CARGANDO

Escribir para buscar

Agricultura y naturaleza

Los siete pilares de la sabiduría agroecológica

Compartir

Finca Margalló, en Burriana, de Héctor Molina

La finca El Margalló, de Burriana, Castellón, está a un tiro de escopeta del mar. El Mediterráneo está oculto por una pantalla de árboles y matorrales que protegen los cultivos. En la época dorada del ladrillo, esta zona agrícola fue recalificada como PAI (Programa de Actuación Integrada) por el ayuntamiento. El objetivo era construir una urbanización de lujo. Pero la crisis paralizó todas las iniciativas. Ahora va camino de convertirse en el laboratorio de un experimento que, si cuaja, puede ayudar a la recuperación agrícola del término de Burriana que, como tantos otros de la zona, se dedica al monocultivo cítrico. El autor del proyecto es Héctor Molina, un joven de 35 años, hijo de un empresario de Vila-real que posee parte de ese terreno. En 2008, Héctor llevaba tiempo trabajando en una empresa de consrucción, y comprendió que enladrillar el suelo era, además de un error medioambiental, una empresa sin futuro. Héctor tiene una titulación de FP en Administración de empresas, y posee una capacidad de trabajo fuera de lo común.

Texto de Fernando Bellón Fotos de FB y Jordi Cervera

SONY DSC

Si me pongo a hacer una cosa me involucro a fondo. Cuando estaba en la construcción, he llegado a hacer seminarios de productos y sistemas de construcción a arquitectos, aparejadores, personas con formación alta. Esto se consigue gracias al trabajo constante y a la lectura. He llegado a dominar la agricultura gracias a los cultivos pequeños, a trabajar y experimentar con ellos, y a leer un centenar de libros. Eso es lo que me ha dado el conocimiento. Hoy en día, gracias a Internet, el conocimiento se adquiere con rapidez, si uno se lo propone y contrasta lo aprendido con la práctica.

Estuve 12 ó 13 años en el sector de la construcción. Mi padre era empresario de este ramo, igual que mi madre. Los dos están ya jubilados. Yo tenía que continuar con los negocios de casa. Pero hace cosa de cinco años, en 2008, ante la deriva del sector de la construcción y el desencanto producido por los abusos y los métodos de trabajo, decidí poner en uso los campos abandonados propiedad de la familia. Lo dejé todo y decidí dedicarme al campo.

La transformación de Héctor Molina no ha sido súbita ni puede equipararse a una conversión a lo medioambiental. Ha sido un proceso lento y basado en la planificación racional. Para evitar créditos y subvenciones, se dedicó a explotar los campos de cítricos convencionales propiedad de la famlia. Con el rendimiento de estas cosechas financiaba su “experimento”, que tiene un nombre simbólico, el3ments, los tres elementos: Sol, Agua y Tierra.

Me atrajo la agricultura porque le vi las orejas al lobo en la construcción. Además, no era feliz en mi trabajo. Gracias a mis capacidades de creación de modelos de negocio, en lugar de dedicarme a enviar currícula, como hace mucha gente hoy en día, imaginé un proyecto basado en la agricultura. Por una parte, motivado por el estado calamitoso del campo, y por otra, porque cada vez hay más plantas híbridas y se maltrata más el producto tradicional. Hace 30 años, aquí la agricultura era la gran potencia, antes de la entrada de la industrialización, y no era justo que el campo hubiera llegado a esta situación de abandono y monocultivo. El perfil del agricultor en el territorio estatal tiene una media de edad de 75 años. Estamos cometiendo un delito: una persona cobra un subsidio o una jubilación mensual, y está encima de un tractor. La cosa es evidente: o los jóvenes intervienen en el campo o la agricultura desaparece.

De ahí el nombre del proyecto, el3ements, y la coletilla de Sun, Water and Land, un juego de palabras, los tres elementos con que el botánico Cavanilles, a final del siglo XVIII, define las características de Valencia, su tierra, su sol y su agua. No era justo que tuviéramos la tierra al borde del colapso.

Fue una decisión muy meditada. La preparación del proyecto fue sólida, hemos pasado un año buscando semillas, ahora estamos trabajando el producto fresco, y dentro de un año produciremos producto elaborado. Nuestra intención es hacer mucho I+D, no sólo en producto fresco, sino haciendo combinación de alimentos, con la salud como bandera, nunca alterar la calidad, los valores nutricionales de la planta y de su fruto.

