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Agricultura y naturaleza

Salvador Piñón. Una referencia agroecológica en Castellló

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«SIN FORMACION NO PUEDE HABER PROFESIONALES»

Salvador Piñon Madueño es un veterano labrador de Onda dedicado en cuerpo y alma al cultivo ecológico. Su experiencia acumulada en horticultura, fruticultura y cuidado y poda del olivo los transmite por medio de talleres y jornadas que él mismo organiza desde hace años. Cultiva su propio huerto en Les Alqueries, y es una referencia de la agroecología castellonense. Co-fundador de la Fira d’Agroecologia i Intercanvi de Llavors d’Almassora y la de Xarxa d’Agroecologia de Castelló  aconseja y estimula a los jóvenes que prueban fortuna en los cultivos orgánicos. Sostiene con energía y convicción que la formación es la clave del futuro agroecológico en la Comunidad Valenciana y en España. En su tierra esta evidencia se toma menos en serio que en otras comunidades, que han apostado por la agricultura ecológica, aunque el I Plan de este fértil campo económico que acaba de poner en marcha la Conselleria de Agricultura, Medi Ambient, Canvi Climàtic i Desnvolupament rural despierta la ilusión y la esperanza de personas entregadas como Salvador Piñón.

Reportaje y entrevista de Fernando Bellón

La entrevista con Salvador piñón Madueño está al final del reportaje.

También publicamos un fragmento traducido del libro Cosmos. Une Ontologie matérialiste, de Michel Onfray, donde se explica que el origen de toda cultura se halla en la agricultura, y que son más valiosos los conocimientos adquiridos mediante la observación del cielo y de la naturaleza que los aprendidos de los libros.

Nos reunimos con Josep Maria Martínez Ahís, técnico de Sostenibilitat del ayuntamiento de Almassora, para almorzar, sagrada costumbre rural.

Josep Maria estudió Derecho y realizó un máster en gestión Medioambiental en la Universitat de València. Ejerce sus conocimientos en la administración municipal, pero va más allá de la burocracia y las teorizaciones legales.

cartell-2015Es el responsable municipal de la Fira d’Agroecologia i Intercanvi de Llavors de Almassora, que organizó hacia 2008 con un grupo de entusiastas de la ecología de la comarca, entre los que se encontraba su amigo Salvador Piñón. La primera idea era un simple intercambio de semillas, algo en sí mismo extraordinario, a pesar de una apariencia rutinaria, porque las semillas locales y sin patente propiedad de multinacionales son cada vez menos. El resultado fue un éxito, y decidieron continuar con la idea al año siguiente.

El último fin de semana de septiembre de cada año se monta desde entonces esta feria que ha ido creciendo, hasta convertirse en un polo de atracción de una multitud de cultivadores, vendedores de productos bio y artesanales, organizaciones mediambientalistas, y hasta representantes del sector cultural, como libreros de las comarcas castellonenses.

La Fira organiza en paralelo charlas y talleres donde se elabora, por ejemplo, pan en hornos morunos portátiles.

El primer y de momento único hijo de la Fira fue en 2009 la Xarxa d’Agroecologia de Castelló, algo que surgió espontáneamente como consecuencia del interés despertado por la Fira entre profesionales y aficionados a la agricultura ecológica y sus derivados. En este momento son 30 los socios, y tiene una lista de correos de 200 personas. Cuando pueden realizan cursos, talleres y jornadas especiales dedicadas a un aspecto o a otro de la agricultura orgánica.

“En Almassora hay mucha huerta y muy pocos agricultores dedicados por completo a su trabajo”, dice Josep Maria Martínez. “La mayoría de las personas se ganan la vida en la industria de la zona, predominantemente azulejera, y en los servicios. Poseen parcelas, a veces grandes, casi siempre de cítricos, y dedican su tiempo libre a este cultivo. Huerta propiamente dicha, con verduras, tubérculos o legumbres, hay poca en la Plana.”

