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Agricultura y naturaleza

Maria José Payà y Paco Bellod, olivareros eco en Beneixama, Alicante

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EL PUEBLO COMO MEDIDA DE TODAS LAS COSAS

Maria José Payà Valdés se tiene a sí misma por una mujer de pueblo, y su vida familiar en Beneixama testimonia que se siente a gusto en este papel. Esta ingeniera agrónoma por la UPV es concejal de Medio Ambiente, Cultura y Turismo en un municipio próspero en mitad de un valle que empieza en Villena y termina en Bocairente, un terreno de olivos, almendros, viñas y frutales,  antaño en secano, ahora regado por goteo. Pero antes de esta vida retirada que suscribirían Hesíodo y Columela ha protagonizado episodios de acción en la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE) y CERAI, donde ha sido directiva, y en la cooperativa de La Cañada, de la que ha sido gerente. Hoy profesa la enseñanza de la jardinería y la agricultura en un centro de F.P. de Albaida. Y para culminar su intensa biografía, es autora de narraciones para adultos y para jóvenes en las que vierte una experiencia agrícola que envidiaría Cicerón, otra persona de vida inquieta dada a las letras. Maria José está casada con Paco Bellod, con quien tiene cuatro hijos. Ser de pueblo y vivir en el pueblo tiene el valor añadido del sentido común: se aprende a tratar y a convivir con personas con las que difieres en gustos, en religión o en política, pero son vecinos con los que no hay más remedio que llevarse bien.

Entrevista y fotos de Fernando Bellón.

Paco y Maria Josepa

Paco y Maria José en el recibidor de su casa de Beneixama.

Asegura María José que desde joven le gustaban las ciencias, aunque no tenía muy claro qué carrera estudiar.  La que más le atraía era Arquitectura. Pero en aquel momento sí tenía algo decidido sobre su futuro: quería vivir en el pueblo. Le pareció que si estudiaba arquitectura le tocaría trabajar en la ciudad. Eran finales de los años 80, no existía Internet ni las posibilidades que hoy ofrece un trabajo a distancia. Entonces o se trabajaba “in situ” o no se trabajaba. Ahora puedes tener el gabinete en Beneixama y controlar los árboles de tus campos que pueden estar a a ochenta kilómetros.

María José Payà.- También estaba de moda Telecomunicaciones, Teleco. Me decían que Teleco era el futuro. La carrera se hacía en Madrid. Eso de ir a Madrid a estudiar me atraía. Y va y ese año pusieron Teleco en Valencia. Así que al final me decidí por Agrónomos. Era una carrera muy larga y con pocas prácticas. Los dos primeros años, pura teoría, Física, Química, Matemáticas… Pensaba que cuando llegara a la especialidad en tercero entraría en materia. Pero nada. Me dije que esto vendría en cuarto. Y tampoco. Ni en quinto. Así que el último año (era una carrera de seis años) lo hice en Holanda de Erasmus. Lo aproveché mucho.

Al regresar hizo el proyecto fin de carrera sobre plantas aromáticas. Era el momento de arranque de la agricultura ecológica en España. Un profesor de la Politécnica, Vicent Estruch, del Departamento de Economía, había oído hablar de la agricultura ecológica. Quería averiguar si era un modelo viable. Puso un anuncio buscando un alumno para que desarrollara una investigación sobre el tema. María José se presentó,porque aunque estaba haciendo el proyecto fin de carrera tenía tiempo libre.

DSC_0463María José.- Me dediqué al principio a buscar documentación. No había Internet. Buscaba en los repositorios, en revistas especializadas. Recopilé información. Una de las cosas que descubrí fue un congreso de agricultura ecológica que se hacía en 1994 en Toledo. La UPV me pagó la inscripción, y yo me pagué el viaje y la pensión. Lo organizaba la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, todavía sin constituir. Allí escuché cosas de las que jamás había oído hablar. Al acabarse el congreso se hizo la asamblea constitutiva, y los socios que había hasta la fecha se convirtieron en socios fundadores. Yo dije que quería apuntarme. Me preguntaron en qué universidad o instituto de investigación trabajaba. Yo dije que en ninguno. Entonces no podía ser socia. Pero al final resultó que en los estatutos no se contemplaba la obligación de trabajar como investigador. Y me hice socia. Así que soy socia fundadora de SEAE en su congreso constitutivo.

María José descubrió un mundo por completo nuevo.

