formaba parte de la corona española, y estuvo gobernado por Austrias y Borbones. Fue época de esplendor. Cabe recordar que muchas naves que intervinieron en la batalla de Lepanto, que contuvo al turco a finales del siglo XVI, partieron de Siracusa y Catania.

He aquí dos usos del motocarro palermitano. Como transporte de muebles o elementos de madera. Y como transporte de fruta, verdura y otras mecaderías frescas. A veces se pueden ver motocarros dentro de un almacén o garaje, con su dueño colocando viandas en la caja. Cabe todo, desde cerezas a pescado. Aunque no mezclados. Los motocarros dedicados a la venta de pescado sólo llevan peces. Hay un exceso de basura en las calles, como ya hemos ilustrado en el artículo anterior, pero la higiene se mantiene en el interior de los locales y en los mercadillos callejeros.

Esta imagen no pertenece a Palermo. Es un callejón de Cefalú, uno de los pueblecitos pintorescos de la isla. La anchura de la vía no es muy superior a la del motocarro. Donde no pasa ni siquiera una abeja Piaggio, se usa la motocicleta. Los motoristas son conductores magistrales, espontáneos, a veces chiquillos. Empezando en tan tierna edad, a los veinte años son prodigios capaces de competir en cualquier carrera.

Con un motocarro se puede volver al futuro, hermosa paradoja. Este cartel del teatro Biondo de Palermo me parece una extraordinaria incursión en la leyenda. Una máquina menospreciable transportando diosas y geniecillos. Y todo ello relacionado con el mar, la fuente de alimentos más preciada de Sicilia. Grandiosa metáfora, que invita a pagar una entrada, aunque luego la representación sea decepcionante. O no.

Nos pasamos a las motos. He aquí un ejemplo de lo que puede hacerse con este automóvil de dos ruedas. Dos, tres y hasta cuatro personas pueden subir a una moto tipo escúter como esta. Que todavía ocurra esto en Italia es prueba de la resistencia de la ciudadanía a la ley que intenta imponer la seguridad a cambio de la independencia. Supongo que los accidentes de usuarios de las motocicletas será tan alto en Palermo como en Alicante. Siendo niño yo he montado en una Bultaco con mi tío y alguna persona más. Mi mujer recuerda haber viajado en Vespa con su padre a los mandos, el hermano pequeño delante de él en la plataforma, ella detrás de su padre y al final la madre. Ninguno llevaba casco. Eran otros y probablemente mejores tiempos.

En los barrios céntricos de al ciudad hay palacetes y construcciones de la antigua nobleza y burguesía palermitana. No están en mejores condiciones que las casas de los barrios populares. Son lugares ideales para guardar el automóvil, de cuatro, tres o dos ruedas. Una tarde vi a un chavalín dando vueltas con una motocicleta por uno de los barrios más abandonados. Lo hacía por gusto, evolucionando entre vehículos aparcados, peatones y otros obstáculos. Lo único que hacía era pasárselo bien. En uno de los giros malabarísticos se plantó en la acera y se coló de golpe por una puerta que conducía a un pequeño almacén.

Muchas motocicletas duermen en las aceras. Supongo que debidamente aseguradas. Las debe de haber a miles en la isla. A ellas sí se las encuentra en las carreteras y en las autovías, largando petardazos.

Los moteros palermitanos tienen las mismas costumbres que los moteros de otros lugares: se reúnen en torno a un taller, charlan, preparan sus salidas, o se entretienen vacilándose unos a otros.

Y nos vamos con el mismo artista con el que comenzábamos. Esta es la visión de Txemacántropus de una plaza de Palermo con mercado de restauración. Ñam Ñam.

3 Comentarios

  1. rafael escrig fayos 20 septiembre, 2023

    Permíteme que discrepe, Fernando. Si no fuera así, esto de dejar un comentario no tendría gracia. Pero me resisto a creer en ese tópico de que el tiempo pasado probablemente fue mejor, tal como dices hablando de las motos. Antes íbamos sin casco y sin cinturón, es cierto, pero es porque no era obligatorio y ni siquiera existían los cinturones. Ahora, a costa de nuestra libertad, usamos una y otra cosa. Pero esa libertad de que hablas, en el caso de los italianos meridionales, por lo que estamos viendo en tus articulos, lo mismo que en el caso de cualquier insensato o delincuente de aquí o de allá, es tendencia natural a ir contra la ley y de hacer las cosas como a uno le da la gana, algo muy parecido a la anarquía. Será muy divertido para ellos y se sentirán muy libres, pero esa libertad tiene más que ver con el caos y el desorden, tus fotografías hablan por sí solas. Y esa forma de vida, esos carromatos, esas motocicletas, no es comparable a lo que ocurre en otras zonas de Áfica o de Asia. Allí tienen esa libertad de ir sin casco, por ejemplo, pero es por falta de medios. En el caso de Italia hay mucha corrupción y ello es caldo de cultivo para el parásito, el chulo y el vividor. El cine italiano del Neorrealismo nos pinta certeramente el caracter de esas gentes, que tras la Segunda Guerra, se acostumbraron a vivir del presupuesto y las ayudas de Estados Unidos primero y de la Unión Europea después. Creo que debemos borrar esa imagen «romántica» que nos han querido dar del Sur de Italia, cuando es pobreza aderezada de desidia por el trabajo. Tú mismo decías en el artículo anterior sobre Palermo que no te explicabas de qué vivía esa gente. Si tiramos de ahí el hilo, tendremos la explicación.

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  2. rafael escrig fayos 20 septiembre, 2023

    Esta es mi opinión. Lo que no es contradictorio con que aplauda tu artículo, tanto por su interés como por las fotografías que aportas. Y un sobresaliente para el dibujo cubista de la plaza de Palermo del genial Chema.

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  3. Redacción 21 septiembre, 2023

    Otro buen amigo me recuerda que en la India los motocarros y los carritos tirados por personas llevan notorios accesorios decorativos. Puede que exista cierta conexión o influencia entre las culturas grecolatinas del Mediterráneo central y oriental y ese exceso de barroquismo hindú. No hay que olvidar que los templos griegos y toda su imaginería se pintaban de estrafalarios colores que los siglos han borrado. Buen ojo, Manolo.

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