CARGANDO

Escribir para buscar

Agricultura y naturaleza

Amparo y Rodolphe, artesanía vocacional y agroecología metódica

Compartir

Amparo Calero y Rodolphe de Ghellinck comparten una visión no convencional de la vida y del trabajo. Amparo fabrica cestos de esparto, sillas de anea y otros objetos artesanales ligados a la naturaleza. Los vende en el mercadito de Godella y a clientes que le hacen encargos. Rodolphe cultiva verdura ecológica certificada y la vende en el mercadito de  Godella, en Valencia y en Bruselas, a donde la envía en «pallets» cada ciertas semanas. Ambos están la la tercera década de su vida, y llevan tiempo tomándose en serio sus respectivas profesiones. Quieren vivir de ellas, de su honrado trabajo. Y de momento lo están consiguiendo, mediante equilibrios domésticos y economías ingeniosas. Cada uno tiene un hijo de distintas parejas a quienes han educado en casa, fuera de la escuela, hasta que han alcanzado la edad de la enseñanza secundaria. Amparo y Rodolphe son dos de esa no pequeña cantidad de héroes anónimos que practican de verdad una vida diferente, comprometida con la naturaleza, sostenible. Lo hacen con calma, sin exclusiones, sin alharacas. Dos héroes más de ese pequeño ejército que se afana en sentar las bases de una nueva época. Merece la pena conocer sus experiencias. A Amparo se la puede encontrar en Cadira de Boga, Facebook; por teléfono/whatsapp 722 521 177, y por correo electrónico cadiradeboga@gmail.com. La iniciativa de Rodolphe se llama Ecopanier en Valencia y Le potager du soleil en Bélgica. El contacto telefónico/whatsap de Rodolphe es  638 73 79 39. Su correo electrónico lecopanier@gmail.com,

Reportaje y fotos de Fernando Bellón.

Amparo en su taller artesano. Foto Juanjo Laudes.

Amparo en su taller artesano. Foto Juanjo Laudes.

TRABAJAR Y MEDITAR NO SON LO MISMO. CADA COSA EN SU MOMENTO

Amparo Calero Benítez nació en Valencia en el seno de una familia numerosa acostumbrada a la ingeniería financiera doméstica para sostener a diez personas. Desde niña tuvo vocación por la creación artística. Pero la dura realidad se impuso, y se matriculó en Empresariales, por sentido práctico. El final de su carrera fue un Erasmus en Italia, en donde decidió que no se iba a ganar la vida con los balances, con el Debe y el Haber. Volvió a España y se fue marchó a vendimiar, algo acorde con su gusto por la naturaleza, sabiendo que vendimiar es un trabajo duro. Después recorrió las sierras de Castellón en busca de un empleo en una explotación ganadera. Ló más parecido que se le ofreció fue trabajar en una granja industrial de cerdos.

Un último intento la llevó a Caudiel.

Amparo Calero. Gracias a una amiga conocí el Mas de Noguera y me fui allí. Fue mi primer contacto con el Mas. Es un sitio encantador, con unos principios que encajan con mi visión, en cuanto a sostenibilidad, al tejido laboral, la relación de los trabajadores con la empresa. Estuve de voluntaria durante un mes, con los animales. Fue un tiempo corto, pero intenso. Fue en el 2000 ó 2001. Cuando acabé el voluntariado me ofrecieron trabajar en la granja, porque se iba de vacaciones uno de los encargados.

Pero en ese momento, la dura realidad la apartó de lo más parecido al Edén que Amparo había conocido.

Rodolphe y Amparo en el mercadito de Godella.

Rodolphe y Amparo en el mercadito de Godella. Su trabajo y su venta son complementarios.

