CARGANDO

Escribir para buscar

Bitácora y apuntes General

Geotertulianos, humo, Trump y fantasías

Compartir

Este es un artículo en dos partes. La segunda lleva por título “España NO es diferente. Aunque sus parlamentarios, su gobierno y su oposición se empeñen en salirse de la horma democrática” (La ilustración de presentación es de Gaspar Oliver)

Gaspar Oliver

La noche del Inauguration Day (entronización del nuevo presidente de los yanquis) tuve varias pesadillas. Primero me encontraba al borde de un acantilado con unos cuantos colegas míos de los años noventa. Se burlaban de mi ingenuidad profesional. No sé qué relación puede tener el acantilado, parecido a los de la costa cantábrica en Cóbreces, donde resido, y mi ingenuidad profesional. Desde el mirador del Bolao el mundo se me aparece como una llanura inmensa y azul con pateras cargadas de seres diminutos que naufragamos partiéndonos de risa.

En la segunda parte de la pesadilla, yo era un turista en el chiringuito de una playa andaluza atlántica, con Africa frente a mis ojos. Debería andar algo ebrio o muy ebrio, porque de pronto se levantaron unas olas de fuego como montañas desde la orilla de enfrente, y supe que era el fin del mundo. No hubo escenas de pánico, ni siquiera de desconsuelo o rabia. Los seres humanos mirábamos el apocalipsis desde nuestra orilla con resignación y cierto humor, pero sabíamos que también era nuestro último día.

La mañana del 20 de enero puse la radio como en casi todos mis desayunos, y escuché los lamentos estereotipados de los geotertulianos, ponderando con reverencia y temor el fin de una época y anunciando el inicio de otra. Se supone que una época nueva. Pero no hay tal.

Cuando uno (o una) se gana la vida sacando punta a noticias romas o sobando lija, de vez en cuando tiene que señalar crisis viejas como la religión o el comercio.

No he prestado interés a la “inauguración” de Trump. Sólo sé lo que dicen que ha dicho. Y si los geotertulianos no mienten es obvio que ese señor es un bocazas, independientemente de su capacidad política o empresarial. Bocazas, pero no idiota.

¿Va a cambiar las reglas de la política internacional solo por su cara bonita y sus órdenes ejecutivas?

¿Cuantas veces se han cambiado las reglas de la política internacional desde Robespierre? No tantas, y o duraron un suspiro o entraron en efecto arrastrándose y arrasando distintos escenarios, llenándolos de sangre, casi siempre con motivo de una guerra catastrófica. La última de ellas terminó en 1945. Luego ha habido más, y poquito a poco ha ido cambiando “el orden global”. Motivo de salto mortal en la política internacional fueron el derrumbe del socialismo real y la URSS, la descomposición sangrienta de Yugoslavia, los atentados de las Torres Gemelas, la guerra contra Sadam Hussein… y no ha cambiado tanto el mundo.

Las verdaderas transformaciones internacionales se han producido a la chita callando. La primera los avances tecnológicos digitales, que han tardado varias décadas en cuajar. Luego vienen otras, también pausadas: la transformación de China en una potencia imbatible, el cerco de la Otan a Rusia, hasta que a Putin se le cruzaron los cables e invadió Ukrania… Y eso dejando al margen, no sé muy bien por qué, la dictadura venezolana, la cubana, la coreana (ambas coreas), Afganistán, Nicaragua, etc.

Pero, el cerca de un millón de hutus y de tutsis asesinados a machetazos en cosa de meses en Ruanda, eso no conmovió al mundo, no alteró ni un milímetro el orden internacional.

Así que menos fantasías con el tío Trump. Parece ser un fulano que ni se avergüenza ni oculta sus flaquezas. No sé si porque las considera virtudes, o por mera soberbia. Se muestra como es, un sacamuelas rico y astuto en los negocios. Pero todos somos capaces de distinguir a un bravucón de un psicópata. De estos últimos está lleno el mundo de la política, y miro de refilón hacia la colina de la Moncloa.

