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Cultura y comunicación

“La narrativa debe tener una dimensión poética”

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Tanya Tynjälä, escritora peruana

Una entrevista de Francisco Garzón Céspedes publicada en Ediciones COMOARTES (fotografía tomada de la revista Amazing Stories)

El amigo Francisco Garzón Céspedes, escritor y periodista, rastreador de talentos literarios iberoamericanos, trae a PERINQUIETS una nueva entrevista, en esta ocasión a Tanya Tynjälä, nacida en Callao, Perú, en 1963 y residente en Finlandia. ¿Quién es Tanya Tynjälä? He aquí la información que da de ella Garzón Céspedes en su colección CONTEMPORÁNEOS DEL MUNDO, Ediciones COMOARTES (Cátedra Iberoamericana itinerante de Narración Oral Escénica / Comunicación, Oralidad y Artes), dentro de su excelente “Indagación sobre la narrativa”.

Tanya Tynjälä es escritora y profesora de lengua y cultura de francés y español. Su apellido literario proviene del de su esposo finlandés. Ha seguido estudios de pedagogía en el Instituto Superior Pedagógico de Lima y en la Universidad de Grenoble, Francia. Actualmente se encuentra realizando un doctorado en filología francesa en la Universidad de Helsinki.

En su página personal puede encontrarse un detallado informe sobre su experiencia profesional y sus numerosas publicaciones, muchas de ellas dedicadas a la ciencia ficción, la fantasía y a la literatura para la infancia. Cabe destacar aquí que ganó el primer lugar en la categoría de monólogo teatral hiperbreve en el Concurso Internacional de Microficción “Garzón Céspedes” 2007, con El Loup-Garou publicado en la Colección Gaviotas de Azogue Número 40 (2008, Ediciones COMOARTES, Madrid/México D. F., España/México).

Y también que es Delegada para Finlandia de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE). Además, forma parte del comité directivo de la revista digital “Palabras Diversas”, es corresponsal para el idioma español del Science Fiction Awards Watch, y es editora de los blogs en español de Amazing Stories.

–¿Cuál es su personal definición de la narrativa como arte, como literatura? Su definición en general y/o en específico del cuento y/o de la novela. Por favor explique por qué elige hablar de la narrativa en general o, por ejemplo, sólo elige referirse al cuento o sólo a la novela. Si ha reflexionado respecto al escribir narrativa para la niñez, ¿añadiría algo en específico a su respuesta, a su definición o definiciones?

-No tengo una definición personal de lo que es la narrativa como arte. Sobre todo porque inclusive el concepto de arte es algo en que los especialistas no se ponen de acuerdo. Yo prefiero limitarme a las definiciones planas, objetivas de los diccionarios. Entonces la narrativa es un género literario en prosa que engloba desde la novela hasta todo tipo –y tamaño– de relato, sin olvidar la crónica, si se trata de un texto no imaginario. Ahora bien, en estas épocas post modernas ya hasta definir lo que es prosa resulta difícil, prueba de ello son las famosas “prosas poéticas” o “poesías en prosa” según el criterio del crítico de turno, dependiendo de si esos textos son para él más “prosa” que “poesía”.

Quizá lo único claro para mí es que para que haya narrativa, debe haber prosa y debe contar “algo”, real o imaginario. Y eso sí, el hecho de que sea en prosa no significa que el texto no debe tener una dimensión poética, porque en ese caso no entraría en el “arte”. Si bien no me gustan las definiciones, en cuanto a la “poesía” dentro de la prosa, me gusta mucho la de Jakobson, quién habla de “poeticidad” para explicar el uso de la función poética del lenguaje en cual-quier género literario. La poeticidad no está pues limitada a la poesía y es el elemento primordial que define si un escrito es literario o no. Eso es algo que mucha gente que escribe “coloquial”, no parece entender. Para que sea litera-tura no se puede escribir realmente coloquial, debe dar la impresión de coloquialidad SIN dejar de ser un texto literario, en eso la noción de poeticidad resulta útil. Un texto coloquial puede poseer poeticidad sin perder nada de su coloquialidad.

Esta dificultad para definir lo que es “narrativa como literatura” para mí, desaparece al definir el cuento o la novela.