Salvador Piñón lamenta el abandono de la poca huerta que queda en los pueblos establecidos a lo largo del curso del Millares, hacia el interior de Castellón. “Ni siquiera practican el autoconsumo. Las acequias del Millares devuelven el agua al río, porque nadie la usa, o se pierde donde los canales están estropeados. Pero se pierde mucho más, se pierde un patrimonio social y cultural. Y nadie dice ni hace nada, es como sino pasara nada.”

Un aspecto de los Huertos Sociales de Almassora. Pueden observarse todavía tomates, en pleno mes de febrero

Un aspecto de los Huertos Sociales de Almassora. Pueden observarse todavía tomates, en pleno mes de febrero

El ayuntamiento de Almassora acaba de crear hace un año unos Huertos Sociales. 31 parcelas que distribuye entre los solicitantes interesados. Entre febrero y marzo entregará 10 que estaban sin usar. La condición irrevocable es que el cultivo sea ecológico. Y para que los resultados no fracasen, organiza un curso de capacitación, porque los vecinos aficionados a la horticultura no siempre poseen los conocimientos adecuados. El responsable de los cursos es Salvador Piñón. También organiza otros desde hace, por su cuenta y riesgo, apoyado en las infraestructuras que le cede el ayuntamiento.

Según Salvador, hay pocos proyectos agroecológicos en Castellón con continuidad, por fallos profesionales: no hay una larga experiencia acumulada que sirva como estímulo y ejemplo a los nuevos agricultores. Empiezan con entusiasmo, pero al poco tiempo se desinflan.

Un ejemplo de esta carencia profesional es el módulo agroeco del Instituto de Enseñanza Secundaria Gilabert de Centelles, en Nules. Funciona desde 2011, y realiza una meritoria labor pedagógica presencial y a través de internet . El problema es que sus enseñanzas son básicamente teóricas, realizadas por un profesorado que se ha preocupado de formarse en este tema, pero que no conoce a fondo las técnicas y prácticas de los cultivos. Se han hecho algunos intentos de vincular a labradores experimentados, pero poco duraderas.

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Entrevista a Salvador Piñón

LA PODA DEL OLIVO BIEN HECHA MULTIPLICA LA PRODUCCIÓN

Soy de Onda, de padre labrador y madre andaluza, de Córdoba. Mi recorrido desde Onda siempre ha sido la agricultura, de secano, olivos, algarrobos, y de regadío, de huerta. Yo he practicado la agricultura desde niño con mi padre en los naranjos, en los huertos de autoconsumo. Y siempre “sense voler”, sin querer. Yo tenía a los doce años un trozo que me había reservado mi padre al lado de su huerto, y me transmitía sus conocimientos.

A los dieciséis ya cultivaba un huerto por mi cuenta, sin tener a mi padre al lado, aunque contaba con él. Trabajábamos de formas diferentes, él, en lo convencional, yo, en lo ecológico.

Era en torno al año 1980. En cierta forma, en Castelló soy de los primeros que nos introdujimos en el mundillo agroecológico, con el propósito de profesionalizarla, no por simple afición. No sé hacer otra cosa a estas alturas de mi vida.

DSC_0130¿Cual ha sido tu trayectoria?

Cuando volví de la mili, me fui con mi pareja a una masía de Betxí, de casero, trabajando en el mantenimiento de la finca. Nuestra ilusión era vivir en el campo. También me dedicaba a la jardinería. Y manteníamos nuestro huerto, con verduras, cabras, gallinas. Era autoconsumo. Pero luego cambiamos de ubicación, y siempre en el mismo plan, autoconsumo y pequeñas ventas de los excedentes a conocidos, amigos, y a algún mercado como el de Godella. También en Almassora y en Les Alqueries.

De rebote, surgió la idea de hacer talleres de fruticultura, subvencionados por la entonces Conselleria de Agricultura. Eso me animó a hacerme formador. Todo “sense voler”. Me ofrecían talleres de formación, y era un trabajo alternativo a la tierra que nos permitía ganarnos la vida. Realizábamos muchos en el Mas de Noguera, en Caudiel, una finca privada dedicada a esos menesteres.

