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Cultura y comunicación

Valencia: una fundación sin fundamentos

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Declaraciones de un historiador heterodoxo, Miquel Martí, recogidas por Fernando Bellón. Fotos F.B.

Miquel Martí y el periodista. Al fondo, l’Almodí, bajo cuyos cimientos descanse quizá una familia ibérica.

La ciudad de Valencia puede acabar de cumplir 2150 años, y prácticamente nadie lo ha celebrado. La tesis aceptada por casi todos es que la fundaron los romanos en el año 138 a.C., y da a entender que antes de esa fecha las márgenes del río Turia (fuera cual fuera su nombre entonces) eran un solar vacío al lado de una albufera poco saludable.

Esta tesis tiene sus contradictores, muy pocos.

Uno de ellos es Miquel Ramón Martí Matías, historiador y arqueólogo titulado por la Universitat de València, y especialista en materiales de construcción de época romana y medieval, es decir, en la datación y origen de las piedras y sillares con los que se han ido construyendo edificios y monumentos históricos. Miquel sostiene que en el solar de Valencia había, al menos un siglo antes, un puerto indígena con tráfico comercial, un punto comercial indígena ibérico, y con una población flotante y sedentaria de mercaderes romanos, griegos y fenicios instalados en ellos.

La piedra angular, la base delargumento de los defensores del año 138 a.C, es un texto del historiador romano Tito Livio. Para que nadie tenga dudas, las autoridades académicas y municipales lo han reproducido en una lápida situada en el pavimento de la Plaza de la Virgen de Valencia.

La frase lapidaria de Tito Livio

IUNIUS BRUTUS CONSUL IN HISPANIA IIS QUI SUB VIRIATHO MILITAVERANT AGROS ET OPPIDUM DEDIT QUOD VOCATUM EST VALENTIA. O lo que es lo mismo: “En el consulado de Iunius Brutus en Hispania, a quienes habían luchado bajo las órdenes de Viriato, les dieron un territorio y una ciudad elevada, denominada Valencia”.

La fecha a la que este texto de Tito Livio hace referencia es el año 616 de la fundación de Roma, el 138 antes del nacimiento de Cristo.

El argumento de Miquel Martí es que se trata de una frase sacada de contexto a la fuerza, porque el libro que la contiene ha desaparecido y sólo queda el índice. Es, dice, como hablar del Quijote leyendo los títulos de los capítulos, o los Evangelios leyendo solo los encabezamientos. Pero sobre todo, se apoya en los hallazgos arqueológicos excavados en los últimos años, que testimonian, sin lugar a dudas que en diferentes partes o barrios de la actual Valencia hubo población indígena ibérica antes que romana. Esta gente indígena vivía junto la Via Heraklea (luego Via Augusta), que recorría la costa mediterránea de Sur a Norte, como hoy lo hace la autopista A-7. Valencia no fue fundada en el 138, sostiene Miquel Martí, ya existía, pero no con esos monumentos de piedra enormes tan típicos de los romanos. Jamás la fundaron soldados veteranos de Viriato, no queda ni un testimonio arqueológico de eso; y tampoco fue un campamento militar romano de veteranos de guerras con Viriato. La hipótesis de Miquel, apoyada en pruebas arqueológicas, es que la colonización romana de lo que fuera entonces Valencia se debe a la introducción de colonos itálicos procedentes del sur de aquella península en los poblados ya existentes. Colonos de dos clases, señores y esclavos de la ciudad de Vibo-Valentia. Todo ello, en el marco del final de la segunda Guerra Púnica, que supuso la entrada de Roma en Hispania, su ocupación y la explotación de sus riquezas naturales y humanas.

Bajo lo que hoy es catedral y basílica de Valencia se hallaba parte de la Valentia de la Roma Republicana

Para Miquel, Sagunto es la clave inicial y final de esta “fundación”, en realidad ocupación y dominio del solar ya habitado de Valencia. Sagunto era una fortaleza (un oppidum) indígena que Roma había declarado amiga porque se encontraba en la Via Heraklea, por donde los ejércitos púnicos deberían pasar si querían invadir Italia desde el norte. La posibilidad era mínima, por absurda y costosa, pero Aníbal consideró que era el mejor camino para enfrentarse a su archirrival. La posibilidad se convirtió en un hecho inminente, y los saguntinos enviaron una legación a Roma en demanda de ayuda militar. Roma se cuidó de enviarla, porque necesitaba una razón, un casus belli, y dejó que Anibal arrasase Sagunto y se dirigiera al norte. Había empezado la Segunda Guerra Púnica. Para nosotros era el año 218 antes de Cristo.