Hay cosas en común en ambos: debe narrar un evento, debe tener un claro principio, un nudo y un final, que puede ser abierto o no. La diferencia está en que en el cuento esos elementos están limitados en el espacio/tiempo, representados por el papel. En el cuento debemos contar lo que queremos de manera breve, y quizá algunos elementos puedan estar sobre entendidos, explicamos menos, vamos al grano. La novela nos permite desarrollar más no solo el tema, sino incluir sub temas y personajes secundarios. Por eso mismo, a pesar de sus similitudes, no se construyen de la misma manera. Recuerdo haber leído una novela que en el principio fueron cuentos separados. Al parecer el editor le hizo notar al escritor que puesto que sus cuentos tenían prácticamente un personaje con las mismas características, podía convertirlo en un solo personaje y transformar las historias inconexas en una novela. El resultado fue una novela en la cual algunos capítulos estaban inconexos.

En cuanto a la literatura para la niñez, categoría en la que estoy considerada, la verdad es que no tengo una definición específica para ella, no veo diferencias entre narrativa para niños o para adultos. Yo cuando escribo, no lo hago pensando en un público específico, pienso honestamente que lo que escribo puede ser leído por un niño o por un adulto sin problemas, por supuesto que ambos terminarán “leyendo” un libro diferente, porque lo comprenderán de diferente manera. Curiosamente esa es la forma como también trato a los niños, jamás les hablo como a “niños” (y odio a los que lo hacen), jamás les digo “eso no lo vas a entender”, y paradójicamente cuando he enseñado a niños soy una profesora popular. Yo respeto mucho a los niños y los trato con el mismo respeto con el que trato a los adultos y yo pienso que ellos aprecian eso. No trato de escribir “fácil” o “simplista”, para que me entiendan, no son tontos y si quieren entender, lo entenderán. Inclusive eso para los temas, no creo que hayan temas “prohibidos” para niños, lo importante es tratarlos de manera que su madurez les permita comprender, lo que no significa “bajar el nivel” de la literatura. En realidad los niños son los críticos más duros que un escritor pueda enfrentar. Uno de mis lemas favoritos es “un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido”, en otras palabras no es que los niños estén en un grado de inferioridad al nuestro, somos los adultos los que hemos perdido la perspectiva.

–¿Por qué escribe narrativa?

-Escribo narrativa pues –por las razones que expondré más adelante– mis primeros ídolos fueron escritores, nunca el cantante de moda o el actor más guapo. Por otro lado mis modelos también fueron escritoras, jamás la top model del año o algo que se le parezca. Mi infancia estuvo rodeada de escritores, especialmente novelistas, no me quedaba otra opción. Por otro lado opino que mis poemas son bastante mediocres, entonces la narrativa me va mejor. No todos pueden hacer de todo, yo no insisto, escribo poca poesía porque me cuesta y no llega al nivel de mi narrativa. Por el contrario, según mi editor, al parecer soy muy buena construyendo historias y manejando personajes, situaciones, de manera coherente, cohesiva y verosímil, elementos importantes para una buena narración

–¿Cuándo escuchó un cuento por primera vez?¿O cuál es el primer cuento que recuerda haber escuchado? ¿Dónde? ¿Se lo contaron oralmente o se lo leyeron? ¿Quién? ¿Tuvo una relevancia especial para usted? ¿En su infancia le contaban otras formas de narrativa? ¿Cuál fue o cuáles fueron las primeras?

-Como empecé a leer de muy pequeña, no puedo recordar exactamente el primer cuento que escuché, supongo que debe haber sido muy, muy de niña. Sin embargo debo aceptar que mi infancia estuvo llena de leyendas espeluznantes de la selva peruana, porque mi abuela paterna es de allí. No es que ella me contara las historias para asustarme, es que ese mundo mitológico, mágico, de leyenda existía para ella. Así pues cuando algo se caía, no era la culpa del aire sino del “tunche”, el alma del muerto que “venía a recoger sus pasos” antes de irse definitivamente al más allá. Había una pobre vecina que mi abuela evitaba a toda costa, sobre todo cuando había un niño cerca, porque según ella tenía “mal ojo” y abundaban las historias para corroborar su opinión (parece ser que hasta yo me enfermé “gravemente” un día que la susodicha vecina me vio con el rabillo del ojo, ¡imagínense el poder!) Por suerte mi mamá (cuya familia es de la sierra peruana) sabía “pasar el huevo” (literalmente), lo que todos saben es el mejor remedio para el “mal de ojo). Todo esto me hace pensar que los primeros cuentos orales a los que les presté la suficiente atención como para recodar cuándo me los contaros son las leyendas de mi país. Eso de alguna manera nutrió mi imaginario y de allí a escribir literatura fantástica no hay más que un paso.

