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Cultura y comunicación

«Hegemonía Española», un libro de Pío Moa

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Una reseña de Fernando Bellón, editor de Agroicultura-Perinquiets

(La imagen de presentación es «El socorro de Brisach», de Jusepe Leonardo. Museo del Prado, no exhibido)

Hegemonía Española (1475-1640) Y Comienzo de la Era Europea (1492-1945) es el último libro escrito por Pío Moa y publicado por Ediciones Encuentro. Se trata de un recorrido por los siglos del esplendor imperial español. En cuarenta y cuatro capítulos retrata los escenarios por los que fue pasando la corona española, desde los Reyes Católicos a Felipe IV, los encaja en su armazón histórica, económica, geopolítica, y señala con precisión, pese ser una carrera centenaria, los tremendos problemas con los que se encontraron Isabel y Fernando primero, y los Austria después, y cómo los fueron abordando.

No habría existido imperio ninguno sin el tropiezo de Colón con América, y acaso tampoco sin que el guapo Felipe I de Castilla , el esposo Habsburgo de la llamada Juana la Loca, se hubiera muerto de un síncope en Burgos en 1505. Casualidad o destino, la historia de la España Imperial es un caudal de hechos y personajes formidables.

El oficio histórico de Pio Moa se ha forjado en su larga historiografía sobre la Segunda República y la Guerra Civil españolas. Hegemonía Española debe su calidad y su temple a ese trabajo minucioso realizado durante tres décadas. En ellas, Pío Moa se ha convertido en un historiador puntero y temido. Se le teme por su penetración, achacada a su origen marxista. No coincido con los que le tildan de “converso”, porque esa condición se adquiere mediante la fuerza, no por el convencimiento, el razonamiento, el análisis y la crítica.

Conozco a Pío desde que empezamos ambos los estudios de periodismo en 1968. Y recorrí con él una primera trayectoria pecera. La segunda, suya, arriesgada y feroz, que es la que asusta a los académicos, daría para una serie a lo Memorias de un hombre de acción. Conoció y protagonizó las entrañas de la Transición, y esto molesta a quienes se limitaron a contarla, colegas, compañeros y compañeras nuestros que, con muy pocas excepciones, no conocieron el peligro y el riesgo, lo cual no ha impedido que su trabajo profesional sea valioso, y tan discutible como hacen ellos con el de Pío.

Viví de refilón su evolución que le llevó al lugar en el que habita ahora, crítico furibundo con sólidos argumentos de las argucias destructivas de la izquierda divagante e indefinida que desgobierna España. Muchos de aquellos jóvenes del 68 español hemos recorrido un camino similar, y nos hemos reconciliado con España.

Pío Moa lo hace en Hegemonía Española con una serenidad y un aplomo histórico envidiables. En un momento en el que la historia de España se somete a retorcida manipulación en la enseñanza, este libro se hace necesario.

En los capítulos de  Hegemonía Española se alternan oportunamente tres áreas.

Por un lado, la construcción del Imperio Español, los conflictos europeos, incluidas las controversias religiosas, los conflictos con el Turco y la hispanización y cristianización de América.

Otro área lo constituyen la contribución española a la navegación, en  tecnología, matemáticas y astronomía, la cultura y las artes.

Y dedica una tercera mirada a una selección de las personalidades de la historia, muchas y de gran calado humano, que retrata con habilidad periodística.

Pone empeño el autor en desmontar los mitos y las leyendas antiespañolas que han lastrado nuestro amor propio en los últimos tres siglos, y que hoy pesan como rocas en la conciencia de tantos historiadores académicos, tantos divulgadores y tantos periodistas de variadas ideologías.

Coloca el trabajo de Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, en su lugar, un panfleto mal documentado y lleno de imprecisiones interesadas que tuvo un efecto relativo en las Leyes de Indias, que la corona de Castilla fue elaborando para proteger a los indígenas, teniendo en cuenta la relación del dominico, pero también otros testimonios menos difamatorios.

