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Agricultura y naturaleza

UNA «MARINA» ECOLÓGICA QUE EMULA A LA PROVENZA

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Xavier Mulet y José Manuel Bicetto han dado la vuelta al maremoto turístico alicantino con sus cultivos ecológicos

Xavier Mulet, que cambió los expedientes administrativos por la azada ecológica y se estableció en L’Horta de Xavier, la finca familiar en Pedreguer, compara La Marina Alta, de la que su pueblo forma parte, con La Provenza francesa. José Manuel Bicetto, Ingeniero superior en Organización Industrial, dejó de asesorar a empresas y decidió crear una propia, Agricología, en el pueblo de su familia materna, Benidoleig, también en la Marina Alta, dedicada al cultivo y promoción de lo bio.

José Manuel Bicetto, en su bancal "Agricología"

José Manuel Bicetto, en su bancal «Agricología»

Xavier Mulet en su huerto

Xavier Mulet en su huerto

En La Provenza, la pequeña industria tradicional alimentaria y la agricultura son riquezas protegidas y estimuladas, en especial, la agricultura ecológica. Las condiciones climáticas y agrícolas son un calco de la Marina Alta, donde el turismo amenaza con arrasar lo que queda de autóctono.
Xavier Mulet y José Manuel Bicetto son dos de las personas que han dado un paso atrevido: ponerse delante del maremoto turístico, y no quedar arrasados por él. Han conseguido, incluso, desviarlo hacia el aprovechamiento de la tierra y las costumbres tradicionales. Además de cultivar eco, promueven mercados como el de Jesús Pobre, una pedanía de Denia, donde los fines de semana reúnen lo mejor de la producción local, al igual que el mercado de Xaló o Jalón. Una mayoría de sus compradores son extranjeros, en especial alemanes residentes. Aseguran que no tienen problemas de producción, porque la demanda excede lo que pueden ofrecer. Su ejemplo está cundiendo, y poco a poco la frágil red de la agricultura ecológica se fortalece y extiende. A continuación, relatan su experiencia.
Reportaje, entrevistas y fotos de Fernando Bellón.

Xavier posa con el Montgó asomando al fondo

Xavier posa con el Montgó asomando al fondo

Xavier Mulet Fornés tiene 57 años. Nació en Gata, al lado de El Verger, de donde es su mujer Antonia. Estudió Derecho en la Universidad de Valencia, y se instaló en el barrio de Benmaclet de la capital junto a un amigo licenciado en Económicas.
En estas circunstancias estuvo trabajando cinco o seis años. Pasaba la semana con la vista y el corazón puesto en el viernes, para regresar al campo, a la finca de la familia, establecida por los abuelos.
Hasta que un día decidió desencadenarse del despacho. No fue algo súbito, sino consecuencia de un proceso personal y social. El “desencanto” de la Transición melló sus ilusiones de antiguo militante de las Juventudes Comnistas. Y a la vez, desde la ventana de su oficina observaba cada día la huerta de Valencia, que entonces se metía en la ciudad y pretendía abrazarla. Hoy, desde sus bancales disfruta del Montgó.
Xavier. Llegó a mis manos el número cero de una revista que acababa de salir, “Integral”, con el lema de “Volver a la Tierra”. Fue como un gusano que empezó a hurgar en mi cabeza, porque yo la tierra la tenía muy dentro. Cuando iba de vacaciones a casa, ayudaba en las faenas agrícolas de los naranjos, lo que más había (siendo yo niño se hizo la transición del moscatel al naranjo). Me interesaba por la agricultura ecológica, que entonces sonaba a chino, y decían que era imposible. Así que cuando yo me vine fue para hacerme naranjero de cultivo convencional.

