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Agricultura y naturaleza La botánica de Rafael Escrig Series

La encina

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La Botánica de Rafael Escrig (20)

Especie: Quercus ilex (Encina). Uno de los árboles más viejos de Valencia, si no el que más, es la encina de la Glorieta, que se supone fue plantada en 1819. Esta encina, a pesar de su edad estimada y la historia que la rodea, no ha merecido la categoría de “Especie monumental” con que el Ayuntamiento de Valencia, siguiendo los criterios de la Ley de Patrimonio Arbóreo Monumental dispuestos por la Generalitat, ha distinguido a multitud de palmeras y otras especies por toda la ciudad. Así que, imagino que las medidas y la edad de la encina que nos ocupa no cumplen las exigencias requeridas. No obstante, el mero hecho de permanecer entre nosotros esos 200 años, y residir en el emblemático jardín de la Glorieta, debería ser suficiente mérito para ser declarada árbol monumental, lo que conllevaría la consiguiente protección, aunque sé de buena fuente que no se ha destinado ningún presupuesto especial para el cuidado y protección de los árboles con esa condición. Así están las cosas. Pero vayamos a lo nuestro y describamos los detalles que rodean esta encina:

Como es sabido, la encina es quizás el árbol más castizo de la Península Ibérica. Castizo en el sentido de genuino, de autóctono. La encina (Quercus ilex), el roble (Quercus faginea) y el alcornoque (Quercus suber), probablemente fueron anteriores a muchas otras especies que ahora consideramos autóctonas y que, sin embargo, llegaron posteriormente con las migraciones del periodo Paleolítico desde Asia Menor, de ahí que, la encina, sea la especie que más abunda de manera espontánea. Las dos variedades más importantes de encina en nuestra península son: Quercus ilex, var. ilex y Quercus ilex, var. bellota. La primera se da de forma natural en las zonas litorales y la segunda es la que puebla la zona central, es más baja y robusta, las hojas más pequeñas y con más pilosidad por el envés.

Encina La Terrona, en Extremadura.
Encina La Terrona, en Extremadura.
CLAVES PARA DISTINGUIR UNA ENCINA

1. Para distinguir una encina, nos fijaremos primero en su tronco:  el tronco de la encina tiene grietas verticales y gris oscuro cuando joven y fuertemente agrietado en cuadrícula y casi negro cuando adulto.

2. La segunda mirada ha de dirigirse a las hojas: Las hojas de la encina, en general, son de un tamaño pequeño (de 3 a 4 cm), color verde oscuro por el haz y más claro y piloso por el envés. Poseen fuertes espinas en su contorno.

3. El tercer detalle a contemplar sería el más evidente, ya que todos conocemos su fruto, la bellota.

Hojas de Quercus ilex, var. ilex y de Quercus ilex, var. bellota, más largas. (Fotos Arbolapp.)
Hojas de Quercus ilex, var. ilex y de Quercus ilex, var. bellota, más largas. (Fotos Arbolapp.)

La encina de la Glorieta es una Quercus ilex, var. ilex. Su tronco, prácticamente negro, tiene una inclinación de 45º grados, probablemente porque ya se plantó con cierta inclinación. Calculo que si estuviera recta, su altura alcanzaría más de 15 metros. El diámetro del tronco es de 90 cm. Las ramas principales crecen abiertas como dedos hacia el jardín, como si quisieran entremezclarse con los árboles del paseo. Pese a su inclinación y su edad, en apariencia está perfectamente sana.

La Montanyeta de la Glorieta, vista desde la plaza de Tetuán.
Otra perspectiva de la encina de la Glorieta

La encina, como ha ocurrido con otras especies, quedó olvidada durante muchos años de las plantaciones urbanas, tal vez por su porte y color que no son demasiado atractivos, tal vez porque es de muy lento crecimiento, tal vez porque no estaba de moda. La situación cambió cuando se tomó conciencia de que se trataba de un árbol autóctono de gran importancia ecológica y, como tal, se aconsejaba su plantación frente a otras especies alóctonas o invasivas, aunque fueran éstas más atractivas.

A mi juicio, la encina es un árbol muy poco vistoso para plantar en alineaciones urbanas. Su color oscuro y las hojas cenicientas, no le hacen destacar y da la impresión de estar sucio y polvoriento. Sin embargo, una encina variedad ilex, adulta, con una copa amplia, plantada en medio de un prado abierto, sin otros árboles que le hagan sombra, es impresionante, tal y como se pueden admirar en Castilla o en Extremadura

Las ramas oscuras de la encina de la Glorieta, con la cúpula de Bankia al fondo.
Las ramas oscuras de la encina de la Glorieta. Al fondo, el remate del edificio Bancaja, antes Bankia y ahora Caixa Bank.
EL ENCLAVE: JARDÍN DE LA GLORIETA

Cuando el Mariscal Suchet se hace cargo de la gobernación de Valencia en 1812, reside en el Palacio de Cervelló de la Plaza de Tetuán que actualmente alberga el Archivo Histórico Municipal. Durante el año y medio que Suchet permanecerá en Valencia, le dio tiempo suficiente para diseñar una serie de mejoras que pretendía poner en marcha para dejar en la ciudad. Una de ellas era dar continuidad a la Alameda, rodeando toda la ciudad con arbolado, a imagen de los bulevares parisinos. Lo que sí inició y compró el arbolado inicial, fue la creación de los jardines de la Glorieta y del Parterre. Desde su residencia del Palacio de Cervelló, el Mariscal tenía unas vistas poco agradables: el amplio espacio que se formaba desde el Convento de Santo Domingo hasta la Ciudadela y las murallas, era una rambla que cuando llovía se inundaba de agua. De hecho, con anterioridad existía un puente de madera para atravesarla. Así que decidió urbanizar todo aquel espacio formado por la rambla, los huertos y algunas edificaciones del Convento. La Glorieta adopta la forma del terreno existente, más estrecha al principio y más amplia cerca de las murallas. El extremo norte del jardín está formado por un pequeño promontorio que llamamos “la montanyeta” que es donde está plantada la encina, junto con otras especies como pino canario (Pinus canariensis), almez (Celtis australis), pino carrasco (Pinus halepensis), braquiquito (Brachychiton pupulneus), yuca (Yucca elephantipes) y washingtonias (Washingtonia robusta). Dicha elevación del terreno se supone que está creada con los restos y escombros de las zonas derruidas del Convento y sus aledaños.

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