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Agricultura y naturaleza

Panorama de Jauja. Die Grünewoche

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La Semana Verde de Berlín

Las sociedades son polifacéticas. A Alemania se la conoce por su genio y su Kultura enkomiables, por su historia tortuosa, por su capacidad para salir del abismo, por su potencia económica… Pero apenas se habla de la agricultura alemana. Comparada con su industria, es mínima, el 0,9 por ciento del valor añadido al PIB, frente al 2,9 en España. Pero la producción total agrícola alemana es de 51.351 millones de euros, frente a los 42.148 de la española.
La tercera y cuarta semanas de enero ha tenido lugar en Berlín la Grünewoche, la Semana Verde, que, con interrupciones bélicas, viene celebrándose desde hace 89 años. Aproveché mi estancia en la capital alemana para hacer una visita a la feria.

Reportaje y fotos de Gaspar  Oliver

Entrada norte de la Feria, con organillero estilo "Tercer Hombre"

Entrada norte de la Feria, con organillero estilo «Tercer Hombre»

En pocas palabras: grandioso, lleno hasta la bandera, organización irreprochable, variedad y colorido; o sea, Jauja.
La agricultura alemana importa y exporta el doble que la agricultura española. Las cifras las encuentra el lector en los enlaces marcados. Me siento incapaz de interpretarlas, pero es obvio que la fuerza y la organización de los agricultores germánicos es considerable.
Wir haben es Satt! ¡Ya está bien!
Lo demostraron el sábado 17 de enero, en la manifestación Wir Haben es Satt , (¡Ya está bien!) organizada en el centro de la ciudad, a mediodía, contra los tratados de libre comercio entre la Unión Europea, los Estados Unidos (TTIP Transatlantic Trade and Investment Partnership) y Canadá (CETA, Comprehensive Economic and Trade Agreement). La habían organizado diversas organizaciones agrícolas alemanas, grupos e instituciones que combaten los monopolios económicos, y se sumó a ella el Bund Ökologische Lebensmitelwirtschaft, la Federación de la Industria de Alimentos Orgánicos. Se reunieron 50.000 personas. Mi avión aterrizó en Shönefeld cuando la manifa se estaba disolviendo, pero me dio tiempo de ver a grupos de personas con pancartas recogidas en Alexanderplatz, ya por la tarde.
A la misma hora, ministros y hombres de negocios de 70 países debatían (es un decir) en el VII Forum Global de Alimentos y Agricultura. Por un lado, los políticos, por otro, los grandes empresarios y corporaciones se preguntaban: ¿Es la economía basada en lo ecológico una forma correcta de enfrentarse al futuro de la producción agrícola? Espero que no haya sido una pregunta retórica.
La nueva palabra mágica: Bioeconomía
He aquí la base del planteamiento previo del Fórum: Agriculture is now expected to provide food security and also at the same time to meet increasing needs for other resources, such as raw materials and energy. Así que: Bioeconomy, a sustainable, bio-based and diversified form of agriculture, provides an approach that can meet these diverse demands. Bioeconomy makes it possible to increase food production efficiently, produce healthy and high-quality food,promote the use of bioenergy and protect the environment and the climate at the same time.
Más información en la página del Consejo de Bioeconomía de la RFA, Bioökonomierat
Para el interesado en conocer las conclusiones, recomiendo el enlace de los organizadores: Global forum for Food and Agriculture 2015. Yo he entrado en busca de información, y todavía no han colgado ningún resumen, aunque espero que no tarden en hacerlo.
En paralelo a la Grünewoche ha tenido lugar un aluvión de actividades, seminarios, paneles y mesas redondas. Ignoro si la red de la feria publicará conclusiones. El programa se encuentra en esta página.
IMG_0524Paseo por Jauja
Apunto aquí mis observaciones de lo que vi en las instalaciones Kolosales de la Messe Berlin. Para aquellos que se preparen a viajar a Nuremberga a Biofach, la superferia ecológica, puede ser de utilidad lo aquí descrito.
La primera impresión, como he adelantado, es la de estar en el país de Jauja, ese lugar donde las longanizas cuelgan de los árboles, y la tierra produce delikatessen espontáneas.
Un río de personas confluye en la entrada Este, procedentes del metro de Kaiserdamm y de la estación de autobuses. Las otras entradas están menos concurridas porque no hay un transporte público próximo. El aspecto predominante de los visitantes es de campesino/a sanote/a y satisfecho/a. Van por parejas, por grupos y por familias. Apenas hacen cola en la multitud de taquillas, despachan las entradas (14 euros) a velocidad de crucero, y al pisar el zaguán se detienen extasiados ante el panel informativo en el que se despliega el plano de la feria. En el mostrador se han acabado los folletos. Algo comprensible porque la media de visitantes al día supera los 40.000.
Pregunto en Información si hay pabellón español (estoy pensando en la «Feria del Campo» de Madrid de mi niñez, y solo me equivoco en las dimensiones, la Grünewoche es un elefante, comparada con aquel conejito). Me contesta el hombre uniformado que no sabe, y pregunta a otra compañera uniformada. Miran en un listado y en un ordenador. Por fin me dicen que creen que no hay pabellón de España, pero que Cataluña está presente. Le contesto que, “So far, Catalonia is Spain; next year, we don’t know”. El hombre se sonríe. Ha captado la ironía. Conoce el “conflicto”.