La tienda, en el riu-rau

La tienda, en el riu-rau

En aquel momento, los años ochenta, el tránsito de la ciudad al campo se veía como una fantasía hippy, al contrario que hoy, que se ha convertido para algunos en un ideal accesible e incluso respetable. Xavier debe mucho de la transición a su mujer, Antonia.
Xavier. Antonia acababa de sacar las oposiciones de profesora de valenciano, y esto era una reserva por si las cosas salían mal. Eligió plaza en La Marina, y consiguió venirse aquí al cabo de un año. En junio hará 24 años.
La experiencia acumulada los fines de semana fueron una base para Xavier. Dice que los naranjos son más fáciles de llevar que en huerto de verduras. Otra circunstancia favorable era que el padre de Xavier se retiraba, al igual que su suegro. Y se encontraron con un buen puñado de tierra heredada.
Xavier. Eran un montón de bancales. Entonces se planteaba la agricultura como “Fer fanecaes”, hacer hanegadas. Juntamos algo de dinero, con el traspaso del despacho, el paro y todo eso, y compramos otro bancal, siempre pensando en el naranjo, y en la agricultura convencional. Pero a mí me gustaba mucho el cultivo de la huerta, hacía verdura y la regalaba a los amigos.
En aquel momento, otra coincidencia feliz: la cooperativa de Pego organizó un curso extenso de agricultura ecológica. Durante tres o cuatro meses, todas las tardes un grupo de soñadores se iniciaba en lo bio. A los conocimientos adquiridos se unieron experiencias vividas.
Xavier. Estuve dos o tres años de agricultor químico, y dos o tres años de naranjero ecológico. Al mismo tiempo, hacía verdura que regalaba a los amigos. Surgió la posibilidad de vender género en una tienda de Benisa, y las cosas fueron avanzando.
Empezó a arrancar naranjos, cada año un trozo de bancal, al tiempo que aprendía a cultivar en ecológico. Y entonces cayó en la cuenta de un hecho paradójico: estaba cultivando naranjas que acababan en Alemania, cuando los alemanes estaban allí, vivían en multitud de pueblos y urbanizaciones de La Marina.
Xavier. ¿Por qué teníamos que llevar las cosas a la cooperativa; que te lo liquida por cuatro perras, si podíamos vender a los alemanes residentes en la Costa Blanca? Imprimí anuncios en alemán y en inglés, y empecé a repartirlos en las urbanizaciones: “Los sábados, venta de verdura ecológica en tal sitio”. Al principio, un año o dos, apenas venían extranjeros, a parte de los allegados y personas del sector digamos hippy. Yo mejoraba y variaba la oferta de productos, se corría la voz, hasta que se consolidó.
El género lo vende en el riu rau de su casa los sábados en la tienda, fresco, recogido el viernes de los bancales que la rodean. Participa en la tarea la familia, la mujer de Xavier y sus dos hijos.
Xavier. El problema que tengo es de oferta, no doy a basto. El setenta por ciento de lo que vendo aquí lo produzco yo. El resto es de otra gente, por ejemplo, Enric Navarro, que refuerzan el género que ofrezco en la tienda. Y desde hace año y medio, los excedentes los llevamos a un puesto en el mercado de los domingos por la mañana del barrio o pedanía de Jesús Pobre, que depende de Denia.
El 70 por ciento de las ventas de la tienda las compran extranjeros: alemanes, suizos, y en tercer lugar, ingleses. La producción de verdura de temporada la cultiva en bancales que suman aproximadamente una hectárea, para trabajar la cual cuenta con un apersona a tiempo parcial. También vende cítricos (naranjas, limón y pomelos), y manzanas que traen de Beneixama, del Comptat, de un agricultor de la Xarxa (red) de Productors de les Comarques Centrals.
Al principio, la producción estaba certificada por el CAECV (Comité de Agricultura Ecológica de la Comunidad Valenciana) . Pero Xavier tuvo un problema administrativo con la institución, y la abandonó.
Xavier. Me querían cobrar más, un extra, porque la primitiva certificación era para naranjas, y estaba plantando verduras. Un problema de los que producimos agricultura ecológica es que no tenemos organización propia. El CAECV depende de la Administración, que certifica lo que es ecológico, pero es un acto burocrático, no real, no práctico, y en general la gente está muy disconforme con ese organismo. Paralelamente, las relaciones que hay entre los que practicamos la agricultura ecológica son horizontales, dentro del ámbito territorial en el que nos movemos, por ejemplo, en el ámbito en el que yo me muevo, Comarcas Centrales, Safor, Vall d’Albaida. Alcoià, Marina Alta. Del trato, de las conversaciones que mantenemos, hemos llegado a la conclusión de que podríamos organizarnos, apoyarnos mutuamente para certificar los productos que hacemos y que vendemos en asociaciones de consumidores y en mercadillos, sin repercusión legal, de momento. El panorama será diferente en seis o siete años, porque cada vez se extiende más el cultivo eco. Podríamos decir que la olla está hirviendo.
Xavier prevé una extensión de la producción y el mercado eco.
Xavier. Aquí, en La Marina Alta, hay poca oferta y mucha demanda. Que yo sepa, dedicados por completo a la agricultura ecológica y a la venta seremos cinco o seis personas. Y en otras partes cada día surge gente nueva.

