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Cultura y comunicación

Estudio 64, ilustración, juguetes, cosas, talleres, compromiso cultural

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Javier: «El libro infantil ya no existe.»

Julio: «En Valencia  la gente tiene muy buena opinión de sí misma, pero cuesta todo mucho.»

En un panorama de pequeños negocios dominado por el barbarismo (startsup), el valor de abrir una librería clásica traspasa la temeridad y el heroísmo. Si hay un Más Allá, El Hacedor de Todas las Cosas enviará al Limbo al rebaño de emprendedores y premiará con el Paraíso a personas como Julio Antonio Blasco López y Francisco Javier Undiano Gregorio, que han tenido los santos redaños de montar Estudio 64, una librería de textos ilustrados, con un rincón para el diseño, un espacio para los talleres relacionados con la creación plástica, perchas con ropa de tebeo y cualquier objeto o juguete que haya sido dibujado, pintado, garrapateado, hasta las mismas paredes y el escaparate.

Ilustraciones de Txemacántropus.

Ilustraciones de Txemacántropus.

Un reportaje y fotos de Gaspar Oliver.

Julio Antonio Blasco López, ilustrador y diseñador gráfico, 43 años, nacido en Valencia, es licenciado en Bellas Artes de la Universitat Plitècnica de la ciudad. Se ha ganado la vida en un estudio de diseño gráfico y expositivo. Ha hecho impresión digital y serigrafía. Y ha formado parte de una productora de animación. Dejó todos los trabajos por cuenta ajena en 2012 y se hizo ilustrador autónomo. Todavía no ha muerto de hambre.

Francisco Javier Undiano Gregorio, 44 años, natural de Zaragoza, ha sido administrativo en el luminoso campo de los seguros. Los últimos nueve años los ha pasado yendo y viniendo de la ciudad del Ebro a la ciudad del Turia. En noviembre de 2014 pasado se lió literalmente la manta aragonesa a la cabeza y se convirtió en librero y editor.

Julio. Nos encontramos hace 10 años y nos hicimos amigos porque teníamos una ilusión común. La idea de montar esto la lleva Javier en mente desde hace cinco.

Javier. Cuando me quedé en paro hace un tiempo, quería hacer algo que me gustara. Pero apareció un trabajo por medio y lo cogí. Y como había que dar un paso para reunirnos en una ciudad, al final me atreví a dejar el trabajo y he montado esto. La inversión ha sido considerable porque no teníamos dinero.

Una vecina de Benimaclet, fascinada por la oferta.

Una vecina de Benimaclet, fascinada por la oferta.

Julio. Aunque hemos procurado que fuera la mínima para abrir un espacio con un aspecto lo más decente. Máximo resultado, mínima inversión, era el objetivo. Pero siempre se complica todo y acaba siendo más, porque la burocracia en este país y en esta comunidad es compleja.

Javier. Estudio 64 es un espacio de ilustración dirigido a personas que están iniciadas en el mundo de la ilustración, a ilustradores, pero también a los aficionados, que son una multitud, personas a quienes les gusta este mundo. Y por último a aquellos que pueden descubrirlo a través de una librería como esta.

Ofrecemos una selección muy perfilada, muy personal, tanto de Julio como mía. Todo tipo de público, todas las edades, no solo libro infantil. El libro infantil ya no existe, a la gente adulta le interesa la ilustración. Y luego hay narrativa, novela gráfica, de escritores como Mark Twain, Oscar Wilde. Clásico y moderno. Y además hay arte, cerámica, camisetas, ropa…

Julio. Son productos que tienen que ver con la ilustración. También hay obra gráfica original, juegos, juguetes. La selección viene determinada no solo por los gustos y criterios personales, sino por el mercado al que te puedes permitir el lujo de dirigirte.

Lo que más le ha costado a Javier ha sido el trato con los distribuidores y la gestión con los proveedores. Nos gustaría tener ciertos productos difíciles de obtener. Pero son de importación y cuesta bastante dinero traerlos, y ciertos distribuidores trabajan de maneras complejas, y los hacen inaccesibles. Al final no puedes tener todo el producto que te gustaría.

Javier. Esperamos que esto se vaya solucionando con los meses. También tenemos una pequeña galería expositiva. En realidad dos, una la efímera, una pared de tres metros por tres, una pizarra, ilustrada cada mes por un artista diferente.

Julio. Todavía no lo tenemos muy desarrollado. La primera idea era un espacio expositivo para ilustradores más profesionales, y la otra parte, la de pizarra, para estudiantes o personas que se inician en la ilustración. Pero en estos momentos, la exposición no efímera y la efímera la protagoniza el mismo artista.

Tres valientes

Tres valientes

Txemacantropus, en el momento de realizar la entrevista, el artista invitado, no es el primer ilustrador que expone. Es el tercero. Hubo una expo colectiva, otra de Arantxa Recio y otra de Gustavo Solana. El calendario está cerrado casi hasta diciembre. Valencia es una ciudad de artistas y de músicos, además de la patria del fallerismo hortera. Queremos saber cómo ha sido la experiencia con la clientela en los cinco meses que lleva funcionando Estudio 64.

Javier. Viene mucho estudiante, gente de diseño…

Julio. Todo tipo de perfiles. Un goteo. Desde madres y abuelas con niños, mucho estudiante que vive por aquí, arquitectos, que se ve que hay muchos por la zona… Un poco de todo. Todavía no tenemos ningún perfil nítido. Como estamos en un barrio un poco peculiar, apartado del centro, sin gran afluencia, donde la gente está muy mezclada, es difícil hacerse una idea de la clientela. Cuando vengan más personas, nos podremos hacer una idea más clara del tipo de público.

