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Cultura y comunicación

Fallas 2018. «No se están peleando, es la verbena»

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Joan Durá es un observador sistemático y fino de la sociedad. Muestras de ello son su FALLAS DE VALÈNCIA. UNA MIRADA PARTICULAR E HILARANTE, sobre las Fallas de 2016, y sus CRONICAS DESDE TÚNEZ en dos entregas. Ofrecemos a continuación el relato  de la fagotización de Valencia y sus habitantes por las Fallas en 2018. Las Fallas debieron ser en otros tiempos menos mediáticos y turísticos una fiesta jubilosa y jaranera. Pero desde hace décadas se ha producido un crecendo hacia el despropósito monumental y urbano,  un atraco a la convivencia ciudadana, una usurpación viaria y una atrocidad medioambiental. Menos del diez por ciento de la población de Valencia impone al resto de sus conciudadanos su concepto de fiesta, que vuelve la ciudad patas arriba. La barbarie turística y la posibilidad de hacer negocio fuerte y rápido han desnudado a las Fallas de su valor popular. Quienes habitan en Valencia y se sienten (son) agredidos por los falleros huyen de sus casas durante una semana. Cada año la presión de los más bestias se supera, y los tímidos intentos de la autoridad municipal por controlar el disparate caen en saco roto. Los que como Joan Durà están obligados a quedarse en casa no tienen más remedio que tomárselo con humor y paciencia.

Texto y fotos de Joan Durà

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1. EL DESPERTAR DE LA FUERZA

Que las fallas son una tradición fuertemente arraigada en nuestra tierra es algo innegable. Aun así, los falleros de mi barrio van más allá (esto también es tradición) y lo quieren reafirmar con los más de cuarenta tornillos hundidos casi medio metro en el suelo valenciano con los que han sujetado los pilares de la estructura de la carpa. Si eso no es arraigo…

La construcción de esta carpa, cuya forma recuerda vagamente a un templo de la Grecia clásica (consagrado a Dioniso, en todo caso), marca el inicio de las fiestas en mi barrio, y con ellas, la llegada de ese incomparable festival de sonidos y aromas tan genuinamente falleros.

A las 8:00 de la mañana, despertà a cargo de la colla ‘Los Montadores y sus Taladros Percutores’. A continuación la misma colla realizó el tradicional “Ball dels Bastons” pero utilizando los postes metálicos de la estructura a modo de bastón. Es apasionante comprobar cómo, en mitad de la complicada actuación, son capaces de introducir cánticos del tipo “¡¡¡Cuidao, cuidao, cuidao!!!” precediendo a un sonido estruendoso al que sigue un “Te lo he diiicho, tíiio…” El día que consigan hacerlo con ritmo puede quedar bonito y todo. Como siempre, el baile acaba en un clímax en el que todos los danzantes lanzan su poste/bastón contra el suelo, en discordante cacofonía, al grito de “¡Almorzar!”, “¡Cerveza!” o “¡Carajillo!”, en función del estado de ánimo. Este baile puede repetirse un número indeterminado de veces hasta la hora de comer. Imposible perdérselo.

Preparativos para el montaje de la carpa.

Preparativos para el montaje de la carpa. A la izquierda, las neveras para las bebidas que terminarán en los urinarios. A la derecha, papá Váter e hijo.

A media mañana ha empezado a colarse a través de las ventanas cerradas un aroma también típico en mi barrio por estas fechas: el olor a cloaca. En un principio hemos pensado en un viejo conocido, el váter portátil, aunque todavía era demasiado pronto. Pero, efectivamente, allí estaba ese entrañable (nunca mejor dicho) icono fallero. Bueno, en realidad había dos. Uno grande y otro pequeño. Es como si vaterpapá hubiera traído a su hijo para que fuera conociendo el futuro que le espera.

-Hijo mío, algún día todo esto será tuyo.
-Pues vaya mierda…
-Sactamente.

A mí me ha parecido bastante cruel. Lo veo un poco verde al chico como para enfrentarse al día de l’arròs amb fesols i naps… Es normal que un padre se empeñe en que su hijo reciba lo que él no pudo, pero en este caso creo que es muy injusto.

Al lado de esta estampa familiar no podía faltar otro leit motiv josefino: el camión de desatascar. Finalmente el causante de los embriagadores aromas no fue el váter (ya decía yo), sino el bar que hay en la esquina. Hasta hace poco menos de un año era un bar de barrio de los de toda la vida y nunca dio problemas. Desde que lo cogieron los nuevos propietarios y le dieron un aire así más modernete, ya es la tercera vez que vienen los del desatasque, y ha estado cerrado un par de veces por problemas con las bajantes. ¿Qué comen los hípsters, trendy fabada?

Frente a la carpa a medio construir, la alegórica imagen de las neveras para la bebida junto a los urinarios, el alfa y el omega, es el presagio de esa circunstancia inevitable que se nos viene encima: tradición, tradición y tradición.