El compromiso medioambiental de Héctor Molina es grande. Le preocupan los transgénicos y las semillas híbridas, que están acabando con las tradicionales locales, y han ocasionado la pérdida de centenares de variedades de plantas valencianas, que los agricultores abandonan en beneficio de productos aparentemente más provechosos.

En mi familia nadie se ha dedicado nunca a la agricultura. Mis abuelos y mis padres han poseído tierra. Tierra que empezaba a dejar de ser productiva por el descenso que sufren hoy los cítricos, un 95 por ciento de monocultivo en esta zona.

Empecé creando un modelo de negocio con el capital mínimo exigible a una sociedad limitada, capitalizándonos con ventas lo antes posible. El cítrico con el que trabajo es convencional. Ha de ser así por un problema de minifundismo. Las fincas son muy pequeñas. Y las colindantes aplicacan productos químicos. Cuando miras el porcentaje de tu propia finca necesario para realizar buenas prácticas medioambientales, lo que te quedaría como terreno ecológico, no llega al cincuenta por ciento. Estamos estudiando cómo cambiar estos. Por ejemplo, intercambio de parcelas, un vecino me deja la suya, que linda con terreno mío, a cambio de otra mía en otra parte, para unificar y ampliar las posibilidades de cultivo ecológico. Así reunimos las siete u ocho fincas que tenemos en una única parcela susceptible de cultivo ecológico. En estos momentos no puedo abandonar la producción convencional, porque es la fuente de ingresos para poder continuar este proyecto.

Pedro y Maribel, en el huerto.

Pedro y Maribel, en el huerto.

Una oportuna casualidad fue el detonante del proyecto el3ments.

Este huerto es una idea que tenía en al cabeza desde hacía años. Pero la inversión era importante, y tienes que valorar bien cuándo la haces. Posiblemente lo podría haber hecho antes, pero a principio de 2012 salió una convocatoria de la UE, con una especie de concurso llamado Joven Agricultor Innovador, para que las gente presentara ideas. Me lancé. El mes de julio, durante mis vacaciones de ese año, dediqué 500 horas a elaborar lo que tenía en la cabeza. No era algo que saliera de la nada. Lo presenté y me llevé la sorpresa de que en la provincia de Castellón lo aceptaron, en Madrid, a nivel nacional, también lo aceptaron, y pasó a Bruselas, con una acogida excelente.

Héctor hizo un estudio basado en siete pilares. Conservación de las variedades tradicionales, recuperación de suelos de cultivo abandonados, exigencia rigurosa de buenas prácticas medioambientales, autosuficiencia a base de gestión de residuos y de reciclaje, acción medioambiental pública o colectiva, plan educativo para escuelas infantiles junto a un plan de formación para profesionales de la agricultura, y llevar la tecnología al campo, la investigación y el desarrollo.

Una vez premiado el proyecto , invitaron a Hector a Bruselas para presentarlo en el Parlamento Europeo. El 5 y el 6 de diciembre de 2012 se juntaron una docena de personas de varios países, con proyectos agrarios y ganaderos. El de Héctor fue el único español. Al ver la buena acogida que tuvo, y considerando la inversión de tiempo que había hecho, hizo un presupuesto, calculó lo que le costaría, consultó lo que tenía ahorrado, y empezó a realizarlo a la escala que se podía permitir. Empezar con una finca pequeña porque económicamente no podían abarcar más.

El pilar principal del proyecto es la conservación de las variedades tradicionales. Tenemos más de 600 referencias, que hemos obtenido recorriendo las huertas, preguntando a los abuelos, y recogiendo semillas que ellos llevan toda la vida cultivando. Son semillas que se perderán, porque cuando ellos falten, los hijos no las cultivarán porque no se dedican al campo. Los que se dedican, compran las semillas en los almacenes donde venden variedades híbridas. Para conservar las semillas tradicionales no teníamos otro camino que ese. No es un patrimonio privado, sino de todos.

Una de las aportaciones de este proyecto es el riego, que se distancia del que ahora emplean muchos agricultores, el gota a gota. El propósito es recuperar suelos de cultivo de un modo medioambientalmente coherente

Solo en Vila-real tenemos 13 millones de metros cuadrados, 130 ha, de finca rústica cultivable abandonada. Y yo he conocido esta tierra cultivada a un cien por cien.