¿Cerrará a cal y canto la frontera con México? Esto es imposible, porque hacerlo le saldría muy caro a él y a la economía yanqui. ¿Invadirá Trump Panamá? No le hace falta, ya la ocupa. ¿Invadirá Groenlandia? ¿Para qué?, lo que necesita de ella lo tiene al alcance de su mano de neocolonialista. ¿Logrará la paz o el alto el fuego entre Ucrania y Rusia? ¡Ojalá! ¿Entregará el mundo a los super ricos y super poderosos? Tampoco le hace falta, ya lo tienen. ¿Creará un caos comercial gravando las importaciones a USA? Lo dudo, porque de flujos de apertura y cierre de aduanas está llena la historia de los últimos dos siglos, y siempre se resuelven o terminan en guerras de verdad. ¿Acabará con el wokismo? El wokismo acabará consigo mismo, no mediante decretos.

A mí lo que me molesta de verdad de Trump es que proclame “America First” y “America Again”. ¡Qué América ni qué niño muerto! Los EEUU son una parte de América, el resto es cuatro o cinco veces mayor que el territorio USA, comprado a españoles, franceses y rusos, y expropiado a indigenas y a mexicanos. Dice que el mundo acaba de entrar en una fase de gloria yanqui. ¡Que te den morcillas, amigo!

Y a Santiago Abascal también. ¡Quién le ha dado vela en ese entierro del buen sentido!

Ilustración de Álvaro Olavarría

España NO es diferente. Aunque sus parlamentarios,

su gobierno y su oposición se empeñen en salirse de la horma democrática

La edad no hace a las personas más sabias, pero sí más cautas.

También permite observar con precisa claridad episodios del pasado en los que uno tuvo un buen momento o cometió un disparate.

A mí, la edad me ha permitido observar mis propias idioteces, y descubrir sin vacilar a los idiotas que me rodean. Algunos son amigos míos o gente próxima, que adquieren opiniones según el modelo de confundirse con el fondo social, pasar desapercibidos, y estar atentos a las variaciones del horizonte para seguir siendo sombras borrosas.

Cuando uno no quiere calentarse la cabeza, se atiene a estereotipos, y va tirando. Hay en mi pueblo Cóbreces un señor de aseada apariencia que acompaña a su hijo, un chaval con la autonomía personal y el raciocinio anulados.

A veces me he cruzado con padre e hijo por la calle o en una cafetería donde ambos se toman un piscolabis. Y me digo, este chico quizá sea mucho más afortunado que yo, que puedo valerme por mí mismo. Una enfermedad incapacitante deja de ser una desgracia cuando se nace en el seno de una familia con buena renta o saneados ingresos, afectuosa con el desvalido, y resistente a la desgracia que le ha caído encima. Tengo la sensación de que ese chico de Cóbreces es feliz, posee una fortuna valiosísima, la del amor y asistencia de su familia. En su caso, la felicidad no es una idea irrealizable, es un fenómeno jubiloso.

Pues bien, los políticos en general y en todos los países regulados por la democracia parlamentaria, sueñan con que les tengamos por padres afectuosos de nosotros, sus hijos sin autonomía física y afectados por algún tipo de idiocia.

Es un sueño, pero es cierto que ellos se lo toman en serio, se lo creen, no sé si para salvar su conciencia o porque la falsedad, el abuso, la manipulación de las mentes y la publicidad son mecanismos necesarios en el mercado, e ingredientes de la droga del bienestar.

Un eslogan de doble filo

“España es diferente” fue un eslogan del franquismo para atraer turistas. Acaso creyeron que los turistas extranjeros estaban ideologizados por los demócratas bien pensantes de sus países. Absurda suposición.

Desde que murió el dictador el eslogan pasó a propiedad de los antifranquistas de salón, que veían en la transición y en lo que luego vino una muestra de arte de birlibirloque, porque los españoles no podíamos ser demócratas como la mayoría de los ciudadanos europeos, estábamos incapacitados, éramos diferentes, por genética, por flaqueza histórica, por lo que fuera.

El éxito de la transición y de la democracia parlamentaria desmintió este prejuicio. Pero el desarrollo político que ha dotado a los secesionistas del dominio de aquello que afecta a todos los ciudadanos españoles parece demostrar que, de verdad, en “este país” somos diferentes.