A continuación, Miquel Martí explica sus razones contra la tesis de la fundación de Valencia el año 138 por veteranos del ejército lusitano de Viriato.

Roma oculta sus ambiciones imperialistas

Roma convirtió a Sagunto en la Troya de la época. Y lo que no podían hacer tras derrotar a los cartagineses era construir una ciudad romana sobre las cenizas ibéricas humeantes saguntinas, porque habría evidenciado la ocupación. Eran muy cuidadosos con la dañada sensibilidad ibérica que tantos beneficios les iba a dar en Hispania y dejaban que fueran ellos los que les pidieran reconstruirla. No habrían podido fingir que entraron en Hispania sólo para derrotar al malo de Aníbal, sino para quedarse y explotar las riquezas agrícolas, mineras y humanas de la península. Así que resuelven el dilema construyendo una ciudad nueva al lado de la ciudad heroica, veinticinco kilómetros al sur. Los estudios geológicos muestran que el Túria era más profundo, navegable y que la costa estaba más cerca de la ciudad de Valencia

En épocas antiguas el Turia arrastraba menos detritus, y tenía la profundidad suficiente como para que barcas planas llegaran un poco arriba de la desembocadura. También se han encontrado a la altura de las Torres de Serranos restos de un puerto diminuto, casi privado, de época republicana romana, ya que el mismo río más cerca del mar y la zona de la Malva-Rosa eran el puerto de Valencia.

En la Valencia que fundan los romanos existía un poblado íbero, restos del cual se han encontrado en la calle Rualla de extramuros. Esto indica que la zona no era un yermo despoblado donde Roma decide instalar a los veteranos de Viriato. Esto es una invención, ni siquiera es un mito.

Los restos anteriores al 138 a.C, aparecen en casi cada excavación que se realiza en Valencia en los niveles más antiguos. Hay más restos, pero o están por encontrar o ya han sido arrasados a lo largo de los dos mil años en los que Valencia ha sido un solar urbano. Se ve o “se quiere ver” en construcciones indígenas ibéricas, restos romanos. Además, los materiales íberos son poco duraderos, estacas, palafitos, adobe (barro seco al sol). Los indígenas no utilizaban la piedra tallada en sus construcciones urbanas.

Los arqueólogos se han confundido durante mucho tiempo. Han encontrado cabañas de la época fundacional, según su formulación, y lo que han querido explicar científicamente es que son tiendas de campaña romanas.

Yo sostengo que esas cabañas pertenecen a una época de consolidación poblacional ibérica en lo que será después ciudad romana, cuando empiezan a concentrarse en la costa las rutas comerciales. Estoy hablando del siglo III a d Cristo, cuando Valencia estaba en la vía Heraklea, luego vía Augustea.

Miquel Martí, el historiador heterodoxo

Los poblados ibéricos de la Via Heraklea

Esta vía Hercúlea o de Hércules se remonta a la prehistoria, y la utilizaban todos los pueblos comerciantes de aquellas épocas. Lo que yo defiendo es que en el actual solar de Valencia ha habido, desde la más remota antigüedad, tribus, familias, personas viviendo, en especial en la desembocadura del río, que es a donde llegaban los productos del interior, en carreta y en barca, porque el río tenía algo más de profundidad. Se encuentran, y no lo digo yo, desde los años 50 del siglo XX fragmentos cerámicos y molinos de mano de la edad del bronce en lo que hoy en la ciudad de Valencia. Es decir, era un lugar habitado, como lo era la Cullera de la Edad del Bronce, en la parte sur de l’Albufera, y otros poblados del interior valenciano. Pero se quiere creer que vienen por el rio (flotando, quizá) y se rompen in situ. Es ridiculo. He aquí un hecho anecdótico: se tiene catalogado, entre otros, un fragmento de cerámica griega importada, del siglo VI a.C, encontrada en l’Almoina. Está ilustrada con figuras negras de la más preciosa factura, representado a Atenea Promachos. Yo no digo que aquí hubiera un poblado griego, sino gente ibérica que deseaba consumir y esperaba esos productos en lo que después llamamos ciudad de Valencia, comerciando con fenicios, griegos y después romanos. Es cierto que ese fragmento aparece en un nivel musulmán posterior; es normal, se removían siempre los niveles de tierra inferior para realizar nuevas construcciones, a no ser que el rey taifa de Valencia coleccionara cerámica arcaica griega ateniense antes que los ilustrados del siglo XVIII.

