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Bitácora y apuntes General

Guerra, Paz y Apocalipsis

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Podría tratarse de una reseña literaria, Tolstoi y Blasco Ibáñez. Pero es una reflexión sobre la manipulación informativa e ideológica de las guerras que ilustran con sangre la inercia más o menos segura del Occidente en paz.

Fernando Bellón

El fantasma del Apocalipsis recorre Europa, arrastrado por vientos de origen semita. Y el primo hermano de este fantasma recibe a su pariente en Ucrania con un salmo bíblico ortodoxo de condenación y venganza.

Toda información sobre un escenario bélico es interesada, no dice la verdad. Como mucho, nos enteramos de por dónde vuelan e impactan bombas y misiles y qué frentes están operativos. Todo lo demás son declaraciones oficiales o especulaciones. En otras palabras, tenemos una vaga idea de lo que pasa, y con frecuencia ni siquiera eso, no tenemos ni idea.

Y sin embargo, juntando lo poco que sabemos del presente con lo que sí conocemos del pasado, podemos hacernos ciertas preguntas que revelan significativamente las estratégicas del juego de los militares profesionales y de los políticos que les dirigen.

A saber: ¿Por qué una potencia como Rusia no lanza una ofensiva en toda regla en la zona que pretende suya o de los suyos y en su territorio invadido de Jarkov? ¿Cómo se las apaña la población ucraniana en el día a día? ¿Cómo trabaja, cómo produce, qué produce, cómo se relaja y entretiene, qué vida de familia lleva, qué hacen los jóvenes que no están en el ejército, qué productos escasean y cómo hace la población para obtener lo que necesite, cómo funcionan los mercados de productos alimenticios y de primera necesidad? ¿Cómo funcionan los servicios de energía, de transporte, de educación, sanitarios? ¿Cobran los jubilados sus pensiones? ¿Cuántas bajas entre muertos y heridos ha ocasionado la guerra entre los ucranianos?¿Por qué el presidente Zelenski sigue siéndolo cuando su mandato terminó en mayo? ¿Continúa hablándose ruso en la Ucrania no afectada directamente por la guerra? ¿Cual es el estado de ánimo de los ciudadanos sin afecciones políticas o patrióticas?

La respuesta no está en el viento, La respuesta está al alcance de cualquier periodista con conocimientos de ruso o de ucraniano que se pasee unas semanas por donde le dejen. Imagino que en España serán muy pocos, si los hay. ¿Por qué la prensa internacional no cubre este escenario tan sencillo de averiguar? El problema no son los periodistas, sino los responsables de los medios, más interesados en la fotografía impactante de un niño destrozado, que en qué demonios hacía ese niño en un frente de guerra. O esos relatos de hazañas bélicas desde un entramado de túneles o en la retaguardia del frente. No hay descripciones veraces y sosegadas, no hay explicaciones, no hay datos normales y corrientes, de los que comprende todo el mundo. Y no los hay porque los medios no tienen ganas de que los haya, dicen que no son noticia, o porque hay intereses muy altos que convencen a los medios de que se limiten al escándalo y la propaganda.

La primera pregunta enunciada dos párrafos arriba merece una respuesta de tanteo.

Rusia aprendió de la ofensiva que desencadenó la guerra en febrero del año 22. Se le atragantó su paseo militar hacia Kiev, y cambio de táctica, decidió limitar la invasión a una guerra de desgaste. Parece lógico deducir que pretendía hundir a Ucrania en la miseria hasta su rendición, incluso convertirla en un país satélite como lo fue antaño. Una vez más se ha equivocado. No calculó que la dirigencia de la OTAN al completo se iba a poner al lado de los invadidos. No es “el pueblo ucraniano” el que resiste. El pueblo ucraniano bastante hace con aguantar la guerra y sus consecuencias en su vida cotidiana. Una respuesta tentativa de algunas de las preguntas enunciadas es que si el gobierno ucraniano no estuviera sostenido militarmente y financiado con camiones de dólares y de euros para mantener infraestructuras y los sectores económicos vitales, se habría derrumbado hace meses. En otras palabras, Ucrania no existe como país soberano. Es una farsa. Al fin y al cabo su presidente fue payaso.

Es la OTAN y sus dirigentes anglo norteamericanos quienes han aprovechado la triste y sangrienta oportunidad de la guerra para ejercitar y probar la eficiencia tecnológica de sus armas y de sus fuerzas de choque, los “voluntarios” y los especialistas mercenarios que encabezan las tropas y sus acciones.

Acostumbro a visitar portales que ofrecen valoraciones y movimientos de tropas sobre mapas. Sin juzgar su fiabilidad, lo que se observa es una guerra de posiciones, de trincheras que se mueven a un lado y a otro con lentitud, casi siempre en detrimento de los soldados ucranianos. Es una guerra antigua, cuando se cuidaba que las bajas no fueran numerosas. Los unos hacen incursiones y ofensivas “de baja intensidad”, los otros se defienden y si pueden contraatacan. Así semana tras semana, mes tras mes. Es lógico que el ejército ruso vaya ganando terreno. A no ser que los tácticos de la OTAN decidan emplear armas que inciten a los rusos a utilizar las suyas, y la escalada sea peligrosa.

Uno de los experimentos de la OTAN, la entrada en territorio ruso de verdad, en Járkov, está por resolver. Han utilizado inteligencia y armas potentes y novedosas, y aguantan en tierra rusa. Los rusos han reaccionado no elevando la apuesta con sus propias armas monstruosas. Rusia parece poco dispuesta de momento a responder de formas más eficaces a la invasión de su territorio. La OTAN está en territorio ruso, hecho incontestable como el de la invasión rusa a Ucrania de 2022.