Sin palabras

Imaginación por un churro.

2. APARTHEID

Todas las fallas son especiales, pero las de este año un poco más. Si bien empezaron de una manera muy tradicional, los acontecimientos acaecidos en la noche del viernes, la noche del estreno de la carpa, hicieron presagiar que nos encontrábamos ante una edición especial de la fiesta.

Al final de la cena, como es de costumbre, tomó le micrófono el presidente para proceder con el tradicional discurso inaugural. Pero esta vez el mensaje iba a ser distinto. Después de unas breves palabras de ánimo dirigidas a la concurrencia, arengándoles a afrontar juntos los retos que se les vienen encima los próximos días (ponerse como el Kiko, hacer como que cantan pero fuerte, desbarrar, etc.) el discurso tomó un cariz inesperado que iba a traer consecuencias insospechadas. El cisma fallero de occidente había llegado: este año los ‘no-falleros’ iban a pagar suplementos de los cuales los falleros quedaban exentos.

Cada vez que el presidente repetía la coletilla “…los no-falleros suplemento de 10€” (y lo hizo un montón de veces), los murmullos entre el publico crecían en intensidad.

-Por comer del menú de la falla, 10€. Por traerse la comida de casa, 10€. Por tener acceso al váter, 10€.
-¿Y si es el pequeño?
-8€. Pero te traes el papel de casa.
-Pues vaya mierda…
-Sactamente.

¿Cuál será el siguiente paso? ¿Ponerles a los no-falleros una pegatina en el pecho con un buñuelo tachado? ¿Sentarlos al final del autobús el día de la ofrenda…? ¿Para cuándo una Amparito Parks, señor? La verdad es que no ser fallero y emperrarse en querer participar tiene su cosa. 10€ me parecen poco.

Las reacciones contrarias a este proceso discriminatorio -fruto de la crisis económica, del supremacismo o de ambas cosas a la vez- se hicieron más evidentes en la cena del segundo día. Hacia el final del ágape, cuando ya deberían ir por la tercera ronda de chupitos (segunda para los no-falleros), comenzaron a oírse gritos que fueron creciendo en intensidad y que incluso llegaron a convertirse en alaridos por momentos. La situación llegó a ponerse preocupante, por lo que decidí actuar. Justo cuando ya tenía el móvil en la mano para marcar el 112 apareció mi mujer para impedírmelo.

Acto fallero solemne, es decir sin escandalera de megavatios. Visto desde fuera, para entrar, diez euros.

Acto fallero solemne, es decir, sin escandalera de megavatios, visto desde fuera. Para entrar, diez euros.

-Que no son gritos. No están peleando, es la verbena.

Me quité los tapones de los oídos (me he comprado unos a medida en Amazon y me los dejo puestos hasta el día 20 por la tarde) y pude comprobar que, efectivamente, en las pausas que dejaban los alaridos se podía oír una base rítmica y un teclado un poco mejor que un Casio.

A duras penas conseguí entender un par de frases. La primera, “…sufre, mamón…”, toda una declaración de intenciones y, un rato después, “…voy a reír, voy a cantar…” Que yo pensé, “a ver si es verdad…” Luego me enteré de que el grupo se llamaba ‘Orquesta Black Band’, el color de su futuro, y no, no cumplieron. Siguieron sin cantar.

Al día siguiente, para limar asperezas, concurso de paellas. ¿De dónde sacan tanta energía? A las 10 de la mañana ya estaba la chica del micro dando instrucciones.

-Cada paella ha de tener un montón de arena y un hierro. Ay, no, perdón, unos hierros. Bueno, es un hierro pero que se dice hierros, en plural. Pero es uno, eh? Igual debería decir ‘un hierros’, no? Ja, ja… Bueno pues eso, que un mont…
-Pili, dame el micro, anda, bonita…

Desgraciada e inesperadamente, el concurso resultó ser un desastre. A pesar de las exhaustivas instrucciones de la moza, las paellas salieron todas caldosas. Caldosísimas. Justo 10 minutos después de haber hecho el ‘cavalló’ de arroz, una tormenta primaveral les hizo pasarse con el caldo y les obligó a todos a refugiarse en la carpa. Los últimos en entrar, los no-falleros, claro. Los más felices, el váter portátil y su hijo.

Se me ocurrió echar un vistazo a la web de la falla y he podido saber que me esperan varias sesiones de ‘discomóvil en la calle’. No entiendo la necesidad de añadir lo de ‘en la calle’. ¿En la calle? Pero si lo hacéis todo en la calle, mamones, hasta cagar!

Otro día vendrá un bendito a perpetrar versiones de Nino Bravo. ¡De Nino Bravo! Jaime Morell vale, pero el mestre no se toca! Ya no respetáis nada, inconscientes. Lo siguiente qué será, Freddie Mercury…?