–¿Cuál es el cuento o la novela cuya lectura más le ha impresionado? ¿Por qué? ¿Cuándo leyó narrativa por primera vez y que recuerda al respecto?

-El libro de cuentos que en realidad más me impresionó fue El hombre ilustrado de Ray Bradbury: marcó definitivamente mi deseo de ser escritora.

La primera vez que leí un texto fue muy pequeña, quizá con cuatro o cinco años. Lo que sucede es que a esa edad me enfermé de hepatitis y estuve en cama mucho tiempo. Al no poder jugar me entretenía mirando cuentos y de pronto comencé a leerlos. Es decir que los libros fueron mis primeros amigos. Desde ese momento me dije a mi misma (y a todos los que querían escucharlo) que sería escritora. Pero cuando empecé a crecer (sobre todo ya entrando a la escuela secundaria) llegué a la conclusión que escritor no era un trabajo muy rentable (leía unos cómics que trataban de gente importante; “Vidas ilustres” se llamaban y en esas historias casi todos los escritores y poetas morían de hambre), entonces se me ocurrió que podría estudiar arqueología, que era más rentable (inocencia de niña, pero es que en mis famosos cómics a Champollion no le fue tan mal). Fue durante la adolescencia, leyendo El hombre ilustrado que acepté que para mí no había otra opción, que TENÍA que escribir, fuera renta-ble o no, que yo también quería crear esos mundos posibles que abrieran puertas hacia otros mundos posibles a los lectores, que ese libro me demostraba la posibilidad de provocar un cambio en las personas, en la sociedad a través de las palabras, que como dijo Balzac, el arma del escritor es su pluma. Ray Bradbury siempre será para mí Papá Bradbury y lo único que le critico es haber tenido la poca cortesía de morirse antes de conocerlo en persona.

–¿Cuál es la representación en específico escénica u oral escénica de una obra originalmente narrativa, una no teatral, que más le ha fascinado? ¿Por qué? ¿O cuál la película sobre una historia que en su origen es un cuento o una novela?

-El tambor de hojalata es una película que me impresionó mucho por las maravillosas imágenes que posee. Creo que es un buen ejemplo de “lenguaje de la imagen”, porque cada imagen nos “dice” muchas cosas. Está basada evidentemente en el libro de Gunther Grass del mismo nombre. Por mucho tiempo yo era a la que cuando le preguntaban “¿Has visto la película?” contestaba: “No, he leído el libro” (Lo que muchas veces sucede pero a la inversa: gente que nunca lee el libro, pero ve la película y te discute al respecto). En este caso primero vi la película y luego leí el libro, y aunque la película se toma muchas libertades, igual la admiro, porque reconozco que las libertades tomadas eran las adecuadas. La principal: el hecho de no hacer la totalidad del libro. La historia es muy densa como para forzarla a entrar en el formato de una película y muchas veces he visto fiascos debido a que el director desea contar todo un libro de 500 páginas en dos horas. Creo que el director Volker Schlöndorff hizo bien en optar por presentar solo la primera parte del libro, así pudo desarrollarla correctamente y hacer una obra de arte y un clásico del cine.

–Si tuviera que indicar siete puntos indispensables a los que debe responder como arte literario una obra narrativa, ¿cuáles señalaría? ¿Señalaría unos para el cuento y otros para la novela?

-Para que una obra narrativa pueda ser considerada como obra de arte literaria (y eso indistintamente si es cuento o novela) debe tener (no llego a siete):

Una historia que contar: Muchos escritores post-modernos parecen olvidar esto y escriben incluso novelas que son solo un largo divagar sobre todo lo que les pasa por la mente. Si no hay una historia que tenga Inicio-Conflicto- Solución al conflicto (final), NO es una historia y muy difícilmente se puede lograr una narración interesante con ello. Si a pesar de todos los experimentos literarios existentes, mucho siguen escribiendo narraciones digamos “tradicionales” (por no encontrar un mejor nombre) es porque funciona y seguirá funcionando.