No solo hacemos un producto ecológico, sino que aportamos un plus que casi ninguno ofrece, me atrevería a decir. Valoramos mucho el sistema de riego, por medio de un tubo exudante que ahorra entre un 15 y un 20 por ciento de agua, en relación con sistemas similares de riego por goteo. Este ahorro es imposible de comparar con el riego a manta, una práctica obsoleta y aberrante, propia del siglo XIX. En esta finca tenemos un pozo propio, y ahí cerca hay otro. El agua no es mía ni de mi hijo ni será de mi nieto. Es un bien escaso cuyo consumo y utilización hemos de racionalizar. Otro aspecto del valor añadido es que al agua para las plantas añadimos una infusión de ajo. No gastamos azufres ni cobres, productos permitidos en la agricultura ecológica, pero que para nosotros son perjudiciales para la planta.

Buscamos la autosuficiencia por medio de la gestión de residuos y el reciclaje. Esta mesa en la que estamos sentados, por ejemplo, está hecha de tablones de construcción abandonados a la intemperie desde hace años. Pedro las ha transformado en mesa con bancos. El objetivo es crear una finca autosuficiente, con un burro, un cerdo y gallinas, animales autóctonos en peligro de extinción que nos aporten abono para el campo. Criamos lombrices que cierran el ciclo del reciclaje. Esto lo pondremos en marcha en la primavera.

SONY DSC

Otra idea básica es construir bosques urbanos. Parte de esos 13 millones de metros cultivables abandonados de Vila-real pertenecen a suelo público. Estamos optimizando al máximo los desplazamientos, el uso de los vehículos a motor, en beneficio del equilibrio de carbono en la atmósfera. Por contra, cuando empecemos el comercio, vendrá gente o tendremos que servir a empresas que emitirán huella carbono. Así que hemos decidido hacer bosques urbanos en suelo público. Actualmente hay una chica de la Universitat Jaume I de Castellón con un proyecto final de carrera de un bosque urbano de 13 mil metros cuadrados. Participaremos entidades privadas, nosotros mismos aportaremos los árboles, en unión con colectivos, asociaciones de amas de casa, de escuelas, etc. haremos la siembra en una jornadas de responsabilidad social empresarial, en beneficio de toda la sociedad. La condición sine qua non es que en esos bosques contengan la máxima cantidad posible de planta comestible, y que sean plantas autóctonas. Mucha planta aromática, mucho romero, espliego, cítricos, olivos, viña. Va en la línea de la permacultura.

La educación y la formación profesional también son pilares básicos. Estamos desarrollando un lan educativo para niños de siete u ocho años, para que crezcan conociendo lo que es una semilla, y cómo da lugar a los alimentos que ellos comen cada temporada. Realizaremos este plan en los colegios, y extrapolaremos la acción a las casas, a los balcones, a los jardines. Esos niños aprenderán a cuidar esos cultivos y crecerán con ese conocimiento, esa responsabilidad. Podrán valorar los tomates que hayan conseguido cultivar, comprendiendo el desarrollo de una planta que se puede transplantar al campo.

A la vez, vamos a iniciar una nueva fase formativa con personas que quieran dedicarse al campo, como un nuevo modelo de vida y de negocio. Esa formación se realizará según nuestras prácticas y filosofía de un cultivo que sobrepasa los límites del cultivo ecológico. Valor medioambiental, ético, responsable. No de boquilla, no de palabra, sino de hecho.

Por último, nos apoyamos en la tecnología. Queremos llevar la tecnología al campo. Estamos agrupando las plantas en sistemas de cuatro bancales de cultivo alimenticio, y el quinto, de plantas aromáticas. Va todo por familias. Cada familia de plantas tiene una necesidad hídrica. Estamos trabajando un sistema de sonda hídrica, que estará implantado en 2015, cuando cada grupo de plantas pedirá la cantidad de agua que necesita para alimentar sus frutos. Por ejemplo, en verano cultivamos judía verde y tomate. La judía necesita poca agua, pero el tomate mucha. Hoy en la mayoría de las fincas se dedica la misma cantidad de agua a todas las plantas, lo cual es un desperdicio, un exceso de consumo hídrico.