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Al fondo, la alquería de Xavier y la sierra

Al fondo, la alquería de Xavier y la sierra Segaria

EL EXITO REVELADOR DE UN MERCADO LOCAL, JESÚS POBRE

Además, Xavier está involucrado en iniciativas donde el trabajo colectivo repercute en beneficio de la población de la comarca. Es el caso del mercado semanal de Jesús Pobre, una entidad menor que depende de Denia.
Xavier. La Asociación de Vecinos es la autoridad no legal, pero legitimada para organizar muchas cosas, desde fiestas a un mercado semanal. Hace cinco o seis años, al final de la burbuja inmobiliaria, se planteó algo que tenía que ver con las raíces folklóricas del pueblo, que tiene un anclaje muy fuerte en las tradiciones, muy nacionalista. Pensamos en hacer un punto de encuentro donde reunir la pluralidad que queda, y empezamos organizando una muestra del tomate autóctono.
Paralelamente, yo estaba en una web que se llamaba «La Taifa», por la taifa de Denia, que históricamente tuvo mucha importancia en la época musulmana. Era una web con documentales, que ahora esta en estado de espera. Hacíamos excursiones y actividades culturales.
La muestra del tomate local tuvo éxito. Y a la vez llegó la crisis profunda, que dejó a mucha gente K.O. Organizamos unas charlas en Jesús Pobre. Todo esto manifiesta que hubo una reflexión general, que poco a poco se fue creando una conciencia colectiva. Las charlas las llamamos “Crisis Global, Soluciones Locales”. Tuvieron mucho éxito. Y al acabar, la gente pedía más. Vinieron de la Cooperativa «Som Energia«. Se habló de la agricultura de proximidad, poniendo como ejemplo la Provenza francesa, y señalando que las condiciones geográficas y económicas de la Marina eran similares a las de la Provenza. Vino alguien de Madrid de Ecologistas en Acción, para enmarcar la situación en la que estamos de un modo global. Eran unas acciones muy a lo Podemos, participación ciudadana y todo eso.
Así es como se nos ocurrió crear el mercado semanal. Pero con la idea de que llegara más lejos de un simple mercado, queríamos un espacio de convivencia. Queríamos salirnos de la inercia del consumo en mamotretos comerciales, como este que han hecho al lado de la carretera nacional de Valencia a Alicante, donde acude un montón de gente, pero no se habla. En Jesús Pobre queríamos hacer un lugar donde ir a comprar, pero también a charlar, a escuchar música, a comer, de un modo natural, tradicional, en un espacio que llamamos el Mercat del Riu Rau. El éxito ha sido apabullante. Este verano estaba la misma directora del Museo del Louvre, y Xavier Mariscal viene mucho. Cada domingo hay una animación nueva, músicos, teatro…
Yo veía que el éxito estaba garantizado, pero me preocupaba que el mercado se transformara en un mercado en plan alternativo. Para nosotros lo alternativo es lo local. Conseguimos que la gente que lo integraba fueran vecinos, mujeres mayores y jubilados que aportaban su conocimiento y su experiencia en cocina o en artesanía. Traen pasteles tradicionales, y hay personas mayores que se animan a cultivar productos locales para venderlos. Se ha creado una dinámica muy positiva.