Poeticidad: Como lo expliqué antes es el uso del lenguaje en su función poética. Se supone que la función poética del lenguaje significa usarlo más por su contenido que por el mensaje, es decir que por ejemplo escogeremos las palabras no solo porque significan algo sino porque estéticamente convienen a la obra. Pero como esta función poética no solo está limitada a la literatura, Jakobson creó esta noción de poeticidad, es decir la función poética del lenguaje en la obra literaria.

Verosimilitud: Sobre todo si se trata de obras de literatura fantástica o ciencia ficción. TODO debe ser verosímil en el mundo posible que se ha creado. Eso implica un gran trabajo de construcción de ese mundo posible, aunque no significa que todos esos detalles deban ir en la narración. Si el autor no está seguro de las reglas del mundo posible que ha creado, eso se notará en la obra y el lector lo percibirá como un defecto en la construcción de la misma.

Coherencia: Todos los detalles deben ser coherentes. Se debe poner mucho más cuidado a esto si se escriben por ejemplo narraciones que van en orden cronológicamente inverso o con varias temporalidades. Es muy fácil perderse también si se tiene muchos personajes. Una narración incoherente es terrible.

Cohesión: Está relacionado este aspecto con lo anterior, cada elemento debe estar claramente en relación. Recuerdo la novela de una gran escritora latinoamericana que me decepcionó, porque teniendo muchos personajes, la mayoría literalmente se pierde a mitad del libro. ¿Porqué poner un personaje si finalmente no se va a decir nada más sobre él?

Para mí la diferencia entre la novela y el cuento está, como ya lo había dicho, en la construcción y no en estas características que me parecen básicas de cualquier texto narrativo.

–¿Cómo describiría los pasos más presentes en su proceso creador de una obra narrativa? ¿Serían diferentes para un cuento que para una novela? ¿Método de creación?

-Mi proceso creativo es el mismo para un cuento que para una novela (aunque debo confesar que la única novela que he escrito está entre el límite del cuento largo y la novela) y empieza con el sueño. Es decir que todo lo que escribo parte de mis sueños.

Claro, no es algo que domine y tampoco es que todos mis sueños merezcan ser contados. Generalmente lo que sucede es que algo en la vida cotidiana me marca, me deja pensando y en la noche provoca un sueño-historia. Sé muy bien cuándo es un sueño-historia porque tiene principio y fin y por lo general yo no formo parte de él, es más bien como si estuviera viendo una película. Puede pasar que según el personaje yo “entre” más en uno que en el otro, tomando su punto de vista, pero no significa que ese personaje sea yo. Por otro lado ese punto de vista puede cambiar de personaje varias veces durante el sueño. También me ocurre que las mejores frases de mis historias ya estaban en ese sueño y luego despierta yo solo las copio.

Como digo no es algo que domine, es decir que no puedo irme a dormir diciéndome “para mañana tengo que escribir un cuento sobre la caída de Roma así que a soñar con ello”. Lamentablemente así no funciona. Pero de que sí puedo luego del sueño darme cuenta qué lo provocó, sí que puedo. Por otro lado lo que hago cuando necesito crear algo por “encargo”, es sencillamente ponerme en un estado de “soñar despierta” y eso sí que me resulta.

Sin embargo si se me agarra bien despierta y se me pide crear algo, no puedo. Pienso que soy una persona muy controlada y disfruto de serlo, entonces para mí es muy difícil soltarme en cualquier circunstancia y justamente el acto creativo es un acto libre, sin amarras mentales. Solo durante el sueño me permito esa libertad que incluso hasta me aterra despierta.

Ahora bien, justo como soy muy controlada, el proceso de pasar al papel la historia me toma mucho tiempo. Generalmente no tomo notas, solo las mínimas necesarias y “trabajo” la historia durante mucho tiempo en mi cabeza (por eso paso aparentemente mucho tiempo sin escribir, porque no puedo hacer nada si tengo una historia “trabajando” mentalmente). Como un sueño, por más principio y fin que tenga, es un sueño, hay algunos detalles inverosímiles que trabajo. Especialmente en los géneros que escribo (ciencia ficción y fantasía) todos los detalles del mundo posible creado deben ser sólidos. No me pongo a escribir hasta que todo esté resuelto y sea verosímil.