En les Alqueries, otro término de Castellón, Héctor y su equipo tienen una finca diáfana de 1500 metros cuadrados, en la que han hecho muchas pruebas de sistemas de siembra, en busca de soluciones para las fincas productivas como es ahora la finca Margalló. No se trataba de optimizar espacio, sino de avanzar en términos tecnológicos. Era un laboratorio puro y duro.

En el Margalló tenemos cerca de siete hanegadas, menos de seis mil metros cuadrados. Tenemos una zona sembrada con quince variedades diferentes de haba y guisantes. Estamos generando y caracterizando, igual que hacíamos en les Alqueries. Utilizamos un sistema convencional de riego por goteo. Luego tenemos agrupaciones de plantas en lo que nosotros llamamos “paradas”, bancales. Los sembramos por familias, las compuestas, las leguminosas, que ahora están germinando, y también puerro y cebolla y col. Será un cultivo rotatorio. Cada año alternaremos, porque cada planta necesita un tipo de nutriente diferente, algunas más nitrógeno que otras, algunas que aportan nitrógeno a la tierra, etc. El objetivo del cultivo rotatorio es hacer la menor aportación de materia orgánica tipo estiércol. La quinta parada o bancal son plantas aromáticas que empezaremos a cultivar en marzo, sobre cincuenta variedades diferentes. Nos ayuda a generar biodiversidad, son muy beneficiosas en el cultivo ecológico, y nos autoabastece de romero, albahaca, espliego, etc. Todo el perímetro va cercado con plantas trepadoras, para eliminar la visión de valla metálica; cada cinco metros, más o menos, una planta diferente y comestible como los jazmines, las capuchinas o los hibiscus, que tienen una gran capacidad nutricional. Sembraremos con sentido común, plantas que florezcan en verano, en otoño y en primavera, para tener siempre un espacio visual armónico de varios colores distintos del verde.

La mitad del terreno del Margalló estará dedicado a paradas o bancales. Ahora tenemos sólo un 20 por ciento completado, porque las tablas de madera que sostienen los bancales hay que trabajarlas, darles un protector ecológico contra los rayos del sol, y porque esto es un trabajo de arquitectura, está todo milimetrado con escuadra y cartabón.

La otra mitad se compone de una zona diáfana que destinaremos a I+D. Haremos un invernadero de vidrio, no de plástico, y luego otra zona sembrada de maíz y girasol, pensando en la alimentación de los animales que tendremos, puesto que, com he dicho, la finca ha de ser autosuficiente. Donde ahora están los bancales de las habas, irán seis o siete frutales diferentes para ayudar a la alimentación de los animales.

El burro, el cerdo y las gallinas nos aportarán estiércol. Pero también las lombrices se encargarán de triturar la poda, plantas dañadas, y la materia orgánica que generamos nosotros en nuestras casas.

También vamos a construir un túnel para calabazas. La calabaza es una planta rastrera, en contacto con la tierra, y ocupa mucho espacio. Una forma de optimizar este cultivo en un área pequeña, de siete u ocho metros de suelo, es convertir las calabazas en trepadoras. Haremos un arco de seis metros de longitud y de unos dos metros y medio de alto, y ayudaremos a las plantas a trepar por los arcos longitudinales, que constituirán un túnel. Será un túnel descubierto, sin plásticos ni nada.

SONY DSC

El equipo que se dedica a poner en marcha el proyecto es muy corto y, en alguna medida, multifuncional.

Trabajando en el cultivo de los campos tenemos dos personas, Pedro y Maribel, y un técnico cualificado en agricultura; yo, que estoy un poco en todas partes, y una chica que se dedica al tema de comunicación, más dos personas con las que estoy trabajando el proyecto educacional, que espero que vea la luz en 2014, con una chica, periodista con conocimientos muy amplios en materia agroalimentaria y nutricional, y otra chica psicóloga, porque lo que nos interesa no es solo llevar a cabo el proyecto sino ver los resultados en los niños. Espero que en un año hayamos obtenido los primeros resultados. Porque cuando ves nacer y crecer a una planta, cambia tu vida. No necesitas estar tres años cultivando, sino que al ver cómo sale un tomate de una tomatera y hacer la fiesta del tomate, esto es suficiente para que un niño cambie el chip directamente.

