CARGANDO

Escribir para buscar

Cultura y comunicación

Éxtasis, Diluvio y Magia

Compartir

Fernando Bellón

Antes del Diluvio

Caixa Fórum levantó hace unos años un edificio en Madrid. Lo hizo literalmente. Era una antigua fábrica de luz en el paseo del Prado, la arrancó del suelo, le puso una escultórica base de hormigón, y ahora suele albergar exposiciones y actos culturales. Los bancos gastan a lo grande.

Hasta hace nada, la entrada era gratis. Ya hay que pagar, incluso si eres cliente de Caixabank (que no es mi caso). A una sociedad empobrecida le salen todo tipo de pupas; ahora, si estás en paro y te da por bañarte en las estimulantes aguas de la cultura, tienes que pagar a Caixabank. Es algo más que un símbolo, es una tendencia: los responsables de las angustias y trastornos de la sociedad, te cobran ahora por adquirir conocimientos que antes resultaban gratis, como si los hubieran comprado ellos, como si fueran de su propiedad y te los cedieran, alquilaran o vendieran. Contrasta el hecho con la cantidad de anuncios que publicitan productos “gratis”: viajes (niños gratis), cristales rotos, porciones de cosas… Si no fuera dramático, parecería una broma. En todo caso es un sarcasmo más de los tiempos.

Que Caixa Fórum cobre no quiere decir que lo que vende sea un timo. Las exposiciones allí presentadas son estupendas.

Por ejemplo, “Antes del Diluvio. Mesopotamia, 3500 a 2100 a.C.” Si la recorres con un poquito de detenimiento, sales con una idea bastante clara de lo que fue la cultura sumeria en la baja Mesopotamia. A los materiales originales expuestos (con gran sentido pedagógico), se suman fotografías, maquetas y grabaciones de pequeñas conferencias en pantallas de televisión. Me hizo gracia la discrepancia de dos de los especialistas en el tema, uno español (catalán, por ser más preciso) y el otro francés, cuyos nombres no apunté. El francés aseguraba con energía que lo único que se sabía de los sumerios era lo que mostraban las ruinas que la arqueología ha desenterrado; cómo vivían, en qué creían, cómo se gobernaban, etc son cosas especulativas, que los historiadores se entretienen en construir como relatos postmodernos. El catalán, un historiador, me figuro, daba pelos y señales de la vida cotidiana y de las creencias y sistemas sociales de los sumerios.

Eran muchos los que el día de mi visita habían pagado cuatro euros (o dos, si eran clientes) por ver la exposición. Clase media educada, familias, bastantes turistas anglosajones y alemanes. Y casi todos recorrían las salas leyendo minuciosamente las cartelas y parándose ante los monitores desde los que se dictaba ciencia. Esto significa que el personal está deseoso de aprender, que no todo es pasión futbolera y desgarros del pericardio televisivos. Y paga por ello.

Extasis

Este es el título de una película dirigida por Gustav Machaty en 1933, y de las llamadas “de culto”. Se proyectó en el salón de actos de la Fundación Juan March de Madrid, dentro del ciclo “Los viernes y sábados, cine mudo”. En su época fue un escándalo, porque narra los tormentos íntimos de una joven de la alta burguesía praguense, decepcionada de su matrimonio (no consumado, se da a entender), que decide un buen día acostarse con un desconocido, con quien se topa en un paisaje idílico, donde la chica había ido a darse un paseo a caballo desnuda (esto es un accidente, no es que la joven fuera anunciando nada). Aunque la historia tiene un final nada subversivo, es de imaginar la conmoción que causó.

En el número 2 de la revista Nueva Cultura (“Información, crítica y orientación intelectual”), dirigida, producida y diseñada por José Renau, aparece una reseña de la película “Éxtasis” firmada por Juan Gil Albert. Cuando hace tiempo la leí, preparando mi biografía de Renau, me quedé perplejo, porque no entendí nada. Pensé que la película debía ser una historia arcana que Gil Albert había interpretado de una forma equivalentemente barroca.

Después de ver “Éxtasis” y de releer la reseña, sigo perplejo, aunque ahora con más elementos de juicio. En la Fundación March, presentó la película Oti Rodríguez Marchante. Con erudición y sentido del humor, preparó al público que llenaba a reventar el salón (era gratis, la banca March no cobra, de momento, por su extraordinaria oferta cultural en Madrid, en Cuenca y en Mallorca).

