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Cultura y comunicación

La práctica evasiva de los Medios de Masas

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Un artículo de Joan Lao.

Te sientas a la mesa del aula. Lees el texto del problema. Identificas las variables significativas, estudias cómo se relacionan entre sí. Averiguas cual es la incógnita que te piden resolver, aquella de la que depende tu aprobado.

Buscas la mejor forma de relacionar los datos que te dan, para poder encontrar la solución, jugando con los valores de las variables y sus relaciones, de la forma más hábil, efectiva y elegante. Es decir, te planteas el problema y buscas la solución.

¿Te imaginas que al presentar la hoja del examen al profesor, éste leyera únicamente:

SOLUCIÓN: «Se trata de un problema muy jodido, y estos son los datos. Mal asunto, mal asunto».

Pues eso es lo que se está haciendo hoy en los medios de comunicación dominantes, es decir, aquellos que invaden y ocupan la mayor parte del tiempo y las cabezas de los ciudadanos.

Nos aterrorizan por el peligro que representaba la última crisis de USA, con las desavenencias entre demócratas y republicanos. Nos inundan con datos de todo tipo, económicos, por supuesto, pues son los únicos que ahora parecen importar.

Concluyen que «es un problema muy jodido».

Luego los políticos llegan a un acuerdo en falso, cuya única consecuencia es retrasar la solución del problema, aun sabiendo que estamos igual que antes, y que la bomba va a explotar dentro de unos meses. Una bomba que va a afectar el equilibrio ─más bien desequilibrio─ mundial dentro de poco tiempo, afectándonos a todos.

Pero los medios nos dicen que ya podemos respirar tranquilos porque el peligro ha pasado, es decir, el problema deja de ser noticia por unos meses. Así se deja que los políticos y dueños del dinero trabajen en la sombra mediática a su bola.

Se pasan varios días hablando del escándalo de Lampedusa. Entrevistan a todo lampedusino o lampedusina que se tropiezan por la calle (porque, por supuesto, los equipos informativos se desplazan al lugar en cuestión de horas). Te dicen lo malotes que son los políticos. Te dicen que no hay derecho. Te aclaran que la ley italiana ordena abandonar a los náufragos en el mar para que se mueran antes y no den problemas (hay encausados por violar esa ley ayudando a inmigrantes naufragados).

En ese tiempo vuelve a suceder algo similar con otras embarcaciones.

Pero pasan los días, la noticia pierde actualidad, y hay silencio informativo.

Nadie indica los posibles caminos para presionar eficientemente a los políticos mundiales que están consintiendo y aprovechando la crisis estadounidense en su propio beneficio.

No comentan las medidas que ya están tomando los mercados para reorganizarse en la nueva correlación de fuerzas, con la intención de tenernos más sometidos y más pobres.

Nadie indica la forma o el camino por el que los ciudadanos podemos pasar a la acción efectiva para organizarnos, para ir haciéndonos fuertes hasta que podamos frenar a los políticos todopoderosos y tomar las riendas de nuestro futuro, de nuestra historia.

Y todo sigue igual, hasta la siguiente movida con el Tea Party o cualquier otro grupo de iluminados que nos pueda estremecer.

Tampoco nos indican la forma en que los ciudadanos podemos impedir que los políticos europeos puedan volver a decir, en un alarde de desfachatez y sinvergüencería, que lo de Lampedusa estaba de acuerdo con las leyes europeas y punto.

Sabemos que sigue pasando, y volverá a pasar si nosotros no lo remediamos. Dentro de un tiempo no muy largo, centenares de personas ─no animales de otra especie, que tampoco sería permisible─ volverán a morir asesinados legalmente.

Pero como nos dicen que eso es para nuestra propia seguridad como europeos amenazados por los inmigrantes ─delincuentes potenciales, feos, pobres, y con otro color de piel más desagradable a la vista y el olfato─, nos quedamos en casita a verlas venir.

Me pregunto realmente si esos medios de comunicación nos resultan de alguna utilidad a nosotros, los ciudadanos «silenciosos», o si están beneficiando solamente a los grupos económicos que poseen esos medios de comunicación (bancos, financieras…), a costa nuestra, cosiéndonos los párpados y las bocas (los bolsillos no es necesario coserlos, porque ya están vacíos).

Ahora bien.

─ si los medios sobreviven por la publicidad,

─ y nosotros somos los destinatarios de sus incitaciones al consumo irracional, y los potenciales compradores que seguirán llenando los bolsillos de los dueños de los medios,

──> ¿Tan difícil es que decidamos algo tan sencillo como comprar cualquier cosa menos lo que anuncian en los medios? Tu o yo solos no, pero entre todos movemos millones de euros al día.

¿Tan complicado es que nos reunamos, como lo hacemos día a día con nuestros círculos familiares y de amistades, pero para hablar de otras cosas diferentes a las que nos proponen los medios?

¿Cuanto tiempo tardaremos todavía en darnos cuenta de que la fuerza la tenemos nosotros, y que el trabajo productivo también lo es?

¿Cómo es posible que sepamos que nos están engañando y estafando, y sigamos tan tranquilos como si no hubiera solución?

Y si los medios no van a proponer nunca una visión de la realidad diferente, pues eso sería un peligro para sus dueños (una incitación al terrorismo de los antisistema, dirán los más avezados)…

¿a qué esperamos para buscar las soluciones por nuestra cuenta?

¿Acaso todavía hay alguna razón para seguir esperando que las soluciones nos vendrán de la mano de aquellos que están provocando nuestros problemas en su propio beneficio?

De pequeño mis padres me enseñaron que «nadie tira piedras a su propio tejado».

De mayor haría una matización:

─ los poderosos, los ricos, y los políticos lacayos sí que conocen el refrán, y lo cumplen a rajatabla,

─ pero los ciudadanos no nos hemos enterado todavía…. Curioso, muy curioso.

 

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