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Privatizando Ucrania

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Segismundo Bombardier

Me solicita el editor de esta revista un comentario sobre las elecciones recientes en España y las que sobrevendrán en julio. Calcula que mi alejamiento físico de mi país de nacimiento me otorga cierta garantía de equilibrio.

Bueno, la política es el arte del desequilibrio. Los políticos son trapecistas, equilibristas, prestidigitadores, malabaristas, y payasos. Nosotros, los electores, los espectadores, les jaleamos, les aplaudimos o les silbamos cada equis años, cuando se monta el circo.

Yo no me puedo tomar en serio la política, y menos la de mi país, que es España, pero también Francia. Cuando una persona responsable se toma algo en serio se mete en un escenario tortuoso, va a padecer más que a gozar. Al menos eso es lo que yo creo. Por eso los psicólogos de hoy y los sacerdotes de antaño nos recuerdan que no tenemos que tomarnos en serio ni la muerte, que la Naturaleza es sabia y Dios es clemente.

Así que, escurro el bulto. Sólo hago esta afirmación: la derecha española empezará a ser eficaz el día que se hunda la izquierda antiespañola y la sustituya una izquierda nacional, por decirlo sin comillas. Cuándo y cómo es el gran enigma y el gran problema. Pero ocurrirá.

Puedo y debo tomarme en serio la guerra de Ucrania. Lamento lo que están sufriendo millones de seres humanos en ese país y en Rusia, que es el país agresor.

El otro día leí un titular en cierto diario digital que me asustó: “Ucrania, en manos de Black Rock”. Black Rock es una de las mayores empresas que gestionan fondos de inversión de particulares e instituciones, unos 17 millones de millones (billones en español) de dólares, dice la información a la que me refiero. Esa cifra es el doble del PIB de la Unión Europea, añade.

El mes que acaba, mayo de 2023, Black Rock y el gobierno de Ucrania firmaron la constitución de un Fondo de Desarrollo de Ucrania. De momento se está dando a conocer que las tierras más productivas de Ucrania, donde crece el cereal que alimenta a millones de personas, ya están en manos de empresas internacionales. La generación y distribución eléctricas, los ferrocarriles y otros sectores clave pasarán a ser gestionados desde el extranjero gracias a esta cesión de Ucrania a compañías financieras internacionales.

Mediante esta carambola, Ucrania entrará en el globalismo y desaparecerá. No del mapa, al menos oficialmente, pero sí habrá vendido su soberanía. Su desesperada lucha por escapar de las garras soviéticas, es decir, rusas, la ha echado en manos de los poderosos anglosajones. Una guerra absurda, innecesaria, que mata a sus habitantes y engorda las arcas de los dueños del Bajo Manhattan y la City, mientras el sinvergüenza de Zelenski recorre el mundo vendiendo su país.

Es así de sencillo, así de tremendo, así de monstruoso.

Estas cosas o se toman en serio o se ignoran, o se falsifican, que es lo que hace la prensa popular, en papel o en digital. El buen Dios nos acoja, y la Naturaleza nos proteja. Sueños mediáticos.

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