Luego escribir me toma poco tiempo porque ya todo está claro antes de empezar. Eso sí, es un proceso privado y casi secreto. No soy de los que andan pregonando por ahí sus últimos proyectos (y si lo tengo que hacer, doy los más mínimos detalles necesarios), por eso mismo no voy a grupos literarios de crítica (a menos que me pidan la crítica a mí: al parecer soy muy buena dando opiniones) y cuando escribo nadie debe molestarme. Me vuelvo casi una energúmena cuando me encuentro escribiendo algo literario (lo que no sucede en otras cosas, si escribo un artículo por ejemplo, no me molesta tanto que me interrumpan). Mi familia lo sabe bien porque ya les ha pasado ser “maltratados” por mi proceso creativo. Quizá por eso también escribo esa primera versión rápido, porque lo hago generalmente de un solo tirón.

Luego lo que me toma bastante tiempo es la corrección, pero allí ya es-tamos fuera del proceso creativo, pulir el texto es un trabajo detallista, de es-coger la palabra o la frase adecuada, de ver los errores ortográficos. Es más un proceso técnico. Generalmente dejo “descansar” lo que escribo por lo menos una semana. Es que el proceso de escribir esa primera versión es muy intenso y cuando la termino me parece genial. Luego de dejarla descansar me doy cuenta de los errores ortográficos, detalles flojos en la historia… y empiezo ese trabajo técnico del que hablo. Me puede tomar unos años terminar un manuscrito.

–En cuanto a su trabajo narrativo: ¿Privilegia la categoría dramática o la humorística? Y de los géneros: ¿Cuál prefiere? En los dos casos: ¿Por qué? ¿Cree que su obra se enmarca en un estilo o en varios estilos determinados?

-Yo creo que mis historias de enmarcan en varios estilos. Nunca es solo ciencia ficción o fantasía. Yo no veo demarcaciones claras entre los géneros que domino. Inclusive para mis microtextos, siempre hay algún elemento fantástico o de ciencia ficción. Sin embargo me gusta identificarme como escritora de ciencia ficción y fantasía porque es mi posición literaria concreta. Podría fácilmente disfrazar (como muchos hacen) y decir que mi obra es “metafórica”, “simbólica”, para hacerme aceptar por el canon literario, que al parecer por lo menos en español desprecia la fantasía y la ciencia ficción. Jamás lo haré, asumo con orgullo los géneros en los que escribo, porque pienso que solo hay dos tipos de literatura: la buena y la mala, y que en todos los géneros se encuentran de ambas.

En cuanto al humor, pues me gusta utilizarlo lo más posible, pero claro, no siempre se puede. Más que humorística yo diría que me gusta ser sarcástica. La fantasía y la ciencia ficción son géneros que permiten ser muy críticos con la sociedad sin que sea muy evidente. Me gusta poner elementos en mi historia que hagan reír al lector, pero que luego de reflexionar le congele la risa al darse cuenta que en realidad corresponden a una terrible verdad. En eso creo que sigo el ejemplo de los textos de Ray Bradbury.

–¿Cuál es, o sería, su postura frente a un director que plantea dirigir una de sus obras narrativas en el teatro o en el cine? ¿Espera que argumentalmente el texto de principio a fin, sus características esenciales y sus intenciones más expresas sean respetados en su totalidad?

-Mi única postura sería que respete los créditos, es decir que mi nombre aparezca en el lugar adecuado, del tamaño adecuado. Creo que el teatro o el cine son otro tipo de formato muy diferente a la literatura, con sus propios criterios narrativos (porque hay narración en la imagen, por ejemplo). No espero que un director plantee exactamente lo que yo quería expresar, simplemente porque para comenzar soy una ferviente creyente del “lector in fabula” del que habla Eco: cada lector “entiende” la obra a su manera, dependiendo del bagaje que tenga (cultural, vivencial…) por consiguiente jamás pretendo forzar a mi lector a “entenderme”. Una vez publicado el libro, la obra tiene vida propia (como los hijos, curiosamente) y le pertenece 100% al lector.

Lo máximo que haría, si realmente siento que el director está completa-mente en otro lado de lo que quiero decir, o que su interpretación me crea conflictos éticos, sería pedirle que en vez de decir en los créditos: “basado en la obra….”, diga “a partir de la obra…” y eso por supuesto, si la suma por los derechos de la obra, lo amerita. Si alguien me pide una colaboración, entonces como digo igual tendría derecho a interpretar la obra como le parezca, pero solo se lo permitiría si yo no tengo ningún conflicto ético con lo planteado y eso aunque la opinión del director sea diferente de la mía. Es que también creo en la famosa “recristalización” de la que hablaba Stendhal. Él ponía como ejemplo una rama de árbol que se fosiliza cristalizádose (es decir que se forman crista-les alrededor de la rama) Dentro de ese cristal aún está el árbol y sin embargo se ha convertido en otra cosa. Igual sucede en el arte. Una obra de teatro basada en una obra literaria es otra obra y como tal hay que respetarla.