Y ahora vamos a trasladarnos a la tierra auténtica del Apocalipsis, a territorio semita.

Israel nació como estado en 1948, y lo hizo con la decisión firme de defenderse. Si robó tierra y expulsó a palestinos es hoy algo poco relevante, porque el pasado no se puede rectificar (y cuando se intenta, se destruye y mata más de lo que quiere remediarse o vengarse). El hecho es que Israel fue desde el primer momento un paraíso democrático en medio de un purgatorio de dictaduras, absolutismo medieval y sectarismo religioso.

La respuesta árabe a la existencia del estado de Israel forzó a los judíos a organizarse para subsistir. La sucesión de conflictos y de guerras censadas desde entonces, todas victoriosas para los judíos, muestra de lo que son capaces. Otra cosa es que su estrategia haya tenido éxito y que hayan producido atrocidades en respuesta a las que han padecido.

Los árabes, incluidos los palestinos, y los musulmanes en su conjunto, llegaron a jurar que su objetivo era la destrucción de Israel y barrer a los judíos al mar, para que los sobrevivientes a los ataques se ahogaran. Hoy todavía hay gobiernos árabes y uno musulmán que no es árabe, Irán o Persia, que mantienen esta promesa.

La cosa podía ser la inversa, que Israel pretendiera arrasar a los vecinos que la rodean a toda costa, borrar a los árabes y musulmanes del mapa. Sería igual de atroz, aunque más difícil. Quiero decir, que cuando una nación sabe que quieren eliminarla, busca la forma más eficaz y dura de defenderse.

Y los judíos son una nación grande, poderosa, eficiente, bien situada en la escena internacional, con recursos procedentes de grandes países y grandes potencias. Y lo que es más importante, decidida a no desaparecer.

De esto último se fueron dando cuenta y fueron reconociendo diversos países musulmanes. La estrategia israelí de negociar con todos sus enemigos tradicionales empezó a dar frutos con Egipto y con Jordania. Y hace un año estuvo a punto de cuajar con Arabia Saudí. Eso sin olvidar países musulmanes como Marruecos donde Israel ya no es el monstruo a abatir.

Que el gobierno de Netanyahu descuidara la seguridad de sus fronteras con Gaza es algo especulativo (quizá cierto, quizá para salvar su cabeza con una guerra cruel), el hecho es que una banda de asesinos entró en el desierto y mató de modo atroz a civiles, a mujeres, a niños, y se volvió a su enorme gueto con más de un centenar de rehenes.

A estas alturas del conflicto caben pocas dudas de que esta acción fuera promovida por los ayatolás de Irán con objeto de torpedear el inminente acuerdo Arabia-Israel. Irán tiene su propia política internacional, tan clara como la de Israel. Y si la de Israel consiste en garantizar su existencia, la de Irán es la contraria. Estos son hechos que evito analizar por no hacer larga esta reseña.

Los resultados los conocemos cada día a través de los medios. Domina en ellos el sentimiento de que Israel está cometiendo atrocidades. En la defensa propia se cometen excesos y también atrocidades, Goya las ilustró. Esto lo sabe de sobra Israel, y procura ser selectiva en sus golpes.

Cabe especular sobre si el objetivo de derrotar a sus enemigos es factible, porque son muchos y los escenarios bélicos distintos y distantes. Si la guerra de Ucrania parece una guerra vieja, la del Oriente Medio es de ciencia ficción.

Son dos escenarios para probar armas y tecnología. Eso sí es cierto.

Lo terrible es el destino de las víctimas inocentes. El adjetivo inocente es doloroso, pero no define la realidad. Más que inocencia, es abandono fatal de los pobres palestinos que constituyen la carne de cañón de esta guerra. Están condenados desde hace décadas por todos los países árabes y musulmanes a ser carne de cañón. Y, algo más terrible aún, no pueden dejar de serlo. Los terroristas y asesinos se cobijan entre ellos, se esconden y maquinan sus golpes en medio de los barrios, en los sótanos, en los túneles sobre los que viven familias “inocentes”. En estos casos no hay inocentes, hay personas atrapadas en trampas de las que no pueden escapar si no es oponiéndose a sus captores, cosa que no va a ocurrir.

Y termino este comentario con una confesión de perplejidad. En pocas guerras hay buenos y malos, si es que hay alguna. Pero en la de israelíes contra árabes y musulmanes en general, el único malo es Israel. También cabe decir que en todas las guerras los ciudadanos no involucrados en ellas suelen tomar partido por uno u otro bando. En esta, no hay bandos. Hay defensores de los palestinos inocentes, que vociferan contra Israel. Casi todos esos defensores y vociferantes viven en su casa en paz, se dejan llevar por la inercia, la inepcia y la falta de información; condenan a los judíos por genocidas, y se creen las abultadas cifras de muertos y heridos, sobre todo mujeres y niños. Al contrario que en Ucrania, aquí se contabilizan muy bien las víctimas. Y nadie pone peros a las cifras. Se considera un genocidio poner pegas.

A mí esto me deja perplejo. A pesar de que la tendencia dominante en las sociedades del capitalismo occidental es condenar al capitalismo sin hacer nada por combatirlo, y aprovecharse de sus malditos beneficios, este tomar partido por los criminales, me hace temer que nuestra sociedad bienpensante a la que horroriza el compromiso real, ha perdido por completo el juicio, y que solo lo recuperará si el sectarismo y fanatismo que predomina en las guerras envía un pepinazo a sus viviendas con la santa voluntad de transportarnos a los infieles al infierno.

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