María José.- Conocí a Álvaro Altés, que era uno de los fundadores de la revista “Integral”, a José Luis Porcuna, a Antonio Bello. Todo lo que allí se decía era algo desconocido para mí. En la carrera que había estudiado durante seis años ni siquiera se mencionaba a la agricultura ecológica. Me había centrado en Rural, construcción, maquinaria, hidráulica (riegos), diseño de naves para una cooperativa, una almazara, balsas de riego… mucha parte ingenieril. Allí sin embargo se cuestionaban los principios de la agricultura tal y como nos la habían enseñado. La fertilización del suelo, por ejemplo. Para mí el papel esencial de suelo era aguantar los árboles para que no se cayeran. Había estudiado edafología, pero no me habían explicado nada referido a la vida del suelo, la materia orgánica era algo que estaba ahí y ya está, no se le daba la importancia que luego he descubierto que tiene.

Me gustó mucho la visión holística, el valor que da al paisaje, a la diversidad, como estabilizadora y sostenedora de los sistemas. En aquel momento estaba muy valorada la concentración parcelaria, coger un gran bancal y plantarlo de un solo producto, para ahorrar mano de obra, mecanizar, optimizar. Ese era el pensamiento académico dominante en la universidad. La agricultura ecológica trastocó todo eso.

Se puso a hacer el doctorado aprovechando una oferta de la escuela de Caminos, que había ofrecido tutelar una tesis sobre la eficiencia de los riegos tradicionales en la zona de Burriana. María José pasó un año entero estudiando materias teóricas y buscando bibliografía. Y cuando llegó el momento de ir a Burriana a estudiar la materia, le comunican que no puede seguir porque había aparecido un estudiante de Caminos interesado en la tesis, y que tenía preeminencia. Los colegas de SEAE le indicaron que hiciera el doctorado sobre la agricultura ecológica, y dedicó un año a prepararse en una materia que conocía muy poco. Y cuando iba a empezar el segundo año de doctorado le salió un trabajo en la comarca más interior de la provincia de Valencia, El Rincón de Ademuz.

María José.- Eran los grupos Leader de la Unión Europea. Están formados por ayuntamientos y asociaciones como cooperativas situadas en una comarca. El del Rincón de Ademuz y los Serranos buscaba un gerente. Hicieron una convocatoria. Nos presentamos unas treinta personas, nos hicieron un examen. Nos seleccionaron a seis. Nos pidieron hacer un pequeño proyecto para la comarca. Lo presenté, y gané la plaza.

Fueron cinco años muy bonitos. Vivía en Alpuente. Enseguida me casé y compramos en Alpuente una casa vieja y la reconstruimos. Una de las paredes era la muralla del pueblo. Paco se puso a trabajar en una brigada forestal. Nuestros dos hijos mayores nacieron allí.

Al acabar el Leader 2 se pasaba al Leader Plus. Y por razones familiares decidimos volver a Beneixama. Coincidió además una interferencia de la Conselleria de Agricultura en los programas, que estaban concebidos para que las comarcas los desarrollaran según sus intereses, justificados, claro. Las decisiones de las asociaciones a cargo del Lider se toman de acuerdo con las necesidades y las expectativas locales. Pero la Conselleria no estaba interesada en que se hicieran cursos de formación, porque decían que eso no tenía visibilidad, que lo que se veía eran construcciones para el turismo rural. Creamos algunas empresas, fomentamos el cultivo de plantas aromáticas, promovimos la agricultura ecológica mediante formación y jornadas…, los efectos de aquel trabajo todavía subsisten, incluidas las iniciativas de turismo rural, que también fueron estimables.

En Beneixama se dedico al principio a preparar oposiciones para la Conselleria de Agricultura. Llegaron en la Navidad de 2001. Y en febrero la cooperativa de La Cañada, un municipio cercano, le ofreció poner en marcha la línea de producción agroecológica. Se habían enterado de su experiencia en la transformación ecológica del cultivo de olivos en el Rincón de Ademuz. Tuvo que dejar las oposiciones. Hizo un curso de técnico de cooperativa, porque su formación era ingenieril.

Y antes de seguir adelante con la experiencia acumulada por María José, es preciso hablar de la iniciativa de producir aceite eco en Beneixama con su marido Paco.

María José y Paco tioenen una marca de aceite eco "Oli de Xispes"

María José y Paco tioenen una marca de aceite eco «Oli de Xispes»

[column size=»one-half» position=»first»] Producir aceite ecológico en Beneixama no es complicado

Paco Bellod.- Nos pusimos a producir aceite ecológico cuando volvimos de Alpuente. María José tenía claro en qué iba a trabajar. Pero yo estaba sin empleo porque en la Serranía trabajaba en las brigadas forestales. A mí siempre me ha gustado trabajar la tierra. Nos salió la posibilidad de tomar en alquiler algunos bancales, porque los que tenía de mi padre eran poca cosa, no daban más que para sacar aceite para casa. Eran olivos que habían estado diez o más años abandonados. Hicimos un trabajo de recuperación de parcelas. Hemos llegado a cultivar 17 hectáreas.

