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Cultura y comunicación

Día de la Hispanidad 2020

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Miguel de Cervantes

El 12 de octubre es la Fiesta de la Hispanidad. No se celebra mucho, ni siquiera como Día de la Patria, concepto viscoso para bastantes que me contengo en calificar.

En Agroicultura-Perinquiets sí queremos destacarla y celebrarla, a la patria española y a la Hispanidad. Es menester. Es necesario.

Los españoles son cainitas. Los españoles se avergüenzan su pasado, hasta abominan de él.

Falso. Por una compleja serie de razones, algunas de las cuales se exponen en el artículo dedicado a la memoria de Ramón y Cajal, impera en las escuelas españolas la idea de que España es un fracaso, y avalando la tesis se aportan multitud de datos la mayoría inventados o falseados.

Pero si los promotores actuales de esta estrategia destructiva hubieran conseguido la mitad de sus objetivos, estaríamos al borde de un precipicio nacional. No lo estamos, porque cada vez son más los que nos alzamos para reivindicar nuestra historia y denunciar a los falsarios. Una historia con luces y sombras, como las historias de todas las naciones, pero que es preciso calibrar.

Sin embargo, el riesgo de fractura sigue siendo grande, como se observa en los esfuerzos denodados de quienes sueñan con lanzar el país por el barranco de la historia.

Vale la pena recurrir a nuestras fuentes para reivindicar una cultura y una lengua común para cerca de 600 millones de personas, y que conocen y emplean no sé cuantos millones más. Estas cifras, estas evidencias son lo que molesta a los enemigos de la patria. No pueden hacer nada para negarlas.

Una referencia contundente es Cervantes. Hemos escogido un párrafo del Quijote donde el autor se está refiriendo con una precisión escalofriante a la situación del imperio español en sus días, finales del XVI e inicios del XVII. España y las Indias (nunca una colonia, sino españoles en todos los territorios) dominaban el mundo. Fue el primer paso de la «globalización», por vez primera en la historia de la humanidad se había comprobado que la Tierra era redonda, y el imperio español estaba en todas la latitudes y longitudes, igual que hoy es el impero norteamericano el que domina, y el chino se pelea con él para sucederle.

Vale la pena situar las palabras de Cervantes en su lugar. Proceden de los argumentos de Anselmo a la petición de su amigo Lotario de que intente seducir a su virtuosa mujer, para probar que es fuerte y fiel. Pertenecen a la novela «El curioso impertinente», inserta en la primer parte del Quijote. Anselmo le intenta convencer de que es una locura dedicar esfuerzo a algo absurdo.

Las cosas dificultosas se intentan por Dios, o por el mundo, o por entrambos a dos: las que se acometen por Dios son las que acometieron los santos, acometiendo a vivir vida de ángeles en cuerpos humanos; las que se acometen por respeto del mundo son las de aquellos que pasan tanta infinidad de agua, tanta diversidad de climas, tanta extrañeza de gentes, por adquirir estos que llaman bienes de fortuna; y las que se intentan por Dios y por el mundo juntamente son aquellas de los valerosos soldados, que apenas veen en el contrario muro abierto tanto espacio cuanto es el que pudo hacer una redonda bala de artillería, cuando, puesto aparte todo temor, sin hacer discurso ni advertir al manifiesto peligro que les amenaza, llevados en vuelo de las alas del deseo de volver por su fe, por su nación y por su rey, se arrojan intrépidamente por la mitad de mil contrapuestas muertes que los esperan. Estas cosas son las que suelen intentarse, y es honra, gloria y provecho intentarlas, aunque tan llenas de inconvenientes y peligros.

Cuando Cervantes habla de las cosas que se acometen por Dios se está refiriendo a Francisco de Vitoria, a Francisco Suárez, a Domingo de Soto a Juan Ginés de Sepúlveda, teólogos, filósofos, economistas, juristas reconocidos internacionalmente, todavía hoy estudiados en las facultades de medio mundo. A ellos y a los millares de sacerdotes que en las Américas están trabajando por «humanizar» la relación de los europeos con los indígenas, que estudian la botánica, las lenguas de los indios, sus costumbres, los fundadores de la antropología moderna.

Cuando habla de las cosas que se acometen por el mundo, se refiere a quienes se han embarcado hacia las Américas por adquirir estos que llaman bienes de fortuna. Construirán ciudades, iglesias, monumentos que cualquier europeo consideraría fabulosos si los hubieran construido sus naciones. Abrirán escuelas, universidades. Y claro, también se aprovecharán de los indígenas y les harán daño, cómo negarlo, es el resultado del contacto de dos culturas, pero comparada la presencia de españoles en las Américas y de ingleses u holandeses en las Indias, los últimos se llevan la palma de la crueldad y el expolio, aunque a los españoles les toca llevar el sambenito.

Y cuando habla de las cosas dificultosas que se intentan por Dios y por el mundo, señala a los soldados que defienden el imperio español frente a los turcos, frente a los holandeses e ingleses, frente a los príncipes alemanes protestantes (que no se cortan un duro, dicho en castizo, en perseguir a los católicos de sus territorios, en encarcelarlos, en machacarlos). Y también de los que en la península (incluida entonces Portugal) trabajan y defienden el orden del estado.

En vida de Cervantes España es imbatible, pero sufre el acoso (natural, la historia de las naciones es así) de Inglaterra, las provincias holandesas, ambas decididas a expandirse, Francia, los reinos italianos dependientes de unos y de otros, los turcos. Un verdadero sitio, que aguanta con firmeza. En dos siglos el imperio español se desmoronará. Pero no como un castillo de naipes.

En los siglos XIX y XX España se ha visto sometida al mismo acoso, con la diferencia de que desde dentro las elites hacen de quinta columna inconsciente o deliberada. Después de una guerra civil pulverizadora de tierras y de familias, España logra recomponerse, para admiración de muchos y resentimiento de otros. Y aquí estamos otra vez defendiéndonos del acoso, ahora básicamente interno, fratricida.

Pues, nada, a resistir.

Viva España y viva la Hispanidad.

 

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