Para empezar creamos una comisión del mercado amparada en la Asociación de Vecinos. Ha estado funcionando hasta al año pasado. Éramos cinco o seis personas que se renovaban, algo así como una gestora. Hasta que decidimos realizar una asociación civil, la Associació del Mercat. En la directiva hay personas que tienen puesto en él o que no lo tienen. Existen comisiones que fijan las cuotas. Y también hay personas que trabajan en las cuestiones técnicas y de mantenimiento. En el riu rau se colocan el 60 por ciento de los puestos, y fuera montamos unas carpas; también hay un Racó del Llibre, donde se intercambian libros como en una biblioteca.
La idea era recrear el mundo de “Cinema Paradiso”, una alternativa a los centros comerciales. Se monta todos los domingos por la mañana, y cuando llega el verano, por la tarde-noche. Acuden centenares de personas, y en verano posiblemente miles. La población que acude es cincuenta por ciento local, cincuenta por ciento forastera, de los extranjeros que viven en la zona.
El éxito del mercado consiste en que agrada a distintos sectores de personas, desde al tipo más alternativo, como al constructor de Denia, al jubilado inglés o a la mujer del pueblo de al lado. Tiene página en Facebook.
Dos agricultores y yo montamos el único puesto de verdura ecológica del mercado. Le hemos puesto el nombre de Xarxa Agroecològica Calçat del Montgó, por la semejanza con los calçots, que son cebollas calzadas o sea rodeadas en su tallo por tierra, un tallo que queda blanco y que es lo que se come. Lo plantamos los tres en conjunto, en una parcela que dedicamos a ello. Para el cultivo de “Calçots” se usan mulas, no tractores, porque funcionan mejor. Y entre los tres socios nos compramos una mula que compartimos.De vez en cuando organizamos una “calçotada”. No lo hacemos para ganar dinero, sino para marcar pautas.
El año pasado en junio hicimos la Festa del Batre, a la que acudieron miles de personas. En una era estuvimos batiendo el trigo. Vinieron Pep el Butifarra, la “Associació de Carreters”.[/box]

 

Agricología, una iniciativa producto de la experiencia y la perseverancia

José Manuel, su huerto de naranjos eco y el Montgó

José Manuel, su huerto de naranjos eco y el Montgó

José Manuel Bicetto tiene 34 años, y un origen familiar trasnoceánico, su madre, valenciana, conoció a su padre, siciliano, en Canadá, donde habían llegado como emigrantes. Nacido en Benidoleig, un pueblecito con rasgos mediterráneos que podía pertenecer a la Magna Grecia, estudió en le Universitat Politècnica de Valencia Ingeniería (superior) en Organización Industrial, que especializa en gestión de empresas, y en planificación de recursos humanos. Al terminar empezó a asesorar emprendedores en Valencia. Luego se trasladó a Inglaterra, para dominar el inglés en un puesto de trabajo en Colchester, empleado en una industria relacionada con el petróleo y el gas. A su vuelta a España, estuvo trabajando de consultor de empresas, en gestión de ideas, en innovación. Su transformación en labrador ecológico es similar a la de Xavier Mulet.
José Manuel. Un día me pregunté qué hacía asesorando a las empresas sobre lo que tenían que hacer, y no lo hacía para mí mismo. Yo vivía en Valencia, pero siempre que bajaba al pueblo los viernes, me iba con mi abuelo al bancal. Era un arraigo fuerte. Esto desde la época de estudiante. Entonces me di cuenta de que lo que me gustaba era vivir en el pueblo, no en la capital o en el extranjero.