En Benimaclet sobra cultura y cultureta. Es un decir, la cultura nunca sobra. En cada manzana hay un punto emisor de energía cultural, cafeterías-librerías, espacios para el teatro, la literatura, la imaginación, el urbanismo y la horticultura. ¿Por qué os vinisteis a este barrio que parece saturado de cultura?

Javier. Estuvimos mirando varias zonas. Benimaclet es un barrio que a mí me gustaba, y Julio estuvo trabajando en un estudio gráfico de aquí durante cinco años.

Julio. Me gustaba el ritmo y el ambiente del barrio. Cuando buscábamos por Valencia, nos condicionaban los precios. Nos interesaban barrios con posibilidades de clientela, el centro, casco antiguo, Ruzafa. Al final nos instalamos en Benimaclet por criterios personales y por determinantes económicos.

Julio

Julio

¿Cómo se hacen su publicidad unos profesionales del diseño gráfico?

Javier. Las redes sociales se mueven bastante. Facebook, Tweeter, Instagram (un Facebook de fotos), la Web que tenemos en marcha… Sí se nota la influencia de la Red, porque algunos vienen buscando un libro que han visto en Facebook o en Instagram. Luego utilizamos la manera clásica de publicidad flyers, tarjetas, talleres…

Julio. Buscábamos un espacio multidisciplinar, una galería con todo tipo de objetos relacionados con la ilustración, actividades tipo talleres, cuentacuentos… Los talleres que estamos organizando son casi todos para adultos, y dirigidos a un público más profesional: de collage, de encuadernación. Y ahora hay previstos uno de ilustración dirigido por un profesional de Murcia, otro de arquitectura en papel, otro de libros pop-art, realizado por un ilustrador de Barcelona. Hay un taller de interpretación de vinos a través del diseño de la etiqueta, que se ha llenado rápidamente, realizado por una enóloga. Ultimamente las bodegas trabajan mucho la imagen, y se intenta averiguar lo que trasmiten, si es un vino moderno, clásico, las tendencias del vino… Otro taller es de ilustración infantil. Hemos intentado hacer uno de cuentacuentos, pero éramos demasiado poco conocidos. En breve tenemos la Cinemaleta de Carmela, dirigido a niños.

Javier. Queremos hacer muchas actividades que tengan que ver con la ilustración. También presentaciones de libros. Hemos hecho una charla con un ilustrador de novela gráfica, hemos presentado fancines. La afluencia ha sido irregular, unas veces más, otras menos. Las presentaciones de fancines son las más concurridas, con un público joven muy dinámico.

Julio. El problema es cuando haces algo un día de lluvia. La charla con el ilustrador tuvo pocas personas, aunque fue interesantísima, porque era un día muy malo. Pocas personas se plantean coger un paraguas y salir a la calle.

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Javier

Gastarse los cuartos en una librería especializada sugiere un optimismo a prueba de bombas en una ciudad donde domina la batahola y el gallinero.

Javier. Espero que las cosas vayan cambiando

Julio. En Valencia la gente tiene muy buena opinión de sí misma, creemos que somos muy buenos, que realizamos muchas actividades culturales, que somos muy modernos, la bomba. Yo soy valenciano y tengo muchas dudas sobre esto. Cuando empiezas a ofertar cosas, descubres que cuesta un mundo hacer que la gente se desplace. Miles de excusas, “estáis muy lejos, llovía”. Hay ciudades en las que aunque caigan chuzos de punta, la gente se mueve, en Madrid, en Barcelona… nada está lejos. En esas ciudades la gente mide las distancias por lo que le cuesta llegar en metro, llegan a cruzar la ciudad. Aquí pasar de un barrio a otro cuesta mucho.

Pero hay cantidad de actividades y de acciones creadoras y creativas. Esto es un hecho empírico. Cada día se ofertan al menos media docena de cosas interesantes en Valencia.

Julio. Hay mucha gente haciendo cosas en la ciudad. Pero… en esta ciudad cuesta todo mucho.

Txemacántropus (que asiste a la entrevista como invitado especial). Cosas que en otros sitios son muy naturales, la ilustración, la pintura, la música, conviven. Pero aquí son pequeñas burbujas aisladas. Y un lugar donde hay mucha ilustración, en un barrio que no es que sea pueblerino, porque hay mucha corriente cultural, todavía le queda una parte de provincianismo o de alejamiento de la cultura, que no está integrada la cultura que no sea popular y chabacana.

Imaginación y atrevimiento

Imaginación y atrevimiento

Julio. La gente reclama cultura, pero cuando la ofreces, no se implican. Por ejemplo, hay quien entra aquí exigiendo que tengas libros “antipatriarcales”, por ejemplo, o libros en valenciano, y cuando se los ofreces, ya no vienen. Choca que la gente exija ciertas cosas, actividades, talleres… Vecinos de los alrededores, cuando les informábamos de nuestros planes antes de abrir,decían “qué maravilla, vais a hacer talleres…” Y aun estamos esperando que entren a preguntar por los talleres.

Txema. Hay niños que se quedan fuera lamiendo el cristal, pero no se atreven a entrar, a pasar la barrera, como si tuvieran miedo de que se los fueran a comer aquí dentro. (En ese preciso instante, conjuradas acaso por el artista, entras dos chicas calzadas con patines y se ponen a minar las estanterías en peligroso equilibrio). Ven lo que hay, libros, dibujos, pero no tienen el empujón de la gente mayor.

Javier. Hay adultos poco acostumbrados a lo que les ofrecemos.

Julio. También hay mentes cerradas. El hecho de ver una tienda mixta, con distintos productos, no le incita a entrar. Y otros tienen ideas curiosas, como una madre que le dice a su hijo que está mirando un libro ilustrado, no es que ese libro tiene dibujos, tú ya has pasado esa fase. Mente cuadriculada.

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