¿Y los últimos años?

La Xarxa d’Agroecologia de Castelló nació gracias al interés del Ayuntamiento de Almassora de aproximar la agricultura ecológica a los chicos de institutos y colegios. Yo estaba trabajando en la finca de la Fundación Tots Units,  y me propusieron hacer algunos talleres para los chicuelos, a través de la Oficina de Sostenibilitat. Vinieron a la finca algunos autobuses escolares con chicos e hicimos talleres de siembra o de recolección.

De ahí surgió la idea de hacer un mercado agroecológico en el pueblo, la Fira d’Agroecologia d’Almassora. Y el segundo año de feria nos planteamos hacer la Xarxa.

DSC_0143¿En Castellón hacen feria?

En la ciudad de Castellón no hacen ninguna feria, no sé por qué. Somos los primeros y los únicos con una feria agroecológica en la provincia. Todos los años también hacemos otra feria en el ágora de la UJI (Universitat Jaume I de Castelló).

Tú eres un experto en la poda de olivos.

Yo participé en un taller de un agricultor catalán, que nos enseñó a podar los olivos. A mí siempre me ha gustado el mundo de los olivos y de los algarrobos y los almendros. Y el tema pendiente era siempre la poda, algo fundamental. Cuando aprendí de este hombre su manera de podar, a partir de ese momento todos los problemas y las dificultades que tenía a la hora de la poda, saber qué rama quitar, por dónde se tiene que cortar, cuándo… a partir de ese momento, mis lagunas desaparecieron. Esa manera de podar aprendida de este hombre es definitiva. En ella se tiene en cuenta la forma natural del crecimiento del árbol, favoreciéndolo, para que aumente la producción, así de sencillo.

Este huerto de olivos, en Onda, sirva a Salvador como campo de prácticas para la enseñanza de la poda eficiente

Este huerto de olivos, en Onda, sirva a Salvador como campo de prácticas para la enseñanza de la poda eficiente

No es lo mismo podar de una manera que de otra. En la provincia de Castellón los olivos tienen una asignatura pendiente, una poda que los renueve. La producción actual es muy baja, y es posible cambiarlo.

Aquí tengo una hanegada, doce olivos que he implantado e injertado yo mismo, con una producción excelente. Son de diferentes variedades, arbequina, picual, blanquilla… Tienen todos los cuidados que necesitan. Ahora tienen 18 años y producen mil quilos de aceituna, que se transforman en 180 litros de aceite. Suficiente para el autoconsumo de mi familia y la de alguna más. Y aumenta a medida que los olivos crecen.

El hecho de que se encuentren aquí plantados por mis manos produce satisfacción, con el añadido de que dan un aceite de gran calidad, y en agricultura ecológica. Eso enriquece mucho.

Salvador utiliza esta parcela en sus clases prácticas de poda de olivos. Dice que la poda de los estupendos olivos de la sierra de Espadán, de donde se obtiene un buen aceite, si se realizara de acuerdo con las mejores técnicas, la producción de aceite se triplicaría, y además sería de una calidad inmejorable. están necesitados de una poda de renovación, lo que hace que la producción sea escasa y poco rentable. Este es el defecto más habitual observado desde hace muchísimos años en la mayoría de los olivos de la provincia. 

 

Salva Piñón ha estudiado libros pero sobre todo ha dedicado mucho tiempo a observar y a practicar la agricultura.

Salva Piñón ha estudiado libros pero sobre todo ha dedicado mucho tiempo a observar y a practicar la agricultura.