Amparo Calero. Me había comprometido a trabajar de contable en la empresa de Aldaia. Una fábrica que tenía la contabilidad sin informatizar. Yo había trabajado dos años antes en Valencia con una empresa italiana distribuidora de productos de alimentación para restaurantes italianos. Ahí es donde aprendí a ser contable, y adquirí seguridad en el trabajo, porque es un empleo con muchas responsabilidades. Me gusta aprender cosas prácticas en los trabajos, aunque no sean los favoritos. También estuve en una asesoría. Y también en el ayuntamiento de Chirivella, en Medio Ambiente, seis meses.

Rememora que se estaba separando de su entorno natural, el que más amaba, aunque crecía su conocimiento profesional y su calidad de persona preparada a las revueltas de la vida.

Amparo Calero. Entonces nació mi hijo Mauro. Y cambió toda mi vida. Me estaban esperando en la oficina para que volviera, pero no me compensaba, ni económica, ni emocionalmente, porque tenía que separarme de mi hijo. El trabajo de asesoría no está ni bien valorado ni bien pagado. El caso es que a los tres meses de estar en primero de infantil le sacamos del cole del pueblo, porque no entendíamos el trabajo que estaban haciendo con el niño. Entonces descubrimos otro mundo, el de la educación alternativa, la educación en casa, el Homeschooling. Así ha estado hasta que Mauro ha cumplido los nueve años.

Un oficio manual.

Un oficio manual. Foto Juanjo Laudes

Durante nueve años Amparo se ha dedicado en cuerpo y alma a Mauro, que ahora tiene trece años y asiste al colegio Les Carolines, donde la integración fue inmediata y fácil, porque estaba acostumbrado a tratar con todo tipo de personas, y el sistema pedagógico del centro facilita el desarrollo emocional e intelectual de los chavales. Entonces se abre otra puerta a la naturaleza.

Amparo Calero. Siempre llevaba la artesanía conmigo. Cuando trabajé de voluntaria en Mas de Noguera, me enseñaron a trenzar esparto. La primera cosa que hice fue una alfombra, una trenza de jareta de cinco ramales. Luego he continuado haciendo cositas, pero siempre para regalar. Estaba en un segundo plano, porque para mí lo primero era la educación de Mauro en casa.

Cuando yo siento algo, al final lo encuentro, como cualquier persona. Yo sentía que tenía que “embogar”, encordar sillas con anea. Yo he aprendido de forma oral, preguntando a gente mayor. También hay que tener suerte, porque es muy difícil aprender de gente mayor, que normalmente son varones, y a muchos les es difícil hablar con una mujer. Para hacer mi primera silla acudí al que me enseñó con el papá de Mauro. El señor se dirigía a él, aunque la que aprendía era yo. Era el abuelo Manuel, de Murcia, un encanto. Yo creo que soy afortunada de haber conocido a estas personas y recoger de su vida algo que han estado haciendo, un oficio, y encuentran a alguien joven que lo valora y quiere aprender.

DSC_0025El encuentro entre Amparo y Rodolphe se produjo en una escuela libre organizada en Alcàsser por padres decididos a que sus hijos recibieran una educación no convencional. Cuando Amparo se separó de su marido, inició una nueva etapa con el agricultor belga.

Amparo Calero. El trabajo se convirtió en una prueba. ¿Qué busco? ¿Qué hago? Entré en el mundo del huerto gracias a Rodolphe. Económicamente yo estaba fatal. Empezamos juntos en un grupo de agricultores de Alcàsser. Iban voluntarios y a cambio de su trabajo se llevaban verduras. Empecé así, pero era una terapia.

Amparo explica que una cosa es el trabajo y otra la meditación, y que ella se tomó la nueva etapa como una oportunidad de empleo.