Les Saveurs Catalanes

Les Saveurs Catalanes

Luego comprobaré la presencia española en la feria. Dos puestos de vinos, ambos andaluces, instalados por importadores alemanes, y un puesto de embutidos llamado “Les Saveurs Catalanes” (tres salchichas, diez euros), en la zona de Francia, que se publicita con un cartel de toros de las Ventas de Madrid rodeado de ristras de ajos.
El oso ruso
Decido dar una vuelta completa al recinto. Recorreré en el sentido de las agujas del reloj los 26 gigantescos salones que albergan los 1658 exhibidores de 68 países. En algunos de los salones me tendré que abrir paso, con educación pero con energía: son los dedicados a las mil y una facetas de la agricultura alemana (semillas, ganadería, animales de granja, maquinaria, empaquetado, comercialización, seguros, publicaciones, instituciones y sobre todo productos alimenticios, restaurantes, cervecerías, tabernas…) y un enorme picadero donde hacen exhibiciones caballistas, pastoriles y de animales poco comunes como los renos, aquí la chiquillería se agolpa fascinada en los graderíos. En el mismo ámbito, multitud de establos perfectamente organizados albergan cabras, vacas, ovejas, lo más suculento de la cabaña germánica. Da gozo ver a los animalitos. Y también observar el orgullo (Stoltz) y la ingenuidad (Ahnunglosigkeit) de los labradores de Suabia, Baviera, Sajonia, Brandemburgo, Rin-Palatinado, Turingia, Sarre…
Abre el recorrido Lituania, la protagonista de la Grünewoche 2015, porque el 1 de enero se acaba de incorporar a la UE y hay que darle satisfacción y seguridad. Sobre esto último, hablo enseguida.

Obsérvese la gorra cuartelera de la muchacha.

Obsérvese la gorra cuartelera de la moza.

Al costado se reúnen varios países, los famosos pabellones de antaño, Gran Bretaña, Holanda, Francia, Bélgica; y los exótico, China, Suráfrica, India, Afganistán, Marruecos, Turquía, Tailandia, Senegal…
Luego transito por Ucrania, me desvío no sé cómo por una serie de eficientes instituciones alemanas, y desemboco en Rusia. Todo un salón para los rusos, que no se diga que les tenemos manía por habernos prohibido exportaciones agrícolas. El ambiente aquí es festivo, como en los otros pabellones, pero hay algo exagerado, grandioso, como debe ser la Rusia eterna, pero en la literatura turística: todo es bonito, hay mucho vodka, mucho caviar, y las lozanas Maritornes que despachan licor y cerveza al visitante llevan en la cabeza gorras cuarteleraas plagadas de insignias.
Llama la atención. Sobre todo viniendo del pabellón de Ucrania, mucho más modesto. Ucrania está pagando con una cuota de muertos al mes su inoportuna vecindad con el dominio de Putin y su voluntad de distanciarse de Rusia. La pregunta viene sola a la cabeza: ¿estas gorras militares no serán una ironía, una provocación? Supongo que no. Pero lo que se exhibe en las ferias no es la realidad, sino la intención.
Un diplomático español con quien hablé en Berlín, me comentó que detecta una grave preocupación en los Países Bálticos ante la agresividad del gobierno de Putin. Habitados por grandes minorías rusoparlantes, temen una maniobra de Moscú para desestabilizarlos, y crear en ellos algo parecido a las trágicas algaradas de Ucrania. De hecho, dedicar a Lituania esta edición de la Grünewoche ha sido una decisión calculada.
Y después de Rusia, la agroecología. El pabellón 2 está dedicado al cultivo bio.

Gallinero móvil o portátil, como los teléfonos.

Gallinero móvil o portátil, como los teléfonos.