En su día, un domingo de febrero de 1935, se inauguró en Valencia el Cine-Estudio de la revista “Nueva Cultura” con la película “Éxtasis”. La presentación corrió entonces a cargo de Juan Gil Albert, hijo de señorito alcoyano, poeta e intelectual de izquierdas. Dice la crónica que se quedó gente fuera: “La masa acudió, dando temperatura, con su entusiasmo, el fervor de nuestro esfuerzo. Aunque entre las tormentas de aplausos nosotros pudimos notar la fría pasividad de quienes fueron atraídos por banales circunstancias del espectáculo.”

Todo el texto, la introducción de Renau o de José Gaos y la reseña de Gil Albert son dignos de lectura. Dan la medida de lo que los “más avanzados” de la época sentían y pensaban. Por ejemplo, admiten que “Éxtasis” no es precisamente un filme proletario, pero el efecto que ha causado entre “clérigos”, “padres de familia” y “escribidores a sueldo”, que “han levantado su bandada de voces asustadas”, hace de la película algo digno de atención de una revista de izquierdas.

En cuanto al texto de Gil Albert, es rebuscado y barroco, no sé si porque no sabía qué decir de “Éxtasis” o porque era su manera natural de expresarse. Destaco una frase: “La producción checoslovaca, brote más profundo y especializado de la cinematografía germana, caracterízase por el magistral dominio de los medios técnicos y por su especialización en el tema amoroso, desvelado en sí mismo; no como un fin perseguido en el núcleo de un drama, sino como trama única entre dos seres capaz de ser espiada de una manera menuda y sutil en sus reacciones integrales más nimias por ese ojo terso del cameraman, que ni parpadea ni se duerme”.

Gil Albert da la impresión de saber de lo que habla, porque cita películas anteriores de Machaty. Pero durante un montón de líneas introductorias divaga como una golondrina en busca de alimento para sus crías. La cita corresponde a la parte más precisa de la crónica, el resto, si me permiten los gilalberdianos, es pura cháchara.

Juan March, que se hizo más millonario, dicen, ayudando a Franco en sus gastos militares durante la guerra civil, era judío y mallorquín. Hoy, su Fundación es la institución cultural privada más prestigiosa (con razón) y con una variedad tremenda de actividades. Además, da acceso internáutico a estupendas bases de datos, sobre todo musicales. Y gratis et amore. Para que luego digan de los judíos y de los mallorquines.

Magia

Regreso a Caixa Forum. Otra exposición, a punto de clausurarse en estas fechas, es “Maestros del Caos: Historias y Chamanes”. Montada con intención premeditadamente caótica, muestra cantidad de máscaras tribales y modernas de los cinco continentes, documentales y testimonios de chamanes y brujos de la actualidad. Al visitarla tras un exhaustivo recorrido por la de los sumerios, me perturbó menos de lo que sus organizadores supongo habrán pretendido.

Es una exposición construida para evocar miedo, y no lo digo como crítica, sino como reconocimiento de un buen trabajo. Porque la magia tiene su efecto ante el miedo a la muerte, a la enfermedad, a la incertidumbre. En el fondo, “Maestros del Caos” es una historia desordenada (caótica) de la magia. La magia, según la escuela de Gustavo Bueno, es “un saber iniciático que deriva prestigio social y dominio a través de la posesión de los secretos de ritos propiciatorios de diversos tipos de acontecimientos”.

Resulta chocante, aunque no sorprendente, que miles de años después del predominio de la magia en los seres humanos que poblaban el planeta, la magia siga presente y mantenga su influencia. Muchos argumentos “científicos” son mágicos. Mucha ideología es mera magia.

Esta mañana he encontrado una prueba de la vigencia residual de la magia. En el parabrisas de un vehículo había pegado un papelito que reza: “Maestro Kaba. Auténtico gran vidente medium internacional con rapidez eficacia y garantía. Con 20 años de experiencia. Con efecto 100 %”

Acabo con dos eventos que algo de mágico tienen.

El domingo por la tarde, ya de vuelta en Valencia, me encontré con dos procesiones aparentemente distantes. La de la Mare de Déu dels Desamparats, que recorría el centro viejo de Valencia con extraordinaria afluencia de público, y la de quienes conmemoraban el aniversario del 15 M. Me encontré con la primera, camino de la segunda, y confieso que la Mare de Déu había reunido más adeptos que el 15 M.

 

 

Etiquetas:
Artículo anterior

Quizá también te guste

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.