Los edetanos de Liria y de otras poblaciones interiores encontraban en el solar actual de Valencia un puerto franco donde comerciar con los extranjeros. En época ibérica final empieza a concentrarse más gente y aumenta el comercio. Valencia está plagada de cerámicas del siglo III a.C, que los defensores de la fundación romana se quieren llevar a cualquier precio al siglo II. EnValencia surgiría un puerto como el de Ampurias, pero de rasgos todavía indígenas, no era una colonia griega.

También hay que aclarar las cosas a la gente, respecto a la cerámica. Si encuentras en esas cabañas antiguas indígenas de Valencia material que se clasificaría como de época romana republicana, cerámica de procedencia romana, no era porque hubiera romanos aquí, sino porque era cerámica importada. Qué yo tenga un bote de Coca Cola en la nevera no significa que yo sea norteamericano. Si encuentras cabañas de estacas, adobe y caña y a la vez cerámica romana, no es porque hubiera romanos viviendo en esas cabañas. A esto hay que añadir, que está apareciendo durante años en todas partes del casco antiguo cerámica ibérica mezclada con cerámica republicana romana.

Los restos encontrados en la calle Rualla de Valencia han dinamitado el estereotipo de la fundación de Valencia por los romanos. Valencia ya existía, con otro nombre, quizá Tiris, eso no puedo asegurarlo, aunque ese nombre ya lo ponían los historiadores antiguos valencianos antes de que los modernos les ridiculizaran.

Multitud de yacimientos ibéricos

En las excavaciones de Rualla se han encontrado estructuras del siglo III a.d. Cristo, e incluso del siglo IV, es decir, muy anteriores a la “fundación oficial” de Valencia. Doscientos años antes ya había personas ocupando habitaciones, con cerámica ibérica.

Algunos argumentan que como la calle Rualla está al otro lado del río, extramuros de la Valencia romana y las posteriores, no era Valencia. Algo desmentido por el hecho de que en el centro de Valencia también se ha encontrado cantidad de cerámica ibérica, monedas y cabañas anterior a la “fundación oficial”, los pequeños asentamientos que he mencionado antes, incluso restos de procedencia griega, mas antiguos, por tanto. .En el Saler se han encontrado naufragios muy anteriores a esa falsa fundación del 138 a.C, y desde el mar entra cerámica del siglo IV a.C. Es decir, que aquí había mucho tráfico comercial. El problema es que la expansión urbana de Valencia a lo largo de los siglos ha destruido muchos mas restos, muchas mas huellas en el centro que en la periferia. Si la calle Rualla estuviera en la plaza de la Reina, no quedaría nada de la época ibérica. Se ha preservado gracias a que se encuentra lejos del corazón histórico de la ciudad. No obstante, en la Almoina (museo en el corazón de la ciudad vieja, que conserva restos de la Roma Republicana) se han encontrado restos, pequeños tesoros enterrados, cerámica, donde se ve que el solar de Valencia estaba ocupado antes de la “fundación oficial”. Nadie puede negar estas evidencias. Aunque hay quien se atreve a decir que esos restos han venido por el río, arrastrados por la corriente, y que se han depositado aquí y allá.

Para los defensores de la “fundación oficial”, Valencia antes de los romanos era un solar tan vacío como la superficie de la Luna, según se deduce su interpretación de la inscripción de la plaza de la Virgen. Yo he publicado en Inglaterra en 2005 la tesis contraria (B.A.R, British Archeological Reports, “Una fundación de Valencia, Antítesis de la Tesis”), y tres años después los descubrimientos en la calle Rualla me dan la razón. Los que aún creen que es el sol el que gira alrededor de la Tierra, no quieren que hubiera gente antes de su falso 138 a.C. en lo que es su centro histórico, pero sí la hubo.

A la altura del número 138 (es una coincidencia irónica) de la calle Sagunto de Valencia se han encontrado los carriles que dejaban las ruedas de los carros en el suelo, y son de época ibérica. Carriladas junto a las cuales se encontró un tesorillo de monedas ibéricas saguntinas de plata.

