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Agricultura y naturaleza

El irremediable deslizamiento a la baja de los precios agroeco en los grandes mercados

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REFLEXIONES ALREDEDOR DE LOS PRECIOS EN LA AGRICULTURA ECOLÒGICA

Un artículo de Alfons Domínguez, miembro de la cooperativa «La Vall de la Casella» (fotos del Facebook  «La Vall de la Casella»)

10984092_847143658738259_3462838332920929820_nEn los últimos años se nos ha ido metiendo en este sector, que otrora era tan comprometido, una serie de empresas ajenas a los movimientos de los que partieron los inicios de la agricultura ecológica, en las que los condicionantes de mercado y los beneficios son el único objetivo. Esto, siendo lícito, se aleja mucho de los objetivos que hasta hace unos años se decía que eran distintivo de este tipo de producción, esto es, defensa de un precio justo y una renta suficiente, de un trabajo digno y adecuado, para que, sobre todo, el pequeño agricultor estuviese en condiciones de seguir con su profesión y gestionase de forma adecuada su huerto, a la vez que cuidaba el planeta y nos ofrecía alimentos sanos y de calidad. Esto era el ADN de la Agricultura Ecológica, con mayúsculas. Esta era la pata más importante de la sostenibilidad social de la producción.

Volviendo a los designios del mercado, en los últimos años, debido a esa irrupción de empresas intermediarias que actúan lejos de aquellos principios éticos, vemos como se acentúa una práctica clásica de precios a la baja, desde inicio de campaña, hasta el punto de que llegamos a precios por debajo de los costes de cultivo en algunos productos como la naranja ecològica. Por no irnos demasiado lejos, este mismo mes, al igual que el año pasado, ya nos han ofrecido compras a 0,60 €/kg, en frontera o en alguna plataforma de almacén, lo que significa que, si nuestro coste de cosechado y procesado está alrededor de los 0,40 a 0,50 €/kg (si queremos que todo aquel que está trabajando gracias a nuestra naranja tenga un trabajo a su vez digno), a lo que hay que sumar el coste del transporte, si aceptáramos esos precios, al menos desde Valencia, estaríamos, como agricultores, trabajando absolutamente gratis para estas empresas…

Evidentemente, nosotros, como cooperativa, jamás vamos a aceptar este tipo de precios, que disfrazan de oferta y demanda, economía de escala, etc., y que son simple y llánamente chantajes para conseguir que acabemos desapareciendo los pequeños productores e, incluso, las medianas empresas de este sector, acabando con oligopolios desde el origen al destino, pasando así de ser un sector que puede ser el futuro de calidad y sostenibilidad que se merece nuestra sociedad a ser otro sector especulativo más del sálvesequiénpueda de este neocapitalismo en el que estamos instalados.

564034ffba558_cropAsí las cosas, los precios que nosotros ofrecemos, en la cooperativa La Vall de la Casella, creemos que son justos. Al mismo tiempo que los compañeros que nos compráis sois responsables y conscientes del valor que tiene esa naranja que con esfuerzo sacamos adelante año tras año. Os llamamos compañeros y no consumidores. Sabéis que os estamos dando lo mejor de nosotros y de la naturaleza que tenemos por la Ribera del Xúquer, que los alimentos que ponéis en la mesa de vuestra familia, las mandarinas que se comen vuestros hijos, no sólo no llevan residuos, sino que además llevan una parte de nuestro amor por la tierra, por los árboles, por los pájaros que anidan en ellos, por el agua con que regamos, por la gente que trabajo junto a nosotros. Y por vosotros.

Como sabéis, somos productores directos. Por ello, estos precios son directos, sin intermediarios. Por ideología, pero también por evitar especulaciones, por impedir que el valor económico de la naranja se incremente o se quede entre las manos de los que menos esfuerzo realizan. Aún así, los precios consideramos que han de ser justos, es decir, lo calculamos fijando un precio mínimo en campo, suficiente para que el agricultor pueda tener una renta por encima del coste de la producción; muchas veces, la mayoría, nos conformamos con esto, sin contar beneficio empresarial extra. Y el resto de gastos (cosechado, envasado, confección y transporte), además, se contempla con un salario según convenios y contratos dignos para todo el personal que colabora con nosotros. Miramos muy bien con quién nos juntamos, puesto que pensamos que la sostenibilidad y la agroecología va más allá de los fertilizantes y fitosanitarios en el campo. También ha de tener en cuenta todo el proceso, y sus relaciones con el entorno natural y social.

Estos especuladores del negocio agroalimentario que se están poniendo la etiqueta verde, se están lanzando a por el mercado bio con unos precios que nos están haciendo mucho daño a los pequeños productores, a la agricultura familiar, a veces con la complicidad de consumidores poco conscientes de con quién se la juegan. Sólo ver esos precios (por debajo de costes) ya debería despertar sospechas… Por esos precios, que al final tampoco llegan tan baratos a los hogares, estamos dispuestos a asumir malas prácticas en campo y malas prácticas comerciales, reduciendo tanto el margen al productor que puede quedar fuera de la cadena alimentaria.

Cuando lo que el agricultor lo que está defendiendo son céntimos por kg, quizás 10 o 15 céntimos, que es la diferencia entre seguir produciendo salud o tener que cerrar y venderle la tierra a una gran empresa especuladora, algo falla en el sistema. Y ya empieza a ser habitual también en nuestro mercado. Alrededor de nuestra finca, nos tiene rodeados una gran empresa, que ha comprado la mayoría de los huertos de naranjos vecinos. Más de 20 ha. Esto es lo que nos espera. Esto es lo que sucede con una política de «libre competencia» (libre?) y de precios bajos; el pequeño agricultor cierra, y las grandes corporaciones compran a saldos la tierra que nos alimenta a todos. Y a partir de este acaparamiento de tierras, ellos sí serán libres de manejar el mercado a su antojo. Por el camino no sólo se queda la dignidad y el sustento del agricultor y su familia, también la del «collidor», la del transportista, la del fabricante de cajas, la de las chicas y chicos del almacén,… Y la de los consumidores, que al final, pagarán el precio del producto (que no alimento) al precio que marque la SA de turno.

Por tanto, si queréis pagar un precio barato por un alimento de calidad, hecho con garantías de cuidado del medio ambiente y compromiso con las personas, con nosotros no podéis contar. Sin embargo, si tenéis claro que un precio justo pasa por un consumo consciente y responsable, y os negáis a comprarle a un especulador que nos vende naranjas de terceros que ha comprado a precios de risa, nos encontraréis en el camino.

Ya sabemos que del precio pende todo en esta sociedad que hemos montado, donde confundimos valor con precio. Pero a veces, esos pocos céntimos marcan grandes diferencias. No hablamos de productos caros, ni de alimentos elitistas. Todo lo contrario, nos referimos a alimentos hechos con el corazón, a valores que se ajusten a todo lo que se aporta, intentando reducir los eslabones de la cadena para que los intereses y necesidades del que produce el alimento y el que se lo come, sean lo más cercanos posible.

Si queréis ver todo esto en directo, os animamos a venir a nuestras fincas, ver como trabajamos, cómo cuidamos de los nuestros, de nuestras plantas y nuestros animales, y debatir con nosotros el modelo de producción y consumo, respetuoso no sólo con el entorno, sino también con las personas, con su salud y su dignidad.

No os dejéis engañar. Los precios no son caros o baratos. Son justos y equitativos o inmorales y desiguales.

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