El título de este artículo es una refutación de tamaña majadería: España NO es diferente. Aunque sus parlamentarios, su gobierno y su oposición se empeñen en salirse de la horma democrática.

No somos los ciudadanos quienes rompemos las leyes políticas. Son los dedicados a formalizarlas y a gobernarnos, quienes se empeñan en saltárselas a la torera, ejercicio muy ibérico, salvo en Portugal, donde no hay separatistas capacitados y con fuerza, como tampoco los hay en Francia, en Italia, en Alemania, en el Reino Unido, etc., y sus sistemas electorales no facilitan la subversión de minorías locales o políticas.

Ni España es diferente ni los españoles somos distintos al resto de los europeos con democracia parlamentaria.

Resulta que Pedro Sánchez, el hombre providencial del presente, se ha convertido en un dolor de cabeza para los analistas, tanto quienes le admiran y le soban, como los que le odian y aguijonean.

Pedro Sánchez es un tipo excepcional, sí. Pero no un individuo superior al resto de los españoles, un mariscal de la astucia, que se ha rodeado de un regimiento de comandos diabólicos tan inmorales como él. Es sólo un sujeto descomunalmente astuto y amoral, pero falible. Y frente a él tiene a una oposición constituida por animales de granja y por fieras salvajes recluidas en un zoo.

Los procesos y rutinas políticas del estado español del presente son muy parecidos, por no decir iguales, a los de los estados de nuestro entorno. Corrupción e indecencia, mala administración, sindicatos de hormigón armado, educación deficiente, sanidad burocratizada, burocracia enfermiza, parlamentos escandalosos, repletos de gandules, chulos, incompetentes y pelotas, jueces obligados a dar la cara…

Los conflictos entre poderes, las interferencias entre palacios y palacetes centrales, regionales y locales, el naufragio de las plantillas ideológicas, corrección e incorrección política, confusión de géneros y de etnias (es un término antropológico, pero ya sabe usted a qué me refiero), organizaciones criminales, delincuentes de alta alcurnia, despilfarro económico, y así seguido, de todo esto hay en España, en Portugal, en Bélgica (sobre todo en Bélgica), en Suecia o en los países bálticos.

En definitiva, en España no somos distintos.

¿Y por qué estamos más al borde del abismo que Francia, que Italia o Grecia?

Porque en España tenemos un nutrido grupo de profesionales del gobierno que quieren separar su territorio del mapa, desgarrar el estado, y la Constitución se lo permite. Tiran desde tres puntas, desde el noroeste, desde el norte y desde el noreste, y también desde las islas mediterráneas. En otras “regiones autonómicas” ha cundido el ejemplo, y se van convirtiendo en guaridas de caciques. Y entre la población sin distinción de habitación o nacimiento hay un denso grupo de votantes convencidos de que España es un error histórico que debe de desaparecer. Desde el siglo XVIII están ahí, dando guerra.

Sentir vergüenza y odio al país de uno abona su descomposición.

No cita usted, dirá alguno, a la codicia, ambición inmoral necesarias para seguir aferrados a los privilegios de mandar. De esos también hay en todas partes, como infortunadamente ocurre ahora en España.

Y sin embargo, aquí seguimos, como carneros vigilados por perros guardianes y acosados por lobos, ambas especies en comandita. No terminamos de hundirnos, de deshacernos.

¿Y cómo es eso? Primero, porque somos más parecidos a los países europeos de lo que sospechamos, y nos mantendremos a flote igual que ellos hasta que sobrevenga un maremoto. Y después, porque también en la clase política, en el funcionariado y sobre todo en la llamada “sociedad civil” hay excepciones. Muchas. Las suficientes para que el edificio se tenga de pie, y se vaya reparando. Pero llegará un momento en el que esta ficción de la democracia parlamentaria empezará a crujir y habrá que echar a correr para que no nos pille debajo el colapso que sobreviene. O, por qué no, acaso encontremos entre unos y otros el remedio a esta crisis larvada, que no es nueva y por eso es susceptible de arreglarse. Ojalá.

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.