Se ha desenterrado una necrópolis maravillosa en la calle Quart (también en el centro urbano), con cantidad de restos de procedencia griega. Aparecen hipogeos o tumbas subterráneas en los que se ve que los habitantes de allí venían de la Magna Grecia, el sur de Italia. La datación de este yacimiento por los “arqueólogos oficiales” es el siglo II a secas, sin entrar en precisiones.

La versión oficial inapelable

La visión oficial, la inapelable, porque si un alumno de Historia Antigua dice otra cosa le suspenden, es que en el año 138 a.C. unos soldados romanos veteranos vienen a un solar y construyen un campamento militar. Antes decían que eran soldados procedentes de Lusitania, más o menos la actual Extremadura, obedientes a Viriato, para interpretar a su conveniencia el texto de Tito Livio. Pero al aparecer la necrópolis de la Calle Quart les desmonta la tesis extremeña. Esto era un absurdo. Primero, porque suponía traer personas de la costa atlántica a la mediterránea, un traslado de quinientos o seiscientos kilómetros. Y luego porque en lugar de dispersar a tus enemigos, los juntas, unos luchadores salvajes, en una nueva ciudad y en un territorio próspero y civilizado, que queda a su merced. Es como llenar Nueva York de talibanes. Los arqueólogos de Valencia se iban a Numancia en busca del eslabón perdido, y no encontraban nada.

El problema es que jamás ha aparecido ningún resto que evidencie o haga deducir la existencia de lusitanos en el solar de Valencia. El descubrimiento de la calle de Quart acabó con esta fantasía. Fue un golpe imposible de ocultar, gracias a que los arqueólogos que trabajaron allí no iban buscando algo establecido, no iban con la lección aprendida, sabiendo de antemano lo que iban a encontrar. Esto provocó un cisma no público en la arqueología valenciana en 1998.

Esa necrópolis muestra que las personas se quitaban el sudor con una “strigilis”, una sofisticación griega que procede de Italia, de la Magna Grecia. Esto obliga a los “oficialistas” a reformar su hipótesis. Ahora ya no son salvajes lusitanos, sino soldados romanos prejubilados, que lo han pasado muy mal y necesitan descanso y un premio, los que se instalan en Valencia, en la costa, como si se retiraran a Benidorm.

Hay algo que yo admiro de los dogmáticos del 138 a.C, su capacidad de adaptación. Al principio, se quedaron en shock, pero después apuntaron no a Numancia en la Extremadura calurosa, humilde y con chicharras ,sino a Pompeya. Hace dos años organizaron una exposición en el Museo de Prehistoria de Valencia ofreciendo imágenes de arqueólogos valencianos excavando en la Casa de Ariadna una de las más lujosas de Pompeya. Allí estaban, descubriendo que los primeros valencianos de Valencia eran Pompeyanos…o eso es lo que venden ahora. És una ironía, ya que Ariadna dió el ovillo a Teseo para que pudiera salir del laberinto. Y en eso siguen, enrollando el ovillo de su propio laberinto y con el Minotauro que lleva lleva a fuego marcado el año 138 a.C.

Algún historiador clásico como Escolano habla de Tyris, a veces situada en Ribarroja. Pegaban tiros al aire, pero no eran unos ignorantes. Los que les han sucedido, alumnos mediocres en el mundo académico valenciano de la España Democrática, se han visto con una increíble subida de su caché, al estilo directivo de Bankia antes de su descalabro. Gracias al vacío de poder en muchas instituciones de nueva creación, o con gente a punto de jubilarse en esa España de la Transición, acompañados de políticos semi-analfabetos, de derechas e izquierdas. Se han apropiado de instituciones con necesidad de publicar, y se han valido de becarios desesperados, serviles y útiles, que no pensaban más allá de la delgada línea roja trazada por sacrosantas autoridades dogmáticas, que ahora ya no llevan hábitos, sino malos hábitos, vaqueros y van de guais. Yo lo he experimentado. Los jefes diseñaban una doctrina para la investigación, y de ahí no te podías salir. Lo primero que hacen es interpretar fuera de contexto la famosa frase de Tito Livio, la convierten en palabra de Dios, en Tablas de la Ley. A partir de los años 80, los libros de arqueología dictan que la fundación de Valencia es el año 138 a.C. La tesis se convierte en un mantra que aparece en todas las publicaciones, las académicas, los libros escolares, asambleas, congresos, folletos turísticos… Es el dogma.

