Oración dominical en un templo del arte
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Por Gaspar Oliver
Un domingo por la mañana es momento ideal para cultivar el espíritu en un templo. Por ejemplo, el IVAM, Insituto Valenciano de Arte Moderno, de la Iglesia Postmoderna.
Entrar al museo, como entrar a la mayoría de las iglesias un día feriado, es gratis. Son multitud los fieles turistas que recorren sus capillas. Este domingo hay seis abiertas. Cinco responden a la fe postmoderna del IVAM, y una, dedicada a un santo antemoderno local, San Ignacio Pinazo.
Qué baño de cultura, qué ducha de doctrina, qué armadura de fe recubre al turista visitante a medida que pasa de una capilla a otra.
En el mostrador de entrada, los sacristanes del arte entregan a los creyentes las hojas parroquiales que servirán de guía a las visitas. Una de ellas sorprende por su retórica hermética. Es la referida a San Francisco Solana, en la capilla titulada “Exit”. He aquí dos extractos: “Lejos del literalismo hegemónico y de la moda ‘híbrida’, Francisco Solana manifiesta una confianza básica en la potencia de lo pictórico; cuando ‘la prohibición de la pintura’ suena como una letanía delirante, mantiene su pasión figurativa sin entroncar con la tradición deformante de la modernidad.” Y “La sublimidad post-romántica, reformulado en las pinturas de Francisco Solana tiene una tonalidad hopperiana, en la que no solamente se trata de dar cuenta de la navegatio vital sino del tiempo sedimentado en lo infra-ordinario, de la sensación de abandono, de la experiencia, valga la paradoja, fascinante de lo anodino.”
Como se ha visto, los folletos y libros parroquiales desbordan poesía. Otro ejemplo: “El visitante que transita las obras [de la capilla de Santa Mar Solís] termina siendo un transformador de sus atmósferas y un generador inquebrantable de su movimiento.” Como referencia, la capilla está llena de insectos gigantes petrificados en madera, valga la paradoja.
Las tres capillas restantes no ofrecen textos tan poéticos, sino más accesibles. Algo desconcertante. Por un lado, la capilla dedicada a Saint Sean Scully está llena de retablos y lienzos que el folleto reconoce como herederos de Saint Piet Mondrain y Saint Mark Rothko. Los fieles poco acostumbrados al rezo poético se encuentran aquí con ventanas poco polícromas al misterio, al enigma. ¡Fantástico!
Por otro lado, la capilla dedicada a Saint Frank Stella, titulada “Del Rigor al Barroquismo” (¿el Barroco carece de rigor?), permite al fiel orar ante iconos minimalistas (doctrina que él practicó en sus años mozos), y acto seguido, ante monstruosos retablos de aluminio, fibra de carbono, gomaespuma y otros materiales inorgánicos purificados por la fe, que amenazan con comerte. Pero uno sale intacto.
La última capilla, que podría llamarse altar mayor, es la titulada “Trozos, tramas, trazos”. Sus inmensas paredes están llenas de “collages” y “fotomontajes”, desde su invención hace un siglo, hasta anteayer. Esta doctrina heterogénea la practican multitud de santos y santas, algunos de ellos mártires. Para un fiel convencional como yo, las piezas más atractivas son las clásicas, las de los santos Schwitters, Grosz, Hartfield, y un mártir nacional poco conocido como San Nicolás de Lekuona.
Una gracia estupenda de esta catedral del arte plástico, el IVAM, es que permite acceder a los misales explicativos de cada una de las capillas también gratis y on-line. Esto es un detalle que hay que agradecer a la sacerdotisa del templo, la madre Consuelo Císcar, que por cierto tiene multitud de detractores, aspirantes a la santidad o al sumo sacerdocio.
(Las ilustraciones han sido tomadas de la estupenda Web del IVAM )