Observar la naturaleza y aprender de quienes la han observado antes vale más que leer libros sobre la naturaleza, Michel Onfray

Fragmento traducido del capítulo «Le christianisme, un chamanisme solaire», pág 365 (Flammarion. Paris. 2015)

Envueltas en las sábanas cristianas, las verdades paganas han desaparecido: la médula sustantificada de los campesinos que conocían la naturaleza y la invocaban para obtener sus favores ha sido reemplazada por un discurso metafórico y alambicado construido como un cuento para dormirse de pié. Se trataba de seducir a un pueblo inculto contándole historias. Lo maravilloso ha servido de excipiente para hacer tragar el brebaje amargo de la religión que desvía siempre lo espiritual hacia lo temporal, con el fin de permitir al Rey, ayudado por su clerecía, utilizar el miedo al más allá para justificar, aquí abajo, la obediencia, la sumisión, la docilidad, y la servidumbre.

Enel origen de toda cultura está la agricultura. Lo agrícola define el campo cultivado: el campo, es decir, la naturaleza, el cultivo (la cultura) del campo, que es agricultura, eso será la cultura. Una cultura de los campos era, así pues, un pleonasmo; y hoy se ha convertido en un oximorón en la medida en que la cultura se hace pasar por una secreción urbana. El agricultor trabaja los campos: labora, siembra, corta, cuida, cosecha, y después labora de nuevo, vuelve a sembrar, siempre cuidando la cosecha, etc. Y esto es toda su vida, como sus ancestros lo hacían, como quería que lo hiciera su descendencia. El peón agrícola obra en una cultura perdida, alejada, destruida y desconsiderada por la cultura dominante que es la cultura de las ciudades, de los libros, la antinaturaleza, la contracultura de los campos.

Virgilio contaba en qué consisten los trabajos en los campos: conocer la naturaleza de los terrenos, de los suelos y de los subsuelos, distinguir las tierras ligeras de las grasas, las húmedas y frías , las densas y las desmenuzables, saber leer las informaciones que da el cielo, no ignorar las prácticas agrícolas ancestrales, ricas en saberes milenarios, poder leer las informaciones proporcionadas por los vientos prometedores de lluvias o de calores, de polvaredas o de desecaciones, ser iniciado en los misterios de la arboricultura, que son la poda y el injerto, el acodo y los esquejes, saber plantar las buenas cepas en los buenos subsuelos y en los buenos momentos del año, orientar bien las viñas, tener en cuenta las precauciones necesarias con las plantas jóvenes, proteger las plantas durante su crecimiento, y luego tratarlas con energía, ocuparse como Dios manda de los olivos, de los árboles frutales, de los que proporcionan madera a los carpinteros.

Del mismo modo, Virgilio aborda la cuestión de los animales: saber escoger los novillos y los sementales, acoplar los animales con inteligencia, enjaezar como se debe a los bueyes de labor, a los caballos de guerra o a los destinados a las carreras, aprender la sabiduría de los toros, observar las ovejas y las cabras, aprender a batir y a fabricar el queso, estar al corriente de las enfermedades del ganado y saber prevenirlas y curarlas, conocer las costumbres de las serpientes, observar las abejas, producir buena miel, orientar las colmenas hacia el sol de levante y, con ello, saber que se se manda bien a la naturaleza cuando se la obedece, y en fin, comprender con estos aprendizajes de qué serviría un dios que presidiera la organización de toda esta mecánica organizada divinamente.

La cultura, pues, supone el conocimiento necesario de la agricultura. En esa época no se preguntaba a los libros que nos dijeran lo que podíamos aprender directamente de la naturaleza: se la mira, se la examina, se la observa, se vive en armonía con ella, se escucha a los ancianos que habían escuchado y aprendido de otros ancianos. No hay por qué intercalar un libro entre el mundo y uno mismo: mirar el sol, la luna, las estrellas supone una relación directa. Se sabe lo que hay en el cielo no porque un letrado diga lo que es preciso ver, y a la vez la presencia de n dios único, colérico y vengativo, amigo de los príncipes y de los reyes, de los poderosos y de los guerreros, de los ricos y de los fuertes, sino por lo que se ve en el cielo: el ciclo eterno del retorno de las estaciones en las cuales el hombre no solo es espectador, sino participante.

 

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