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Bitácora y apuntes

Siete soflamas patrióticas

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Son patrióticas estas soflamas porque, además de padre de familia, esposo, profesional y otras funciones sociales como individuo, me siento a gusto como ciudadano español. No reniego de mi patria, aunque soy consciente de sus limitaciones y defectos, y hago lo posible por contribuir a mejorar estos últimos. (Las ilustraciones son pruebas creativas del autor para la Cantropus Academy of Arts&Trash)

Fernando Bellón

Soflama 1

Me tienen harto los argumentos y contraargumentos sobre la corrupción. Los medios del oficio se empeñan en reproducirse unos a otros y a tirarse verdura podrida con revelaciones chungas. Es un verdadero chaparrón de hortalizas sobre la corrupción generalizada en el gobierno y el partido que lo monopoliza. Son hortalizas porque no son información, y se basan en filtraciones, en fragmentos de informes policiales y en bisbiseos interesados.

Pocas informaciones se atienen a los hechos, salvo noticias que se desprenden de actos judiciales. Fuera de eso, los hechos se sustituyen por especulaciones. Los calificativos asfixian los enunciados. Abundan las opiniones, y las noticias han dejado de existir. El escándalo rodea al gobierno, pero ¿le hace mella? El ánimo de los gobernantes no es una noticia, es un supuesto basado en evidencias visuales de rostros demacrados o en confidencias de escaso valor.

Soflama 2

Al español con derecho al voto la corrupción política le trae bastante al fresco. Cuenta con ella, forma parte del oficio. Vale decir que hay excepciones, posiblemente no muchas, entre los susceptibles de corromperse. No todos los cargos públicos tienen esa osadía. La mayoría no se corrompe porque no puede o no se atreve, y algunos porque son incorruptibles. Y no pasa nada.

También en variados gobiernos europeos existe la tiña de la corrupción. Pero se airea menos. Y, en todo caso, a diferencia de España, cuando a alguien le sacan los colores, haya o no haya pruebas fehacientes, dimite, se aparta, se quita de en medio. Para ellos es un problema de “salud democrática”, es decir, de seguir aparentando que son muy ortodoxos con los principios democráticos. A la mayoría de los políticos españoles les importa un pimiento la apariencia, saben que está devaluada.

Soflama 3

Lo que a la mayoría de los ciudadanos debía de repugnarles es que el gobierno de España aliente la fragmentación de la nación, que amnistíe a quienes lo intentaron mediante un golpe de estado que no duró ni medio minuto, que no presente presupuestos, que gobierne de espaldas al Parlamento, convertido en una verdulería, que coloque a incompetentes o a sinvergüenzas en despachos de decisión económica, administrativa o judicial. En definitiva, que tome el pelo a la ciudadanía.

Es una corrupción realizada a plena luz. Puñaladas a la moribunda Constitución del 78 a la vista de todos.

Soflama 4

Maldigo el juego de los políticos en ejercicio y de sus sicofantes de reprocharse defectos, y de echarse en cara una identidad ideológica que hoy carece de contenido. Como el gobierno es progresista y de izquierdas sus votantes le permiten la corrupción y la cochambre. Como los antigubernamentales son fachas en general, es de vida o muerte impedir que lleguen al poder, colocarles muros, porque robarán a manos llenas.

¡Menudo concepto de la democracia! Son millones quienes la conciben así. Ni siquiera aceptan las reglas del juego del parlamentarismo.

Y cuando el jefe de la oposición dice que su partido no es ni de izquierdas ni de derechas escuchamos la única verdad en ese mundo de hipócritas. En este momento de la historia de Occidente, los conceptos políticos de las revoluciones modernas han dejado de estar vigentes. Pero es indecente que un político en ejercicio se escude en ello para ocultar sus ideas y su programa de gobierno, si es que los tiene.

Soflama 5

El repuesto de la supuesta izquierda, los supuestos fachas, carece de programa renovador y reconciliador. Es decir, cuando gobiernen harán más o menos lo mismo que los vampiros de izquierda. ¿No tienen ni idea o no quieren comprometerse? Si no tienen ni idea, malo, que se dediquen a otra cosa. Si no quieren comprometerse con soluciones radicales, fuertes, ¿acaso será porque no actuarán de modo muy distinto, que esperan ocupar la Corte para hacer con ella lo mismo?