Solo tuvo que aplicar sus conocimientos y su experiencia. Tenía bancales familiares abandonados. Empezó a pensar en un modelo diferente, salir del monocultivo de los cítricos cultivados convencionalmente, y entrar en la agricultura ecológica, que le atraía porque prescindía de productos químicos.
José Manuel. Cuando venía a casa los fines de semana, plantaba mis verduras y los cultivaba sin productos químicos. Y como me gustaba tanto el bancal y la huerta, decidí que en lugar de producir para mí, iba a hacer un poco más. La gente me preguntaba qué era eso de la agricultura ecológica, e intentaban quitarme la idea de la cabeza. No entendían que una persona con trabajo y con estudios lo dejara todo para venirse al campo. Supongo que me tenían por loco, pero yo estaba haciendo lo que me gustaba.

José Manuel. Pensé que podía hacer parcelas pequeñas aquí, para poder relacionarme con la gente, y compartir esta experiencia en los huertos comunitarios. Ahora los hay en todas partes, pero cuando empecé aquí en el 2006 era el único, junto con otro chico de Castellón. Así nació Agricología.
Algunos me pedían que diera un curso de agricultura ecológica para enseñar a la gente. Pues, nada, hicimos varios como una actividad de Agricología. Al principio vinieron personas incluso de Valencia. Ahora ya somos más comarcales. Pero hay mucha gente de ciudades como Valencia, a quienes les gusta introducirse en esta cultura rural, volver a los pueblos.

En el interior de una edificación de cañas y barro.

En el interior de una edificación de cañas y barro.

En 2006 empezó el papeleo. Arrancó el 2008. Los invernaderos en los que cultiva planteles y experimenta son del 2009. La zona del bosque mediterráneo, con su variedad de especies, la plantó en 2012). Y por último, un proyecto de bioconstrucción lo inició hace un año y medio. Toda la superficie no llega a una hectárea, incluidos los huertos comunitarios, la producción de hortaliza, la zona didáctica y común, el invernadero y los corrales con dos burros, una cabrita y gallinas. En estos momentos prepara una zona de plantas medicinales. También hay una zona de cítricos. Y además quiere construir una caseta para albergar ocasionalmente a los que vengan a hacer cursos.
José Manuel. Nuestro propósito es cerrar el ciclo. Por ejemplo, a los animales los utilizamos para abonar el bancal. Las hojas y otros desperdicios de limpieza de las verduras son para los animales.
Cinco personas le ayudan en esta variedad de faenas
José Manuel. Mis padres, mi pareja y dos personas más. En total, somos seis. Claro, es un trabajo voluntario. No podemos pagar seis jornales. Mantengo esto vivo gracias a mi trabajo externo.
Realiza programas de educación ambiental en algunas escuelas de la comarca, desde infantil (3 años) a sexto (11 años)
José Manuel. Son programas de huertos escolares, de árboles, de animales, de alimentación. En cada curso trabajamos una temática, de manera que los chicos cuando llegan a los once años, han pasado por todos los temas. En infantil se trabaja la sensibilización hacia la agricultura ecológica; en primero, los animales; en segundo, ecosistemas; en tercero, los bosques mediterráneos; en cuarto, el huerto; en quinto, alimentación, y en sexto, proyectos. Estoy en dos escuelas públicas y en una concertada. Dos de Calpe y una de Altea.
Creemos que lo que más podemos aportar a la sociedad es convencer a las nuevas generaciones de las ventajas de la agricultura ecológica. Si de 300 niños que tenemos a veces, salen uno o dos aficionados al campo y se dedican a él, ya es un gran paso.
La clientela se acerca al bancal situado a los pies de la sierra Segaria a comprar sus verduras. También surte a un grupo de consumo en Altea, Naturaca, de alrededor de 120 familias, que compran su verdura y la de otros productores de la zona.
José Manuel. También estamos en un circuito de mercados locales, por ejemplo, el de Xaló, los primeros sábados de mes, donde se venden productos ecológicos (verdura) y no ecológicos; pero siempre productos locales y artesanales, porque se hacen pasteles con harina que no es cien por cien ecológica, pero se mira que no haya añadidos químicos en el proceso de elaboración.
Otros mercados están en Orba, en Benisa, en la Vall de la Gallinera, en la Vall de la Guard. Es un circuito con presencia de productores agroeco y eco-artesanales una vez al mes. Al igual que en Jesús Pobre, en Xaló,dedican el mercado a una temática. En febrero, la bioconstrucción, con estructuras con cañas, balas de paja; en el momento de hacer esta entrevista hacían un horno moruno. En el mes de setiembre, con la vendimia, ponen en la plaza una prensa para vino, luego, en la época de las aceitunas, hacen aceite también en una prensa, por decantación; y en diciembre, con el frío, embutido.
Agricología cuenta con el sello del CAECV. Para José Manuel no es imprescindible, porque todo dependen de la confianza de las personas. Nadie le pide que lo enseñe. Pero para vender verdura a desconocidos, es es un aval objetivo.