El presupuesto está ceñido a las necesidades ,y no cuenta con subvenciones institucionales, aunque sí con el apoyo de ayuntamientos y otros organismos públicos y privados

Contamos con la colaboración moral de muchas entidades públicas, privadas y personas. No nos hemos encontrado con ningún problema administrativo, al contrario. El apoyo económico es nuestro pequeño estómago. Y ya está. No recibimos ningún tipo de ayuda económica, aunque sí hemos recibido ofertas públicas; pero las hemos rechazado porque creemos que las entidades públicas no deben de estar para financiar. Esto es un proyecto privado, aunque esté abierto a la participación de todo el mundo. Si la finca es autosuficiente, nosotros también queremos serlo.

Esto es un espacio construido en base a un proyecto pensado y redactado. Nuestra intención es hacer de esto un laboratorio que pueda realizar manipulación alimentaria con un registro sanitario. Lo único que vamos a solicitar es la licencia de obra y acondicionamiento. Es la única ayuda pública que queremos de la administración.

Héctor y su equipo se manifiestan partidarios fervientes del cultivo de km 0. En el plazo de un año, el Margalló debería de abastecer a la ciudad de Burriana, en cuyo término municipal se encuentra. En Villarreal hay otra finca que seguirá los pasos de esta, y cuando esté al máximo rendimiento también podrá abastecer a la ciudad de Vila-real Cada finca, sostienen, ha de abastecer a su población.

Héctor se ve a sí mismo como un agricultor empresario, y dedica mucho tiempo a la gestión. Espera que, una vez culminado el proyecto, pueda entregarse en cuerpo y alma al cultivo de la tierra.

SONY DSC

Mi papel en la agricultura es diferente al de la mayoría de los agricultores ecológicos. No sé si por suerte o por desgracia. Comparto lo que hacen otros productores con sellos ecológicos y con prácticas ecológicas. Pero creo que nosotros somos los únicos que le damos un plus a un proyecto agroecológico, que vamos más allá en la factura medioambiental. Ha venido mucha gente interesada en hacer lo mismo que nosotros, pero todavía no hay nadie que haya emprendido este camino. Se necesita dinero, pero no es una inversión brutal, se puede empezar a cultivar poco, y conforme el proyecto se vaya capitalizando. Yo no tengo préstamos, no debo nada a nadie, gracias a los cítricos convencionales, de los que obtengo el dinero que invierto en la finca Margalló. Mucha gente se ha informado de nuestro sello de calidad interno, y cuando lo han visto, se ha echado atrás. Porque son prácticas muy estrictas, que van al extremo. Me atrevo a decir que el día que descubra una más estricta que la nuestra, felicitaré a sus autores y les intentaré copiar. Nuestra finalidad es hacer un jardín comestible al alcance de todos los públicos, pero también con clientes de elite, restaurantes donde un menú puede costarte cien euros; lo que significa que esos clientes tienen derecho a exigir al máximo. No solo las prácticas que hacemos, sino de calidad de producto.

En el mes de marzo, abriremos en Vila-real un puesto en el mercado tradicional de los viernes, donde van los productores a vender sus cosechas. Lo mismo haremos en Burriana. Queremos vender al público nuestra producción, por supuesto.

Mi objetivo también es vivir dignamente. Yo he tenido buenos sueldos en otra época y en otro sector, y todo tipo de caprichos, no he parado de viajar por gusto durante muchos años. Pero hoy veo todo eso como bienes innecesarios. Para mí vivir dignamente es poder venir cada día, compartir una mañana o una tarde con Pedro y con Maribel, trabajar en el campo, ver las plantas, y que no me falte un poco de pan y agua. Pero desgraciadamente, desde que empecé con el proyecto y con la recuperación de cítricos tradicionales, cada vez tengo más trabajo de ordenador, de oficina, reuniones con empresas, entidades públicas, personas interesadas que vienen a visitarnos. Digamos que estoy más para la relación. Hemos hablado de proyectos para la formación y la educación. Todo eso no navega por sí solo, y he de estar en todo. Hoy soy gestor, y tengo que estar en todos los frentes. Cuando lo dejé todo por la agricultura, pensaba que ahora tendría callos en las manos y que estaría trabajando en la tierra cada día. Confío y espero que al final lo pueda conseguir, porque al final es lo que persigo.

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.