También pude confirmar con alborozo la celebración el próximo sábado del Tercer Concurso Internacional de Gritos, festival karaoke que en la falla llaman “Tu flama me suena”. Como cada año, las bases recuerdan a los participantes que deben saberse la letra de memoria, toda, y que el jurado tiene la potestad de hacer y deshacer las normas a su antojo y conveniencia. ¿Te imaginas si el gobierno y los jueces hicieran lo mis… eeeh, espera…

Hoy la carpa estaba cerrada a cal y canto. Dos vallas con el logo de Cruzcampo impedían el paso, lo cual me parece el mejor método disuasorio. ¿Quién va a querer entrar si lo que hay dentro es Cruzcampo…? En plena soledad, un par de niños tiraban petardos en la zona donde montarán la discomóvilenlacalle. Lo hacían repetitiva y maquinalmente, sin disfrutar de las explosiones, con la mirada perdida. Quizá fueran los hijos de un no-fallero…


 

El superalimento fallero.

El superalimento fallero.

3.- PUPURRI

Al final las Fallas de este año tampoco han sido tan especiales, por lo menos en mi barrio. O sea, se han reproducido más o menos las mismas barbaridades que todos los años. Carpa, discomóvilenlacalle, váter portátil (y su hijo), concurso de paellas (pasado por agua), niños perdidos, petardos y, cómo no, el Concurso de Gritos Tu Flama Me Suena. Este año la versión infantil en realidad fue en plan play-back. No sé de qué illuminati de la comisión fue la idea pero se lo agradezco encarecidamente.

La versión para mayores fue de lo más tradicional. Un buen karaokazo fallero como manda San José. Ya sabéis de qué va esto, no hace falta que insista. A mí de este tema lo que me sorprende cada año es la labor del jurado. Sí, vale que tiene poder absoluto para hacer y deshacer, pero ¿tú sabes cómo debe ser de difícil decidir quién es el ganador? ¡Con lo igualado que está! Si el nivel de los concursantes partiera de 1, ya habríamos llegado a nuestro destino. En todos los casos. Yo creo que lo que hacen es valorar cosas secundarias como el vestuario, la coreografía, que no vomiten antes de bajar del escenario…

Al día siguiente, verbena. La última de estas fallas. Cuidadín. Pues, a pesar de que  la verbena unió fuerzas con la discomóvilenlacalle y el coro de borrachuzos de guardia, mi nivel de cansancio era tal que a eso de las tres de la madrugada me quedé dormido en el sillón. Esto es más o menos como si al Alex (Malcolm MacDowell) de ‘La Naranja Mecánica’, nada más ponerle delante de las imágenes violentas y con los ganchitos en los ojos, se hubiera quedado frito como un bebé. Es la primera vez que me pasa, y no me hace gracia porque la única explicación es que me hago viejo y ya me duermo en cualquier parte.

¿representa esta falla a un vecino del barrio, acosado por una banda de indofalleros, a punto de suicidarse después de una sesión de discomoder?

¿Representará esta falla a un vecino del barrio, acosado por una banda de indofalleros, a punto de suicidarse después de una sesión de discomovilenlacalle?

Tampoco duró mucho mi siesta, sabes. A las 3:30 de la madrugada, sabedores de que sólo les quedaban 30 minutos de joder a la gente, decidieron sacar el máximo partido del ampli y darlo todo hasta las 4:00. Se me asustaron hasta los cactus, y mira que ellos lo aguantan todo. Al de ‘La Naranja Mecánica’ le hacen pasar las Fallas en mi casa y se les va el tratamiento a la mierda, ya te digo.

Como a pesar de todo lo que aquí cuento, a mí las fallas me encantan, pues no perdí la oportunidad de darme mis tradicionales paseos falleriles. A modo de informe/resumen diré que las luces de Ruzafa eran casi de proporciones humanas, cosa que de seguro agradecieron los vecinos.

Cuando vi la falla de Convento sabía que estaba viendo el primer premio, y me ratifiqué tras visitar Pilar y Na Jordana. De joven yo era najordanista a tope, pero últimamente no hay manera.

Un aspecto de la falla del Ayuntamiento.

La falla del cole, digo, del Ayuntamiento.

La falla del Ayuntamiento no me convenció. No, no se trata de la polémica “tradicional frente a moderno”. A parte de que a mí me parece que lo de Okuda es tan bonito como aburrido, yo creo que si una falla puede innovar es ésta. Pero también creo que, por encima de su posible innovación o no, la falla del Ayuntamiento ha de ser la ‘Madre de Todas las Fallas’. Ha de ser grande, bien grande. Si cruzo la calle Játiva y al entrar por Marqués de Sotelo no puedo verla, malament.

Y al final, la cremá. En mi barrio se volvieron a equivocar y otra vez quemaron la falla en lugar de quemar la carpa. Hubiera salido al balcón a advertírselo, pero me dio pereza quitar los sacos terreros de los balcones. El año que viene igual bajo y les convenzo. No creo que pongan pegas. Llevan 15 días demostrándome lo buenos vecinos que son.

 

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