El plantel de trigo y, al fondo, el invernadero

El plantel de trigo «Florencia Aurora» y, al fondo, el invernadero

Biomoscatell, una sociedad limitada con alma de cooperativa

Una iniciativa que propusimos al ayuntamiento del Poble Nou de Benitatxell. Se trata de recuperar para ecológico las viñas del moscatel autóctono de mesa, las uvas moscatel que se comen como postre. Empezamos cinco labradores y ahora ya somos doce, y hemos creado una sociedad. Esto parece raro en tiempo de crisis, crear algo. Queríamos formar una cooperativa, pero los trámites burocráticos nos estorbaban. Así que hemos abierto una sociedad limitada que funcione igual que una cooperativa, es decir, internamente trabajamos como colectivo que trabaja y reparte a cuotas iguales. Cada uno aporta sus kilos de uva recogidos de su propia tierra. Con esto llevamos tres años. Nuestra idea es vender comarcal y localmente, aunque como producimos mucho, este año 12.000 kilos, hemos llevado la uva a Navarra, a Ibiza, a Barcelona. Si bien es cierto que es uva ecológica en transición, llevamos cuatro años sin echar ningún producto químico de síntesis. También hemos hecho zumo, pasas y vino. Ahora vamos a por los derivados.
Cuando pusimos en marcha el proyecto, nos reunimos con veinte labradores. La mayoría decían que eso era imposible con agricultura ecológica, con la cantidad de plagas y hongos que afectan a las uvas. Se armó una buena en el pueblo. Aunque quedamos esos cinco que decía y que hoy ya son doce.
Trabajamos con parcelas pequeñas. Uno aportaba 1.200 metros, otro 500… Y fuimos viendo que, contra la opinión general, se podía hacer. El ejemplo ha cundido, y se han ido sumando labradores. Yo soy el gestor del proyecto, y es uno de los trabajos que me permiten financiar Agricología. También está Rafael Laborda, catedrático de la UPV asesorándonos en control de plagas. Esto es algo excepcional, porque la Universidad no es flexible, no suele ajustarse a una realidad ajena a sus objetivos de investigación y publicación. Pero son pocas las investigaciones que se aplican, casi todas se quedan en el papel. Sin embargo Rafael Laborda se acerca al campo, investiga lo que se cultiva en los bancales.

