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Agricultura y naturaleza

«La Comunidad Valenciana no tiene peso político en la P.A.C.»

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Conversación con José María García Álvarez-Coque,  catedrático de la Universitat Politècnica de València

La Universitat Politécnica de València es un vivero académico de la mayor calidad. Hemos recurrido a uno de sus catedráticos para que arroje luz en el enmarañado bosque de la Política Agraria Común. José María García Álvarez-Coque es doctor e ingeniero agrónomo, coordinador del Grupo de Economía Internacional, Catedrático de Economía Aplicada y Profesor de Economía y Política Agrarias. Una de las personas que mejor entienden el laberíntico mundo de la PAC. Tan laberíntico que para acostumbrarse a él hay que estudiarlo a fondo y por largo tiempo, y si es posible, navegar en sus procelosos mares. Tanta metáfora viene a cuento por lo que en esta sesión nos ha resumido Álvarez-Coque, una especie de manual de urgencia para no perdernos, sin necesidad de entender el enciclopédico contenido de una política que llena varios discos duros de varios terabites.
Un reportaje de Gaspar Oliver
Resumimos, para empezar, las explicaciones del profesor Álvarez Coque sobre los enigmas de la P.A.C..

Uno de los misterios mayores de la PAC es el desacoplamiento.

Es difícil de explicar y de entender. Se trata de separar la subvención al producto cultivado para vincularla al terreno o campo en el que se cultiva. Ese terreno sirve de referencia para el cálculo de un pago, que se repite todos los años, independientemente de la cosecha que se cultive en él. Viene a ser un cheque anual constante. El propietario o arrendatario puede incluso no cultivarlo pero está obligado a mantenerlo en buenas condiciones, sin actividad productiva.
Cuando se calcularon los pagos al entrar en efecto la nueva regulación, hace años, se creó la llamada mochila para el pago inicial, la referencia. El cálculo estaba basado en rendimientos medios de los últimos años.
Pero hubo un pecado original: el cálculo inicial dependía de los pagos que se venían recibiendo en función del producto y la superficie. Es decir, las zonas de mayor productividad tenían una mochila mayor que las de baja productividad. Las baja productividad de las zonas así mencionadas se debe a que están más expuestas a las condiciones climáticas y a otros riesgos. Esto condicionó el cálculo inicial, que se arrastra, y condena a estas regiones a ser más pobres siempre.
La UE era consciente del problema y buscó soluciones para no dispersar los pagos. Por ejemplo, una convergencia, para que no haya tantas diferencias entre regiones agrícolas.
Hay países que han decidido asignar el mismo pago a todas las regiones, como Alemania. Se paga lo mismo por hectárea en todo el país. El nuestro es el modelo regionalizado. No hay mochila, solo una nacional, no territorializada, como en Francia, Italia o España, con su modelo histórico con mochila.
Una de las críticas mayores a esta nueva PAC fue que se estaba subvencionando la ineficacia, la baja productividad.
Por ejemplo, se intentaba conjugar dos fenómenos contradictorios, evitar las discriminaciones y a la vez las distorsiones de la competencia, al pagar a unas regiones más que a otras. Se intentó corregir la desigualdad mediante unas las reglas de convergencia, muy complejas para el periodo 2014-2020. Casos extremos eran Letonia que cobraba antes de esta reforma 60 euros por hectárea, en Grecia, 500 que cobraba 500.

Otra de las preocupaciones de la PAC presente es el de la simplificación.

La propia Comisión Europea y el comisario de Agricultura no tienen claro qué quieren decir con simplificación. Hay una simplificación para el gestor diferente de la simplificación para el usuario. Son simplificaciones opuestas. Para el usuario, la multitud de reglas para saber si es elegible para la ayuda son un protocolo complicadísimo. Todo esto es papeleo. La complejidad de la gestión a veces hace la solicitud de ayudas inviable.
A los conflictos nacionales que se dan en la agricultura, se unen los regionales. Por ejemplo, las autonomías son un problema en España, en relación con Alemania, que también tiene regiones o Laender. Aquí son un factor de bloqueo. Esto da lugar a que España tengan posiciones muy conservadoras respecto a la PAC, porque no puede modificar las distribuciones de pagos entre comunidades. Cada intento de cambiar las reglas de juego perjudica a una o a otra comunidad autónoma. La posición menos costosa políticamente es el inmovilismo.