Otros historiadores grecolatinos ignorados

Las bombas que ponen en cuestión esta impostura son los descubrimientos de la calle de Quart y el yacimiento de la calle Rualla.

Lo que yo he hecho es encontrar el nexo de unión en estos desmentidos. Me puse a leer el libro de Tito Livio, del cual el orden académico establecido saca de contexto la frase en la que apoya su tesis de la “fundación oficial”. Una tesis monumental de Albert Ribera, arqueólogo municipal, calificada con sobresaliente por la Universidad, y construida sobre esas frases famosas, sacadas del contexto.

Mi lectura de Tito Livio me llevó a deducir que esa tesis adolecía de una falta de rigor espectacular, que el discurso estaba mal construido, era impropio de un científico, y lo peor, todos los demás le creyeron… En relación con esto, valga una anécdota localizada en Barcelona, cuando presenté lo que más adelante se transformará en mi tesis. En ese momento, una altísima responsable en la arqueología que había estado en el jurado de la tesis de Albert Ribera, algo que yo desconocía,me dijo que eliminara la parte de la fundación, con la excusa que había salido una nueva ley que reducía el número de hojas en la elaboración de la tesis. Yo no le creí, y se lo transmití muy diplomáticamente, y sin querer se abrió una brecha irreparable, ya que cuando apreté un poco más, me dijo que si no quería ser señalado “en el mundo de la arqueología donde todos nos conocemos” que no entrara en ese asunto “aunque yo fuera o llegara a ser un primer espada.” Me topé sin vuelta atrás con algo parecido a la mafia,o casi mejor con un ambiente que calificaría de incestuoso, esterilizante y castrante, vestido falsamente con el limpio traje de la ciencia y la investigación que cubre mucha podredumbre que también existe en la banca o la política, no hay muertos físicamente pero sí intelectuales. Yo me siento como un contable de un banco nacionalizado que hace años que sabía que sus altos directivos eran en gran parte un atajo de inútiles colocados a dedo (por mano de izquierdas y derechas) y ahora ve que todo cae y sale a luz.

De regreso al tema, esto es lo que dice Tito Livio en su libro, que además conocemos incompleto: Viriato era un cabrero o pastor, en otras palabras, un pobre desgraciado, y su tierra la iban a conquistar en cuatro días los romanos. La sorpresa es que el cabrero conocía palmo a palmo el terreno y llegó a acorralar a las legiones, a las que perdona la vida, comportándose no como el salvaje sanguinario que los romanos esperaban encontrar, sino como un ser humano con inteligencia y buenos sentimientos. Viriato cercó a los romanos contra unas montañas y les dijo que si dejaban allí las armas y se volvían a casa, les perdonaba la vida. Esto no lo dice sólo Tito Livio, que no vivió en la época de los hechos (59 a.C- 17 d.C.), y consultaba los archivos del templo de Marte en Roma; él, de Viriato sólo hace una mención. Pero dos autores distintos de su mismo tiempo, dan más detalles que él, de quien se conservan fragmentos desordenados de este conflicto. Son Apiano Alejandrino y Diodoro Sículo, historiadores de gran rigor ,y no tan parciales a la hora de valorar a los romanos.

Regalo del Senado Romano a Viriato

La reacción del Senado al conocer los gestos de Viriato es concederle el título de “Amigo de Roma”. Este título va acompañado de un “regalo”. El regalo es la ciudad más importante de esa zona, Arsa, con su territorio circundante. Cuatro yacimientos de Extremadura se disputan la titularidad de Arsa; el más cualificado es uno próximo a Zalamea, en Badajoz, dentro de la Turdetania celta.

En el texto de Tito Livio que sirve de base a los oficialistas se dice “agros et oppidum dedit”. A los que luchaban con Viriato les dan un oppidum, una plaza fortificada, y sus campos. Un oppidum no es una civitas. La civitas puede estar en un llano. El oppidum está en un alto y fortificado. Estamos hablando de un recinto celta, de los que hay en Extremadura. En Valencia lo que hay es una llanura inmensa, en torno a una enorme albufera. Más al norte, Sagunto es un oppidum.

¿Por qué le llama Tito Livio “Valencia”, “quod vocatum est Valentia”?

