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Bitácora y apuntes

Tres hipótesis sobre el Covid-19

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Dos tipos tristes

Una visión humorística de Fernando Bellón

Platón concibe el Mito de la Caverna para sacarnos del engaño. Pero en una sociedad como la nuestra en la que el engaño abunda casi más que la verdad, y donde se premia cambiar a las cosas de nombre para encubrir la mentira, hacer burla del engaño es vano ejercicio. Sin embargo, me arriesgo como admirador de la «Caverna del Humorismo» visitada por Pío Baroja.

Voy a hacer humorismo, diantres.

Mis tres hipótesis sobre el Covid 19, que afectan a todos los estados del planeta, se enuncian así:

1.- Los técnicos, expertos o como demonios queramos denominarlos, conocen bastante bien el tema, están asustados, y balbucean explicaciones que se aproximan a la verdad.

Por su parte los políticos, que entienden solo a medias esas explicaciones se hacen los longuis.

2.- Los técnicos, expertos o como demonios queramos denominarlos, tienen una idea imprecisa y desordenada del asunto, no quieren reconocer su poca competencia, y balbucean al azar explicaciones, que vaya usted a saber si alguna se aproxima a la verdad.

Mientras tanto, los políticos, que captan la confusión de los que se supone que deben conocer el paño, se hacen los longuis.

3.- Nadie tiene maldita idea de lo que está pasando. Los técnicos, etc… dicen lo primero que se les ocurre con la esperanza de que alguna de las explicaciones y remedios sea cierta. Y los políticos se hacen los longuis.

No creo que las productoras de contenidos audiovisuales tarden en hacer una serie «basada en hechos reales» sobre el coronavirus. Aparecerán hospitales colapsados, ciudadanos aterrorizados, gamberros en fiestas promiscuas, aplausos desde los balcones, matrimonios en crisis, niños histéricos, supermercados con los estantes vacíos…

En fin, lo que hemos visto o estamos viendo.

Será un fracaso. Porque emular una realidad caótica es imposible a no ser que se transforme en catastrófica, al estilo del meteorito a punto de chocar con la Tierra y barbaridades semejantes. Es decir, si se pasan, la gente se indignará porque lo que hemos vivido no tiene nada que ver con lo ficcionado (además de que estamos hartos de cataclismos imposibles), y si se quedan cortos, será aburrido. En otras palabras, la realidad es mucho más interesante que la ficción.

La verdad es que el Estado ha funcionado, los ciudadanos nos hemos comportado, la sanidad, con sus problemas que son viejos, ha capeado el temporal. Y todo esto no quiere decir que los gobiernos lo hayan hecho bien, se han limitado a dejar que los engranajes no se pararan, y a echarles algo de grasa. Si una nave de extraterrestres borrachos hubiera secuestrado en secreto al consejo de ministros en pleno (sobrios no lo habrían hecho) y sustituido por robots, nadie lo habría notado. Así que lo que ha funcionado bien es el aparato y la buena voluntad de los ciudadanos, y muy mal la gestión de los políticos, con lo que a uno le entran ganas de hacerse libertario.

Y vuelvo a una obsesión mía ya manifestada. ¿Por qué España es el país más afectado por el coronavirus en relación a su población y a su extensión?

¿Somos más vulnerables los españoles que los nigerianos o que los egipcios? ¿Somos más indisciplinados? ¿Nuestro estado es más endeble y corrupto que los nigeriano y egipcio? ¿Tenemos una sanidad regida por incompetentes y unos gobernantes idiotas? ¿Somos una raza degenerada? ¿Nos está castigando el Señor por haber votado a unos ineptos?

Y he sacado a colación esos dos países africanos por establecer una comparación significativa. Nigeria tiene el doble de territorio que España, 203 millones de habitantes, y a fecha 3 de agosto, los datos de la universidad Hopkins atribuían 45.000 casos de Covid-19 y 930 muertes. Egipto, algo más del doble de territorio que España y 104 millones de habitantes, 95.000 casos y 5.000 muertes. Y España, gloriosa España, asaeteada España, 50 millones de habitantes (los datos demográficos los he tomado de la página de la CIA), 305.00 casos y 29.000 muertos. Vale, el Reino Unido tiene unos poquitos casos más, más muertos, pero también más población, y una clase dirigente quizá más perturbada que la nuestra, la Pérfida Albion.

Miren ustedes, señores expertos y señores políticos, si no son capaces de aclarar estas dudas, habrá que empezar a tomar en serio la hipótesis de la conspiración. Y no hay nada de humor en esta sentencia.

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