 

El entramado agroecológico alemán
Para el que desconoce el entramado agorecológico alemán, como un servidor, la exhibición se le viene encima como una lluvia de palabras incomprensibles. Después de un rato de observación y del estudio casi minucioso de una selección de folletos que recojo y que traduzco malamente con ayuda de un diccionario de bolsillo, he aquí lo que pude concluir.
El salón Bio de la Grünewoche 2015 se centra en la región de Brandenburgo. Funcionan en ese territorio seis asociaciones de agricultores bio certificados: Bioland, Biopark e.V. (eingetragener Verein, sociedad registrada), Demeter (con página española), Gäa (en español. Gea, la madre de Zeus) e.V. o Vereinigung Ökologisches Landbau, Naturland (página en español), y el Verbund Ökohöfe Nordost, propia del territorio nororiental alemán.
Más de la mitad de los que cultivan o mantienen cabaña o granjas bio en Brandenburgo están asociados a esas certificadoras. Eso significa que la otra mitad producen y venden sin certificación, algo parecido a las SPG de aquí. Visité una de estas últimas explotaciones en los alrededores de Müncheberg, a medio camino entre Berlín y Frankfurt (Oder). Son una docena de jóvenes abnegados que trabajan como esclavos en medio de un bosque. Su producción mayor es pecuaria, cerdos, cabras y ovejas, y gallinas, ocas y patos, aunque también cultivan tubérculos, y productos hortícolas en primavera y verano. Lo poco que pude observar (viven al lado de una querida amiga a la que fui a visitar, Marta Hofmann, alumna y colaboradora del artista valenciano Josép Renau) es que su existencia es bastante dura; no es lo mismo labrar la amable Huerta de Valencia que quebrarse el espinazo en una tierra que pasa cuatro o cinco meses casi congelada.
En toda Alemania hay nueve instituciones certificadoras a las que están asociados los agrobios, las seis mencionadas y otras tres más, Biokreis, Ekoland e.V. y Ekovin e.V.. Todas ellas dispensan el sello de certificación ecológica alemán, Bio Siegel.

Uno de los expositores en el puesto de Demeter, que junto con

Un detalle del gran stand de Demeter, que junto con Biokreis, Bioland y Naturland, dominaban el salón.

Otra institución federal es el Bundesprogram Ökologischer Landbaum und andere Formen nachhaltiger Landwirtschaft, BÖLN, Programa federal de plantaciones ecológicas y otras formas estables de agricultura. Han abierto una web llamada Demonstrationsbetribe Ökologische Landbaum, algo así como empresas ejemplares, donde se encuentra una selección de 239 Biohöfe o granjas ecológicas de los 13 Länder y las tres ciudades hanseáticas. El estado o Land donde hay más asociados es Baviera. Baviera siempre ha sido un territorio agrícola, y lo curioso es que hoy en día se ha convertido en el estado con mayor desarrollo industrial-tecnológico.
Brandenburgo esta dividida administrativamente en 14 regiones o distritos, más la capital. En tres de estos distritos, los más meridionales, no hay productores. En el resto hay un total de 47 explotaciones dedicadas a diversos trabajos: carne, huevos, verdura, frutas, miel, hierbas, jardines y formación.
Otra organización es el Märkischer Wirtschaftverbunde e. V. , que reúne a productores, elaboradores y distribuidores de productos ecológicos. La impresión que me da es que se dedican más al aspecto comercial de la agroecología que a la certificación; el lector curioso que domine el alemán, puede salir de dudas.
La presentación de productos y mecanismos agroecológicos era irreprochable. Había cosas que llamaban la atención como un gallinero portátil, algo cuya utilidad se me escapa, aunque no dudo que la tenga, porque debe de costar un dineral.
Fuera de este salón Bio, en un pabellón llamado Erlebnis Bauernhof, Landwirtschft heute, Experiencias Agrícolas de hoy, se presentan gigantescas Kosechadoras y complejas opciones de bioenergía como la que se ve al final de este artículo, y casas de paja, que al parecer son eficacísimas contra el frío helador de aquellas latitudes, y bastante económicas, a parte de sostenibles.
Y para acabar, una mención a un apartado especial de la Grünewoche, que no podía faltar: los salones dedicados a la jardinería, con productos florales, hortofrutícolas, y un apartado para las terrazas de jardín. Estos pabellones estaban atestados de familias que observaban y comparaban ofertas de solarios, saunas, belvederes con estufa, y ese tipo de cosas que hacen cómoda la vida en un chalecito centroeuropeo. No es un tema baladí, porque los alrededores de Berlín, en especial los que se expanden hacia el Este, están llenos de diminutos huertos familiares con cabañas y casitas algunas de las cuales habitadas todo el año, y por lo tanto construida a prueba de heladas.

Vorführring o pista de exhibiciones caballistas et alia.

Vorführring o pista de exhibiciones caballistas et alia.

La oferta de espectáculos populares no faltaba. Además de la arena para exhibición de caballistas y animales exóticos, había media docena de escenarios donde se entretenía al personal que comía sus salchichas y bebía su cervecita, con ritmos populares de vacaciones en Mallorca, interpretados por profesionales del género no siempre bellas y bellos jovencitas/os, sino abnegados/as cantantes entraditos en carnes y ligeritos de ropa.

Conclusión, la Grünewoche es un canto pop pastoril a Jauja.

Maqueta de una instalación de bioenergía

Maqueta de una instalación de bioenergía

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