Los romanos no se adaptaban a las lenguas indígenas, así que lo que hacen es traducir al latín los términos geográficos o lo que les interesa. Valor, fuerza, es Ars, que en latín es Valentia (Valentía). Algunos hablan de Valencia de Alcántara, en Cáceres. La Valencia de Alcántara no tiene nada que ver con esta historia, allí no hay ninguna inscripción de época romana, es una población medieval.

Lo que sucede después es que, Caepius, el general romano en Lusitania, se siente muy a disgusto con la actitud de Roma hacia Viriato, que les había derrotado. Envía cartas a Roma quejándose, denunciando la genuflexión de Roma ante un pastor de cabras, y advirtiendo que es un mal precedente para la ciudad triunfadora, porque otros indígenas se pueden sublevar animados por el éxito de Viriato. Estas presiones tienen su efecto y Roma le declara enemigo. Viriato logra escaparse de los romanos, hasta que al final es asesinado a traición por su propia gente, acuchillado en el cuello mientras dormía, que lo hacía vestido con la coraza.

La frase famosa “Junius Brutus consul in Hispania” no es más que la datación de los sucesos, no significa que ese Junius Brutus fuera a Valencia y la fundara oficialmente. Los romanos databan los acontecimientos por los nombres de los cónsules que gobernaban cada año. Lo que dicen, pues, es que “en el tiempo en que gobernaba el cónsul Junius Brutus en España…” Por otro lado, el cónsul Junius Brutus nunca se enfrenta directamente a Viriato, no se conocían, nunca coincidieron. Es como atribuir a Carlos V su presencia en América, si se dice en una crónica que en su reino se conquistó el Perú.

Podríamos traducir propiamente el texto famoso de esta manera: “En la época en la que Julius Brutus gobernaba en España, dio a los soldados de Viriato una ciudad fortificada y unos campos, que se llaman Valencia.” Nada que ver con la Valencia mediterránea, donde jamás han aparecido restos relacionados con lusitanos o la Lusitania.

Todo lo que han construido estos académicos es una falla valenciana, y se les ha quemado ante el hallazgo de los restos de la calle Quart y la calle Rualla, y con la lectura con un poquiiiiiiito de rigor de su Tito Livio.

A la izquierda, denario de plata acuñado en Roma. A la derecha, moneda acuñada en Valencia, con la misma cornucopia y fulmen.

El origen de la hipótesis de Miquel Martí

Cuando acabé mi carrera me fui a Barcelona, para especializarme en materiales de construcción . Al cabo de un año de, me recomendaron que fuera con una beca Erasmus a Toulouse a ampliar estos conocimientos, con dos especialistas en el tema del mármol. Allí fue donde, en una excelente aunque aburrida clase de numismática, el profesor proyecta en la pantalla unas monedas que dice que eran de Hipponion. El profesor añade, “esta ciudad hoy se llama Vibo Valentia”. Al escuchar esta última palabra, di un salto. En la habitación de la residencia, me puse a mirar las fotocopias de las monedas, casi todas del gabinete numismático de Suecia. Allí descubro la cornucopia, que yo conocía por las monedas valenciano-romanas de España. Al día siguiente me fui a la biblioteca y me puse a buscar todo lo que se hubiera escrito en la antigüedad sobre esa ciudad de Hipponion o Vibo Valentia. Mi línea de investigación era averiguar por qué hay una ciudad en el sur de Italia cuyo nombre coincide con el de mi ciudad, y por qué la simbología de las monedas de las dos ciudades también coincide.

A la derecha, denario de plata acuñado en Roma. A la derecha, moneda acuñada en Valencia. También comparten la iconografía.

Hipponion era una colonia griega fundada por otra colonia griega de nombre Locri Epithemois en el siglo VIII antes de Cristo, ambas en la Magna Grecia, hoy el sur de Italia.

Siglos después, cuando Aníbal invade Italia desde los Alpes con sus elefantes y avanza por la península, esa ciudad de Hipponion le secunda, es de la pocas ciudades italianas (no romanas) que se pone del lado púnico. En realidad Aníbal se apoya en la vieja enemistad de las ciudades de la Magna Grecia con Roma, y les promete de todo a cambio de su alianza. Hay que tener en cuenta que Sicilia era cartaginesa hasta la primera Guerra Púnica, cuando pasó a manos romanas. Y las relaciones de las colonias griegas con los púnicos eran mejores que con los romanos. De hecho, Hipponion había sido invadida antes por gentes de una tribu samnita, enemiga de Roma, y le cambiaron de nombre, el nuevo fue Vibo; así que encontramos en este hecho más razones para entender la enemistad.

