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Cultura y comunicación

«Agitando el avispero». La defensa de Valencia en 1808

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Una trepidante revisión de la defensa de Valencia en 1808, por José Ramón Cumplido

Una reseña de Gaspar Oliver

Agitando el avispero. La expedición del mariscal Moncey contra Valencia, junio 1808, es un excelente libro de historia que narra con detalle y agilidad la incursión del ejército francés sobre Valencia en el verano de 1808, y su retirada ante la imposibilidad de entrar en la ciudad que acababa de sublevarse contra la ocupación militar de la península.

Su autor es José Ramón Cumplido, de quien el lector de Agricultura Perinquiets ya sabe por otros ensayos, el primero de los que se vinculan aquí, un anticipo del libro que comento. Conozco a José Ramón desde hace tiempo, como colega de RTVV, donde él ejerció de técnico especializado, y también conozco su obra plástica, que tiene personalidad y otras virtudes artísticas y de oficio. José Ramón es una persona multidisciplinar, y hace las cosas con calma, precisión y con un trabajo documental apabullante. Pertenece a otra época.

Agitando el avispero se lee como una novela, pero posee el rigor del trabajo contrastado y ponderado. La Guerra de la Independencia de España contra los ejércitos napoleónicos en los albores del siglo XIX nos ha sido trasladada en estereotipos ideológicos de opuesto enfoque. Para los liberales, fue el alzamiento de un pueblo valiente contra un ejército invasor que todavía no había cosechado ninguna derrota, y uno de los mecanismos de la formación de la nación española. Para los conservadores y ultramontanos, fue un acto de ira de un pueblo irritado por la impiedad de unas tropas que habían destituido al rey legítimo (Fernando VII, no tan legitimo, cual se aprecia al conocer cómo llegó a desplazar a su padre Carlos IV) e impuesto un rey títere que además era un borracho (José Bonaparte, alas Pepe Botella).

La Guerra de la Independencia no se entiende sin conocer los antecedentes, en los cuales estuvo involucrada Portugal (entonces aliada o cómplice de Inglaterra contra el Imperio de Napoleón), a quien la monarquía española arrebató Olivenza, que todavía forma parte del estado Español; varias acciones militares entre la Francia revolucionaria y la España realista en los Pirineos, la ocupación francesa de Navarra y el País Vasco; los sórdidos enconos entre Carlos IV y su hijo Fernando; las maniobras de Godoy, una especie de primer ministro nefasto de la época, contra unos y a favor de otros; la pugna de las castas nobiliarias profernandinas y pro Carlos IV, un pueblo (llamémosle así para entendernos) indiferente a su responsabilidad política, y una jerarquía eclesiástica arraigada en prácticas tridentinas. Y a la vez, pequeños grupos de ilustrados, la mayoría aristócratas, a quienes la invasión napoleónica partió en dos, los afrancesados y los nacionales. Iba a poner “patriotas”, pero es otro de los estereotipos; los afrancesados eran tan patriotas como los opuestos a la ocupación, y tampoco a ellos agradaba la presencia militar, aunque imaginaban que favorecería el progreso de un país dominado por la desidia de sus dirigentes y el fanatismo de su Iglesia (con pocas excepciones notables). Todos se equivocaron, todos pecaron de falta de pragmatismo, de actitudes sectarias, de incompetencia, de inconstancia.

image002Esto lo deja ver con nítida claridad Agitando el avispero. José Ramón describe con admirable concisión y precisión esos pequeños terremotos. El lector medianamente culto no necesita recurrir a la Wikipedia para entender lo que se le relata. Y al acabar el libro, se siente atraído por el asunto, y tiende a buscar bibliografía complementaria. Yo recomiendo este libro a quienes deseen saber de aquella época turbulenta, a la que tanto debe nuestro presente. Si fuera profesor de Instituto, dedicaría parte del curso de historia a leerlo con los alumnos. José Ramón presenta los hechos con desapasionamiento, deja claro que el pueblo valenciano no ganó la batalla a los franceses, que Moncey se retiró de Valencia por falta de artillería, que la ciudad era un hervidero de brutalidad y fanatismo, como lo prueba el asesinato de varias decenas de ciudadanos franceses inocentes, instigados por un cura de enloquecida ambición, y que los militares españoles profesionales estaba dirigidos por una casta de abúlicos e incompetentes aristócratas.

La obra está dividida en tres capítulos. El primero y el tercero narran en un tono periodístico los patéticos antecedentes del asedio, la marcha sobre Valencia de Moncey, las primeras escaramuzas de una milicias valencianas sin mando eficaz, sin preparación y sin disciplina, que acabaron en derrotas en Contreras, la sierra de La Cabrilla y el Portillo de Buñol, y el cerco infructuoso a la ciudad. José Ramón desmonta con limpieza las fantasías locales tipo Palleter (inventado héroe de la resistencia), y se ajusta a los hechos documentados en libros, archivos españoles y franceses.

El capítulo dos lo dedica a una minuciosa descripción de las fuerzas francesas y españolas y sus principales comandantes. Descripción minuciosa pero entretenida, porque uno a uno va condensando los hechos de los personajes citados. En los franceses destaca su profesionalidad. En los españoles, la mediocridad y falta de brío de los más notables, y la sagacidad y audacia de personas sin nombre, que luego se convirtieron en jefes militares de cierta envergadura.

Agitando el avispero lo ha publicado la “Institució Alfons del Magnànim” de la Diputación de Valencia en su colección “Estudis Universitaris”.

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