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Cultura y comunicación

Teatro, Historia y Pedagogía. Anticipación del centenario de Sarah Bernhardt

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Gaspar Oliver

Sarah Bernhardt cumpliría 190 primaveras el 23 de marzo del año en curso. Este es el pretexto de Antonia Bueno para llevar al escenario su obra “Las Mil y Una Muertes de Sarah Bernhardt”. Eso y la oportunidad de celebrar el Día Internacional de la Mujer en el salón de actos del Instituto Francés de Valencia con su representación. La concurrencia era una incógnita, teniendo en cuenta la fecha y los compromisos públicos, incluida la manifestación de rigor. Por eso se había programado dos días, el viernes y el sábado. Sorprendentemente fue un éxito de público las dos funciones.

Ello hay que colocarlo en el haber del talento y los desvelos de Antonia en la producción y dirección de la obra y en su publicidad, difundida a los cuatro vientos digitales.

Denise Blais, una artista canadiense que reside en Valencia desde hace años, acertó en la encarnación de una diva francesa que no cabía en su ego, y Antonia representó con convicción la soberbia autosuficiente de una moderna performer que, después de invocar a Sarah, se encuentra con ella y se ve obligada a mantener un diálogo sobre la sustancia del teatro, cosido a su historia durante el último siglo en el que la Bernhardt ha estado ausente de él.

Antes he escrito pretexto con toda intención, porque “Las Mil y Una Muertes de Sarah Bernardt” es un texto lleno de subtextos, de reflexiones y polémicas en torno al teatro, en el que la diva muerta y la performer postmoderna debaten. La primera dejará sentado ante el público que la naturaleza del teatro no ha cambiado ni puede cambiar, por mucho tiempo que pase y por muchas enfermedades culturales que aflijan a las nuevas sociedades. La segunda terminará comprendiendo que no se puede anular el teatro sin causar perjuicio a la sociedad que lo sustenta, y a la vez integrará en esa corriente indescriptible sobre la que navegan la comedia y el drama las propuestas que el tiempo nuevo hace a esa Nave de los Locos.

El mérito añadido de Antonia Bueno como dramaturga y directora ha sido coser ese diálogo teórico, esa polémica en torno a lo que es o puede ser el teatro, en un cañamazo tan pragmático como la propia biografía de Sarah Bernahardt. Así, dos tipos de público pueden solazarse en “Las Mil y Una Muertes…”, los amantes del debate con sustancia, y los amantes de las historias, poco interesados en la sutilezas, con frecuencia pedantes, de la discusión académica.

Los asistentes a las dos funciones aplaudieron con ganas al final de la representación y tuvieron la oportunidad, al ser un espacio reducido, de felicitar personalmente a las actrices por su trabajo. Días antes, en un ensayo general con público realizado en un centro cultural de Burjassot, las personas asistentes, casi todas mujeres, de mediana edad y poco acostumbradas al teatro, despidieron a Sarah con apretados y sinceros aplausos.

Pascal Letelier, director del Instituto Francés de Valencia, mostró su satisfacción por el buen cumplimiento de una empresa que se presentaba incierta: ni el salón de actos del Instituto era el mejor escenario para una representación teatral (aunque el trabajo escenográfico de Antonia, con la ayuda de Denise Blais, Ana Millás, y Carlos Molina lo hicieron perfecto), ni la novedad de una pieza teatral en un lugar que habitualmente alberga música, cine y conferencias, auguraban el éxito. El Instituto ha participado en la producción del espectáculo, y está dispuesto a aprovechar el trabajo para empujar a Sarah Bernahardt y a su nieta Lysiane, la performer anacrónica, a otros escenarios culturales y educativos.

Las Mil y Una Noches…” es un texto que Antonia Bueno escribió en 2005, gracias a una beca de “Teatres de la Generalitat Valenciana”.

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