–¿Qué clase de crítica desearía recibir respecto a su creación narrativa? ¿Considera que es la que usted en lo fundamental ejerce, en público o con usted a solas, al valorar la obra de otro? ¿Qué le gustaría expresar del público lector? ¿Qué le gustaría expresarle al público lector? ¿Y a los lectores de narrativa, algo en especial?

-Nunca me he puesto a pensar en un tipo de crítica que me gustaría recibir. Al escribir literatura para niños, he recibido algunas veces correos de mis lectores. Algunos hacen un análisis a la obra que cualquier crítico adulto admiraría, otros solo ponen muchos adjetivo y onomatopeyas para expresar lo que sintieron al leer el libro, ambas críticas para mí son respetables, aunque algunos digan que la segunda es solo una frivolidad. Creo que todos los lectores deben ser respetados, no solo los que dicen algo “genial” sobre nuestra obra. Cada lector tiene el derecho de apropiarse de la obra como mejor le parezca, si solo la lee como diversión, muy bien y si la lee para reflexionar, pues también muy bien. Y quizá sea eso lo que quiero decirle no a los lectores sino a los escritores: Que aprendan a respetar y aceptar todo tipo de críticas sin sentirse herido si no es positiva. Es solo una opinión y todos tenemos derecho a emitir nuestra opinión. ¿Acaso escribir no es eso: decir nuestra opinión sobre algo? Un libro que me ayudó a comprender eso es “Comme un roman” (como una novela) de Daniel Pennac. Su decálogo de los derechos del lector, es algo que todo aspirante a escritor debe leer antes de sentarse a escribir su primera obra. Una cosa que necesito aclarar: cuando yo escribo, por supuesto que quiero decir algo específico, pero lo que sucede es que no pretendo que el lector en-tienda exactamente lo que quise decir. Cualquiera sea la conclusión a la que llegué, yo la aceptaré. Muchas veces cuando visito colegios los niños me preguntan sobre lo que “quise decir” en mi obra y yo les contesto con otra pregunta ¿Y tú, qué entendiste? Sea cual sea la respuesta que me den, yo les contestaré que eso quise decir y eso aunque otro diga: “Pero yo entendí otra cosa”, entonces le diré a ese segundo niño que también eso quise decir. Yo necesito saber dónde va mi obra y lo que significa para mí para poder crearla, pero la obra necesita del lector para ser terminada y justamente el fin es lo que el lector se ha “guardado” de la obra.

Por eso quizá la más querida crítica que haya recibido es la de una alumna muy joven de francés. Luego de leer un poema mío dijo: “Qué lindo poema, no entiendo nada de lo que significa, pero qué lindo poema”. Y quizá justo ella es la única que lo ha entendido completamente.

Por otro lado, no es una crítica literaria per se pero lo que yo pretendo es que la gente en general diga que soy fiel a mí misma, que soy coherente con mis opciones, sobre todo literarias. Podría parecer que sería capaz de “venderme”, luego de la respuesta anterior sobre los límites que pondría a un director, pero es lo contrario. Como dije, si no estoy de acuerdo con lo que el director plantea y ya hemos firmado un contrato, no lo anularía, porque no sería ético para el equipo de trabajo, pero insistiría en que se ponga claro que es la versión del director y no la mía. Para mí es muy importante ser consecuente con mis opciones de vida en general y literarias en particular.

–Si tuviera que formular un reclamo para argumentar la necesidad de la narrativa en la vida humana, de la literatura que asume como género el cuento o la novela, ¿qué sería lo esencial que expresaría?

-Quizá que para mí, niña enferma, la literatura se convirtió en mi primer amigo, que me permitió conocer cosas, mundos, que el hecho de estar en cama me impedían. Leer te abre puertas, te da mucho, te enseña, te acompaña, te hace ver que no estás solo, que siempre hay alguien allí que se acerca a ti desde su pluma.

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