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Bitácora y apuntes General

Apuntes y pensamientos estimulados con café

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Nuestro bótanico y filólogo de cabecera, Rafael Escrig se retira casi todas las tardes a un ameno café, pide un cortado, saca su libreta y anota pensamientos, observaciones, apuntes recogidos de sus paseos y fotografiados con su móvil. O saca de su archivo uno de sus dibujos, pájaros, insectos, esculturas, creaciones gráficas propias, y los comenta. Luego se va a casa y los cuelga en Facebook, o los almacena en una de sus modélicas carpetas. Rafael es un polímata (persona con grandes conocimientos en diversas materias científicas o humanísticas) tan ordenado, que su casa es un museo biblioteca. A continuación ofrecemos una selección de sus pensamientos de los últimos días de agosto.

OTOÑO

La imagen de este Árbol de fuego (Brachychiton acerifolius), con su espectacular floración, nos habla del paso del tiempo. El rojo encendido de sus flores contrasta con el cielo que continúa azul, impasible, profundo, aunque ya da trazas de posibles lluvias.

Este árbol de fuego las espera, la tierra las espera, los álamos, las vides, los pinares de Gredos y los montes de Málaga. Toda la tierra y todo lo que crece en ella, espera la lluvia.

No el agua turbulenta que arrastra y desertiza montes, no el agua de las desaladoras, ni el agua del Tajo, tan racionada, medida y controlada. El agua que la tierra y los bosques necesitan es el agua bendita; la que cae del cielo, mansa, limpia y bienhechora.

AGOSTO SEFINÍ

El último día de agosto es como el anuncio de un final; cuando salen los créditos y el público comienza a levantarse de sus asientos. El último día de agosto el público se levanta de sus ensueños veraniegos y vuelve a la rutina de la semana laboral.

Aunque ahora las vacaciones de agosto se dividen, se trocean, incluso se permutan por septiembre o diciembre, este mes siempre permanecerá en nuestro ideario como el mes de las vacaciones. Nadie puede quitarle ya su prestigio. Agosto siempre nos traerá esa imagen de descanso idílico. Por eso, el último día de agosto anuncia el final de un sueño.

Mañana volverá a cobrar sentido lo del despertador, lo del horario fijo y las prisas, y volverá la pueril ilusión de un próximo agosto, aunque falten doce largos meses ¡qué importa!

LAS TURISTAS

Les quedan dos días para repantigarse al sol. Dos días para volver a lo que quiera que hicieran en su pueblo. Dos días para enseñar las carnes en otro sitio. Dos días para volver a los pantalones, al traje de chaqueta o al delantal de quitar el polvo.

Están entre los cincuenta y sesenta años. Esa edad en que uno se siente en plenitud, aunque no lo esté del todo. Se han dejado aquí algunos euros, no muchos, y el lunes se marcharán a su Alemania natal. Volverán a comer salchichas y chucrut. Y cuando llegue el invierno, recordarán este sol de aquí que se están tragando a grandes cucharadas y este saber vivir.

El otro día leí el comentario de un inglés, que se preguntaba perplejo el porqué vivimos aquí tantos años, siendo que somos más pobres que ellos. Al hombre le daba rabia que con todo el poder de una nación como la suya, la gente se muriera antes.

Ilusos y estúpidos como él hay muchos por ahí. Personas que su avaricia no se limita al dinero, o al poder, quieren más, quieren vivir más años a costa de los que son más pobres y menos importantes, según él, claro.

VÁTER EMPAPELADO

Este es el clásico váter de un bar sin pedigrí. Un local de tercera en una calle de tercera, donde frecuenta aquel que necesita tomar su dosis de cafeína o el friki de los discos de vinilo. Un váter sin pestillo al que se accede por detrás de la barra.

Un día alguien puso una etiqueta pegada en la pared, otro día pusieron otra más grande, otro un cartel, un aviso, un póster, un anuncio. Poco a poco se fueron llenando las paredes y el dueño del bar, en lugar de quitarlos y limpiar a fondo, pensó que estaría mejor si lo acababa de empapelar. Por supuesto que no falta ese letrerito que dice que levantes la tapa y no te mees fuera. Ese es ya un clásico conocido en todas partes, incluido en esos váteres de primera donde todo parece limpio.

DICCIONARIO

El Diccionario Enciclopédico Abreviado Espasa Calpe, es una obra que me ha acompañado toda la vida. Siempre estuvo en casa de mis padres y todavía está allí, por lo que tuve que comprarme uno de segunda mano para seguir teniéndolo.

Hoy en día, se puede decir que nadie usa el diccionario; nadie se compra una enciclopedia. Todo el mundo consulta Internet. Pero este diccionario es algo más que una simple obra de consulta y para ello sólo hemos de comprobar sus entradas, las palabras en desuso, su etimología, su traducción a varios idiomas o sus definiciones, tan alejadas de Internet y del léxico actual.

He abierto al azar el primer tomo y podemos leer:

ANGELAR: En Honduras. Suspirar.

Una definición así es la mar de acertada, es poética y es bonita.

ANGÉLICA: Planta. Del latín Angelica (por sus virtudes terapéuticas).

ANGERONA. Diosa del silencio y de los placeres.

ANGELITO. Niño de muy corta edad, aludiendo a su inocencia.

Evidentemente, estas definiciones también las recoge el Diccionario de la RAE, pero no se consulta y no se usan. ¿Quién dice ahora angelito a un niño pequeño? ¿Quién imagina porqué se llama Angélica esa planta?

Consultar los diccionarios sólo puede traernos beneficio. Y un viejo diccionario como este, además, placer en su lectura.