Amparo Calero. Yo cuando voy a trabajar, voy a trabajar, porque me gusta, no voy a meditar, sino a trabajar meditando. Los cuatro socios hicieron una empresa. Cada día me cogía más responsabilidades. Me daba cuenta de la necesidad de llevar una contabilidad. Trabajaban y no cobraran muchos meses. No se puede vivir así. Está muy bonito el medio ambiente, la sostenibilidad, la ecología. Pero tenemos que comer. Hay que ser realistas. Hay que gestionar bien una empresa. Me ofrecí a llevar la contabilidad, para ver la realidad económica de lo que tenían, la rentabilidad de una tienda abierta por ellos en Benimaclet, la de los mercados a los que acudían…

A la vez plantaba, cosechaba, preparar la paradeta para los mercados, atenderla. Me involucré mucho. Nos hicimos pareja Rodolphe y yo. Y cuando decidió convertirse en autónomo, salirse del grupo, yo le apoyé. Me gusta trabajar con él. Es muy metódico. Y es mogollón de trabajo porque lo tiene que hacer todo. Plantar, cultivar, cosechar, vender. Hay mucha gente que funciona así. Se trata de cómo se consigue la economía. Yo me involucraría más, pero el huerto no da de sí para mantener dos altas en autónomos.

Ahora estoy trabajando a diario para una empresa que me ha pedido unas sillas de cuerda más o menos convencionales. Tengo un contrato por obra. Lo chulo del mundo de la artesanía es que puedo trabajar el esparto en talleres para personas que les gusta hacerse sus cosas. Con la boga, la anea, a veces te llegan sillas para restaurar. Y otra cosa que hago son ferias, en las que me contrata el ayuntamiento o la empresa que las organiza. Talleres para niños, para adultos, y el tiempo que no hago talleres, estoy haciendo demostración de un oficio olvidado. A todo el mundo le encanta. Hago un poco de psicóloga, gente con sus recuerdos… encuentras a gente que te cuenta cómo eran las sillas. Es muy agradable. Es otra cosa más que me aporta la artesanía.

Rodolphe cultiva las cuatro hanegadas que hay a izquierda y derecha de la acequia. Con orden metódico va plantando diferentes verduras que cosecha a lo largo del año.

Rodolphe cultiva las cuatro hanegadas que hay a izquierda y derecha de la acequia. Con orden metódico va plantando diferentes verduras que cosecha a lo largo del año.

PODRÍA CULTIVAR MÁS TIERRA, PERO CONTRATAR A UN AYUNDANTE ME CUESTA EXACTAMENTE EL SUELDO QUE YO DEJO DE PERCIBIR

Rodolphe de Ghellinck tiene treinta y seis años, once de los cuales los ha vivido en España. Es un belga valón,  de apellido flamenco, de Hanzinelle, un pueblo de mil habitantes, a una hora al sur de Bruselas. La agricultura no es algo ajeno a él. Su madre tenía un huerto familiar. La abuela paterna tenía prados. El padre puso vacas y ovejas en el prado, y gallinas en un corral. Rodolphe  ha crecido en ese ambiente rural. En España recaló por su interés académico por la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Había estudiado Historia en Bruselas, disfrutó de un Erasmus en Gerona, y allí descubrió que merecía la pena aquel evento prodigioso que transformó la ciudad. Hurgó en archivos municipales, y concluyó su tesis fin de carrera. De vuelta en Bruselas conoció a la que sería su mujer, una valenciana de Almusafes. Y acabó en aquel pueblo famoso por los automóviles y por su huerta feraz, que comparte con Benifayó. En Valencia se olvidó de la Historia.

Rodolphe de Ghellinck. Encontré trabajo en una depuradora, cuando se limpiaban las acequias que iban a la Albufera por la Copa de América. Mi trabajo era limpiar esas acequias. Era un trabajo manual, que a mí me gustaba. Estaba al aire libre todo el día. Estuve dos años. Luego busqué algo que encajara más en mis estudios. No encontré nada, y me metí en la agricultura. Fue una introducción paulatina. Empecé en la granja La Peira de Benifayó. Allí tuve durante tres años un bancal de autoconsumo. Luego cogí un campo en Almusafes, que me cedió un amigo porque su padre no lo trabajaba. Yo repartía la cosecha en bicicleta. Metía las verduras en bolsas grandes, y me iba con la bicicleta en el tren y la repartía en Valencia.