Desde el principio tuvieron claro que el aceite sería ecológico. Luego salió la posibilidad de completar la faena con una almazara en Bocairent que estaba certificada para ecológico y también embotella. El último paso era la comercialización. Es el paso más difícil.

Paco Bellod.- Con este objetivo fuimos a la primera edición de Bio Cultura en la Feria de Valencia. Allí encontramos algunos clientes. Las ventas las hacemos en mercados locales de producto ecológico, en Elche y en San Juan. También hemos ido a Villena, pero solo año y medio, porque el mercado dejó de funcionar. Una vez  fuimos a Eco Altea y a Xaló.  Pero al final nos hemos repartido el mercado con otro agricultor de aceite eco, que trabaja la Marina, y nosotros esta zona del interior. Una poca producción la vendemos por Internet, que es lo que más cuesta.

Este año hemos vendido una parte a granel, porque hemos tenido mucha producción. Tres mil litros a granel y dos mil en botella. Muchos clientes nos conocen y nos hacen pedidos por teléfono y por Internet. Lo más lejos que hemos llegado a sido a Gerona.

El cultivo del olivo ecológico no da mucho trabajo, dice Paco. Tienes que cortar y podar, limpiar los árboles. El suelo y la climatología de la Vall de Beneixama facilita el cultivo. Sin embargo, se pasma Paco, a pesar de que no es necesario, el agricultor que cultiva en convencional sulfata, quizá porque necesita estar ocupado haciendo algo. Son labradores jubilados que tienen todo el tiempo del mundo. Pero también los que tienen muchas hectáreas parece que se sienten en la obligación de tirar herbicidas y pesticidas. [/column]

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La Cañada, la primera cooperativa de la CV en producción de aceite eco

María José estuvo ocho años en La Cañada. Llegaron a ser la primera cooperativa de la Comunidad Valencia en producción de aceite ecológico. Al final lo dejó porque después de nacer su cuarta hija pidió reducción de jornada, y cuando ya se sentía capaz de volver a hacerse cargo de todo el trabajo, la nueva junta directiva entendió que como ya se había hecho lo más duro y se había marcado un camino, todo estaba en marcha, ya no hacía tanta falta. María José admite que cuando se decide ir por un camino ya abierto, sin nuevas metas, la gerencia a jornada completa es menos necesaria. Pero sus gastos familiares se basaban en una jornada completa.

María José.- En marzo de 2010 me apunté a una bolsa de trabajo de la Conselleria d’Educació para profesora de formación profesional agraria. En septiembre me llamaron para trabajar. Para no dejar plantada a la cooperativa hice un contrato de trabajo de dos tardes a la semana durante todo el curso académico. He estado dando clases en Biar, en Alcoi, en Villena, y ya llevo dos años en Albaida. Doy clases de agricultura en general y de jardinería.

Trabajo más en FP básica, chicos y chicas que no se adaptan a la ESO, y se les da formación profesional muy básica. Es muy básica porque unos cuantos no tienen capacidad, pero la mayoría no tiene ni ganas ni motivación para estudiar, sin embargo deben de ir a clase porque está legislado así. Mi tarea es motivarlos para una faena, como jardinería, agricultura, forestal.

También doy clase de ciclo medio, centrada en la agroecología. Los alumnos de este ciclo son mayores y van por propia voluntad. Ya no es frustrante, como interesar a chicos que van a clase por obligación. Un ejemplo es una experiencia reciente. Compré unas plantas para flores, una especie de rizoma, algo parecido a un boniato para entendernos. Repartí el material, la maceta, el sustrato, y cuando me doy cuenta alguno estaba plantando al revés, enterraba los brotes de la ramita y dejaba al aire las raíces. Lo habíamos estudiado, conocían las partes de la planta, habían visto cómo lo hacía yo. Pero debían estar pensando en otra cosa. Afortunadamente siempre hay algunos que muestran interés. Vale la pena el trabajo solo por ellos.

María José es concejala de Medio Ambiente, Cultura y Turismo del ayuntamiento de Beneixama. El fin de la legislatura coincidirá con las oposiciones a profesora, porque ahora ocupa un puesto de interina. Le preguntamos sobre su trabajo en la Sociedad Española de Agricultura Ecológica.

María José.- La SEAE tiene un potencial tremendo, pero hay que acudir a tantos frentes que no damos a basto. No es un sindicato agrario, es una sociedad científica. Reivindicar las virtudes de lo ecológico, investigar, divulgar y aglutinar al mundo agroeco son sus principales objetivos. Un sindicato como la Unió, por ejemplo, apoya la agricultura eco, pero cuando hay algún conflicto no puede tomar partido por los orgánicos, porque la mayoría de sus asociados son convencionales. Los sindicatos agrarios solo se puede dedicar a hacer cursos y promover lo orgánico, pero si hay un conflicto con la PAC o algo así, tienen que dar respuesta a la mayoría de sus afiliados, los convencionales.

