CARGANDO

Escribir para buscar

Reseñas

Rafael Laborda o la micorriza perdurable

Compartir

Una oración de Fernando Bellón por Rafa Laborda

Pérdida irreparable es una figura poética que se suele emplear con justicia en los obituarios, porque no hay reparación para la muerte. Sin embargo, la muerte en sí misma puede constituir una reparación del que se va y permanece en nuestra memoria de un modo perdurable.

Rafa Laborda, profesor, doctor, eminencia en los tratamientos naturales contra las plagas y el estímulo de insectos beneficiosos, profesional práctico y pragmático (pasaba media vida en los campos), hombre cordial y generoso, desvelador y debelador implacable de los defectos de la universidad moderna, y docenas de virtudes más reunidas por la del afecto hacia su trabajo y a los amigos que le acompañaban en él, Rafa Laborda ya no estará más con nosotros.

Y aquí es donde el estereotipo se convierte en rayo luminoso. Su memoria es imperecedera, y queda con nosotros como un bálsamo.

¿Quién era Rafael Laborda Cenjor? Quienes mejor le conocieron fueron quienes convivieron con él, su compañera María José y su hija June. Le cuidaron y le alentaron durante su enfermedad con cariño y abnegación, y son quienes más solas se han quedado tras su desaparición. María José estuvo con él en muchas de sus iniciativa, y Rafa con María José en la ONG València Acull, Valencia Acoge, que procuraba la acogida y orientación de los inmigrantes que llegaban a Valencia.

La página oficial de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural dice que fue Profesor titular de Entomología aplicada, Control integrado de plagas y enfermedades, y 6 áreas más en el departamento de Ecosistemas Agroforestales. Apunta que tuvo un premio de investigación, que publicó 6 libros, cuarenta artículos en revistas especializadas, desarrolló 14 proyectos y realizó 54 publicaciones en congresos.

Para una extensa vida académica, y comparando este currículo con el de profesores de vida paralela a la suya en la universidad, es un pobre escaparate. Pero sólo si nos quedamos en las cifras. Las cifras no revelan el trabajo académico de un hombre o una mujer que se dedica en cuerpo y alma a la enseñanza, es decir, a la transmisión de conocimientos y de prácticas imposibles de computar para una estadística.

Las clases de Rafa, en español, en valenciano y en su endemoniado pero insospechadamente comprensible inglés no se basaban en la retórica, el aparato bibliográfico y en un esquema fijo que los alumnos podían copiar en sus cuadernos de apuntes para olvidarse de él más allá de los exámenes.

Rafa enseñaba en el aula con fotografías, proyecciones, cuadros sinópticos y estadísticos preparados por él y basados en su experiencia en los campos, donde observaba, recogía muestras, elaboraba acciones que había que seguir. Rafa no escribió muchos libros porque colocaba todo lo que iba descubriendo y clasificando en su página web.

Uno de los legados de Rafa ha sido una página enciclopédica en Internet. La llamó «Cropprotection», y dentro de ella se encuentra una variedad inmensa de temas, subtemas, estudios, videos pedagógicos, apuntes de casi todo lo relacionado con la agricultura orgánica e integrada.

Porque Rafa era un apasionado de la biodiversidad y la agroecología, pero no un fanático, y procuraba informarse de las experiencias de la agricultura convencional y la agricultura integrada, con el propósito de acercar la ciencia sin etiquetas a los labradores.

Hay multitud de localizaciones geográficas agrícolas en la Comunidad Valencia que llevan el sello de Rafael Laborda. Donde trabajó con mayor intensidad y comodidad fue en los campos de Sà-i-Fresc, de Fermín Salcedo, Julio Quilis y Quico Barat. Situados en Alcàsser y Catarroja, en ellos realizó todo tipo de experimentos en terrenos generosamente prestados por sus amigos, que también se beneficiaban de ellos. A Sà-i-Fresc llevaba a alumnos de la Escuela, a grupos ajenos a ella, a jóvenes de diversos países que realizaban másteres en la UPV, y a todo el que se interesara por los temas agrarios. Sus cenizas están enterradas allí bajo un ciprés, en un campo donde se rotan los cultivos. Este árbol simbólico recordará durante mucho tiempo a Rafa; y su energía, su alma, su espíritu o lo que cada uno quiera designar se extenderá por el subsuelo como una malla de micorrizas.

Otro lugar en el que Rafa intervino es la finca La Florentina, de Vicent Borràs, en Carlet, también en Valencia. Se trata de un bosque de árboles frutales diversos, desde los naranjos a los granados, pasando por kiwis y otros de productos más convencionales, como melocotones, peras, nísperos… En varias ocasiones estuve presente en las visitas que Rafa organizaba a La Florentina con alumnos nacionales y extranjeros, que quedaban anonadados por la eficiencia económica y biológica del huerto.

Es preciso advertir que en estos dos casos, los cultivos tienen certificación orgánica. En concreto, Sà-i-Fresc, según afirma Fermín Salcedo, no habría arrancado sin la insistencia de Rafa Laborda, para convertirse en un pequeño emporio agrícola que hoy da trabajo a decenas de personas, y alimenta sano y fresco a miles de ellas.

Benitachell, localidad alicantina en la comarca de la Marina Alta, de donde procede la familia de Rafa, es otro lugar donde dejó huella, en el aprovechamiento del agua para el cultivo de la uva moscatel, que convirtió en tema de estudio, observación y experimentación en su cátedra.

Fue el profesor de la Escuela Técnica de Ingenieros agrícolas que creó el primer huerto de prácticas en la Universitat Politécnica de València, en compañía de Lola Raigón, también catedrática en esa escuela.

Estaba en contacto continuo con los investigadores y estudiosos de campo del mundo entero. Miguel Altieri y su mujer, dos figuras punteras de la agroecología en la Universidad de Los Ángeles en California, también se beneficiaban de los estudios de Rafa sobre control de plagas. siendo dos maestros inspiradores de agrónomos como Rafa.

Ha colaborado mucho con la Cátedra de Agroecología Antonio Bello, dirigida por José Luis Porcuna, de la Universidad de La Laguna, con quien ha tenido intensa relación en los últimos años, y a quien tenía un gran respeto.

Las enseñanzas de Rafa también se extendieron por el extranjero. Sin pereza para explorar otros países, no dudó en visitar explotaciones en Marruecos donde una de sus discípulas había puesto en práctica sus enseñanzas. Ni en recorrer pequeñas aldeas de Uganda para dirigir un proyecto de cooperación en colaboración con los agricultores locales. O en respaldar estudios de Biodiversidad en Costa de Marfil. Siempre con una actitud humilde, dispuesto a aprender de todo lo que no conocía.

Organizó con su equipo varios máster de agroecología basados en la práctica, mediante la UPV y otras instituciones como Cerai (Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional), con cuyos operativos estaba en constante contacto.

Esto es una síntesis breve, pero significativa del trabajo de una persona competente en extremo, íntegra sin par, afectuosa y cálida, y un hervidero de ideas en las que implicaba a quien se pusiera a su alcance con buena voluntad y ganas de colaborar. Descanse en paz y satisfecho con lo que deja en nuestras manos.

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.