Rodolphe escogió la agricultura porque se encontraba a gusto trabajando la tierra, al aire libre, y cultivando lo que luego acabaría comiendo. La experiencia fue tan positiva, que se hizo vegetariano. Además, ser labrador era la forma más sencilla de autoemplearse. No admite que al agricultor joven, y  encima orgánico, se le clasifique como una «rara avis» rebelde y antisistema

Limpiando puerros recién cosechados. al fondo, el segundo campo de Alcásser, mezcla de tierra arcillosa y arena.

Limpiando puerros recién cosechados. al fondo, el segundo campo de Alcásser, mezcla de tierra arcillosa y arena.

Rodolphe de Ghellinck. Somos personas que nos buscamos la vida. Hay gente que su familia tiene un campo abandonado, y se decide a cultivarlo. Es el caso más frecuente en el mundo de los agricultores jóvenes. La inversión no es grande, y en dos o tres meses empiezas a ver los resultados de tu trabajo. Muchos de estos pequeños agricultores jóvenes no son agricultores de toda la vida. Se han metido en esto como yo, basándose en una experiencia familiar. Se trata de autoemplearse y de aprender. Eso de antisistema sólo se justifica en las ventas, porque la venta directa es tan diferente que se sale de los hábitos del sistema. Te intentas hacer un hueco en la competencia de los supermercados, y en ese sentido estás fuera del sistema normal. La idea es vender directamente. Es lo que más cuesta. Cultivar, dicho sea entre comillas, es fácil.

Tuvo que dejar el campo de Almusafes porque el dueño quería volverlo a trabajar, plantando caquis. Estuvo colaborando con un grupo de agricultores en Alcásser, y luego se independizó. Lleva trabajando por su cuenta dos años. En esta nueva fase de su vida como labrador se encuentra en una fase de crecimiento y estabilización. Intenta que los ingresos que obtiene por las ventas sean constantes. Como la mayoría de los agricultores de l’Horta, en otoño, invierno y primavera tiene más ventas. Se trata de ampliar el beneficio a todo el año, porque los gastos fijos no tienen descensos.

En el almacén de casa, preparando los productos para el mercadillo de Godella.

En el almacén de casa, preparando los productos para el mercadillo de Godella.

Rodolphe de Ghellinck. Tienes los gastos del campo fijos: la Seguridad Social, el precio de los planteles, el alquiler del campo, el agua, la furgoneta, y los gastos personales para vivir. Repartidos a lo largo del año, los gastos del campo vienen a ser 900 euros al mes, todo incluido. Luego tienes que reinvertir para continuar,  ampliar la superficie cultivada. Ahora por ejemplo  tengo una oportunidad de un francés que tiene campos certificados eco en Almenara, en el límite de Castellón y Valencia, y me los pasa. Está a media hora de aquí, todavía no conozco bien la tierra. Tendré que invertir en el sistema de riego. Y estoy dandole vueltas a ver si vale la pena o no.

Mi mercado es un grupo de consumo de Cuenca, a quien sirvo verduras cada quince días de diciembre a junio. También les ofrezco fruta. Saben que no es mía pero les informo de a quién se la compro y las garantías eco que tiene. Luego está el mercado de Godella todos los sábados, donde vendo mis productos, más dos ajenos que nos permiten vender, en mi caso aguacates y plátanos. También tengo clientes a quienes mando ofertas por whats up, cada semana, en Almusafes, Benifayó y algunos en Valencia. Son cestas al detalle, es decir, que piden lo que necesitan, no son cestas cerradas por mí. Yo llevo las cestas a dos puntos de entrega, en Almusafes y en Valencia. También vendo a otro agricultor, aunque menos, porque tengo pocos excedentes.

También ha buscado Rodolphe clientela en Bélgica.