Dedica un capítulo entero Moa a la “Controversia de Valladolid”, en donde las Casas presentó “treinta proposiciones muy jurídicas” para establecer los derechos de los indios. Se le opuso el sacerdote Juan Ginés de Sepúlveda, que no había estado en las Indias, pero tenía una formación teológica y jurídica muy sólida, adquirida en la escuela de Salamanca, que había dirigido el padre Francisco de Vitoria hasta su muerte. Los argumentos de uno y de otro los desgrana Moa, y hace hincapié en las formulaciones morales y filosóficas de ambos. Las Casas consiguió la paralización de la Conquista, y también que se prohibiera la difusión de los argumentos de su rival, de modo que solo quedaron y se imprimieron profusamente, sobre todo por el mundo protestante, los suyos. Evidentemente la Conquista no se detuvo, aunque la Corona la vigiló y estableció Leyes de Indias varias veces renovadas, cosa que jamás hicieron los otros imperios que compitieron con el español, Francia e Inglaterra.

En referencia a la evangelización española en las Américas dice Moa: “prescindir de aquella mentalidad sustituyéndola por la economicista hoy predominante, vuelve la historia ininteligible”. Y recalca la temprana creación de hospitales para todos los habitantes, indígenas, mestizos o europeos, y universidades en el Nuevo Continente, con licenciados indios, y el mestizaje que se produjo desde el mismo desembarco.

Otro de los detalles olvidados o ignorados por muchos historiadores es la alianza repetida de la corona francesa con el imperio otomano, con contumacia y falta de escrúpulos, que no le sirvió para mucho. Mucho interés le dedica el autor a Francia, que tuvo espantosas guerras de religión de hugonotes (calvinistas) contra católicos, con miles de bajas entre unos y otros en un siglo, bien salvajes y mucho más mortíferas que las ejecuciones ordenadas por la Inquisición española en varias centurias. Precisamente los hugonotes franceses y los anglicanos de Inglaterra aprovecharon para propagar intensamente la leyenda negra, como ha documentado a fondo Elvira Roca Barea, a quien Moa cita.

Del reinado de Felipe II extrae el autor los hechos más notables, aclarando una vez más los equívocos legendarios, como los de la Gran Armada, que nunca se llamó Invencible, y señalando el derrota total que tuvo la otra gran armada inglesa frente a Lisboa, cuando pretendía una invasión para contraatacar la fallida española en Inglaterra.

Destaca los hitos del siglo XVI y XVII que pudieron haber fragmentado el territorio español, muy graves, pero que se resolvieron gracias a la habilidad de los grandes gobernantes que tuvo la Corona y a la debilidad de quienes buscaba su destrucción. Muy al contrario de lo que sucede hoy.

Complejas disquisiciones hace Moa sobre los conflictos morales que la defensa del Imperio en Europa y su expansión en América produjo, y todavía provoca. El autor ha elaborado una filosofía de la historia propia. Definirla en un manual como el que reseñamos es difícil e impropio. Es muy probable que uno de los próximos estudios de Pio Moa sea sobre este tema, que le preocupa hondamente

Los capítulos cuarenta y dos y cuarenta y tres los dedica a “La cuestión de la decadencia” y a “Algunas conclusiones”. Suponen a mi entender lo mejor del libro, porque después de resumir en quinientas páginas dos siglos y medio de gestas, de derrotas, de indecisiones y de pasos de gigantes, da la impresión de que es imposible mejorar el trabajo. Pero Pío Moa la consigue. Yo recomiendo al lector que empiece por ahí, y luego siga con la historia

La aparición de Hegemonía Española  es oportuna porque corona un fenómeno anormal en la cultura española en las últimas décadas. Tanto historiadores y filósofos de izquierdas que buscan una definición en la identidad nacional, como historiadores y filósofos de derechas que la tienen pero no la aprovechan, reconocen sin vergüenza que España fue una gran potencia imperial, y que el mundo de hoy se debe a todo ese esfuerzo ingente de una nación pobre.

La contribución de Pío Moa a este fenómeno es excepcional. Porque es un historiador forjado en la escuela de la experiencia política y periodística, cosa que garantiza una obra documentada y muy asequible a cualquier lector. Desde que empezó su trabajo de historiador se ha mantenido en su posición ajena a influencias e intereses que no sean los suyos y los del oficio.

Hegemonía Española (1475-1640) Y comienzo de la Era Europea (1492-1945) se basa en un conocimiento admirable del tema, una voluntad de explicar los hechos pasados desde el pasado para entender nuestro presente, una filosofía de la historia sólida, y convicciones morales e ideológicas cimentadas en un orgullo patrio recto y cabal.

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