Sería interesante que los agroecos se asociaran, asegura. Pero cree que la figura del sindicato está quedándose obsoleta, y crear un sindicato de agricultores eco desde cero le parece que es una tarea titánica.

María José.- No veo a SEAE con una pancarta delante del ministerio de Agricultura pidiendo precios justos y cosas así. Su papel es crear argumentos contra los que promueven los transgénicos y la industria agroquímica. No somos una entidad política, sino científica. Cuando nos invitan a reuniones o a mesas de discusión vamos, sin importar el color político de los patrocinadores. En el Acuerdo Social por el Agua, por ejemplo, defendemos que frente a la sequía y la altas temperaturas, la agricultura ecológica es una solución, porque promueve los suelos orgánicos que retienen mejor el agua, por ejemplo. Se habla mucho de dónde viene y a dónde va el agua, pero no se dice nada de lo que le pasa al suelo cuando le llega el agua. SEAE puede proponer soluciones beneficiosas para los agrosistemas, para hacer más sostenible la agricultura. No se trata de subirse a un autobús y manifestarse a favor o en contra de los trasvases. Del mismo modo, la SEAE no exige la certificación para el cultivo, los principios agroecológicos los puede aplicar todo el mundo que lo desee y los siga, no hace falta estar certificado. Y también estamos al servicio de los agricultores que utilizan la química, y que un día quieren mejorar los controles de plagas, por ejemplo, sin utilizar tantos químicos. Les podemos enseñar experiencias de lucha biológica.

Las dos narraciones publicadas por Maria José, la de la izqiuerda, para jovencitos, la de la derecha, para adultos.

Las dos narraciones publicadas por Maria José, la de la izqiuerda, para jovencitos, la de la derecha, para adultos.

La agrónoma escritora, contra los tópicos de la literatura para jóvenes sobre la vida rural

La literatura forma parte de la vida de María José. Aunque a la hora de la publicación «la cosa está regulera», dice una persona que hasta ahora se ha autoeditado sus producciones, como tantos otros autores.

María José.-Hice una novelita en castellano cuando estudiaba, que me la autoedité. El piso de la calle Segura. Le puse el nombre de un río porque en Valencia yo vivía en la Calle Vinalopó. Como la historia iba de un piso de estudiantes, se me ocurrió cambiar Vinalopó por Segura, otro río. Y después un amigo que vio la novela me preguntó si el título significaba que la calle era muy segura, que no era peligrosa. No me di cuenta de que el nombre de la calle era además de un río un adjetivo.

El otro libro lo hice para jóvenes urbanitas que no conocen el mundo rural El tresor de Benasait, en valenciano. La literatura para jóvenes sobre el campo está llena de tópicos, el granjero, la vaca, el sombrero de paja, la abuela de casa Tarradellas, todo bucólico y pastoril. Una criatura va a un pueblo y luego se vuelve a su casa en la ciudad. Su estado natural no es vivir en el pueblo. Los relatos cuentan sus visitas al pueblo los domingos, en verano, a ver a los abuelos. Y yo lo que quería era escribir un cuento de niños que viven en el pueblo. Fíjate si hará falta eso, que hasta lo han entendido mal. Le di el libro a un amigo que escribe y hace reseñas literarias para una asociación cultural. Por lo que dijo me dio la impresión de que no se lo había leído, solo hojeado. Daba a entender en la reseña que era una historia sobre un pueblo de hace treinta años. Debe haber sido un error mío, no dejarlo claro. Pero también constata que no se entiende que haya niños que vivan en un pueblo y a quienes les pasen cosas interesantes. Es como si no existieran.

Envió el libro a una editorial. Le contestaron que les gusta y que lo querían publicar. Está esperando más noticias.

María José.- Luego tengo otro muy cortito, lo he enviado a algunas editoriales y no me han respondido. Estoy pensando en autoeditarlo con dibujos de mi hija pequeña. Se llama “La tomatera de Marina”. Una historia para niños niños, con animales que hablan y todo eso. Una chica vive en una casa cueva, y un día le sale una plantita de una rendija de la pared. De pronto la tomatera empieza a secarse, y se va al pueblo ella sola (porque en los cuentos los niños están solos, no tienen padres ni nada) en busca de ayuda. En el camino se encuentra un conejito y una gallina, que le dan consejos…

La historia sigue de un modo ingenioso y ecológico, pero no dejamos acabar de contarla a María José para no destriparla ante el futuro lector o para evitar la tentación de algún cara dura de copiarla.

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