El triunfo de la socialdemocracia en territorio europeo y norteamericano ha sido formidable. Pero algo ha cambiado en las elites. Los saltos tecnológicos inesperados, la acumulación de efectos financieros que hoy pueden negociarse en fracciones de segundo, el mercado abastecido y global.

Estos fenómenos y sobre todo el hecho de que muy pocas personas pasen necesidad grave ha cambiado de arriba a abajo las fórmulas de la política. Ahora la gente no sale a la calle saqueando comercios, ni la policía responde a cañonazos.

Es regla de la historia que siempre ha funcionado: el interés material, el miedo o la fantasía mueven el mundo. A nuestros capitanes financieros les importa un carajo que fuera de nuestros dominios la gente se debata contra la miseria y pierda la paciencia. Están a la espera de mentes preclaras que aporten ideológicos nuevos. Pero los hombres y mujeres encargados de contener las oleadas y entretener a las masas son incompetentes y se enchufan entre ellos.

Soflama 6

Por ejemplo el gobierno español y su presidente, un héroe de tebeo que destruye todo lo que toca, un siniestro egoísta sin talla al que admiran ignorantes y cobardes.

Estoy hasta las narices de las conjeturas sobre el carácter del presidente del gobierno. ¡Qué más dará si es un mangante encubierto, un paranoico o un psicótico! ¡Ese no es el problema! Ha asumido con complacencia de ignaro atrevido el papel de protagonista, cuando no es más que un actor de reparto que no tardará en hacer mutis.

Aquellos a quienes les toque gobernar ¿podrán enderezar los entuertos y corregir las graves deficiencias de la nación? ¿Están preparados para hacerlo? ¿Quieren hacerlo? Que sean claros y ofrezcan un programa ineludible de lo que van a hacer. Que no se escondan tras la retórica moralista. Que presenten un calendario de actuaciones. Que voceen sin medias tintas los pasos a dar, constitucionales y políticos. Que se comprometan. Que no nos distraigan con monsergas. Que recorran el país hablando con quienes se plantean un cambio eficaz de rumbo.

Naturalmente hablo del Partido Popular y de Vox. El primero no quiere ser de derechas, y el segundo no sabe lo qué es la derecha. Dudo que varíen el modo de gestión política y económica. En primer lugar, porque no hay otra, todavía no existe ese nuevo modelo, hay que inventarlo. Y luego, porque los del PP son meros burócratas sin determinación, como se desprende de su reciente congreso. Vox está compuesto por una amalgama sin cohesión evidente, y aunque cuenta con personalidades capacitadas y fuertes, la mayoría de la tropa que tendrá que entrar en combate cuando les toque carece de entrenamiento y de orientación, son puro Antiguo Régimen.

Soflama 7

Un amigo entrañable asegura, rabioso, que si gobierna la derecha en España, sobrevendrá el caos. No se refiere a la política propiamente dicha, sino a los efectos que ese gobierno tendrá en el cambio climático, en la destrucción del planeta. El fin del mundo. Le pido razones y despeja mi pregunta con la habilidad de un portero imbatible. Como hace un calor asfixiante algunas personas se dejan llevar de la frustración y los nervios, y auguran la próxima extinción de la especie humana. Yo inquiero que cuánto tiempo cree que duraremos. Responde indignado que es una pregunta absurda.

La idea de que la derecha se ha cargado irreversiblemente la civilización y el planeta es verdad irrefutable entre muchísimas personas. Desde la mitad del siglo XX, las políticas dominantes en Occidente, que ha repercutido en todos los cinco continentes, han sido y siguen siendo socialdemócratas; han asegurado la sumisión de las clases bajas y medias con el mercado pletórico y el entretenimiento mediático, hoy una industria omnipotente. Eso sin tener en cuenta que las dos revoluciones de la edad moderna son las que llevaron al poder a las izquierdas, que tienen a esas revoluciones como modelo.

¿Qué habría sido del planeta si no hubieran triunfado las revoluciones modernas y sus secuelas, si se mantuviera el Antiguo Régimen? Es absurdo, porque se derrumbó por su resistencia a cambiar. Pero cualquier argumento da igual a la izquierda sostenible y medioambientalista, verdad perpetua e inocente de todo. Me pregunto la razón de este fanatismo ideológico, y sólo puedo atribuirla al calor. Claro que en invierno no hace calor, y el fanatismo ideológico sigue activo. ¿Necesitaremos una rápida glaciación para reinstaurar el sentido común?

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