TELADEARAÑA

Entre las vigas de madera que dan al hangar, donde se guardan herramientas llenas de polvo y el ruidoso cortacésped, tienden sus trampas las arañas.

Son sutiles, hermosas e invisibles si no las miras desde cierto ángulo. Su perfecta geometría nos asombrosa.

La araña, de tan sólo unos milímetros, ha tendido con paciencia su gran telaraña y ahora descansa agotada esperando su recompensa, su presa, su comida.

La araña es uno de los animales más incomprendido por su fama de cazador furtivo y su extraña apariencia. Pero son limpias e inteligentes cazadoras y a pesar de todo, no son crueles. Ellas matan para comer, simplemente. Están regidas por el instinto y las leyes de la naturaleza, algo que nosotros olvidamos hace mucho tiempo.

GÁRGOLAS

Esta gárgola de la fotografía es una de las cuatro instaladas en la galería porticada de la segunda planta del Palacio de la Diputación de Jaén, lo que antes fuera el Convento de San Francisco.

Tras la Desamortización, el Estado se hace cargo de un edificio en ruinas con el propósito de levantarlo de nuevo; y fueron varias las tentativas. La más decisiva se debe al arquitecto Jorge Porrua Moreno en 1875, pero no fue hasta 1884, cuando en nuevo arquitecto provincial Justino Flórez Llamas, logró terminar las obras, partiendo del diseño original de Porrua.

Los últimos trabajos de remodelación se hicieron hacia 1982. Probablemente estas gárgolas del patio interior, fueron de esa época, aunque no están documentadas.

El motivo de esta presentación es que veamos la diferencia entre las gárgolas talladas en piedra de la Edad Media y estas modernas gárgolas trabajadas en zinc, a las que no les falta gracia, ademas de cumplir la humilde y digna función de conducir el agua cañerías abajo, que es lo suyo.

EL CAMPING

Aquí está nuestro Volkswagen azul y la canadiense. Año 1980. Lausanne, Suiza.

Desde este año hasta el 1998. Año sí y año no, se podría decir que veraneábamos en Suiza. Teníamos la ruta dividida en dos o tres etapas. La meta era el camping municipal de Annecy, Ginebra o Lausanne.

Es entrañable volver a ver estas fotografías. La canadiense, con su avance, las zapatillas fuera, la nevera, la cocina, la linterna de gas, las colchonetas, la ropa tendida en una cuerda.

El lago está detrás de los árboles, rodeado por un camino de tierra. Recuerdo esos paseos por el lago, el olor a césped recién cortado, la montaña, los prados. Gruyere, Vevey, Chauncy, Montreux… Por las noches oíamos ruidos de algún animal que se paseaba buscando restos de comida.

Y un buen día volvíamos a casa con nuestra furgoneta que bautizamos con el nombre de Voyager, llena de pegatinas de los países y los campings por donde pasábamos. En la furgo iba todo: nuestros hijos, la tienda y el equipaje en el altillo, y Rocky detrás con la cabeza fuera de la ventanilla.

EL CAFÉ

Todos hemos oído hablar del rito del café. Evidentemente, el café es todo un rito y conlleva una liturgia: mover el azúcar con la cucharilla y después golpear la taza con ella. Oler su aroma y beberlo a sorbos muy cortos. Eso a lo que nadie daría importancia, para mí sí la tiene.

Tomarme un café a las cuatro de la tarde es algo que da sentido a los días. Y aunque pueda parecer que todo se repita y que siempre es el mismo café, en realidad siempre hay algo que cambia: cambia el lugar, la ciudad, la taza, la cucharilla, el local, el ambiente, la compañía, la luz… Todo es igual y todo es diferente. Ahí radica lo eterno del café.

Podríamos decir como en la paradoja de Giuseppe Tomasi du Lampedusa: Todo cambia para que nada cambie.

NIEBLA EN EL MAR.

Tanto el cine bélico como el de aventuras, han ilustrado perfectamente los peligros de la navegación con niebla. El miedo a encallar por la niebla lo hemos visto en muchas películas; el miedo a chocar contra un iceberg, lo vimos en Titanic. Un mar con niebla es el peligro número uno para el navegante.

Esta fotografía está tomada en una travesía del estrecho de Gibraltar. Aquí no hay icebergs, pero sigue siendo niebla y el peligro sería chocar contra una patrullera gibraltareña y hundirla.

Menuda novela haría yo con el tema si supiera escribir relatos de 300 páginas. Una novela de acción donde los malos serían ellos, obviamente, y los buenos, nosotros. Estoy pensando en dos títulos: “Tocado y hundido” y «Se acabó la fiesta».

Bueno, se me ocurre alguno más, pero seguro que no pasaría la censura.

AL ÁRBOL SOLITARIO

Te plantaron ahí

y te sembraron chinas en la base.

Te encuentras tan solo

y tan abandonado,

que hay mañanas que envidias

los otros del paseo;

los que mean los perros y se cuelgan

los niños de sus ramas.

Nadie te preguntó

si querías quedarte, y te callaste,

como callan las tortugas

que se dejan al sol,

como callan las muñecas

que abandonan, descoyuntadas,

las niñas sobre el suelo.

Ayer pasé por ese sitio

donde vives y ves pasar las horas,

como un preso en su celda.

Y como cualquier preso,

tu quieres escapar a lo más alto.

Asomar tu cúspide allí

donde ves esa luz que tanto ansías,

verdear y mover los tallos más cimeros.

Llamarás a los mirlos y reirás con ellos.

Pasará esa adustez que ahora cubre

tu copa tan dócil y perfecta.

Serás nido de algunos gorriones

y sus patas de alambre

harán caricias en tus hojas,

y su canto arrullará las tardes del estío.

Espera a crecer lo suficiente

y verás que es cierto todo esto.

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