Aníbal comete el error de dejar la ciudad de Roma intacta, pudiendo haber entrado en ella. Se limita a saquear campos y haciendas romanas. Pero mucho territorio hostil a Roma fue respetado por Aníbal para garantizar su alianza con los cartagineses. Son ciudades y tierras que posteriormente serán consideradas traidoras por Roma.

Hay otra ciudad griega llamada Turioi o Thuria que se mantuvo fiel a Roma y se opuso a Aníbal.

Tras la expulsión de Aníbal llegó Quintus Máximus Fabius Cunctator a imponer el orden romano en la Magna Grecia. Las ciudades traidoras a Roma eran saqueadas, los hombres pasados a cuchillo y las mujeres y los niños vendidos como esclavos. En Hipponion hizo lo mismo, aunque perdonó la vida a algunos hombres, condenándolos a ser bufones el resto de sus vidas, para humillarlos.

Yo he visitado esa región italiana y sus excavaciones. Y he visto yacimientos donde se han encontrado huesos de caballos y personas, todos revueltos, de donde se deduce que la entrada romana en Vibo o Hipponion debió ser a sangre y fuego. Los romanos abandonan esta ciudad saqueada y quemada, y construyen otra muy cerca a la que llaman Valentia. De ahí ViboValentia, la ciudad greco-samnita arruinada, y a su lado una ciudad romana con muy buenas perspectivas de desarrollo. Esto se produce entre el 198-197 antes de Cristo, recién firmada la paz que humilla a Cartago.

Antigua relación Magna Grecia-Valencia

Por otro lado, existe la ciudad de Turios, Thuria o Thurium, fundada por orden del mismo Pericles en el siglo V antes de Cristo, sobre el solar de la antigua y arrasada Sibaris. El nombre de Turios se debe a un manantial llamado así. Esta ciudad también se resistió a Aníbal, que la saqueó.

Yo sostengo que la Valentia de la Magna Grecia es la madre de la Valencia española. Y también que el río Turia español recibe su nombre de la ciudad de Turia o Turios de la misma zona del sur de Italia.

Me apoyo en el hecho documentado de que tras la derrota de Aníbal, los romanos empiezan a instalarse (a conquistar) Hispania. Y lo hacen repoblándola con los suyos. Se trata de colonos o pobladores de la mayor confianza de los romanos, personas seleccionadas. Y como he dicho al principio, una manera de echar los cimientos romanos es establecerse cerca de Sagunto, para no ofender a los íberos saguntinos, héroes y víctimas de los cartagineses..

El solar apropiado es la presente Valencia, un lugar ocupado desde antiguo por íberos, un pequeño puerto comercial, un próspero mercado en la ruta Heraklea o Hercúlea. Es de suponer que tendría un hombre, quizá Tyris. Pero fuera el que fuera, pronto se convertirá en Valentia.

Deduzco de los hallazgos cerámicos que la antigua ciudad de Hipponion ya comerciaba antes de su destrucción con nuestra ciudad sin nombre, y que los griegos antiguos conocían bien esta zona. Mi hipótesis es que Roma construye la Valentia hispánica con dos tipos de población, los señores y los esclavos. Los primeros, proceden de la Valentia italiana y de Turios, los segundos, de la destruida Hipponion-Vibo. En las tumbas de la calle de Quart encuentras personas muy bien alimentada, pero también personas desnutridas y enfermas. Para mí son los restos de la guerra púnica trasladados aquí poco después de iniciado el siglo II (la década de 190), en una colonización parecida a la de los presos comunes ingleses o “convicts” enviados a Australia en el siglo XVIII. De este modo, la guerra “mundial” iniciada en Sagunto se cancela cerca de Sagunto.

El testimonio de las monedas

El fundamento de esta hipótesis mía lo hallo en las monedas. En la ciudad italiana de Turia hay unas monedas acuñadas cuya simbología era indescifrable. Las siglas CLQ y LCQ que aparecen en esas monedas son las mismas que en las monedas de la Valentia hispánica. Lo curioso es que en las monedas valencianas los nombres aparecen completos (Lucianos, Corani), es decir que los mismos cuestores (autoridades con el poder de acuñar monedas) que habían acuñado moneda en Turia vinieron a Valencia, eran colonos, e hicieron lo mismo acuñar moneda.

