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Cultura y comunicación

«El mánager», novela negra de de Manel Gimeno

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Una novela negra absorbente e impecable

Una reseña de Gaspar Oliver

Un buena novela de género ha de tener una estructura sencilla, una trama verosímil y una fidelidad rigurosa a los protocolos de su disciplina literaria. Además, claro, de contar una buena historia y de estar escrita con ritmo y oficio.

Este es el criterio de la obra clásica, que fijaron sin saberlo Homero, Virgilio, Petrarca, Cervantes, Shakespeare y todos los creadores que hablaban de seres humanos para seres humanos.

Estoy excluyendo a los escritores de vanguardia, que hoy son multitud. Una multitud de impostores, porque los creadores de las vanguardias están enterrados en mausoleos neoclásicos. Se las dan de innovadores geniales, cuando no son más que epígonos sin imaginación

el-managerTrazo este marco para colocar en él a El Mánager, de Manel Gimeno, novela de género negro que se atiene con escrupulosidad al clasicismo. La historia que relata atrae al lector. Está escrita con maestría y fluidez. Y respeta y proyecta con talento los estereotipos del género.

“Alguien está asesinando, uno tras otro, a los miembros de Los Cohetes, el grupo de pop español más importante de los ochenta y noventa. La sospecha recaen sobre Cecilio Calderón, el Mánager, ex presidiario y luthier de la basura, que pretende ser reconocido como el autor de los éxitos del grupo. Acosado por la policía emprende una investigación delirante y llena de peligros que le llevará a revivir la Valencia de aquella Época de oro”.

Es el resumen de la solapa del libro, cuidadosamente impreso por el Búho de Minerva, editorial valenciana.

Manel Gimeno es dibujante de historietas y guionista de televisión. Estos oficios han marcado su rutina de trabajo literario. Dice que no puede ponerse a escribir una historia sin conocer su desarrollo y su desenlace. Prepara un esquema de episodios al modo de un story-board gráfico o fílmico. El esfuerzo que empeña en esta preparación da frutos excelentes. Tan buenos, que el lector se deja llevar, acaso pensando que un tipo con salero y buena retórica le está contando una película entretenida.

Todo lo contrario. El clasicismo es uno de los instrumentos de trabajo literario más eficaces, pero más costosos.

El Mánager arranca en un escenario sórdido con un asesinato. A partir de él, el protagonista recorre un largo camino en zig zag, en una serie de fogonazos de memoria. He contado cuatro escenarios de partida que se suceden cronológicamente, intercalando los tiempos de cada subtrama. Esto es evidente en el planteamiento y en el nudo, que se produce con exactitud en la mitad de la novela. El desenlace se despeña como un torrente bullicioso de un modo tan “natural” que dejé de fijarme en la forma para deleitarme en el contenido.

Hay momentos de una extraordinaria fuerza cómica (la novela negra española ha de ser esperpéntica, aquí los héroes policíacos no pueden ser como los gringos, nadie se los creería), salpimentada del mejor sarcasmo. Por ejemplo, un entierro disparatado y un atentado en un escenario de rock. Están tan bien desarrollados, que uno ve la acción como en una película.

El final es una sorpresa magnífica, canon del género, argumentada con discreción a lo largo de la historia.

La caracterización de los personajes encaja también en el género, y Manel Gimeno usa su cultura del tebeo para presentarnos un antihéroe que se disfraza como Mortadelo.

La delincuencia cutre, la corrupción política valenciana, la codicia tragicómica ibérica, y otros estereotipos del género, como un periodista grotesco o una ninfa perversa, están retratados con mano de artista.

Conocí a Manel Gimeno en Canal 9. Trabajé con él unos meses. Tenía solo detalles de su trayectoria profesional. Me pareció una persona de una extrema discreción, alguien incapaz de meterse en un lío, pero lo suficientemente generoso como para sacar de él a los amigos.

Luego he sabido que empezó a trabajar a los 15 años de botones en un banco, inicio de un largo recorrido por profesiones distantes del lucro bolsístico . Canta con la habilidad de un crooner. Conoce a fondo la música y la creación gráfica. Y tiene una capacidad poco común para coordinar equipos.

Su primera incursión en el género negro fue El misterio de Bolaños, en 2012, también publicada por El Búho de Minerva. Ahora prepara una novela nueva, fuera de la órbita detectivesco-policíaca.

Me alegro de que a un amigo mío le vaya bien en el alpinismo literario, sin ser un trepa.

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