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Bitácora y apuntes

Soñando con dinamita

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Gaspar Oliver

El conflicto izquierda y derecha, o entre clase media trabajadora y casta de ricachones fachas, la democracia en el alero, las constituciones en la chatarrería, las naciones a punto de naufragar entre icebergs separatistas, e inmigración masiva alegal.

La nueva dialéctica, el follón, el lío, la confusión.

Y nosotros, con estos pelos, agarrados a clavos ardiendo, buscando asistencia espiritual, asilo político en los sueños.

Yo soy un hombre enemigo de la retórica, entre otras cosas porque no tengo dominio de ella, articulo muy mal mis razonamientos cuando debato con alguien sobre la realidad política. También es debido al follón, al lío que lleva a muchas personas a pedir asilo político en los sueños.

Yo a veces me dejo llevar por ese recurso, e inmediatamente naufrago.

Sin embargo, la confusión es el estado natural de la sociedad. El voto universal para la representación parlamentaria es el último modelo vigente para que esa confusión no se transforme en violencia. Pero tengo la impresión de que la obsolescencia de la democracia representativa no tiene remedio a medio plazo.

Mientras el horizonte se va aclarando, y puede tardar décadas o quizá un siglo, henos a los occidentales náufragos en el océano de la libertad. Esta incertidumbre provoca conflictos añadidos al conflicto de la convivencia democrática.

En España esa incertidumbre es dinamita.

Todos los países considerados “avanzados” en Europa y en las Américas tenemos el mismo problema. Pero el caso de España es tremendo, la única nación gobernada por quienes ponen todo el empeño en destruirla. Y lo hacen “democráticamente”. De aquí a diciembre, cuando haya que votar nuevo Parlamento, tenemos tiempo de crear estrategias y programas para evitar el caos, que degeneraría con toda probabilidad en violencia civil, por mucho que ahora suene a ciencia ficción.

No soy optimista, porque la población prefiere la inercia a la responsabilidad, y seguirá echando muchas papeletas a las fuerzas disgregadoras. En estos momentos la progresía burguesa suicida se ha disfrazado de corderito benévolo. Si fueran derrotados estos profesionales del engaño por otros menos eficaces que ellos en la mentira (traducido a estereotipo: la derechita cobarde), la progresía pequeñoburguesa se echaría a la calle llamándonos fascistas a quienes nos oponemos a sus delirios. Podría suceder que los mentirosos menos eficaces se dieran cuenta de una maldita vez de que tendrían que abandonar su ilusión de equilibrio. Pero sería raro.

El escenario más probable se me presenta como una temporada de caos político galopante, que podría coincidir con un caos paralelo en las “democracias avanzadas”. O si no coincidiera, podría volver a convertir España en una nación a punto de romperse de verdad, de lo cual se aprovecharían los enemigos de fuera y nos dejaría en manos del azar, léase los intereses anglo americanos, el regocijo de la elite francesa y la aparición de soluciones contundentes dentro del país. Quizá surja alguno que ofrezca nuevos remedios a la convivencia. Ya veremos.

Así que, de momento, Constitución a rajatabla, fin de gobernar por decreto, y restitución de las leyes basadas en el consenso y el sentido común.

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