He aquí algunas páginas donde encontrar resúmenes pedagógicos de la P.A.C.

Un buen informe-resumen de Eur-Activ, en inglés.

Una serie elaborada por la Agencia EFE, basada en el informe anterior, traducido y resumido.

Véase esta entrevista de EFE Agro a Pekka Pesonen, secretario general de la asociación de cooperativas de agricultores y ganaderos europeos (Copa-Cogeca), que considera que una parte considerable de los productores se ha hecho excesivamente dependiente de las subvenciones de la Unión Europea (UE).

Y la página del Mapama de la P.A.C., también bastante accesible.

DSC_1772¿Cómo se refleja la PAC en la Comunidad Valenciana?

José María García Álvarez Coque. La CV no tiene peso político. Porque es una región que no ha recibido grandes pagos directos, salvo algunos cultivos. Por ejemplo, para el cálculo inicial de referencia de superficie se excluyeron las frutas y hortalizas, menos los cítricos. Salvo que antes cultivaras algo que recibía pago directo, del que estaban excluidas hortalizas como las lechugas o las berenjenas. De este modo, l’Horta de Valencia está excluida de los pagos directos, con la excepción de los cítricos. Hay, eso sí, otro tipo de ayudas, como incorporación de jóvenes agricultores, compra de maquinaria, etc. Y también otros instrumentos que favorecen a las frutas y hortalizas, por ejemplo, las ayudas a las organizaciones de productores, cooperativas e iniciativas similares. Reciben apoyo para mejorar su comercialización las SAT (Sociedades Agrarias de Transformación), las sociedades limitadas o anónimas de productores que cumplen determinados requisitos. Algunas SAT están vinculadas a un empresario privado, también agricultor, que promueve una sociedad asociación de productores. Por ejemplo, empresas exportadoras vinculadas a una SAT promovida por los grandes.
A finales de este mes de marzo el ministerio de Agricultura Pesca Alimentación y Medio Ambiente ha convocado a todas las autonomías a una conferencia para debatir el futuro de la PAC. Una reforma que afecta a tantos y variados intereses, que en ocasiones amenaza con extinguir la propia PAC.
En un documento preliminar en el que ya se trabaja de cara a la reforma de la PAC, la Comisión Europea evalúa la posibilidad de dejar más decisiones en manos de los Estados miembros, las regiones y los propios agricultores, lo que podría suponer una renacionalización de esta política. En el documento se recogen cinco opciones posibles. Una, propone dejar las cosas exactamente iguales a como están están, no tocar nada, no reformar nada, aplazar el problema y dejar a todo el mundo disgustado. Otra es todavía peor: eliminar por completo la PAC.
Las otras tres recogen diversas fórmulas de apoyo al sector agrario. Una pone el acento en los incentivos a los agricultores por su esfuerzo en la lucha contra el cambio climático y por los servicios medioambientales que aportan. La segunda estudia si los incentivos dirigidos a integrar mejor las nuevas tecnologías contribuirían a simplificar y a modernizar los controles. Y la última plantea una redistribución del apoyo desde las explotaciones más grandes hacia las más pequeñas y las más respetuosas con el medioambiente. Dicho así, no significan nada. Hay que esperar a las precisiones.

¿Cómo ve el profesor Álvarez Coque esta cita del MAPAMA a finales de este mes de marzo?

Calculo que se limitará a fijar líneas rojas. Será informativa. No habrá negociaciones. Además, Cataluña no asiste y el País Vasco se reúne bilateralmente con el ministerio.

¿Será un diálogo de sordos?