Para José Manuel el mercado de los residentes extranjeros también es fundamental, es la cara positiva del turismo
José Manuel. En La Marina, se nota la presencia extranjera. No es lo mismo cultivar eco en La Marina que en Alcoi, por ejemplo, donde el mercado es solo local. El dinamismo del turismo nos ha beneficiado, hemos impulsado proyectos; la Marina Alta está llena de proyectos de agroeco. Los extranjeros no solo ha hecho chalets y urbanizaciones en las montañas, sino que también han aportado un dinamismo especial. Ahora, ya menos. Al principio, entre los clientes no oías más que hablar en alemán, en francés o en ingles. Y ahora ya empiezas a oír el valenciano.
Uno de los experimentos en marcha en Agricología es una variedad local de trigo.
José Manuel. Se trata de una semilla llamada “Florencia Aurora”, de las que se plantaban en el pueblo antes, junto a algunas legumbres. Me las enseñaron, y hemos hecho un pequeño plantel para ver cómo funciona. Produce una harina de las llamadas “de fuerza”, y dicen que hace un pan muy bueno. Así que estamos probando, primero para tener semillas con las que sembrar, y ver cómo sale la harina.
El equipo de Agricología aprovecha el invierno para madurar ideas.
José Manuel. Estos meses de invierno son de reflexión interna. Cuando llega la primavera, empiezas a poner en práctica lo que hemos ideado. Ahora, en febrero, iniciamos un curso de extracción y producción de semillas con Llavors d’Ací. Luego empezaremos un curso de agricultura ecológica básica, el sexto año que lo hacemos. Después viene la temporada de las rutas para chicos y familias: la Ruta del Agua, dirigida por un chaval que ha hecho un doctorado sobre la flora y la fauna del río Girona, que está aquí cerca. Otra ruta es Art Plot, Art en el bancal: hay gente que pinta, y aprovechando que las vistas desde aquí son muy bonitas, se ponen a trabajar en el bancal, pintan paisajes, pintan los tomates, y la vida social empieza a manifestarse en este trozo de tierra.

En la plantación de bosque mediterráneo

En la plantación de bosque mediterráneo

En verano, cine.
José Manuel. Hacemos algo muy entretenido los jueves de julio. Empezamos a proyectar documentales de Internet relacionados con la agricultura, aquí en al huerto, entre amigos; uno llevaba el bocadillo, otro el melón, otro el vino… Se corrió la voz, y de cinco que empezamos, pronto llegamos a cuarenta, porque lo anunciábamos en Facebook, y pedíamos que cada uno se trajera algo para compartir en la cena. Nos hemos llegado a reunir, aquí a la fresca, hasta 120 personas. Primero cenamos, y luego sobre las diez proyectamos el documental.
También realizan cursos. El más notable es el de bioconstrucción, al que acuden de lugares tan lejanos como Madrid, Barcelona, o Andalucía. Duermen en tiendas o al raso, pero para que estén más resguardados quieren hacer un edificio abierto, diáfano. Los comedores escolares son otra de las preocupaciones de José Manuel.
José Manuel. Como trabajaba en las escuelas, me quedaba a comer en el comedor, con los profesores. Veía que los productos con los que nos alimentábamos no eran los mejores, y se me ocurrió decirles que, si querían, yo podía traer verdura. A los profesores les gustó, y empezaron a comprarme cestas. Podía hacer unas sesenta a la semana con los profesores de diferentes escuelas. Luego hablé con los cocineros. Pero están muy limitados porque con frecuencia dependen de empresas de cáterin, que les traen las comidas casi hechas. Introducimos la comida ecológica en los comedores, no al cien por cien, sino según las posibilidades de cada escuela. Por ejemplo, las lechugas.
Lo ideal sería hablar con la Consellería y llegar a un acuerdo. Pero no se ha podido hacer, porque las normas para poder entrar en eso son muy estrictas, y además vana los precios más bajos, cosa poco compatible con la agricultura ecológica, que es más cara de producir. Estamos intentado hacer una estructura para crear una red de comedores escolares ecológicos.

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