Rodolphe de Ghellinck. Desde el año pasado, en invierno voy a Bélgica, cuando allí hace frío y no se cultiva casi nada. Voy una vez al mes, me hacen los pedidos, y parte de ellos son de mi cosecha. Pero la mayor proporción es de fruta que compro a terceros. Por ejemplo, los aguacates de Valencia, que están superbuenos, naranjas, mandarinas, limones, pomelos, caquis y granadas, plátanos y kiwis. Todo recién cosechado. Yo compro al agricultor, sé que los productos no pasan por cámaras, que están frescos. Una vez llevé los productos en una furgoneta. Pero no sale rentable. Son 1.700 km en dos días, con gastos de gasoil, de peaje, desgaste de a furgoneta y tu propio tiempo. No es rentable. Yo reúno productos para un «pallet» de dos metros cúbicos, y una empresa de transportes lo pone en Bélgica en dos días. Va a un pequeño almacén en casa de mis padres. Yo voy en avión. Lo preparo y lo entrego a los que me han hecho los pedidos. Y también voy a un mercado en una escuela de la capital. Algunos me hacen pedido, y otros, no. Es lo mismo que en el mercado de Godella. Sin intermediarios. Saben que la única mediación es la de las frutas. Y todos los productos son ecológicos certificados. Muy pocas cosas las compro en Bélgica. Por ejemplo, patatas eco cuando yo no tengo. Lo que me gustaría es, con el tiempo, encontrar agricultores y comprarles a ellos en lugar de pasar por distribuidores. También tengo una prima en Bélgica que tiene un campo eco, y me gustaría llegar a algún acuerdo con ella.

DSC_0459Las rutinas y la filosofía de los agricultores orgánicos belgas no las conoce bien, pero no cree que sean muy distintas a las de los labradores que conoce en la Huerta. La única diferencia es el nivel de vida, más alto en Bélgica.

Rodolphe de Ghellinck. En Bélgica no conozco a tantos agricultores como en Valencia. En la región de la que procedo solo hay bosques y prados con vacas. Hay maíz y algo de trigo, pero no hay verduras, no son tierras de verduras. Los pequeños agricultores que conozco sé que hacen cosas parecidas a las de aquí. Conozco algunas cooperativas e iniciativas de este estilo. Y respecto al nivel de vida, tengo el testimonio de un agricultor al que he comprado justamente ahora manzanas y alguna verdura como zanahoria. He visto su campo, y, aunque con otro aspecto, básicamente es igual. Ha pedido un crédito a un banco para hacerse un almacén. Los pequeños agricultores viven igual que aquí. Tienen la misma filosofía que nosotros, pequeños mercados, venta directa. Allí se gana más, pero las cosas están más caras. Es la única diferencia. Yo también estoy planteándome pedir un crédito a un banco, porque he gastado 1.500 euros en enero para reparar la furgoneta, y ahora la vuelvo a tener en el taller. Si me piden mucho dinero, considerando que los gastos mensuales de furgoneta son 200 euros entre seguro y reparaciones, igual me conviene comprar una nueva. Entonces iría a un banco.

Yo dedico siempre una parte de mis ingresos a invertir. Por ejemplo, dos hanegadas en un campo de patatas en el Mareny. Me he dado cuenta de que necesito más espacio. Ahora quiero plantar calabazas, y tengo que quitar rápidamente los cultivos de invierno para plantarlas. Sería más cómodo tener un tercer campo.

Rodolphe se siente capaz de cultivar mayor cantidad de tierra. El problema es que pagar a alguien que le ayude le resulta imposible.

En el puesto "Ecopanier" de Rodolphe en el marcadito de Godella.

En el puesto «Ecopanier» de Rodolphe en el marcadito de Godella.

Rodolphe de Ghellinck. Amparo me ayuda, aunque ahora tiene encargos y está más ocupada. Pero sí que me vendría bien contratar a alguien. Ahora tengo que preparar un pallet de Navidad para Bélgica, cosechar la patata del Mareny, plantar puerros, todo eso en diez días. Pero he preguntado a la gestoría lo que me costaría un empleado, y me han dicho que dependiendo del convenio en el que estás, me podría salir entre  800 y 1.200 euros de salario, más 40 por ciento se Seguridad Social. Es un círculo vicioso. Sabes que vas a cosechar más productos y que podrás vender más, pero los 1.200 que pagaría son los que yo no gano. Estamos dándole vueltas a las posibilidades para que Amparo puede trabajar como empleada a tiempo parcial.