Es una forma de verlo. Hay comunidades a quien no conviene molestar, Andalucía, Castilla La Mancha, Castilla León. Cada comunidad tiene modelos e intereses distintos. Ya no hay lucha de clases, pequeños agricultores contra terrateniente, en el campo español. Hay una conciencia de clase campesina. La gran empresa no es mayoritaria en el campo español. Explotaciones de 500 ha, el equivalente a un latifundio, que en términos de empresa equivale a una pyme. Podríamos decir que en el campo español hay pymes y micropymes.
Salvo en Andalucía y Castilla La Mancha, no hay conflictos internos Hay una diferenciación que se refleja en los sindicatos agrarios. En zonas donde predominan de pequeñas explotaciones prevalecen sindicatos agrarios llamémosle progresistas, y en zonas con dualidad pequeña-grande, hay sindicatos menos progresistas. Pero este adjetivo no sirve para mucho en España. Aquí todo el mundo quiere ser progresista. A nadie le gusta ser conservador. En otros países europeos no ocurre esto, los conservadores están encantados de serlo.
En las últimas semanas se han producido caídas brutales de los precios pagados al agricultor en determinadas hortalizas, y a la vez incrementos de los precios al consumidor. El propio ministerio ha pedido una investigación a la Agencia de Control de la Cadena Alimentaria.

¿Qué está pasando?

Hay que conocer muy bien los entresijos de los mercados agrarios. Son mercados nada transparentes. Tampoco son mercados competitivos en la distribución. Pongamos por caso, si una de las cadena líderes en el mercado plantea en su estrategia comercial subir precios, los demás la seguirán, y al revés.
Es difícil saber por qué suben los precios, si por estrategia comercial o porque anticipan que va a haber escasez de determinados productos, o qué parte sube por el repunte inflacionario, algo estructural. Lo injustificable es que cuando bajan los precios, esta bajada se transmite al productor. Pero al revés, no. Cuando suben los precios, el productor sigue cobrando lo mismo.
El mercado mayorista, lo que están entre la producción y la distribución, tiene mucha competencia internacional. Puede haber fluctuaciones del mercado. Pero no tengo datos para evaluar esas subidas. Lo único claro es que el que pierde es el productor, porque no están organizados y compiten entre sí. La distribución comprará al que más necesitado esté por vender.
Uno de los mantras del campo es la ruina progresiva del agricultor. Se escucha desde antes de la P.A.C., que se hizo para evitarlo.

¿Lo consiguió?

No es lo mismo la competitividad de la agricultura que la del agricultor. Puedes tener agricultura sin agricultores, grandes cultivos mecanizados, que existen en África. La competitividad depende del precio percibido y de los precios pagados, y también de las economías de escala y las tecnologías que apliques. Las nuevas tecnologías, la innovación, reducen los costes de producción. Se rentabilizan con grandes extensiones. El tamaño sí importa. Si las grandes explotaciones reducen costes superiores a las caídas de precios, van a mantener su margen de beneficios o este va a aumentar. Pero el pequeño productor tiene menos capacidad de bajar sus costes. Los precios bajan porque hay un aumento de la productividad y de la producción, y el mercado no la absorbe.
Otra de las amenazas latentes, según los más preocupados por el teme es el acaparamiento de tierras.

¿Qué nos puede decir de ello?

Existe una tensión hacia el aumento de la superficie. Pero no se manifiesta igual en todos los territorios. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, la propiedad de la tierra está ligada a factores culturales, históricos. El mercado de tierras no funciona igual que en otros lugares de España, no es móvil. Y eso hace que el resultado de esa tensión mencionada se manifiesta en otra regiones, donde es más fácil comprar tierras.
Se trata de agrupar tierras para hacer la producción rentable. Es un objetivo ineludible, porque si no, nos echan del mercado. La tendencia hacia la concentración no tiene por qué ser perniciosa, siempre que se salve a los agricultores, porque sin agricultores, no hay alimentos. Las máquinas no trabajan solas.

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