La cornucopia y los rayos o “fulmen” aparecen en las monedas de Hipponion ya en el siglo V a.C. Por eso, cuando Quintus Fabius Cunctator la conquista, se apropia de la simbología, y la convierte en “armas nobiliarias” familiares.

La moneda grande está acuñada en el siglo II a.C. en la ciudad de Valencia. La pequeña también es del siglo II a.C,. más antigua, pero acuñada en Roma por uno de los cónsules encargados de la ciudad en aquella época, autorizados para hacerlo, aunque este privilegio era privado, no público.

Era un sistema que recuerda a la mafia de hoy que, como puede verse, tiene antiguas raíces en Italia. Las familias más poderosas dirigían la ciudad, y cada patricio que gobernaba tenía el privilegio de acuñar moneda en nombre de su familia; y lo hacían mostrando lo que hoy consideraríamos sus armas nobiliarias, sus símbolos. Esta moneda de plata es un denario, de Quintus Maximus, descendiente de otro Quintus Maximus, el famoso Favius Cunctator, que derrotó y expulsó a Aníbal de Italia en la Segunda Guerra Púnica, desarrollada entre el final del siglo III a d C y el inicio del II, cuando él ya tenía 83 años.

El simbolismo de ambas monedas coincide, es idéntico. En el anverso está la cara de la diosa Roma con casco, y en el reverso está la Cornucopia, el cuerno de la abundancia y los Fulmen, los rayos de Júpiter.

No es una coincidencia casual, esto es inconcebible, tiene que haber una relación entre ambas monedas. La explicación que yo deduzco es el protagonismo de la familia de Quintus Maximus. Los romanos llegados gracias a la Guerra Púnica, que construirán sus monumentos de piedra y que acondicionan a la romana este asentamiento íbero de estacas, adobes y materiales perecederos, hacen un homenaje a Quintus Maximus, al acuñar esta moneda copiada del denario que en su día él mismo acuñara en Roma.

Según la versión canónica, la moneda valenciana es del año de la fundación de la ciudad por los romanos, 138. Yo no lo creo, no hay pruebas, es un dogma de fe.

Un lío cerámico

Para terminar con otra prueba, quiero hacer otra referencia a la cerámica. Hay una publicación francesa que se llama “Lattara”, con los mejores estudios y catalogación de la cerámica antigua. Cuando llega al capítulo de la cerámica de Byrsa, en las inmediaciones de Cartago, dice que está aceptado en todo el mundo la procedencia púnica de esa cerámica, menos en Valencia, España, que la utiliza como testimonio de su fundación.

Si sostienes que Valencia se funda en el 138 antes de Cristo y Byrsa, al lado de Cartago, se destruye el 146 antes de Cristo, ocho años antes, no puede haber producción cerámica después, porque ya no existían hornos ni ceramistas. Así que en Valencia se sostiene que esa cerámica no es de Byrsa sino de Italia, importada por los romanos que fundaron Valentia.

Esta incongruencia o desafío a la ciencia fue la primera pista que me hizo sospechar que algo no encajaba. Realmente, esa cerámica procedente de Byrsa aparece en Valentia antes del 138. Es decir, Valencia o como quiera que se llamase existía antes de su supuesta fundación oficial, a no ser que apaguemos el cerebro, pongamos el piloto automático y seamos serviles al a versión oficial. Si te opones, te puede pasar, a nivel científico, como a los de Vibo Valentia tras perder la Guerra. En este caso, la ciencia-política valenciana, y no Roma, sí paga traidores.

Alguien creerá que todo esto no es más que una anécdota local. Per,o ¿qué les van a decir a aquellos investigadores de Europa que han utilizado el año 138 a.C y sus cerámicas relacionadas para datar otros yacimientos españoles y europeos? Ellos no van a echar marcha atrás, al igual que el capitán del Titánic , que creo que se hundió en el 138 a.C al chocar contra un iceberg Viriato.

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1 Comentario

  1. Julio García 3 septiembre, 2023

    Apasionante descripción y todo muy bien documentado. La comunidad científica debe estar muy dolida con estos comentarios, pero no por que no sean verdad sino porque -como bien se comenta- les deja en evidencia ante la ciudadanía. Gracias a Miguel Martí por haberlo explicado tan bien y todo mi apoyo a su investigación. Nos hacen falta valientes como él.

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