Ahora no tengo mula mecánica. Necesito comprar una. Estoy mirando de segunda mano. Cuesta menos, pero se puede estropear. Normalmente se recurre a créditos de amigos, de la familia o a pagar a plazos. Lo ideal es decir, mira tengo 30.000 euros y tengo una base segura par invertir, o para pagar a un empleado durante tantos meses. Y este año tendré más productos y podré vender más. Pero si tienes un empleado no puedes vender todo a particulares, tienes que ir a un distribuidor, porque no se puede vender una gran cantidad de golpe. El problema es que para responder a una demanda constante, por ejemplo, un comedor escolar, tienes que tener capacidad de respuesta, de atender sus necesidades.

Cada año mejoras en la planificación. Yo soy muy matemático. Apunto todo lo que planto, para no replantar en el mismo sitio. Peor también tengo una buena memoria. Estudiar Historia me ha formado para saberme organizar, llevar las cuentas bien. La planificación de los cultivos es anual. Te basas en lo que te falta o te sobra del año anterior. Los problemas para la planificación son que o no tienes bastante terreno para cultivar o no tienes tiempo. Tienes que jugar con lo que tienes. Planto tantas espinacas, y luego apunto los kilos que he sacado, y calculo el precio rentable al que las puedo ofrecer, a particulares o a distribuidores.

Rodolphe no  ha estudiado agricultura de modo reglado. Ha leído libros y ha encontrado en la práctica la mejor escuela. Advierte que le faltan algunas nociones teóricas, por ejemplo algunas enfermedades de los cultivos. Entonces pregunta a los labradores de alrededor y a otros agricultores ecológicos, o busca la solución en los libros. Afortunadamente no tiene graves enfermedades o plagas.

Rodolphe de Ghellinck. Los agricultores como yo no somos de toda la vida, como los socios de Sa i Fresc, Fermín y Julio. Ellos tienen conocimientos de los que nosotros los pequeños agricultores carecemos. Lo bueno de la tierra es que, aunque lo hagas mal, te da, y no pierdes todo, pero sobre todo te da experiencia.

Si a mí me viene alguien y me pide que le haga dos hectáreas de calabacín, eso es agricultura industrial. Puede que alguna vez me apetezca hacerlo por probar. El problema es que no tengo dos hectáreas. Lo bonito es tener diversidad. Y tener un contacto directo con los clientes. Es más bonito eso que ser más productivo en uno o dos cultivos concretos. Estoy pensando acudir a un distribuidor, por ejemplo Terra i Xufa, y llegar a un acuerdo con algunos cultivos concretos. Lo bueno es tener casi todo vendido cuando plantas. Ahora sé que es así. Y lo que me sobra encuentra comprador, como las calabazas, que puede que se las venda a Les Marietes para hacer productos elaborados, mermeladas y cosas así. Sin embargo lo que más me gusta, lo más bonito es lo que estoy haciendo ahora, la venta directa aquí y en Bélgica. Ahora en Almenara tengo una nueva experiencia por delante. Cultivaré melón y sandías con goteo programado, de manera que no tienes que estar cada día en el campo. O quizá patatas o boniatos. Es una forma de incrementar la rentabilidad de la empresa.

Cosechando

Cosechando

[column size=»one»][box color=’gray’ float=’center’ text_align=’left’ width=’100%’ margin_top=» margin_bottom=»] CULTIVOS Y ROTACIONES EN UN AÑO

Rodolphe tiene dos hanegadas delante del campo de naranjos que se ven en la fotografía, y otras dos al otro lado de la acequia. También cultiva en el Mareny, en la costa un poco más al sur de la Albufera, dos hanegadas de patatas. Y ahora está valorando la posibilidad de quedarse un campo para fruta de verano en tierras de Almenara, a caballo entre las provincias de Valencia y Castellón.

Estos son los cultivos de las hanegadas de Alcásser censados a primeros de noviembre.

Los tirabeques, una especie de judía verde, los planta en junio, y se cosechan a partir de septiembre. En estos momentos ha dejado de obtener fruto de las matas, porque se han helado.

Después, en el primer sector hay perejil, diente de león, cardo y cebollino, que se queda ahí desde el año pasado, está tres años en la tierra. Ahí ha tenido flores en verano también. Y cosas de hoja pequeña.

En el segundo sector quedan algunos hinojos plantados a principio de septiembre. Y también remolacha, col y rábano, escarola, espinaca, todo ya cosechado. Hay coles que he empezado a cogerlas, lombarda, col rizada, coliflor, y col romanescu, todavía por cosechar. Se plantó a principio de septiembre. Tiene coliflor de cos ciclos, de 120 y de 150 días desde que se planta. Las planta a la vez.

Al lado hay brócoli, nap i col y calçots, todo plantado en septiembre. Ya está recogiendo algo, primero lo más crecido, y luego poco a poco lo demás. El puerro lo planta en agosto, porque necesita tres meses, como casi todas las cosas. Lo tiene desde noviembre.

Hermosos repollos .

Hermosos repollos .

Hay que pensar siempre en la planificación, anticipar los periodos de mayor venta. Ahora va a poner otro puerro, pero que no va a crecer, se va a quedar en la tierra hasta febrero, cuando empezará a tirar para arriba.

Todo lo que se ve hoy crecido se ha plantado de agosto a noviembre. Lo que pones en diciembre o en enero se queda quieto. Da igual que lo plantes ahora o dentro de un mes, sale igual, a finales de febrero, cuando hay más luz.La experiencia de otros años le dice a Rodolphe que hay dos factores en el crecimiento de las plantas, la temperatura y sobre todo las horas de luz.

Hay acelgas y apio, plantado también en agosto. Las habas, en septiembre. En algunos sectores va replantando, había espinacas y ha puesto canónigos, que todavía están pequeños. Detrás hay espinacas y lechuga que va a acabar de recoger la próxima semana. Entonces, cierra este sector de los canónigos, y quita lo que queda de las judías para poner brócoli y lechuga, ahora o en enero.

En esta tierra arcillosa, las zanahorias encuentran resistencia y crecen torcidas o arrugadas.

En esta tierra arcillosa, las zanahorias encuentran resistencia y crecen torcidas o arrugadas.

Como ha echado estiércol, ha puesto espinacas en algunos huecos, que piden mucha comida a la tierra, y lechuga que no necesita tanta. Y las judías verdes dan comida a la tierra. También hay otras coles y remolacha plantadas en octubre. Darán fruto en febrero.

Después, la parte del campo al otro lado de la acequia. Está plantada de acuerdo con el sentido del riego. Prepara los caballones en julio, en agosto lo estercoló. Calcula y prevé lo que planta y dónde, para tener sitio de reserva. En algunos sectores tiene zanahorias. Todo está plantado en octubre y noviembre. Poe ejemplo, lechugas, que aguantan para enero y febrero. También cultiva coles de bruselas, otra tanda de coles todavía pequeñas, y habas, que cubre con plástico. En realidad es una malla geotextil. La compró el año pasado, puso la calabaza, y ahora la va reutilizando. Es más cara que el plástico, pero más reciclable. El plástico es más difícil de reutilizar, pero también lo aprovecha, poniendo dos capas del viejo. Intenta no usar demasiado plástico, porque es menos ecológico. Va anotando los uso que hace de cada material.

Hermosos, sanos y nutrirtvos hinojos

Hermosos, sanos y nutritivos hinojos

Por último tiene un sector de zanahorias . La tierra de este sector no es arcillosa, com la del otro lado de la acequia. Es una mezcla de arena y arcilla, que se llama franca. Esto facilita que las zanahorias salgan rectas.

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.